Capitulo I Hoy, comienzo mi diario. Mi nombre es Julia, tengo diecisiete años de edad, soy hija de un reconocido escritor, mi padre se llama Julio Montero, mi madre es publicista, su nombre es Angélica Aragón, tengo un hermano mayor que se llama Manuel, el esta estudiando carrera en una universidad del extranjero, pero viene las navidades a pasar el tiempo con nosotros; mi padre pasa todo el tiempo de viaje promocionando sus libros y mi madre viaja con el, cuando regresa de sus viajes, mi papá se recluye en una pequeña cabaña que tiene dentro de los dominios de la casa, ahí duerme, come y escribe… ahí vive, ahí existe, el dice que porque así puede tomar cada una de las personalidades de sus personajes, cuando esta solo, cuando nadie puede ver que si escribe de un psicópata el lo es también, que si habla de un rey el lo es también... en fin ese es el, esta sumamente comprometido con su trabaja, dice que es su vida. Mi madre por otra parte, cuando regresan de los viajes, toma su computadora, su teléfono y se dedica a hacerles publicidad a un sinfín de empresas y gente del medio artístico, casi nunca esta en casa y cuando regresa esta muy cansada, lo único que quier es irse a la cama. Yo me eh empeñado en estudiar en una preparatoria publica; logre que mis padres aceptaran sin mucho problema. No soy como lo que quieren ser todas las chicas, no soy popular, ni tampoco soy odiada, simplemente no estoy ahí, soy lo que se catalogaría como ‘‘una chica del montón’’, no llamo la atención, ni brillo como para ser amada o odiada por nadie; tengo dos amigas una se llama Gloria y Ofelia. Gloria es hija de una enfermera de descendencia española, su madre es una mujer demasiado trabajadora y dulce, siempre trabajando para proveerla de todo lo que ella quisiera, una mujer simplemente admirable, Gloria tiene los ojos azules como si mirases al mar, la tez muy blanca y el cabello negro. Ofelia es hija de un terrateniente, una belleza de ranchería, cabello rubio, ojos marrón claro; tez dorada que cuando le da el sol pareciese brillar, ambas son mas que intrépidas, siempre están en movimiento. Yo, por lo contrario, prefiero no llamar demasiado la atención; aunque no negare que eh soñado tanta veces con ser una mujer interesante, llamativa, atrayente, pero claro eso jamás ah pasado de un par de fantasías y sueños despierta que no me han dejado mas que un par de regaños de algunos maestros molestos en clase. Ofelia, salía un con un apuesto motociclista, pero como era de esperarse su padre jamás lo acepto, ni lo aceptaría; Gloria, jamás tenia un novio fijo, pero tampoco salía con todos. A ella como a algunas otras chicas de la clase les gustaba el delantero del equipo de soccer ¿Y como no? Si era como un príncipe todo el tiempo tan caballeroso y amable con todos. Lo curioso es que Gloria siempre conseguía al chico que le gustaba o todo le que quería sin necesidad de esforzarse mucho ya que siempre ah sido preciosa y Ofelia, a parte de ser hermosa, tenia un carácter único, era amble, dulce, pero peleaba con facilidad, siempre supuse que era un carácter heredado de su padre que era un señor bastante firme. Yo soy un poco bajita y rellenetia, siempre acomplejada por no se exactamente bella, tengo el cabello oscuro, los ojos verdosos, la piel blanca y del lado derecho de mi labio hay un lunar. Desde siempre eh sido del tipo no retraído ni tampoco extrovertida, simplemente me atraen cosas diferentes y no encajo con muchos grupos, de echo siempre me pareció raro que encajara con Ofelia y Gloria, jamás en lo que tenia de vida había tenido un novio, ni nadie que se sintiese atraído por mi hasta donde sabia; pero en cambio tenia dos ruiseñores llamados Frida y Diego, los nombre así porque eran como mi pareja favorita, Frida Kahlo y Diego Rivera, estaban muy juntos un momento y al siguiente Frida estaba sobre la cabecera de mi cama y Diego en el espejo de el peinador, pero eso si, cuando estaban juntos cantaban melodías hermosas, como si se declararan su amor mutuo, como si no quisieran separarse nunca mas, para cuando llegara el anochecer alejarse otra vez y amarse al amanecer. Frida y Diego jamás estaban en jaulas pues considero que el día que ellos deseen irse serán libres de hacerlo, aun que me duela, aunque los extrañe, ellos eran libres pero junto a mi. Recuerdo la mañana en que el instituto realizo el viaje a una pequeña playa que estaba como abandonada, se decía que casi nadie iba ahí porque estaba en un hueco, justo esa parte de la playa era propiedad priva de alguna persona adinerada que la rentaba en ocasiones y también se decia que a alejada de la orilla bajo una pequeña isla, había en una especie cueva una gran burbuja de aire, en la que haba pinturas rupestres que aun no se desborraban por la humedad, contaba historias fantásticas sobre criaturas mitológicas que habían habitado en los limites de la ciudad y la playa, pero nunca nadie aguantaba tanto la respiración para llegar ahí, tenias que llevar un tanque te oxigeno para poder llegar. Mis amiga y compañeras estaban mas que emocionadas por poder utilizar un bikini y lucir bien ese día, claro que no todas compartíamos la emoción y aunque si me gustaba la idea de ir, no con un bikini, estaba claro el porque, el clima era bastante favorecedor ya que no hacia sol, las nubes se lo tragaron como si fuese un dulce, pero el calor que hacia era fatal, al llegar a la playa todos buscaron cosas que hacer, el maestro a cargo se tiro bajo una sombrilla con un libro, unos lentes y una toalla, después de un rato se quedo dormido, mis amigas acomodaron sus sillas y su sombrillas, pero al poco tiempo Ofelia corrió a jugar a la orilla de la playa y Gloria a jugar soccer con algunos chicos y chicas. Me quede sola en las sillas, no me molesto y ya que mi maestro a cargo permanecía dormido me aventure a ir mas lejos sobre la orilla, buscando la pequeña isla de la cual había escuchado hablar, nadie notaria mi ausencia, no corría ningún peligro, no estábamos mas que nosotros en aquel lugar, camine durante unos minutos, pero ya me empezaba a desesperar, así que disminuí la velocidad y ahora caminaba solo por caminar, fue cuando me encontré sobre la saliente de una pequeña roca desde donde veía a lo lejos una isla, no me pareció tan lejana y por un minuto pensé en nadar hasta ella, pero me desanime por temor a que me llevase la corriente… aunque el mar parecía bastante tranquilo, lo reflexione un poco y me di cuenta que no había nada que temer, sin pensarlo mas me introduje en el agua, no parecía tanto para mi, después de todo ya había tomado clases de natación y se suponía que sabia hacerlo bien, nade un par de minutos y cuando menos recorte ya estaba en la orilla de la pequeña islita, tome todo el aire posible y me hundí. Si, todo lo que había contado era cierto, bajo la isla había un especie túnel, no parecía largo, pero si estaba un poco oscuro, mis pulmones ya empezaban a clamar por oxigeno y el camino de regreso a la superficie parecía mas largo que el camino por el tune así que sin pensar en otra cosa mas que en el aire, nade por el túnel, pero parecía cada ves mas largo entre mas me adentraba, mas largo se hacia, mi garganta ardía y la desesperación empezaba a adueñarse de mi conciencia, aun así, no deje de nadar, continúe hasta que el oxigeno ausente me empezaba a afectar y lo primero en lo que pensé fue en Frida y Diego, ¿Quien cuidaría de ellos? si yo Moría por una estupidez ¿Quién le Daría café a papá cuando se desvelara? ¿Quién besaría la frente de mamá cuando ya estuviese dormida? ¿Quien?... ¿Quien? Sentí mis ojo cerrarse, fue como si estuviese muy cansada y empezara a darme sueño, por alguna razón mi garganta ya no ardía y la desesperación se alejaba de mi, seguía nadando pero con menor velocidad, hasta que me detuve y empiece a hundirme, todo pesar desapareció, todo recuerdo, todo… ya no sentía mi propio corazón que siempre latía con fuerza, sentí mi espalda topar con algo, era el fondo del túnel, cerré mis ojos y volé, ya nada jamás me alcanzaría, seria como Frida y Diego, una hermosa ave libre por el cielo. —¡Vamos, vamos!Despierta —sentí unas manos enredarse en mi cabello mojado —Ya esta, será solo cuestión de tiempo, vas a estar bien— esa voz… que bella. Y fue entonces que recordé abruptamente, la playa, la isla, el túnel, la cueva… mi muerte, me enderecé en un instante dándole un pequeño empujón con mi frente al joven que se encontraba inclinado frente a mí provocando que retrocediera un poco ¿Dónde estaba? ¿Era la cueva? Pero… pero si cuando entre todo estaba oscuro y ahora veía con total claridad y todo ahí olía a sal, a humedad y a el… voltee mi mirada violentamente hacia el y lo examine a detalle, piel dorada, brazos y músculos grandes, cabello corto y azabache, ojos azules, olía… el olía tan bien. —¿Estas bien? — sus manos permanecían enredadas en mi cabello y las retiro de una manera algo bruta. —S…si, Gracias ¿Dónde estoy? — no le quite los ojos de encima examinando sus reacciones. —Eres una chica ruda ¿eh? — río por lo bajo— mira que internarte así en las profundidades. —Pero ¿Pero como? Si morí— vi como soltó una pequeña risa. —Te encontré casi llegando a la burbuja de aire, tirada al fondo del túnel ¿Cómo te llamas chica extrema?— pregunto mientras tomaba un mecho de mi frente y lo recorría hacia atrás con gesto de burla. —Mi nombre es Julia ¿Pero como llegaste hasta qui sin oxigeno? — murmure mientras un escalofrío recorría mi espalda, hacia frío ahí abajo. —Julia, mi nombre es Erik— Extendió su mano hacia mi— y llegue aquí aguantando la respiración. —Erik pero ¿como lo lograste? Si yo intente y casi muero—le extendió la mano y justo cuando estaba por estrecharla el beso el dorso de mi mano. —Yo emm… soy bueno en eso— dijo algo dudoso de su respuesta, era extraño, pero… —¡¿Qué hora es?! — pregunte exaltada, si llegaba tarde mi madre me mataría… si aun estaba despierta. —Son las 8:30 de la noche ¿Porque? —¡Demonios! Se fueron sin mi, de seguro ¡mis padres van a matarme! — Me pare de golpe y empecé a caminar de un lado para otro— y ahora ¿Cómo voy a salir de aquí? —Saldrás nadando, naturalmente, vienes con lo del viaje escolar ¿verdad? — se paro y se estro un poco, fue cuando pude admirar que era bastante alto, gire mi rostro un poco avergonzada. —Pero la ultima vez que lo intente casi muero…— ¿como haría para salir de ahí? seguramente el tendría que irse en algún momento y me quedaría sola. —Tranquila, créeme que para ti ya nada será como antes, ah y los del viaje escolar se fueron hace tres horas — salto al agua y desde dentro me extendió la mano. —¿A que te refieres? — Me desconcertó un poco su comentario. — A nada, yo te ayudare si tienes problemas y te llevare a casa si quieres, pero tenemos que irnos antes que suba la marea— tenia que confiar en el, no tenia mas opción. Salte dentro del agua y el tomo mi mano aspire todo el aire posible y lo disfrute como si fuese el ultimo, nos sumergimos y el me guío, pero por algún motivo y a pesar de que ya estaba oscureciendo veía con total claridad y al llegar a la mitad del camino de regreso el aliento aun no me faltaba, fue cuando logre vislumbrar la superficie y el volteo aun bajo el agua, soltó el aire que guardaba en su boca, creando pequeñas burbujas y me sonrío ampliamente, con esos perlados dientes, sentí mi cabeza emerger del agua e introduje bruscamente tanto aire como pude en mis pulmones, el solo me miro y sonrío, nadamos hasta llegar a la playa. Me ayudo a salir y soltó mi mano al cabo de unos minutos. —No fue tan difícil ¿Verdad? Vamos te llevo a tu casa —dijo cediéndome el paso. —¿Pero como fue posible eso? No lo entiendo —los cuestionamientos no me cabían en el cuerpo. — Tranquila todas las respuestas a su tiempo, ven, mi moto esta por qui cerca — caminaba como si no hubiese pasado nada, mojado y sin playera. — No quiero darte más molestias, muchas gracias por todo, caminare a mi casa. — Tranquila, no es ninguna molestia ¿Dime tu dirección? — me sonrío y me puso un casco entre las manos. — Muchas gracias — le di mi dirección y me subí a la moto, la verdad es que a estas horas y con lo cansada que me sentía no me apetecía mucho caminar, así que no pelee mas, jamás en mi vida había subido a una moto, pero tenia que llegar a mi casa. — No hay porque, oye, mientras estabas inconciente pronunciaste unos nombres Frida y Diego, si mal no recuerdo parecías preocupara ¿son tus padres? — subió a la moto y la arranco. — No, son mis aves, son dos ruiseñores— solté una pequeña risa ¿mis padres? — Ya veo, bien chica extrema, sostente— todo el camino permanecí recostada contra su espalda rodeándolo por la cintura para no caerme y con los ojos fuertemente cerrados. — Es aquí— dije al notar el olor de mi madre en la nariz, y distinguir la luz de la cabaña de papá. — Julia, no me habías dicho que vivías en una propiedad privada— dijo con algo de sarcasmo. —Que gracioso… muchas gracias por todo —baje de la moto y el también, de verdad que le estaba muy agradecida. —Fue un placer conocerte, si algún día quieres volver a ahogarte búscame en la playa ¿Esta bien? —rodeo mi espalda con sus brazos y recargo su mentón en mi cabeza. Solo me soltó y el subió a su moto, agite mi mano para despedirme, el me mostró la palma de su mano, arranco la moto se puso el casco. Pero sentí esa necesidad de no dejarlo ir, era como encontrar en el al un especie de tranquilidad, era loco, lo se, ya que lo conocía hace poco menos de una hora, pero por primera vez me comporte intrépida y le grite antes de que girara a la esquina. —¡Erik! — al parecer me escucho porque detuvo la moto y se quito el casco —¿Quieres conocer a Frida y a Diego? — Me sonrío y giro la moto en dirección a mi casa. —Chica extrema ¿No te han dicho que no invites a un extrañó a tu casa? —rió mientras bajaba de la moto y me seguía. —Lo se, pero después de todo, no eres un extraño… eres mi amigo —le dije mientra llegaba a la entrada de mi casa Me gire y lo detuve —pero, amigo mío tu entraras por ahí— le señale con el dedo el balcón de mi habitación. —Si que tratas bien a tus invitados —apunto con el índice a mi balcón y tomo vuelo para subir por la enredadera hasta llegar a su objetivo. —Espera ahí —corrí escalera arriba, me detuve en un espejo y me mire, despeinada, llena de arena de las piernas y… gorda. Disminuí la velocidad y llegue a mi habitación, le abrí la puerta, el entro y recorrió con la vista todo el lugar. —Tienes una habitación hermosa Julia ¿Dónde están las aves? —soltó de forma distraída, sabia que podía confiar en el, después de todo ya habíamos estado a solas antes. —Mira te presento a mis ruiseñores —lo acerque a el mueble en el que se encontraban los pajarillos, durmiendo. —Son precioso— dijo dirigiéndome una mirada —espero algún día escucharlos cantar. —Si vuelves a visitarlos tal vez canten para ti, son muy tímidos —dije aun sin percatarme de su mirada. —Princesa Julia, me tengo que ir —dijo dirigiéndose a la puerta de mi balcón, lo seguí— espero volver a verte muy pronto —giro su cuerpo antes de saltar desde el descanso de la protección, besar mi mejilla. Después de verlo partir esa noche, todo en mi vida volvió a la normalidad, exceptuando el regaño de esa noche, cortesía de mi madre, que al parecer aun no se dormía esperándome por que el maestro a cargo de la excursión la llamo para avisar que no me encontraban. Pasaron los días, las semana, los meses y todo parecía muy cotidiano, volvía de la escuela, comía, paseaba, dormía, aunque tal vez si habían cambiado algunas cosas, desde ese día que lo vi, todo en relación a mis sentidos se había visto agudizado, podía oler y reconocer a cualquier persona por su olor a distancias muy largas, así que sabia que comeríamos todos los días antes de siquiera llegar a mi casa, sabia cuando mamá estaba despierta porque la escuchaba caminar por el jardín o nadar en la piscina, desde mi habitación a cualquier lugar de la casa, podía ver perfectamente y con mayor apreciación las líneas que adoraban la corteza de los árboles, como si estuviesen tallados a mano, cada línea se conectaba con otra, cada línea tenia un sentido y un final, era como si el árbol se vistiese de vida y con el soplar de la brisa sus hojas y ramas en movimiento, se pusiesen a bailar, coqueteando y jugando con los demás árboles. Últimamente me apetecía bastante caminar descalza por el césped recién regado, era como sentirlo levantarse de un letargo y acariciar mis pies, me encantaba acostarme y literal revolcarme sobre las flores que con el mas mínimo tacto soltaban su fragancia sobre mi, fragancia que perduraba todo el día cuando me quedaba dormida entre ellas, me gustaba ver las gotas de lluvia resbalar por las ventanas de la casa y los minucioso caminos que seguían hasta perderse por los bordes de los canceles, tal vez mi mente estaba yendo mas despacio, Frida y Diego ahora cantaba canciones nuevas, deleitantes que aunadas con el silbido del viendo o los coros de la lluvia se hacían mas placenteros, jamás había notado como se siente la textura de la piel cuando me da un escalofrío, es como si la brisa que lo provocará fuese unas manos que acarician y se expande lentamente por el cuerpo, dejando a su para el rastro de que estuvieron ahí, sobre la piel erizada, misma piel que mas tarde en otoño paseaba entre las hojas secas de los árboles que alguna ves se revistieron de ellas, solo que antes eran verdes y ahora eran doradas como si una capa de oro las bañara y el árbol no puédese soportar verlas envejecer. .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Esta es mi segunda historia publicada aquí aunque aun no termino la anterior; no la dejare inconclusa :D Me gustaría mucho saber que piensan de esta, si les gusta o si le falta algo. Muchas gracias por leerla de antemano.
Capitulo II Para el mes de octubre, mi padre termino su libro, así es lo supe porque sentí el olor de un cigarrillo entrar por la puerta de la cosían y no era el mismo olor de el que fumaba mamá, este era mas fuerte y se entre mezclaba con la loción que imitaba a las pequeñas hojas de la menta, con olor a tinta y papel, a muebles viejos y a crujido de escaleras, a lodo en las botas, al suavízate de telas que usaba la vieja Josefa cuando lavaba la ropa, lo escuche sentarse en la cocina y el saludo de Josefa, preguntándole que quería comer, baje las escaleras y me senté junto a el, me tomo entre sus brazos y me estrecho, acariciando mi cabello con cariño. —Cuanto has crecido, mi pequeña, parece que no te viese desde hace años— tomo mi mentó y dio un dulce beso a mi frente. —Eso es, padre, porque tienes 6 meses oculto en esa cabaña, dime ¿Terminaste tu libro? — me sonrío con ternura y asintió con la cabeza. —¿Quieres ir a andar en bicicleta? Podemos tomar el camino abandonado, ese de los árboles alrededor del asfalto que tanto te gusta e ir a la playa a caminar un rato, solos los dos, antes de salir de viaje — Asentí y corrí a la cochera a sacar mi bicicleta y la de el. Mi padre casi nunca estaba en casa, casi nunca lo disfrutaba y cuando se me daba la oportunidad, me gustaba aprovechar su compañía y sus consejos, me gustaba, ver como las arrugas comenzaban a marcarse en su frente cundo reía, el siempre dijo que las arrugas eran marcas de la sabiduría, de ser así Josefa era muy, muy sabia. Josefa era la ama de llaves, pero mas que eso era la que cuidaba de la familia, una ancianita sin familia y sin hogar, que llego a la casa hacia ya muchos años, supongo que cuando llego aun no era tan viejita, porque dice que ella estuvo ahí cuando yo abrí los ojos por primera vez, que estuvo cuando los árboles que ahora eran enormes aun eran retoños, ella decía que era tan vieja como la tierra de los jardines y que había tenido sesenta y cinco años desde hace diez años, recuerdo que cortaba flores y las enredaba en el largo cabello blanco de la anciana y soñaba conque su cabello fuese una enredadera por donde subir hasta lo mas alto de una montaña, pero después con el tiempo crecí y me di cuenta de que ella no era tan alta como la veía hacia un par de años atrás, Josefa me contó que cuando era bebe, me sacaba en sus brazos envuelta en una manta. En fin, me había desviado de mi objetivo que era pasar toda la tarde con papá, subimos a las bicicletas y emprendimos el viaje a aun de las playas mas cercanas, tomamos el camino abandonado, ese camino antes era la vía principal para llegar a la playa pero con la pavimentación de las calles nuevas, esta se quedo sola y la naturaleza se adueño de ella, todo el asfalto se había visto invadido por la hierva y las raíces de los árboles se habían internado desde abajo de la tierra hasta aflorar y quebrarlo un poco, todos los árboles de los costados de el camino eran diferentes, algunos enormes, otros pequeños, unos anchos, otros mas delgados, pero todos unidos de las copas por unas plantas que crecían a las terminaciones opuestas del camino mi padre decía que se llamaban Romeo y Julieta, decía que esas plantas crecían, se apoderaban de paredes y árboles hasta encontrarse, pero que no necesariamente en todas las casos las personas compraban la planta las compraban juntas, así que Romeo o Julieta en alguna parte estaban separados, pero aquí eran silvestres y eran libres de encontrarse y enredarse mil veces entre ellos, entre las copas de los árboles para unirlos y crear un camino con sombra la suficiente para permitir a un sinfín de animales crecieran ahí entre toda la naturaleza que luchaba contra la civilización ¿que porque la llamaban civilización? Si el ser humano era todo menos civilizado y de humano no tenía mas que la anatomía, en ocasiones los animales eran más leales entre ellos que nosotros mismos, se amaban mas que nosotros, las aves volaban por el cielo durante la tarde y las ardillas corrían entre los árboles persiguiéndose entre ellas, cuando llovía las gotas golpeaban contra la especie de túnel que formaban las plantas y gruesas gotas se filtraban entre las los huecos por donde ahora se filtraban los rayos de la tarde, el viento movía los árboles como si los acariciara y las hojas algunas ya secas golpeaban contra nosotros, mi papá viajaba en su bicicleta a un costado Mio daba un par de pedaleos fuertes y después encogía los pies sobre los pedales permitiéndoles girar y a la bicicleta avanzar sin la necesidad de pedalear, repetía este proceso varias veces y luego se reía. Al llegar a la playa, me baje de la bicicleta y corrí a revolcarme en la arena, mi padre me miraba y decía que le recordaba a cuando era niña decía el ‘‘Una bolita de carne en bañador rojo corriendo por la orilla’’ solo que ahora era una bolita en falda de olanes blanca y blusa de tiras corriendo por la orilla y tirandose en la arena, estuvimos caminando y platicando de como conoció a mamá y me contó una vez mas esa historia que tanto me gustaba: la de un loco corriendo tras una chica seria, de buenas notas, siendo perseguida por el loco jipi de cabellos largos que iba por la vida sin preocuparse mucho de el o de nada, hijo de campesinos que no aceptaban su forma de ser y sus gusto por estudiar, leer y escribir, mi padre decía que siempre que ella lo veía acercarse tomaba a su amiga de la mano y corría, el se inscribió en todas las clases de ella y la acosaba prácticamente hasta que ella acepto salir con el y supe por mamá que se enamoro de sus ojos que eran como avellanas redonditas y su forma tan única de hablarle de amor al oído, de cantarle canciones de romance aunque asegura que su voz no era precisamente la mas prodigiosa. Reímos y corrimos toda la tarde, platicamos tanto, como desde hace tanto tiempo no lo hacíamos, recargue mi cabeza en su hombro y por algún motivo la nostalgia se apoderaba de mi. —¿Papá? — Salio en un hilo de voz —¿Cuando te iras? —Pronto hija, en cuanto la editorial tenga listo el libro y lo envíe hoy por la mañana—dijo sonriéndome con dulzura. —Ah… —fue lo único que pude decir, pero no porque no tuviese nada que contestar, si no porque me fue imposible ya que un nudo se formo en mi garganta y sentí que si contestaba algo mas lloraría. —¿Qué pasa, mi gordita? —acaricio mi cabello con su el dorso de su mano. —N…nada —no puede evitar sollozar y que las lagrimas me traicionaran—Es solo que… ¿Cuándo estarán conmigo papi? Me hacen mucha falta. —Pronto, mi niña chiquita, pronto y ya no nos separaremos jamás —Lo sentí estremecerse y hacer un movimiento raro. —Entiendo que el trabajo es impórtate y que hay que cumplir —apreté los ojos, no entendía porque ahora lloraba. —Perdóname hija, se que te tenemos abandonada y que tu siempre nos das tu apoyo, todo el apoyo que el trabajo de tu madre y el mío requieren —apretó mi cabello con su mano. —Perdona papá, no, no te preocupes por mi, yo estoy bien, me gusta que tu y mamá trabajes, solo fue un arranque de estupidez mío —pero que tonta era, el y mi mami ahora me necesitaban no podía decirles que los extrañaba y atarlos a este lugar, ellos amaban su trabajo. El ya no contesto nada y subimos a las bicicletas para emprender el camino de regreso a la casa, mamá debería estar muy preocupada por nosotros, cuando llegamos nos paramos frente la cochera y dejamos la bicicletas dentro del garaje, abitado por juguetes viejos, balones, juegos de mesa, algunos muebles de mi hermano, ropa vieja, Cuadros de paisajes, mantas, repuestos de los autos, mi vieja cuna y muchas cosas mas. —Llegamos, mi niña — me dio un beso la frente. —Te quiero, papá —y solté un suspiro. —Yo también te quiero hija —dijo entrando en la casa. —¡Ya llegamos mamá!— grite subiendo las escaleras hacia la habitación, entrando a su recamara. —¿Qué tal les fue? —pregunto levantándome las mantas de la cama para que me recostara junto a ella. —Muy bien mami ¿Qué has hecho hoy? —me metí en la cama con ella, recosté mi cabeza sobre su vientre y ella acarició mi cabello. —Trabajar y trabajar, hija, el libro de tu padre se promocionará dentro de un par de meses tres o cuatro a lo mucho y estoy preparando firmas del libro en Tokyo —recostó su cabeza contra el descanso de la cama. —¿Cuánto tiempo te iras? —Solté en automático. —Un mes o dos mi niña bonita, ya que de ahí iremos a mas lugares pero no tardaremos mucho y cuando regrese iremos de compras tu y yo ¿Esta bien? —susurro contra mi cabeza, como si quisiera consolarme con ello. —Si mami, esta bien, no te preocupes —me levante de su cama le bese la frente me dispuse a salir de su habitación —Mi papá ya viene, fue a darse una ducha. —Tu también dúchate, hija, antes de irte a dormir —asentí con la cabeza y Salí de la habitación. Camine de regreso a mi habitación tome mi pijama y me metí a la ducha, cuando salí me metí a la cama y encendí el televiso, cambie canales por un rato; como era posible que en 150 canales nunca hubiese nada bueno que ver, pero entonces me detuve en una película era como siempre lo que la gente quería ver una protagonista hermosa con un chico guapísimo a punto de besarse; Como era posible que a mis 17 años yo jamás hubiese tenido un novio ni nada parecido, que aun no supiera que era un beso en los labios ni un abrazo de alguien externo a mi familia y amigas. De repente acudió a mi la idea de que esas actrices se la Vivian besando y abrazando a un actor y después a otro, teniendo exactamente los mismo diálogos de declaración con todos los actores, diciéndoles a todos palabras tan fuertes como el ‘‘te amo’’ ya tan conocido y sobre valorado que todos conocemos y que aun así nos empeñamos en creer, pienso que un beso y/o un te amo son acciones y palabras importantes que no se le obsequian a cualquiera… personalmente yo no se lo obsequiaría a cualquiera, pero que sabia yo, quizá esto del amor era como las drogas, que se empieza y no se puede dejar, mas que con un gran esfuerzo que nadie quiere hacer. Apague el televiso, olvide mis pensamientos de reflexión e hice el recuento de todo lo que había hecho hoy, pero no se porque se me vino a la mente la cara de ese chico, el chico que salvo mi vida en la playa… Erik, cuanto tiempo había transcurrido desde la ultima vez que lo había visto, quizá meses, ya casi había olvidado el olor de su piel… ese olor que solo emanaban los pinos después de llover y la tierra mojada, las hojas caídas y el bosque. Ya casi no recordaba el azul de sus ojos en contraste con su piel dorada y su cabello negro, rebelde aun con el peso del agua sobre el, ya casi no recordaba su voz que era como escuchar rugir un león, parecía imponer sus ordenes ante todo, pero siendo tan amable como si estuviese obligado a serlo. Solo sabia que quería volver a verlo, tal vez llevarle un obsequio, ya que no le agradecí su gesto de manera adecuada, el dijo que podría encontrarlo en la misma zona de la playa donde lo encontré la primera vez, si, tal vez debería ir a verlo, mañana al salir de la escuela, igual mis padre no estarían en casa y era el día libre de Josefa ¿Qué aria yo sola en la casa? Me gire sobre la cama y me dispuse a dormir para no sufrir tanto al espertar al día siguiente, que era lo que mas odiaba… despertar temprano, porque si había algo que yo adorara hacer era dormir porque solo así podía soñar lo que quisiera sin saber que no es era realidad, cosa que no podía hacer soñado despierta, poco a poco ya no supe mas y me quede dormida con su rostro en la cabeza y la preocupación de que mi reloj sonaría a las 5: 30 de la mañana. Al día siguiente, mi día de alumna común prosiguió sin ningún inconveniente mas que escuchar a las compañeras de el asiento de atrás platicar sobre los zapatos de Ofelia y criticar el peinado del maestro, que ese día no parecía de muy buena facha, como si se le hubiese hecho muy tarde y que desde hacia unos días me molestaban los chicos del salón, me llamaban ‘‘fantasma’’ o ‘‘aparecida’’ y cosas así por el estilo sin mencionar el ya conocido y hasta querido termino de toda mi vida ‘‘gorda’’ la verdad es que no sabia que les había picado a esos muchachos inmaduros para que tan de repente me prestaran su atención de una manera tan típica para su edad mental (6 años) tampoco es que me importaran mucho ni ellos ni sus bromitas ni las risas de todos, tenia cosas mas importante que hacer; pero eso si Gloria se enojaba mucho y corría a golpear a cualquiera que se burlara de las bromas que me hacían, como el ya bastante conocido cojín ruidoso en el asiento, los chicles en la butaca, la pintura roja en mi ropa después de la clase de natación y claro, lo típico las bolitas de papel en el cabello. Ese día después de soportar el paquete completo en bromas, me levante de mi silla en el salón de clases de ingles y me dirigí a la puerta con el firme objetivo de ir directa la tienda de regalos a comprarle un obsequio lindo a Erik, pero en la puerta me detuvo Ofelia que me despego el letrero de ‘‘patéame’’de la espalda. —Bueno, amiga. Parece que esa fue la ultima broma del día— Le dije sonriendo, por el letrero que hasta a mi me pareció gracioso ya que estaba mal escrito. —Hermosa, esto tiene que darle mas vergüenza al que lo escribió que a ti que lo traías pegado porque dice ‘‘patame’’ — dijo entre risas, Ofelia—¿quieres que te lleve a tu casa? —me pregunto sonriendo. —No, hoy iré caminando, tengo que llegar a comprar algo, después iré a dar una vuelta por la playa y me iré a mi casa, pero gracias —Dije sonriendo. —¡oh! ¿Quieres que te acompañemos? —me pregunto de manera amble. —Te lo agradezco mucho pero creo que iré sola— Preferí ir sola ya que no sabia cuanto tardaría. —Bueno, en ese caso, yo esperare a la enamorada y para irnos a casa— Dijo Ofelia apuntando a Gloria que coqueteaba con el chico que le gustaba. —Genial, nos vemos mañana, entonces— agite mi mano y me dirigí a la puerta. Camine hasta salir de las instalaciones de la escuela y dude un instante en si tomar el autobús o ir caminando, pero al final me decidí por caminar, El cielo estaba nublado y amenazaba con llover, pero no me importo caminar un poco me haría bien. Pase por un par de tiendas y me senté en un jardín dudando en lo que le compraría y ahí frente al jardín había una librería que parecía estar oculta porque jamás la había visto antes, me produjo un poco de gracia porque estaba oculta entre dos grandes edificios, uno en el que vendían Películas y el otro en el que vendían aparatos eléctricos. Aquella librería Era como un sótano entre los dos grandes edificios solo se distinguía el nombre (bastante gracioso por cierto) en letras fosforescentes ‘‘Librería el café’’ tome mi mochila y abrí la puerta, baje las escaleras de la entrada y gire en el pequeño pasillo, recorrí las cortina de tiras y ahí estaba un paraíso de 10 metros al cuadrado aproximadamente lleno de un sin fin de libros de todo tipo, me pasee por los pasillos entre libreros y las secciones pensando en que le gustaría leer a el, al final un libro llamo mi atención ‘‘Historias de un asesino’’ lo tome de el estante, supuse que seria mejor regalarle un libro que comprarle ropa o perfumes o alguna joya, me acerque la caja de la tienda y me cobro un chico de mas o menos 25 años con el cabello hasta la cintura hecho en rastas; la barba tupida, usaba unos lentes con un marco negro, olía a incienso y tenia perforado el labio inferior al lado izquierdo; me hecho un vistazo y después uno al libro. —¿Es todo? — Pregunto de manera mable. —Si, es todo— Le dirigí una media sonrisa, el parecía amable. —Si me dejas darte mi opinión... —Claro, adelante— le interrumpí. —No creo que te guste este libro, no luces como una chica que lee historias de acecino en serie —Sonrío un poco y busco entre los libros del mostrador. —¿Qué clase de libros parece que leo entonces? — Pregunte con curiosidad. —Como estos— saco una novela de amor. —También me gustan, pero prefiero una buena historia de asesinos que una mala imitación de Romeo y Julieta marcada en el siglo XXI… ya leí ese libro — sonreí al ver sus blancos dientes asomarse de entre la barba y el bigote. —En ese caso me reservo mis opiniones de primera vista— soltó seguido de una pequeña risa. —A parte, ese libro no es para mi, es un regalo ¿Cuánto va ser ?— conteste buscando entre mis cosas en dinero. —Déjalo asi… —dudo unos segundos y metió el libro a una bolsa — es un obsequio para esa persona, que tiene tanta suerte. —Muchas gracias —tome la bolsa y me dispuse a irme, pero no antes de resolver la duda que me carcomía desde que llegue a aquel lugar— Oye ¿puedo hacerte una pregunta? —Claro —contesto de forma cortés. —¿Por qué tu librería se llama el café? —Porque mi padre quería poner un café aquí pero murió de cáncer antes de lograrlo, yo lo pondría por el, pero me di cuenta de que mi pasión eran los libros, así que en honor a mi padre y en honor a mi pasión decidí llamarlo ‘‘El café’’—me explico paciente mente, sonriendo. —Lamento oír eso, pero te aseguro que tu padre se sentiría orgulloso de ti— le conteste, mis pensamientos con toda la sinceridad, que en mi cabía. —Gracias, lo se— soltó en un tono entre melancólico y feliz. —Pero oye, nunca te paso por la cabeza hacer un café literario, digo aquí tienes mucho espacio, podrías colocar una sección de libros por aya— apunte hacia una esquina del lugar— por qui mesas— Camine hacia el centro— Las maquinas del café Cerca de allí — Señale a la pared donde estaba el, cerca del mostrador — y porque no un poco de música, discos antiguos de jazz o música acústica, seria lo que tu padre quería y lo que a ti te gusta en un solo lugar. —Esa es una gran idea, pero quien acudiría ya a un sitio así, con los centros comerciales y los cines en la ciudad— contesto recargando su peso contra el mostrador y cruzando un pie tras el talón del otro. —Bueno, yo asistiría— Le sonreí levantando mis hombros. —¿Cuál es tu nombre? — Soltó sin quitarme la vista. —Julia ¿Cómo te llamas tú? — Le había estado dando ideas de como manejar su local a un desconocido. —Mi nombre es Gabriel. Bueno Julia tengo una idea ¿Por qué no vienes aquí la próxima semana?— acomodo sus lentes que se habían resbalado. —¿La próxima semana? Pero… ¿Para qué?— Dude un minuto. —No hagas preguntas, tu nada mas ven en una semana — contesto. —¡Bien! Vendré el próximo lunes. —Ahora vete, que llegaras tarde a entregar ese obsequio— apunto hacia la bolsa. —¡Es verdad! Hasta ponto, fue un places Gabriel— Salí corriendo de la librería. Vi mi reloj y eran las 4:30 de la tarde si que me había entretenido platicando con el joven de la librería, llegue de paso a una tienda de regalos a que envolvieran el libro y de ahí seguí mi camino hasta llegar a la playa, como recordaba es parte de la playa estaba siempre desierta, pero el dijo que seguido estaba por ahí, así que camine unos minutos buscándolo con la esperanza de que estuviese sentado en alguna parte o sobre alguna roca, pero no, no lo encontré en ninguna parte de la playa y seria mejor que me fuera antes de que alguien se diese cuenta de que estaba en propiedad privada, me decidía a irme cuando el cielo cumplió su amenaza y comenzó a llover con fuerza, ya estaba decidido, me iría y volvería otro día…quizá.