Microrrelato El Insomnio

El insomnio


Una noche más no duermo. Me quedo sentado en la oscuridad como si esperara que de alguna forma aparecieras a si sea por mi ventana, entonces eso hago toda la noche.

Escuchar esas canciones tristes, escucharlo llorar no me lleva a ningún lado. Solo estar a tu lado calma la ira, la rabia, despierta la paciencia. Todo el olvido en un solo momento de reflexión, estas en mi corazón y ellos lo saben. Están esperando a que te lo pregunte para poder burlarse de mí llevando al límite mi tranquilidad y superando mis expectativas acerca de tu espíritu. Nada tiene comparación con ese sentimiento.

Escuchando solo una canción que no comprendo, jamás voy a volver a ver tus ojos como la puerta de mi cielo nocturno y matutino. De noche y de día me atormentan como hermosos sueños diabólicos, otra cosa que no puedo comprender con claridad. Ahora ya no escucho sus gemidos, no distingo cuando se calma. Se olvida, se pierde, desaparece.

Somos el fuego, un fuego que no se puede apagar a simples soplidos como se pretende. Somos fuertes, más fuerte que la hordas del ejercito más grande del mundo que nos viene a atacar. Y estamos ahí, muy tranquilos, parados frente a todos ellos. Ninguno se atreve a enfrentarnos pues su poder es insignificante en comparación a nuestro paradigmático amor.

No olvidare que una vez más no estoy solo, vuelas conmigo.

Enfermo de mis propios pensamientos me encuentro una vez más en la noche sin poder dormir, veo el reloj una y otra vez y nada consuela mi desvelo. Ciertamente extrañarte me hace mal. No porque empiece a recordar y a lamentarme, sino porque aflora en mí aquella nostalgia del tiempo pasado que hace mucho no recuerdo, e intrínsecamente está gravado en mí ser.

Me alientas a seguir adelante y a compartir mi mundo contigo aunque no sea para mí tan necesaria tu presencia infinita en el. Y aquí estamos, juntos de nuevo, luchando contra un mundo nulo y sin sentimientos. Parece pretender llevarnos más allá de la propia duda existencial. Otra vez abres tus alas ante mí.

Ahora miro el cielo, recuerdo una tarde nublada. Un tendal de sueños aparece amontonado, formando poemas en mi mente. De haber sabido que eras perfecta hubiera perseguido mis ideales desde un principio, pues aquel pasado atormentado que no quiero recordar fue el más fatal error; marca hoy este presente que trato de remontar sin apuros, con sabiduría celestial y algún raro sentimiento.

Ahora llueve sin piedad en el laberinto del alma. Ahora sabes lo que significa el amor. ¿Acaso lo sabes? Dices sentirte segura a mi lado; yo te protejo, si así lo deseas. Solo eso puedo darte a cambio de tu corazón agraviado por ese pasaje que claustro debiste afrontar.

Solo una noche más, y llueve incansablemente. Y yo te pienso con tanta fuerza que ojalá aparecieras, salvándome del insomnio una vez más.