¡Hola a todo el mundo! Aquí estoy yo, publicando - por primera vez en este foro - una historia que le hice a mi hermano para una actividad-concurso del colegio. No ganó, pero no me importa; así me ahorro los problemas, por no decir que lo escribí... ¡por escribir! Fue una vaga idea que se me ocurrió ese momento simplemente, quizás muy extraño pero no podía superar las dos carillas... En fin, en realidad me inspiré en la leyenda del rey Arturo e hice un escrito que podría pertenecer a la sección de originales, pero como puse los nombres pertenecientes a esta, decidí publicarla aquí, algo así como una especie de Universo Alterno (AU); no estoy segura de dónde debería de ponerlo, sinceramente... Repito: esta historia surgió porque únicamente quería escribir algo, era una historia que no tenía pensado hacer, pero lo hice, así que habrá probablemente mil y un incoherencias dentro al final salió raro, lo sé, además de que no llevaba escribiendo desde hacía tiempo, no sabría decir cuánto. Por decirlo de forma sencilla, escribí lo que me dio la gana. Entonces, sin más dilación, ¡aquí está! El hada de la niebla Sentía que se iba a desmayar por la falta de aire, pero se obligó a sí mismo a seguir corriendo. Tenía que regresar como sea, llegar a casa y comprobarlo por sus propios ojos. Verificar que nada de aquello había sido un sueño. Que realmente se había encontrado con esa persona. Sus manos agarraban con fuerza la pata de su compañero de color blanco, de largas orejas, hocico negro y ojos claros, cuya bufanda azul se ondeaba por el viento. No decía nada, y si pudiera hacerlo, inmediatamente le reprocharía por la fuerza que ejercía sobre esta, a pesar de ser sólo algodón y pelos. Tampoco se extrañaría si ahora se zafaba de su mano. Después de todo, hasta hace unos instantes, Robin le había estado hablando, como si lo hubiera hecho durante toda su vida. Lo había visto correr, adentrarse en el bosque y perderse en la profunda espesura. Era peligroso, lo sabía, y más en un día como este, en donde la blanca niebla cegaba completamente la isla en la que vivía. Pero era necesario encontrar a Robin. Debía de encontrar a su mejor amigo, quien hacia poco estuvo inmóvil entre sus brazos, aunque no fuera capaz de regresar nunca más. O si no volvería a sentirse solo. Tremendamente solo. Sin dudarlo en ningún instante, persiguió a su fiel compañero. Estuvo a punto de perderlo en muchas ocasiones si no fuera por el inconfundible azul de su cuello. Se cayó, se golpeó y arañó varias veces la cara con las crueles ramas, pero nunca se detuvo ni disminuyó su velocidad. De repente, Robin se paró bruscamente, y el muchacho lo imitó. Delante de ellos había un lago, grande y transparente. Era hermoso, no, mucho más que eso. Como si estuviera hechizado, empezó a acercarse lentamente hasta que oyó una voz femenina. «¿¡Quién anda ahí!?», preguntó y, sorprendido, se giró para luego abrir los ojos como platos. Era una chica, sí, prácticamente de su misma edad. Pero había algo en ella que lo inquietaba. Una extraña sensación invadió su pecho en el mismo instante en que sus ojos se cruzaron con los suyos. Cálido, tanto que sentía su interior arder. Y, misteriosamente, también deseaba llorar. Era confuso. Inesperadamente, la chica se aproximó, posó su mano sobre sus heridas y, milagrosamente, ya no dolían. Los cortes habían desaparecido, y con ello la sangre también. Era magia. «Me alegro de haberte conocido al fin», confesó la frágil chica, quien ahora tenía a Robin entre sus brazos; lucía como si se conocieran desde hace tiempo. Ante aquello, le fue imposible no tener curiosidad, y mucho menos, de preguntar: «¿Quién eres?». Ella sonrió. «Me llamo Morgana. El hada Morgana.» Y, al igual que una flecha, una imagen apareció en su cabeza. Luego, sintió unos enormes deseos de regresar a casa. Tenía una corazonada, y sólo podría hallar las respuestas si volvía. Como si le hubiera leído la mente, Morgana señaló detrás suya, mostrándole el camino de regreso. Dio las gracias y se despidió, no antes de voltear por última vez la cabeza y verla esbozar una ligera sonrisa. Movió los labios. «Nos volveremos a ver algún día...» Y oyó decir su nombre, a pesar de no habérselo dicho en ningún momento. No le importó. Y entonces comenzó a correr. Ya en casa, abrió la puerta para luego ser recibido por su extrañada abuela, quien se sorprendió por la enérgica llegada de su querido nieto. La saludó rápidamente y subió velozmente las escaleras, con Robin entre sus brazos. Entró en su habitación y no se permitió respirar hasta encontrar lo que estaba buscando. El álbum de fotos de su abuela. Lo abrió. Inmediatamente, todas sus sospechas se disiparon tras contemplar detenidamente la primera fotografía. Con una sonrisa dibujada en sus labios, repitió las últimas palabras que la muchacha pronunció antes de que empezase a correr de nuevo entre la engañosa niebla, donde el tiempo pareció dar realmente marcha atrás: «Nos volveremos a ver algún día... Mordred.» Acababa de ver por primera y única vez a su madre. Al hada Morgana. ¿Qué tal? Sí, lo sé, muy raro, pero eso es lo que hay y como dije, no podía escribir más de dos carillas. Pediría algún consejo, comentario, cualquier cosa que me indicara en qué he fallado o podría mejorar, pero siento que esta vez no me he esmerado lo suficiente, por no decir que ese no era probablemente el nivel que tengo; no quiero decir nada, ya que de este modo me vería demasiado egocéntrica. Hasta pronto, y que las nieblas de Avalon te guíen en tu camino (?). Kirino Sora.
esto lo acabo de leer (como ¿si no?) pues me gusto, un poco corto y un tanto fuera de mi tipo de lectura....u_u pero me gusto el paseo las palabras una madre que es un hada...(no que morgana era una bruja?) me gusto hasta el nombre del personaje protagonista....lindo en fin el cuento es agradable espero volverte a leer
Aunque no conozco mucho la layenda, me ha parecido de lo más entretenido. Siempre ha sido popular entre las criaturas y personas mitológicas relacionarse con los humanos, y dejar hijos por ahí regados, -sino pregúntenle a Zeus, jajaja- y los niños siempre al final tienen un encuentro con ellos. Aunque no lo sepan, y este es un vivo caso. :)