Shugo Chara El miedo de Ikuto. [One Shot]

—¿¡Qué es lo que tenía Utau en la cabeza cuando aceptó cuidar a un estúpido perro!?—gritó Ikuto, poniendo sus manos en su cabeza y jalando de su cabello con ira.

Realmente era injusto, nunca se imaginó en una situación como ésta, él, el temible gato negro, prisionero en su propia casa...estúpido perro, estúpida Utau, estúpido miedo a los perros.
No había salido de su cuarto en dos horas, desde que su hermana le dejó al perro en su casa porque ella se iba a una audición y tardaría toda la noche.
No podía estar pasandole eso a él.

Eran las dos y media de la madrugada y el chico seguía sin poder dormir, de solo escuchar los ladridos del perro ese del demonio se estremecía y su miedo a esos animales tan brutales aumentaba.

Recostado en su cama, giró la cabeza y vio a Yoru, que dormía tranquilamente, ¿Cómo podía dormir sabiendo que había una bestia chupaalmas de gatos del otro lado de la puerta?. Pero bueno, ni su chara sabía de su miedo a los perros...nunca se lo había dicho a nadie.
Rascó una de sus orejas de gato y movió su larga cola, se estiró y se sentó en la cama. Caminó unos pasos hacia la puerta toda bloqueada por muebles y comenzó a correr todas esas cosas que estorbaban. Giró el picaporte y escuchó un "Woof". Él fue tan valiente que corrió a su cama y se escondió entre las sábanas.

Miró por unos segundos el huevo donde se encontraba su chara dormido, pensó unos segundos sobre si despertarlo o no...no quería que nadie lo viera así, escondido entre las sábanas de su cama, temblando y sudando frío.
Bueno, a la mierda.
Tocó un poco el huevo donde yacía Yoru y al no encontrar respuesta de éste, lo sacudió con fuerza. Esta vez sí funcionó, el chara despertó.

—¿Qué pasa Ikuto-nya?—preguntó el neko, frotándose los ojos.

—Nada...es solo que...—comenzó éste, pero no sabía qué decir ya que no estaba acostumbrado a pedir favores a nadie, menos uno tan vergonzoso para alguien de dieciséis, para alguien como él—El perro.

—¿Qué pasa con el perro — nya?

—Está afuera...—dijo éste bastante bajito.

—¿Y..? Es imposible que entre—nya—comentó el chara, sonriéndo, esperando que Ikuto se tranquilizara y lo dejase dormir.

—¿Y si entra?

—¡No puede-nya!—lo animó éste.

—Pero...¿Tu puedes...deberías...tu...

—¿Qué quieres Ikuto-nya?¿Le tienes miedo al perro?—preguntó con inocencia.

Ikuto se sonrojó, pero Yoru no pudo verlo bien ya que la luz seguía apagada. El chico tomó rápidamente al chara y con un movimiento brusco lo apoyó en un costado de la cama, junto a él.

—¡Por supuesto que no! ¿¡Por quién me tomas!? Por tu propia seguridad dormirás conmigo esta noche.—gritó, tapándose, acostándose en su cama y por fin, cerrando los ojos para descansar.

Yoru se quedó callado unos momentos, observando a Ikuto, que por nada del mundo admitiría que le teme a un bicho sucio como un perro.
Sonrió levemente y se acomodó en bolita al igual que un gato al lado del rostro del peli-azul y escuchó como éste, que ya estaba profundamente dormido, comenzaba a ronronear.

A la mañana siguiente, Utau entró con muchísima dificultad en el cuarto de Ikuto, dejando entrar una pequeña brisa y a un caniche toy de cuatro meses, que movía la colita con euforia al ver que alguien le prestaba un poco de atención.
Luego sonrió, al ver a su querido hermano ronroneando con cola y oreja de gato, junto a Yoru echo bolita en su cabeza.