Quería dejar esto por acá... Nada más. “Padre… tengo novio”… esas palabras hicieron que el mundo se me viniese abajo, a lo que más le temía, mi peor pesadilla, se hizo realidad. ¿Qué había pasado? ¿Qué hice mal? ¿Por qué me pasaba esto a mí? ¿Por qué Dios me castigaba así? Me cuestionaba en mi cabeza, aunque no encontrase respuesta… Lágrimas de angustia y temor bajaban por mis mejillas… Estábamos todos en familia sentados alrededor de la mesa, a la hora de la cena. Mi mujer, mi hija y mis dos hijos no decían nada, se mantenían en silencio. Sabían que era un momento muy desagradable para mí… Yo no quería que llegase ese maldito momento… Mi corazón latía a mil y la angustia de éste que se manifestaba en forma de gotas no paraba de bajar por mis mejillas. Era el dilema más grande que tenía y que haya podido tener en toda mi vida. Era tan doloroso… Yo sabía que no era culpa de mi hija, era mía por ser tan retrogrado. Como bien dicen, estoy chapado a la antigua. Sabía que esto en algún momento iba a pasar, pero ¿por qué justo ahora? No sabía y no entendía, mejor dicho, no quería entenderlo. En esa cena solo pronuncié: “quiero conocerlo”. Mi hija se puso feliz, aparentemente pensaba que yo lo había aceptado, pero no era así. En esa noche… mis lágrimas nunca cesaron… era demasiada la angustia y el dolor de mi corazón. De alguna manera me sentía traicionado… Pasó una semana y lo conocí… Sabía que no era el momento, pero por las dudas quería dejar las cosas en claro. Por eso accedí a conocerlo. Se encontraba sentado frente a mí en la mesa del living… él estaba serio, al igual que yo. Con tan solo mirarlo me di cuenta que tenía muchos aires de grandeza… y eso restaba puntos conmigo. Habíamos empezado con el pie izquierdo. Empezó una charla, bueno, un interrogatorio de mi parte… quería saber en manos de quién dejaba a mi ‘pequeña’ hija… aunque ya tenía 20. Pero era mi pequeñita, la veía tan frágil todavía. Después de las preguntas solo le dije… --Te voy a decir solo una cosa, tómalo como un consejo de un padre sobreprotector… voy aceptar su relación. Pero… que no me entere que la lastimaste, ni mental ni físicamente… porque no me voy a ser responsable de lo que te pase— le aconsejé en tono serio y frío. --¿Me estás amenazando? – me respondió con una pregunta… y no tenía por qué escuchar eso, me enojó. --No es una amenaza, es una promesa… -- le traté de responder de la mejor manera, luego me levanté y saqué una 9 mm semi automática y se la apunté en la cabeza—Conmigo no vas a joder, y con mi hija menos… vas a aparecer en un zanjón…
La típica reacción de todo padre cuando se trata de las hijas, hay, me trajo algunos recuerdos muy divertidos. Muy buen relato, tomaste completamente el rol del padre y lo contaste con tanta naturalidad que simplemente lo hizo fantástico. Muchos padres tienen a sus hijas en pedestales, aunque bueno, quizá a los veinte años ya es hora de soltar, haha. Y el encuentro entre ambos, ¡Dios! Una 9 mm, ¡De verdad me has sacado una sonrisa!. Por otra parte, aquí: Seria: "vas a aparecer en un zanjón..." ¿No? Pero bueno, de allí en más, la ortografía esta en muy buenas condiciones. Te felicito por tan entretenido escrito. Saludos~