El Diario de Cristina Lake - Por huachimingo

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por huachimingo, 21 Febrero 2011.

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    huachimingo

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    El Diario de Cristina Lake - Por huachimingo
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    PREFACIO

    El diario de Cristina Lake fue encontrado bajo un banco en una plaza en Ciudad de Santa Elisa. Estaba abierto en la página principal, y llevaba escrita con una letra inclinada, la siguiente dedicatoria: PARA QUIEN LO LEA.
    Los expertos en grafología clasificaron a la mujer como altamente perturbada, con sus funciones mentales confusas y toma de decisiones erróneas.
    Los periódicos locales aun hablan de la muerte de Cristina Lake, y de cómo fue encontrada mutilada y ensangrentada a unos centímetros de su diario de vida. Los análisis de su sangre ayudó a identificar a la mujer, caucásica, pelo negro y largo, ojos café, un metro setenta y tres, de 21 años de edad. Pero nunca se pudo dar con el paradero de su asesino.
    Los acontecimientos que ustedes, queridos lectores, leerán a continuación, son inexplicables incluso para la ciencia. Jonás Kepler, en su libro "El Último Suspiro" entrega teorías de lo que pude haber sucedido. Otros, simplemente no dan explicación a lo que ocurrió con Cristina Lake.
    La policía interroga a los médicos de la Clínica Mayor. La Doctora, Ada Méndez, quién atendió a la paciente, asegura que ella era completamente normal hasta que aconteció el evento.
    -¿Está segura de lo que vio?
    -Segurísima-contestó la doctora a la policía.
    Nadie lo podía creer.
    Nadie lo podía explicar.
    Y el que trató de explicarlo solo se basó en teorías de científicos de renombre.
    "El Diario de Cristina Lake" se ha convertido en un misterio para la humanidad, uno entre tantos sin explicación.

    EL DIARIO DE CRISTINA LAKE
    PRIMERA ESTROFA: DONOVAN Y EL MANZANO.

    Querido diario:

    Recuerdos. Eso es todo lo que tengo. Todo lo que atesoro en esta cabaña aislada por la lluvia, que golpeaba con furia el suelo y llena de sonidos el techo y las canaletas.
    Todo lo que recuerdo de ese día es a mi Tía Emily sentada frente a la estufa, tomándose un mate, y a mi sobrino empujándome en el columpio. Era un columpio hecho con un neumático viejo, que con cuerdas se amarraba a las ramas del manzano.
    Las cosas que olí, que vi, que palpé. Parecía un día perfecto de verano, sino fuera porque ese día hacía mucho, pero muchísimo frío.
    Y Ayleen, gritando que venía la comitiva, que venía la comitiva.
    Pero era el árbol de manzanos el que ocupaba ese día mis recuerdos. Era el sabor de la brisa, el vaivén del columpio, que iba y venía; la risa de mi sobrino que llenaba todos los espacios y ese día, un día perfecto para enamorarse.
    El Árbol de Manzanos y los ojos de Donovan. Si Cupido de verdad existiera, ese día estaba en todas partes, en cada rincón y en cada aroma.
    Y sentí su energía, su poder, su presencia y lo supe apenas bajó del microbús.
    Era Donovan mi destino. Era Donovan y ese olor a manzanas el que más recuerdo de ese día, ese día que fue el comienzo de esta pesadilla que estoy viviendo.
    Ahora iré a dormir. Los sueños son el único cobijo que me va quedando, el único lugar donde no puede llegar. Donde no puede llegar y llevarme a la cueva donde hiberna.

    EL DIARIO DE CRISTINA LAKE
    SEGUNDA ESTROFA: EN EL NOMBRE DE DONOVAN.

    Querido diario:

    Estaba recordando la primera vez que me habló.
    Estaba nerviosa, lo admito ¿quién no? Si igual tenía arrastre con las féminas.
    Vivo en una especie de huerto ¿saben?
    Es una casa grande, con muchas habitaciones. Hasta tenemos un restaurant, y yo soy una de las que trabajan allí. Y tenemos un jardín de frutas y verduras que ustedes, seguramente, ni siquiera se imaginan. Uno de esos árboles es el manzano en el cual me balanceaba cuando llegó la comitiva. Vienen todos los años, de distintos países, y ese año le tocaba a un grupo de universitarios chilenos. Vienen, porque el terreno, por lo que sé, tiene tintes históricos.
    Ayleen empezó a gritar:
    -¡La comitiva! ¡La Comitiva! –y prácticamente salté del neumático desde donde me columpiaba para ir a recibirlos.
    Eran 25 en total, todos guapos. Pero Donovan era sin duda el más guapo de todos. Querían conocer la historia que rodeaban estos territorios, y por qué no, hacer un par de investigaciones.
    Según cuentan (y no tengo motivos para dudarlo, porque me lo contó mi padre, cuando yo era muy chica) Paul Banna, un inglés de tomo y lomo, descubrió estas tierras en el siglo XVIII, y se cuenta que en la cueva que hay en el cementerio, doblando a mano izquierda, aún hay restos de los indígenas que allí moraban, y con los cuales, los ingleses tuvieron un intercambio cultural.
    Nunca había visitado esa cueva, pero por lo que me habían contado, nadie podía entrar en ella. Así que coordinamos una salida con tía Emily y ver qué tan cierto era lo de los indígenas. Y resultó cierto, estaban a la salida de la cueva, acurrucados y momificados en su totalidad.
    -Pero nadie puede entrar-advirtió mi tía. Y fuimos, quedándonos a una distancia bastante prudente. Había tres indígenas momificados, todos abrazados a sus piernas, en posición fetal.
    Fue entonces cuando él me habló.
    -Esa señora estaba embarazada-fue lo primero que me dijo, apuntando el esqueleto en cuestión, perfectamente momificado y conservado.
    -Ellos tenían un ritual-le dije, repitiendo lo que mi padre me había contado cuando chica-Creían en la vida en el más allá. Así que conservaban sus cuerpos, y los dejaban en el lugar que ellos más amaban manteniéndolos de la misma manera en que murieron.
    -¿Y amaban una cueva?
    -Esa cueva era para protegerse-dijo tía Emily, un tanto molesta. Tenía que alejar a los curiosos que intentaban entrar.-Hacían rucas, fogatas, pero cuando había tormenta, se cobijaban en esta cueva. Según cuentan, huían de la ira de los dioses.
    -Perdón, pero ¿cómo te llamas?-le pregunté.
    -Daniel-me respondió-.Daniel Donovan.
    El olor de las manzanas, el calor del verano… y aquella cueva que parecía gritar en silencio.
    En el nombre del Padre, del hijo, y en el nombre de Donovan.

    TERCERA ESTROFA: DONOVAN Y LA TABLA DE PLANCHAR

    Querido diario:
    Ha sido un fin de semana intenso en el restaurant. Es cuando más trabajo hay y por lo tanto, se necesita más personal. Ese día teníamos invitados extras: los veinticinco integrantes de la comitiva, todos jóvenes y futuros profesionales.
    El comedor era grande, con una capacidad de hasta ciento cincuenta personas, paredes de color marfil, cuadros decorativos, plantas, y de vez en cuando música en vivo. Nos iba bien, nos alcanzaba para lo justo y vivir dignamente.
    Los platos de comida iban y venían, los pedidos salían de la cocina lo más rápido posible, y yo, trataba de hacer lo mejor posible. El murmullo, las risas, el entrechocar de las copas. Todo llenaba mi corazón.
    Pero, bueno... resulta que estaba sirviendo la comida, consistente en arroz y lomo con salsa de carne, y Donovan me vio, y me sonrió. Hasta me levantó la mano en un ademán de saludo. Y yo le devolví el saludo, con una semisonrisa y pasé cerca de él. Alguna mala maniobra, pérdida de equilibrio, o falla en el oído medio, hizo que botara toda la comida a su ropa recién planchada.
    -Disculpe-le dije-Dios, soy tan tonta-no sabía que hacer o qué decir. Él me decía que no me preocupara, que no había problemas, pero de todos modos me ofrecí a limpiarle sus vestimentas.
    Y allí lo tenía, sentado frente a mí, con el dorso desnudo, los dos solos en la sala de planchado.
    -No te abrumes-me dijo-A cualquiera pudo haberle pasado.
    Pero no estaba abrumada por lo sucedido, sino el verlo así, mirando parte de su cuerpo, sus pectorales, sus brazos... se notaba que el tipo iba al gimnasio, pero que no abusaba de eso.
    -Bueno, soy estúpida, lo sé... pero...
    -No diga eso-me miró.- ¿Sabe? Usted no es como las otras-me comentó.
    "Las otras". Quería preguntárselo, pero mejor guardé silencio.
    -¿Sabe? le voy a comentar algo. Creo que usted...
    -Me puedes tutear.-le dije-O decirme Cristina, que es mi nombre.
    -Cristina-me dijo, entonces. El sonido de mi nombre en sus labios... la entonación... ay, dios… ¡mijito rico! Pero tenía que morderme los labios.
    -Sí, Cristina-para no mostrar lo colorada que estaba, seguí planchando, súper concentrada.
    -Bueno. Cristina. Necesito un favor.
    -Dígame.
    -Bueno. Yo soy geólogo ¿sabía?
    Lo miré. Interesante. Otro punto más para este diario.
    -¿Y?
    -Bueno, y estuve observando la cueva. Bastante interesante la verdad. Sé que la cueva está dentro de los límites de este terreno. Y también sé que para entrar a la cueva hay que pedir permiso.
    -Mi tía Emily tiene todos los papeles. Ella podría...
    Me detuvo.
    -¿Y tú?-pausa. Sus ojos... aquellos ojos color avellana-¿No puedes dar un permiso provisional?
    -Sólo mi tía está autorizada a...
    -Seis de nosotros. Si quieres nos acompañas.
    Dude un segundo.
    -Puedes confiar en mí.
    ¿Cómo negarse? Si con solo mirar sus ojos me derretía por completo. Además, Tía Emily no tenía por qué enterarse ¿cierto?

    CUARTA ESTROFA: UNO DE LOS SEIS
    Querido diario

    No hay día más agitado para servir la cena que los días domingos, porque no solo le servíamos la comida a la comitiva que había arribado a estos lares, sino que también, a gente que venía de fuera. Era un día de locos, sí señor, y mi tía Emily gritaba órdenes como loca. Teníamos que satisfacer las necesidades de todos los comensales.
    Pero fue bueno, porque pude conocer a Harold. Harold, por lo que sabía, era un chiquillo de quince años, y te preguntarás, querido diario, que hacía un jovencito dentro de esta comitiva, donde todos eran universitarios. La respuesta es sencilla; y era porque Harold no era un quinceañero común. Era uno de esos genios matemáticos que sorprendían de vez en cuando a la ciencia. Superaba con creces todos los test conocidos de CI, y allí estaba.
    -Hola-le saludé, y como tenía cierta información, continué-Así que tú eres uno de los seis que ira a la cueva.
    -Así es-me respondió. Era bien versado, con su peinado a la gomina, y su terno a la medida. Sus lentes centelleaban bajo la luz del restaurant.
    -¿Sabes guardar un secreto, supongo?
    -Por supuesto, señorita-respondió. Y no hay personas que sepan guardar mejor los secretos que un quinceañero. Luego, simplemente es imposible. Curioso, ¿no?-Tengo que ir-.Agregó luego.
    -¿Por qué?
    -Todas las ecuaciones coinciden-me dijo, y al ver mi cara agregó:-¿No conoce la Teoría de Thomaston?
    Negué con la cabeza, y la verdad no quería hablar de teorías, ni de Thomaston, ni de nadie. Así que me excusé y seguí sirviendo. Por otro lado, había que cumplir con la misión de servir, no podía quedarme entretenida conversando.
    Harold... pensaba.
    ¿Quiénes serían los otros cinco?
    Pero lo más importante: ¿Cómo haría para que Tía Emily no se enterase?

    QUINTA ESTROFA: EL CANTO DE LOS GORRIONES.

    Lo que más me encanta de este lugar es el sonido de los pájaros cuando amanece. Es un sonido tan limpio, tan cristalino y para llenar todo los vacíos. El sonido más característico es el de los gorriones, esos pequeños pajaritos rechonchos y curiosos que revolotean y duermen en el manzano que se ve desde la cocina de nuestro hogar.
    -Nos ha ido bien-me dijo tía Emily, haciendo anotaciones en el libro de registros. Y era verdad, las cuentas estaban todas en azules y nuestro restaurant iba como viento en popa. –Si vinieran más seguido estaríamos por las nubes.
    -Hay que agradecer las pequeñas demostraciones de…
    El sonido en la ventana que había al lado mío nos asustó a las dos. Miré, y una grieta se había formado allí, justo en el centro del vidrio donde había chocado el gorrión en cuestión. En las películas para niños es divertido ver como un animal choca contra la ventana, pero no cuando lo ves en la vida real. En la vida real puedes apreciar la manchita de sangre, y esa gotita que resbala, y la pluma que queda pegada en la trizadura del vidrio. Al segundo, vimos a otro gorrión más darse con la ventana.
    -¡Madre de Dios-dijo tía Emily, persignándose.
    Y un tercero.
    TUK!
    Algunos científicos dicen que es el reflejo lo que atrae a los pájaros a darse de cabezazos contra los vidrios. Algo en su sentido de orientación se ve afectado y pierden toda noción en pleno vuelo.
    El vidrio ya estaba a minutos de quebrarse, sino fuera porque oímos un sonido limpio y cristalino venir desde fuera. Y vimos como todos los gorriones iban al manzano atraídos por ese nuevo miembro de la familia. Pero no era otro gorrión, sino uno de los universitarios quien imitaba a la perfección el sonido de esos pajaritos.
    Y allí estaba él, parado bajo la sombra del manzano, gorjeando como un gorrión y mirando como todos los pájaros iban y se posaban en las ramas, también cantando, ululando, y mirando curiosos a todos lados.
    -A veces estos animalitos se aturden con tanto calor-fue lo que me dijo cuando fui a preguntarle su nombre-Es un fenómeno muy conocido, parecido a cuando las ballenas varan en la playa. Algún cambio en las temperaturas hace que se desorienten y pierden su norte sencillamente.
    -Disculpe, pero…
    -Oh, claro-me dijo-Gabriel-se presentó-Me encargo de estudiar el orden de la naturaleza, sus cambios, su temperamento.
    -¿Se estudia eso?
    -Claro. La ciencia es así. Todo se estudia.
    Tenía 20 años, alto, delgado, bien parecido. Inteligente.
    -Estoy aquí, porque David me dijo que te podría encontrar acá.
    -Eso quiere decir que…
    -Claro. Que también voy.
    Quedamos entonces de hacer una reunión, pero que mi tía no se enterara por nada del mundo.
    -¿Podría ser?
    -Claro. Entiendo-fue lo que me dijo, trinó como un gorrión que se le posó en la mano. El pajarito levantó tres veces la colita, y le cagó en la palma. Sonrió. –Es la manera de darme las gracias-fue lo que me dijo.
    Organizar una reunión sin que mi tía supiera. Que dios me perdone por tantas mentiras, pero todo sea en el nombre de la ciencia… aunque no entiendo mucho de ciencia, pero siempre he tenido curiosidad.

    PRIMER CORO: EL EXPEDIENTE LAKE (X1)

    Eran cinco integrantes los que analizaban el caso Lake, todos con una inteligencia que ya se la quisiera un estudiante, todos con años de experiencia, análisis y perspicacia. Cada uno de ellos estaba sentado frente a una mesa de caoba blanca, con sendos informes que decían El Expediente Lake.
    -Un grupo de personas-dijo Gordon, peinado a la gomina y pasando las hojas del expediente-Ha estado investigando la cueva, sin embargo los datos arrojan que es una cueva común y corriente.
    -¿Aún no se explica la muerte de los pájaros?-preguntó Esteban, pelo entrecano, y una cicatriz en la sien-Pensé que ya estaba clara esa parte, porque en el Diario de Cristina Lake dice que era el calor.
    -No lo explica específicamente-aclaró Fernando, moreno, con su corbata roja recién planchada-Ella no entendía mucho de ciencia. Seguro confundió un par de conceptos.
    -¿Q-q—que m-mme di-di… dice del hu-hu-huevo?-Jonás era tartamudo. Había quedado así luego del suceso. Era hermano de Martín, quien también estaba allí sin poder expresarse.
    -El huevo-musitó Gordon. Los miró a todos.-Mi esposa murió hace tres años atrás. Era una perra, una verdadera perra. Tía Emily sin duda alguna se gana el premio mayor.
    -¿Lo dice por la reunión?-preguntó Esteban.
    -Sí-contestó Gordon-. Antes del huevo. Antes del suceso. –suspiró-Antes de todo esto.
    Y siguieron leyendo el Diario de Cristina Lake.

    SEXTA ESTROFA: EL MÉTODO SECRETO

    Querido Diario:
    En esta semana han pasado muchas cosas, y he conocido al resto de la comitiva. Quiero hablarles de Martín. Ahora que lo pienso, Martín siempre aparecía cuando lo necesitaba y siempre me dejaba animada. Hablaba mucho, se diría que se recitaba hasta el evangelio, pero era agradable de escuchar.
    -He estado pensando-me dijo aquella tarde, mientras nos molíamos el cerebro pensando en alguna estrategia para burlar a Tía Emily-En el método secreto.
    Estábamos rastrillando las hojas del huerto, limpiando los árboles frutales y cuidando del manzano. Ese día el olor de aquel árbol era fuertísimo, pero agradable.
    -¿Y cuál es el método secreto?
    -Fácil ¿ya has conocido a los seis elegidos del señor?
    -Solo a unos cuantos.
    -Bien-me dijo-primero que todo vas y le preguntas a Daniel quienes son los seis. Obviamente sin contarse él. Como tan tonto. Luego, así como que no quiere la cosa le pasas este papel.-me entregó un papel que decía EN LA COCINA A LAS 01:35 de la mañana-Te aseguro que tu tía a esa hora sueña con días mejores.-hizo una pausa-luego ese papel se lo pasa al siguiente, y al siguiente y así hasta que todos sepan que la reunión será en la cocina a las 1 con 35.
    -¿Estás seguro que mi tía no se enterará de nada?
    -Te aseguro que no sospechara de nada, aunque me pasee frente a ella con el papel en las manos.
    Se escuchaba convincente, y parecía una buena idea. Así que fui y busqué a Daniel. Total, así tendría una excusa para hablar un poquito más con él. Lamentablemente ese día no lo encontré, y al día siguiente tampoco lo que me deprimió un tanto. Tía Emily había organizado un paseo por las laderas exteriores, donde seguramente le contaba a la comitiva que por allí había pasado Pedro de Valdivia de regreso de Santiago. Aunque me pregunto si no habrá olido algo. Como Daniel no estaba busqué a Jonás. A Jonás lo conocí la semana pasada cuando pelaba unas papas junto a tía Emily, y le expliqué el plan. Me dijo que bueno, que le parecía una buena estrategia.
    -Pero Daniel tiene que enterarse-me dijo-y no sé si tía Emily lo dejará tranquilo.
    -Sospecho que algo se huele-dije.
    -Yo también.
    Y no estábamos equivocados. El Método Secreto era un fracaso incluso antes de ser ejecutado.

    SEPTIMA ESTROFA: EL INVITADO QUE NADIE INVITÓ.

    Y resultó ser cierto. Mi tía no dejó tranquilo a Daniel bajo ninguna circunstancia. Conocer los parajes siempre le había gustado y no podía negarse. Sin embargo, un día fui y me acerqué a mi tía que estaba en el sofá leyendo un libro.
    -Es que de verdad que necesito hablar con él-le dije.
    -¿Y para qué sería?
    -Ay tía, es algo personal pue.
    -Yo veo cosas-fue lo que me dijo, y yo, haciéndome la tonta le dije:
    -¿Qué cosas?
    -¿De verdad piensas que no me he dado cuenta?
    -No entiendo tía. No sé de qué me estás hablando.
    -De Daniel ¿o crees que no me he dado cuenta como lo miras?
    Vamos, vamos, tú puedes fingir, puedes hacerlo.
    -AH, eso-dije- O sea… claro, es apuesto…
    -¿Entonces?
    -¿Entonces qué?
    -Cristina, ¿eres tonta o te haces?
    No entendía muy bien para donde iba, pero necesitaba no pisar el palito, por favor, no gritarle en la cara lo que queríamos hacer, así que me mantuve calladita.
    -Yo… -fue lo único que logré decir.
    -Mire mi niña. Los hombres… todos son iguales. Váyase con cuidado ¿sí?-hizo una pausa-Mañana no lo llevaré a las granjas abandonadas que hay hacia el sur-fue lo que me dijo:-Pero tienes que aprovechar esa oportunidad.
    Claro que lo aprovecharía.
    Sin embargo, ¿no había algo en el tono de Tía Emily que me parecía sospechoso? Esperaba que solo fueran ideas mías.
    Y llegó el día esperado, y tal y como tía Emily había prometido, no lo llevó a las granjas abandonadas y pude por fin hablar con Daniel.
    -Tenemos una idea, Martín y yo.
    -¿Por el asunto de…?
    -Sí. Por ese asunto. Por eso lleva este mensaje a los chicos que quedan para que sepan cuando y donde es la reunión.-tomó el papel de mis manos y sentí su roce en mi piel, tersa, abrigada y me pareció verlo sonreír ¿se me notaba mucho? Ay Cristina, no seas tonta. Se giró y se fue.
    EN LA COCINA A LAS 01:35
    Parecía una espera larga, y varias veces me pareció que todo se iba a la mierda. Pero ese día hice las labores como siempre, y esperé que fuera la hora para llegar puntual.
    El primero en llegar fue Daniel, seguido de Martín Y Harold. Luego llegaron Gabriel con un álbum de fotos, Miguel a quien no conocía y a Pablo que llevaba una corbata roja bien bonita. Daniel habló, y todos guardaron silencio. Tenía madera de líder natural.
    L a cocina parecía un testigo mudo, con su cocina blanca y silenciosa a un costado de la mesita donde estábamos sentados.
    -El motivo de nuestra reunión es…
    Golpearon la puerta.
    -¿Esperamos a alguien más?-pregunté y todos negaron con la cabeza. Así que fui a abrir.
    -Así que EN LA COCINA A LAS 01:35-fue lo que dijo Tía Emily al otro lado de la puerta-. Quiero una explicación. Y la quiero ahora.

    OCTAVA ESTROFA: EL VASO DE AGUA.

    Querido diario:

    Las cosas se dan vueltas, cambian, se transforman, y muchas veces una no está preparada, así de simple. Cuando le abrí la puerta y vi a mi tía allí, frente a mí, supe que todo estaba perdido.
    -Así que EN LA COCINA A LAS 01:35-fue lo que dijo Tía Emily al otro lado de la puerta-. Quiero una explicación. Y la quiero ahora.
    -Pero tía… -reclamé.
    -Es solo una reunión-dijo Gabriel-y queríamos compartir mis fotos de pájaros.-mostró el álbum que llevaba a cuestas.-Sólo eso.
    -¿Y para qué tanto misterio?-preguntó tía Emily-¿Creen que yo soy tonta?
    -En lo absoluto señora Emily-dijo Daniel-.Pero solo queríamos conocernos un poco mejor.
    -Es que yo sé porque están todos ustedes aquí juntos-nos dijo, mirándonos a todos-O lo digo yo o lo dicen ustedes.
    Permanecimos en silencio. Podía ser un truco de mi tía Emily, y en el peor de los casos, que de verdad supiera lo que tramábamos.
    -Ya pues-nos presionó Emily- ¿O lo digo yo? ¿Me van a seguir mintiendo?
    -Hay quienes afirman que guardar silencio no es mentir-dijo Martín-Verá, aquí hay muchos lugares interesantes para la ciencia, y fíjese que aquí hay un par de ellos que nos llama mucho la atención. Y bueno, queríamos hablarlo en esta reunión y…
    -¿Y no invitarme?-solo con verle la cara se veía a Tía Emily bastante molesta. Tomé un vaso y me serví agua. Estaba empezando a hacer calor, y eso que era de noche.
    -No quiere decir que no hayamos querido, no-siguió Martín. Daniel lo miraba, al igual que el resto, para que se callara y no fuera a salírsele algo importante.-Lo que pasa es que como no la habíamos visto en estos días y sabemos que a estas altas horas de la noche usted duerme, no queríamos molestarla. Verá, nosotros sólo queríamos…
    -Sólo querían entrar en la cueva-terminó Emily-¿O qué? Tanto cuchicheo, tanto misterio no pasa desapercibido. No soy tonta. Yo veo.
    Nos quedamos callados. En ese momento ya sabíamos que todo estaba perdido. No habría expedición a la cueva… Dios mío, qué calor hacía!
    -Ya les diré yo lo que es bueno-empezó tía Emily. Pero yo tenía calor, mucho calor. Y empecé a ver todo nublado, y a sentir que el suelo se me movía bajo mis pies. El primero en notarlo fue Daniel, quien me preguntó:
    -¿Te sientes bien?
    -No le hagas caso-le dijo Tía Emily-Lo hace porque sabe que tengo razón-me tomó del brazo- Ahora nos iremos directo a la cama y…-me zafé de la presión que hacía tía Emily en mi brazo, pero lo hice con demasiada fuerza, perdiendo el equilibrio y botando el vaso con agua al suelo. Tía Emily dio tres pasos hacia atrás, rápidamente. Me miró.-No lo vuelvas a hacer-me dijo. No sacaba sus ojos del agua en el suelo-.No vuelvas a hacer eso-y se fue dejándonos allí todos con la palabra en la boca. En el lugar donde tía Emily había pisado el agua quedaba una huella del zapato de ella. Me acerqué y lo toqué. Miré a los otros y dije:
    -Dios mío. Está caliente.
    Acto seguido me desmayé.

    NOVENA ESTROFA: MALAS NOTICIAS ANTES DE DORMIR.

    Querido Diario

    Despierto, y veo mucha luz, una luz blanca que ilumina todo mi entorno. Poco a poco esa luz deja de brillar y todo vuelve al color normal. Me encuentro en mi pieza, con poster de mis ídolos juveniles pegados en la muralla, con mis peluches, y de un recorte de periódico anunciando el estreno de Titanic con Leonardo DiCaprio. Apostaría lo que fuera que será la gran ganadora de los oscares.
    Pero allí estoy, acostada y mirando el techo de mi habitación, y me doy cuenta que mi tía ponía una compresa de tela en mi frente.
    -Parece que ya estás mejor-me dijo. Sacó el termómetro, lo miró y lo sacudió. Volvió a ponerlo bajo mi brazo.-Mucho trabajo parece.
    Se le veía normal. Como si no hubiera pasado nada, como si no existiera una huella de su zapato marcado en el suelo de la cocina irradiando un calor anormal. Una huella de zapato que lo produjo el contacto con el agua.
    -¿Juguito?-me ofreció. Le dije que bueno, mirando a mi tía, esperando que le salieran alas o colmillos. Pero nada de eso pasó.
    -¿Qué fue lo que sucedió?-pregunté.
    -Te desmayase, eso fue lo que pasó.-fue lo que me dijo. Me colocó la bombilla en la boca y empecé a beber del vaso que ella sostenía ¿Y si le tiraba el contenido a la cara? ¿Su rostro se derretiría para mostrar el verdadero mal que habitaba en ella? Y la pregunta del millón ¿lo había imaginado todo? Así parecía. Parecía que todo había sido un sueño, un mal sueño. Mi tía Emily solo era mi tía Emily y si le tiraba agua no herviría como las brujas en televisión.
    -Parece que tuve un mal sueño-le dije.
    -Así parece.-contestó ella.
    No me dijo nada de los chicos, ni de la reunión, ni de nada de lo que había pasado. Era como si ese recuerdo hubiera sido borrado.
    Me miró unos minutos y antes de irse dijo:
    -Alguien te quiere ver.
    Y se largó de mi habitación. Entró Daniel.
    -Hola mi niña-me dijo.
    -Hola.-contesté. Tampoco daba señales de que algo en realidad había pasado.
    -Tienes buen color-me dijo.
    -Así es.
    -Bien. Solo quería visitarte y ver que estabas bien.-me acarició el pelo.-Besitos.-Se fue, le hizo un ademan de despedida a mi tía que se había quedado en la puerta, y Emily se acercó a mi.
    -Así me gusta.-dijo-Poco contacto con él, preciso, conciso. Me gustaría que dejaran de ser amigos.
    -Pero…
    -Shhhh…-me puso un dedo en mi boca-No es un buen tipo. Es lo único que te puedo decir.-y esta vez sí se marchó, dejándome sola.
    Quería dormir, así que me voltee para apoyar mi mejilla en la almohada. Cual no fue mi sorpresa al ver caer una nota de mi pelo. La había dejado allí Daniel al acariciarme.

    CRISTINA. MIGUEL Y PABLO ESTAN ANALISANDO LOS RESTOS DE LA SUELA QUE QUEDÓ IMPRESA EN EL PISO DE LA COCINA. TE TENEMOS MALAS NOTICIAS. LUEGO HABLAMOS.

    Ese día me costó mucho dormir.

    DECIMA ESTROFA: ESTRATEGIA DE ELIMINACIÓN

    Querido diario:

    Ese fue un día intenso. Una vez que mi tía decidió que estaba en óptimas condiciones para seguir ayudando en el restaurant, decidimos investigar conductas anómalas que tuviese Emily, y fue Daniel quien descubrió algo bastante interesante.
    -Creo que le teme a la oscuridad-dijo.-Pareciera que evita con todas sus fuerzas todos los lugares donde hay sombra.
    -Podría ser-le dije a Daniel, con el que ya éramos bastante amigos.-¿Qué hacemos?
    -¿Esta casa tiene sótano?
    Y allí estábamos todos, reunidos en el sótano, con una vela que iluminaba escasamente el perímetro donde nos encontrábamos.
    -Hice varios análisis a la muestra de suela que había en el piso-dijo Miguel-Encontré varios parámetros que me indican una presencia extraña que domina el cuerpo de Emily.
    -¿Quieres decir que hay algo que está dominando a Emily?-pregunté-¿Cómo en “El Exorcista”?
    -Sí. Bastante parecido a eso.-contestó. Levantó un papel que tenía un gráfico trazado a mano que iluminó con una linterna.-No sé si se aprecia bien, pero acá vemos los compuestos de la suela. Prácticamente se deshizo al contacto del agua.
    -Una vez vi una película-dije.-Donde la bruja se derretía con agua.
    -Esto pasaría si la empapamos con agua-dijo Miguel-Se derretiría como manteca al sol.
    -He ideado una estrategia de eliminación-dijo Martín-Verán. Ella le teme a las sombras.
    -Exactamente-dijo Harold-Porque según nuestros estudios, las presencias malignas en realidad le temen a la oscuridad.
    -En los cuentos y las películas es todo lo contrario-dije-Los monstruos o se esconden bajo la cama o en los sótanos.
    -Porque en realidad duermen allí-contestó Harold-¿Por qué crees que nos atacan? Pues porque nuestra aura para ellos irradia demasiada luz.
    -En realidad-dijo Martín-. La luz los atrae.
    -Queremos poner en los techos autoadhesivos que brillan con la luz. Eso la atraerá a la cocina, que es un lugar blanco, y con bastante luz.-explicó Martin.-He creado un dispositivo simple, de caricatura. Ella, al abrir la puerta, accionará una cuerda que estará sujeta a un balde con agua y la fuerza de gravedad hará el trabajo sucio ¡No tenemos ni siquiera que sentirnos culpables!
    -Parece una buena idea-dije-Pero recuerden que pareciera que tía Emily supiera las cosas de antes.
    -Si mis cálculos no fallan-dijo Harold-La teoría de Thomaston se comprobará ese mismo día.
    -Bien, pues estoy de acuerdo-dije, y puse la mano. Daniel me la tomó.
    -Yo también estoy de acuerdo.
    Miguel puso su mano.
    -Y yo.
    Luego Harold, Martín y Gabriel.
    Pablo, con su corbata roja, titubeó unos segundos y puso su mano.
    -Está bien-dijo-Aunque hay algo que no me cuadra.
    La vela ya empezaba a extinguirse.

    SEGUNDO CORO: EL VALDE CON AGUA (X1)

    Miguel estaba en la cocina, observando a tía Emily quien limpiaba la cocina sin cesar. Los seis miembros de la comitiva se habían entregado un walkie talkie para cada uno de ellos. Daniel con Cristina se encontraban parapetados en la habitación de tía Emily con el balde de agua sostenido sobre la puerta.
    -Está todo preparado-dijo Miguel por el walkie talkie-Está comenzando a oscurecer y tía Emily ha empezado a mostrar cambios de color en la piel. Se le ve más pálida. Cambio.
    -Entendido-dijo Cristina, sosteniendo el cordel que amarrado al aza de la cubeta, se sostenía sobre la puerta.-Cambio.
    Tía Emily, tal y como estaba previsto, se vio atraída por la luz de los adhesivos. Le parecían tan hermosos, y de tan vivos colores, que empezó a seguirlo absorta en su brillo. Por cada habitación que pasaba, era un aviso por walkie talkie a Cristina y Daniel, que si fallaba el plan, llevaba un martillo de herrero en sus manos. Los músculos de sus brazos destacaban en su plenitud, y el sudor caía en gotas de cansancio.
    -Ha pasado por la pieza de los huéspedes-informó Harold, quien se mantenía escondido en las sobras. Tía Emily siguió en dirección a su habitación, mientras el resto de la comitiva estaba durmiendo. Pablo indicó que ya había pasado la pieza de costurera. Luego pasó la cuarta pieza, donde el informe lo dio Martín y el tiempo se hizo eterno desde entonces. La quinta pieza no era informada aún, pero Cristina no soltó la cuerda y Daniel no dejo de sostener el martillo de herrero, hasta que por fin la puerta se abrió, la cuerda le rozó las manos a Cristina, haciéndolas sangrar, y el cubo cayó mojando por completo al objetivo.
    Se hizo el silencio y el tiempo pareció detenerse. Cristina se veía contenta. El plan había funcionado y al parecer tía Emily estaba muerta.
    -Pero ¿qué es lo que pasa aquí-dijo la voz dentro de la cubeta. Se la sacó de la cabeza, de la cual un hilillo de sangre caía por la sien.
    Cristina no podía creer lo que veían sus ojos, y dijo, asombrada:
    -¡Papá! ¡Qué demonios haces aquí!

    ONCEAVA ESTROFA: EL HALLAZGO

    -Pero papi, ¿no vio a nadie por allí caminando? ¿A tía Emily por casualidad?-le pregunté, luego de abrazarlo y achucharlo.
    -La verdad, no vi a nadie. Entré por la entrada oriental. Vengo de un largo viaje y...
    Entraron Martín, Harold, Gabriel y Miguel.
    -¿Qué pasó? ¿Lo logramos?-preguntó Miguel.-Estaba escondido en la pieza cuando Tía Emily pasó y...
    -¿Y quién es él?-preguntó Gabriel, sosteniendo el álbum de fotos que contenía toda su colección de fotografías de pájaros.
    -Es mi padre-contesté.
    -¿Qué pasa aquí?-preguntó mi padre-No entiendo nada.
    Fue Martín quién se lo explicó todo ese día. Le dijimos nuestras sospechas, le mostramos algunas pruebas, y mi padre quedó en silencio, mirándonos.
    -Pero si una fuerza extraña tiene a tía Emily... si lograban derretirla, iban a matar a tia Emily real ¿no?
    -La ecuación dice todo lo contrario-dijo Harlod.
    -Pero bueno, si tía Emily pasó por todas las habitaciones-dijo Miguel-¿Entonces dónde está?
    Y dándome cuenta que solo había cinco de seis, dije.
    -Creo que la pregunta es otra. Creo que la pregunta es dónde está Pablo .
    Pablo, serio como él solo, siempre con su corbata roja que destacaba desde lejos.
    -¿Qué no estaba en la habitación número cinco?-preguntó Miguel-Es ahí donde los informes dejaron de emitirse ¿no?
    Los walkie talkies estaban todos por una misma señal, y todos habían estado escuchando lo mismo que yo con Daniel.
    -Pues, vayamos a ver entonces-.Pidió Daniel. Aproveché de tomarle de la mano.
    Abrimos la puerta de la quinta habitación. Las luces estaban apagadas, pero el olor nos llegó, fuerte como el olor de la mierda.
    -Prende la luz-dijo Daniel y así lo hizo Harold
    Mi grito se escuchó como a mil cuadras a la redonda. En la esquina, pegado a la pared, estaba Pablo, con los ojos llorando un líquido blanco, el mismo que también resbalaba por la comisura de su boca. Estaba embutido en un huevo grande, blanco, que burbujeaba y se derretía.
    -¡Qué demonios!-dijo con asco mi padre.
    -Ah no, ¡¡necesito una muestra!!-dijo Miguel que se acercó, pero el huevo se derritió por completo antes incluso de tocarlo.
    -Mmmm...-dijo Harold.-Prendimos la luz.
    Pablo cayó de lado. Estaba en posición fetal, aferrándose con los brazos las piernas. Su piel empezó a humear y a pegarse al hueso quedando momificado y exactamente igual a las momias que había en la entrada a la cueva.
    -Estás pensando lo mismo que yo-dijo Miguel.
    Harold contestó:
    -Sí. Lo mismo. La teoría de Thomaston es real.

    DOCEAVA ESTROFA: UNA ABERTURA HACIA LA PROFUNDIDAD

    Tía Emily no se encontraba por ninguna parte, y desistimos de buscarla. Teníamos tareas más importantes, y la primera de ellas era enterrar a Pablo, quién había quedado igual que las momias, con la piel pegada al hueso, abrazado a las piernas y completamente seco, salvo tal vez las lágrimas blancas que caían de sus cuencas oculares, y la espuma que resbalaba de su boca.
    -Eso quiere decir que ese huevo se alimenta de todos los nutrientes de nuestro cuerpo-dedujo Miguel que tomó el cuerpo por el trasero, y Gabriel lo tomó por la cabeza.
    -Ni si quiere tiene mal olor-dijo Harold, que caminaba a un costado de la momia.
    -A mí me da asco-dije yo, tratando de mantenerme alejada. Caminaba junto a mi padre, que parecía estar sacando sus propias conclusiones.
    Llegamos al huerto, y cavamos un hoyo al lado del manzano, que ese día lanzaba su olor que envolvía todo. Gabriel empezó a trinar como gorrión, y todos los pajaritos empezaron a volar en círculos alrededor de nosotros.
    -¿Cómo lo haces?-le pregunté, pero no me respondió. Solo me ofreció una sonrisa.
    Mientras Daniel se dirigía con la pala al agujero cavado, dijo:
    -Un minuto de silencio por favor.
    Ese día tres gorriones cayeron muertos. Simplemente estaban en sus ramas, y de pronto POP los veíamos en el suelo con las patas al aire.
    -Esto puede ser parte de la teoría dijo Harold.
    -Silencio por favor-pidió Daniel-.Pablo dijo, mirando el cuerpo seco a unos metros bajo tierra.-Eras un hombre estudioso, de buenas calificaciones. Contabas basándote en los números primarios, y eras maestro en las ecuaciones. Un par de veces te vimos corregir a Harold.-Harold sonrío.- Daría toda mi inteligencia para saber qué era lo que estaba mal. Lo dijiste esa noche, en la reunión cuando nos decidimos acabar con tía Emily.
    Ahora iremos a la cueva, y esperamos que todo marche bien.
    -Amén-dijo Martín.
    Empezaron a tapar el agujero, y el cuerpo de Pablo empezó a desaparecer bajo tierra. Gabriel trinaba y los pájaros revoloteaban a nuestro alrededor. Algunos caían muertos, por lo que dejó de silbar.
    -La fuerza proveniente de la cueva-dedujo Miguel-Creo que eso es lo que hace que los pájaros caigan muertos.
    -Entonces bajemos-dijo Daniel-Ya nada nos detiene.
    Cada uno llevó sus herramientas en sendas mochilas. Yo también llevé la mía salvo que era la encargada de llevar el agua y la comida... y porque no... Los implementos de primeros auxilios.
    Así que empezamos a caminar, en fila, bajando por un sendero pedregoso, de tierra, que llevaba a la cueva que nos esperaba ansiosa y en silencio allá abajo.
    El camino fue largo, como lo recordaba de la primera vez, y los árboles y vegetación no dejaron de maravillarme.
    Las horas pasaban y el sol empezaba a moverse. Más allá, la boca de la cueva empezó a agrandarse a medida que nos acercábamos.
    Y allí estábamos todos, frente a la momia embarazada y a la otra, que estaba del otro lado de la abertura.
    Miguel se acercó, entró a la cueva, pero sin ir más allá. Dentro se sentía la humedad, y las estalactitas caían gotas de agua. El agua era negra. Miguel tendió la mano, dejó que una gota cayera en su palma, y la observó unos segundos.
    -Creo que esta cueva no es natural-dijo-Diría que estos son restos de un meteorito ¿no?
    Se acercó Daniel. Estaba tan guapo ese día, tan apuesto.
    Tomó una muestra, sacó la lengua y la probó.
    -Azufre-dijo-Creo que estamos ante la presencia de un agujero creado por la caía de un meteorito.
    -Necesitamos estudiar y ver los resultados finales de la muestra-dijo Harold, quien armó un pequeño laboratorio portátil, que consistía en una mesa de metal, y un microscopio especial. Puso la muestra allí y dijo:
    -Sí. Hay presencia de cóndrulos en la muestra. Es un meteorito. Debió caer hace millones de años acá.
    Miguel se adentró un poco más.
    -¡Chicos!
    Todos fuimos hacia allá.
    -Creo que acá tenemos una entrada.
    Efectivamente, era una abertura natural que nos guiaba más hacia las profundidades.
    Y eso sería lo que haríamos.

    TRECEAVA ESTROFA: EN EL INTERIOR

    Empezamos a entrar uno por uno. Primero fue Daniel, quien anunció que podíamos bajar sin cuerdas, ya que existían rocas firmes donde apoyar el pie. Le siguió Miguel, luego Harold, Gabriel y Martín. Me quedé unos segundos ahí arriba, y verifiqué si mi celular tenía señal. Como tenía, llamé a mi padre.
    -¿Todo bien en el restaurant?
    -Sí mi niña-me dijo-Pero tengan cuidado ¿sí?
    -Sí papi, si entramos y salimos altiro.
    Pero ¿era tan así?
    -Te quiero mi niña-me dijo.
    -Te quiero papi-fue casi una despedida.
    Entre y me apoyé en la primera roca, mientras Miguel gritaba:
    -¡Cuidado, en el tercer "escalón" tienes que afirmarte!
    Efectivamente, me resbalé pero me agarró Daniel a quien miré. Su cara no se distinguía en la oscuridad y cada uno de nosotros prendió su linterna.
    Habían más momias por aquí y por allá, algunos con los ojos llorando lágrimas blancas lo que me hizo acordar de Pablo. Eso quería decir que tía Emily podría estar acá abajo.
    Más allá, un objeto que brillaba nos llamó la atención, y nos acercamos con cuidado.
    -Cuidado-dijo Harold.-Es uno de esos huevos.
    Efectivamente, uno huevo nacía desde la muralla natural, palpitando y burbujeando. No se veía a nadie atrapado en ella como sucedió con Pablo.
    -Pero necesitamos una muestra-dijo Miguel.
    Daniel dudó un segundo.
    -Está bien-fue lo que dijo-Toma una muestra.
    Miguel sacó un tubo de ensayo, donde guardaba un palito de madera. Con cuidado, ese cuidado que caracteriza a los científicos, hundió el palito de madera en el huevo que burbujeó con un poco más de fuerza y empezó a inflarse.
    -Atrás-dijo Daniel, tratando de mantener la calma.-Atrás.
    El huevo siguió inflándose. Miguel retrocedió.
    -Alúmbrenlo-dijo Harold.-La luz le hace daño.
    Apenas hicimos eso el huevo volvió a su normalidad, y empezó a deshacerse.
    -Vaya-dijo Miguel y lo que quedaba de huevo explotó y un trozo se roció en el rostro de Miguel. Todos nos empezamos a reír.
    -A ver, ven para acá-pidió Gabriel, sacando un pañuelo. Miguel también se reía. Gabriel empezó a limpiarle la cara sin parar de reír.
    -¿Ahora qué?-preguntó Daniel.-Parece que eso es...
    -Acá-dijo Martín que se había alejado investigando la cueva-Por acá hay otra bajada.
    Fuimos para allá y empezamos a bajar. Aquí y allá las momias descansaban en su sueño eterno. Parecía que nos estuvieran escoltando.
    -¡Mierda!-exclamó Martín, que iba a la cabecera
    -¿Qué?-pregunté.
    -Esto es un maldito altar.
    Llegamos, uno a uno y quedamos boquiabiertos mirando el altar que tenía dos asientos. En uno de ellos dormía tía Emily, muerta.
    -Eso quiere decir que la tía Emily que nosotros quisimos acabar es el ser que tomó su forma.-dedujo Miguel, rascándose la mejilla.
    -¿Te pasa algo?-le pregunté.
    -Siempre le he tenido alergia al huevo-me contestó Miguel y se rió.
    Harold se acercó a tía Emily para inspeccionarla. Estaba seca, la piel pegada al hueso y dos lágrimas blancas secas en sus mejillas.
    -Pero si tía Emily está acá ¿dónde demonios...?-pero Miguel no terminó la frase. Se le veía compungido, pálido, se retorcía-aaaaaaaaaa... aaaaaaa
    -¿Miguel?-Gabriel se acercó-¿Miguel?
    Nunca olvidaría la mirada que Miguel le ofreció a Gabriel. En esos ojos no estaba Miguel, sino que otra presencia maligna.
    -Conchesumadre-dijo Gabriel.
    Y todos vimos como la mano de Miguel atravesaba la espalda de Gabriel.
    Fue entonces que todos empezamos a gritar.

    TERCER CORO: EL EXPEDIENTE LAKE (X2)

    -Bien-dijo Gordon-Tenemos acá entonces el análisis final de los acontecimientos del huevo-¿Alguna pregunta?
    -Sí-levantó la mano Esteban-Bueno, no una pregunta como tal, sino una observación.
    -¿Cuál sería?
    -Bien, tenemos entonces que Tía Emily no fue replicada. Ya que según los datos indican que Tía Emily si era tía Emily al momento de ser "secuestrada", por decirlo de algún modo.
    -Así es-corroboró Gordon, el presidente de la directiva-.La encontraron sentada en unos tronos de mármol liso, muy bien construidos. Hasta el día de hoy ignoramos los materiales y herramientas que fueron usadas.
    -¿Alguien de aquí sabe lo que es un Arqueómetro?-preguntó Fernando.
    Todos miraron a Fernando, con su tez morena que parecía relucir.
    -Ni idea lo que es-contestó Esteban.
    -Yo... yo... s-s-s...-a Jonás se le veía nervioso, miró a Martín su hermano, quien mudo no pudo decir ninguna palabra.
    -El Arqueómetro-contestó Gordon-Es una pieza arqueológica de gran valor. Una herramienta de medición bastante compleja y exacta. Se dice que esconde todos los misterios de la ciencia y el universo. En algún punto de la historia esta pieza se partió en ocho y según se cuenta muchos la andan buscando.
    -¿Y eso que viene a cuento?-Preguntó Esteban.
    -Que si bien la cueva es en realidad el resultado de la caída de un meteorito de tamaño considerable, podemos deducir que los tronos de mármol hallados al interior representan una estructura construida siguiendo los parámetros de un arqueómetro.
    -Lo que quiere decir-apuntó Esteban.
    -Lo evidente ¿no?-contestó Gordon-Que estamos ante la presencia de un engendro del mal venido del espacio exterior.

    CATORCEAVA ESTROFA: LA SALIDA DE LA OSCURIDAD

    Nuestros gritos hicieron eco en la profundidad de la cueva, y Miguel, quien estaba "tomado" por una presencia extraña, se tapó las orejas y pareció desorientarse. Martín se dio cuenta de eso, me tomó de la mano, y corrió hacia la salida.
    Correr en un suelo pedregoso y húmedo no es nada fácil, y a tropezones y resbalos hicimos lo que pudimos por empezar a subir por las escalas naturales de roca y llegar arriba. No hubo ningún momento en que dejáramos de mirar atrás, y observamos que nadie nos seguía. Llegamos, por fin, a la salida y nos sentamos, exhaustos. Harold, Daniel, Martín, y yo. No pude evitar ponerme a llorar.
    -Tranquila, tranquila-Martín me acarició el brazo.-Todo estará bien.
    Harold miró a la mujer embarazada. Se había sentado al lado de ella y murmuró:
    -Ahora sabemos que hacen estos acá.
    -Pensé que eran momias de un pasado remoto-Dijo Martín-Todas esas historias de rituales eran pantalla para ocultar la verdad.
    -La verdad-Dijo Daniel-La verdad de que este sitio está plagado de presencia del espacio exterior.
    -Hey, mire-exclamó Harold.
    -¡Apártate!-le pedí yo.
    Una grieta se había dibujado en el abdomen de la mujer embarazada, y había empezado a emanar ese líquido blanco. Harold retrocedió, pero tropezó con el otro, también momificado.
    -Salgamos de acá-dijo Daniel.
    Y corrimos hacia la casa.
    Ese día el restaurant estaba atiborrado como siempre. La comitiva parecía ajena a todas las aventuras que habíamos vivido. Mi padre, que estaba ese día cuidando del local, me hizo una seña con el rostro, y fui para allá.
    -Miguel, papi-le dije-Esa cosa blanca que les sale. De algún modo entra en los cuerpos y los toma.
    -¿Me estás hablando de una usurpación de cuerpos, como esas películas de los cincuenta?
    -Sí papá. Suena raro, pero eso mató a Gabriel, y... la verdad es que extrañaré sus trinos y cómo llamaba a los pájaros-le abracé y lloré.
    Fue entonces que empezaron los gritos.
    -¿Que sucede allá afuera?
    Nos asomamos, y era Miguel que tenía levantada por los aires a uno de los de la comitiva. No era nadie que yo hubiera conocido, pero vi cómo le doblaba la cara, sonaban sus huesos y como le aplastaba la cabeza en el techo.
    PLAF
    Los sesos empezaron a escurrir y a resbalar por su espalda y botó el cuerpo al suelo.
    Fue cuando empezó la estampida.
    Miguel tomó una silla, quebró una de sus patas, y a diestra y siniestra empezó a clavar a los invitados. Un desdichado joven se topó con él, y Miguel no dudo en atravesarle el palo por la boca.
    -¿Dónde demonios dejé mi arma?-dijo mi padre, que salió en busca de ella.
    -¡Papá!
    El fuego.
    El fuego era su debilidad.
    Y estaba en la cocina.
    Saqué un rollo de nova, le prendí llamas de la cocina, y fui hacia Miguel.
    -Nunca me atraparas-dijo.-Primero tu tía. Uuuuu... tu tíaaaaaaa. Tenía un sabor exquisiiiiiiiiiiiiiitooooooo.
    -Pervertido-dije y le mostré la llama, tirándole fuego a su ropa.
    El líquido que provenía del huevo era altamente inflamable, por lo que quemó de inmediato.
    -¡Arde mierda! ¡Arde!
    Sus gritos llenaron toda la estancia y vi que su cuerpo empezaba a generar burbujas blancas.
    -¡Aléjense!-les pedí al resto de la comitiva-¡Aléjense!
    Vi a Martín, y fui en busca de él.
    -¿Dónde están los demás?
    -Mi hermano-musitó.
    -¿Tú hermano?
    -Jonás.
    -¿Tenía hermano? Nunca me dijiste...
    Y salió corriendo hacia Miguel.
    -¡Jonás! ¡Eso va a explotar!
    Vi como tomaba a un joven que parecía temblar, y huir por la puerta de salida. Al segundo, Miguel exploto, lanzando una lluvia blanca que manchó a un centenar de invitados.
    -Por la....dije.
    Al minutos todos ellos empezaron a rascarse, luego a convulsionarse y de pronto ya no eran ellos.
    A lo menos cien, la verdad llegué a contar cuarenta y cinco, pero eran muchos más.
    ¿Qué podía hacer?
    Prendí la espita del gas, y corrí. Lancé un fosforo, y me lancé fuera de la casa. Mientras huía vi como todo explotaba, como los escombros volaban en todas direcciones. Mi cuerpo fue expulsado por la fuerza de la explosión y vi que más allá estaban Daniel, Martín y Harold, que iban a mi encuentro y verificar si yo estaba bien.
    Cuando se percataron de que sí lo estaba, huimos. No todos habían muerto, muchos de "ellos" seguían en pie.
    Huimos.
    Y lloré.
    Lloré por mi padre, que había ido en busca de su arma y nunca más lo volví a ver.
    Lloré por las pérdidas, aquella gente que había venido solo por la atracción.
    Lloré por todos aquellos que ya no estaban con nosotros, y por todo aquello que venía en el futuro.
    Sobre todas las cosas, lloré porque me sentía pequeña ante una fuerza como la que nos enfrentábamos. Y lloré por lo incierto que era ahora el futuro.

    CUARTO CORO: CAMINO A LAGO DEL PLATA (X1)

    Llegaron, corriendo, a la carretera. Cristina, Martín, Jonás, Harold y Daniel. Daniel le tomó de la mano a Cristina, y así corrieron todo el sendero verde que subía hasta la carretera.
    Cristina y Daniel fueron los primeros en subir la cuesta que llevaba a la carretera, y descansaron exhaustos. Luego llegaron los otros.
    -Que cansada me siento-dijo Cristina.
    -Y yo-dijo Daniel-Nunca había vivido una cosa así. Esto es una locura.
    -Podríamos llegar hasta este lugar-dijo Martín, apuntando una señalética que decía:

    LAGO DEL PLATA
    500 KILOMETROS

    -Nos demoraremos-dijo Cristina.
    -Bueno, esta es una carretera ¿no?-apuntó Harold-No creo que vaya a demorar en pasar un auto.
    -Pero vayamos avanzando-sugirió Martín-¿Cierto Jonás?
    -S-s-s-í
    -¿Jonás?-le preguntó Martín
    -A-a-
    -¿Qué sucede?-preguntó Cristina, acercándose a Martín y a su hermano.
    -Está tartamudeando-dijo Martín-Él hablaba normal, él...
    -Yo-yo n-n-n- no pu-pu-de pude... pude evi---evi---evitarlo.
    -Supongo que no tartamudea si lo escribes-Cristina le pasó una hoja de papel que guardaba en sus pantalones. Su hermano Martín le pasó un lápiz.
    Jonás escribió:

    VI COMO LOS DEVORABA POR DENTRO. Y NO ES AGRADABLE.

    -Pero ya estamos a salvo, Jonás.-le acarició el pelo y sonrió.
    Partieron. No había tiempo que perder. A cada paso que daban, era un poco de aquella pesadilla que dejaban atrás. A cada paso que avanzan, la esperanza crecía dentro de ellos, esperanza que un vehículo pasara y los llevara a Lago del Plata y poder descansar de todo ese mal sueño.
    Sin embargo, ningún vehículo pasó.
    En aquel paraje lleno de cerros, y paredes rocosas no había mucho espacio para dormir, ni ningún sitio que les diera cobijo por lo que siguieron avanzando.
    Pero no podían mantener ese ritmo y el cansancio y la fatiga empezó a ser evidente en el equipo.
    -No hay mucho donde dormir-dijo Martín-Ni mucho donde protegerse.
    -Y yo tengo hambre-comentó Cristina.
    Daniel miró el cielo, esperanzado por ver un helicóptero, pero dudaba mucho que los viera.
    -Está amaneciendo-dijo Martín-Opino que nos sentemos en ese espacio boscoso que hay allá, a un par de metros-apuntó el lugar-y descansemos un poco.
    Fue lo que hicieron.
    El sueño pronto les invadió, y el cansancio los derrotó uno por uno quedándose dormidos y sin enterarse de nada hasta escuchar el sonido de un claxon.
    Daniel fue el primero en escucharlo, despertó, aun con el sueño y el cansancio presentes y vio un camión rojo.
    -Buenos Días Caminantes-saludó el camionero, con un brazo quemado por el sol asomando por la ventanilla.
    -Buen día tenga usted-le devolvió el saludo Daniel, restregándose los ojos, y despertando a los demás.-Queremos llegar a Lago del Plata. Estamos exhaustos y ya no damos más.
    -Está bien-dijo el chofer. Pero tendrán que ir atrás, en el conteiner.
    Se miraron, unos a otros.
    -Sólo llevo muebles para una mudanza.-les dijo el chofer.-Vamos, súbanse.
    El viaje fue silencioso. Aprovecharon de dormir, y todos los sueños fueron inquietos y oscuros. Pareciera que el viaje no fuera acabar nunca hasta que el vehículo frenó, las puertas se abrieron, y bajaron del camión.
    -Bien, este es Lago del Plata.-anunció el chofer. UN letrero decía precisamente: BIENVENIDOS A LAGO DEL PLATA. TRANQUILIDAD Y PAZ EN UN SOLO LUGAR.
    Y todos se quedaron maravillados por el paisaje, un lago a las faldas de un cerro agreste, donde pacían las llamas y bebían los cóndores.
    -Busquemos alojamiento, dejemos lo malo atrás-dijo Daniel.
    -Y lleguemos pronto a la civilización-dijo Martín-Quiero saber cómo está papá.
    -Ya llegaremos a eso-le contestó Daniel.
    Todos bajaron por las escaleras, caminando hacia la caseta que vigilaba el guardia.
    -Buen día-dijo el guardia-Sus identificaciones por favor.
    Cada uno de ellos le pasó la identificación, les revisaron las pertenencias, que no eran muchas, y los dejaron pasar.
    -Al fondo está Fernando Carlton, el dueño de estas cabañas-dijo el guardia-Él tiene las llaves. Hablen con él.
    Fernando Carlton resultó ser un viejo canoso bastante agradable que afirmaba su andar con un bastón. Les ofreció la mejor cabaña que tenían y fue en ese lugar, fresco y abrigado donde Daniel, Cristina, Martín, Jonás, Y Harold pasaron la noche por fin sin novedad alguna.



    QUINCEAVA ESTROFA: UNA VISITA INESPERADA

    En todo el trayecto desde que saliéramos de mi hogar, tomáramos viaje en el camión y llegáramos a esta cabaña no escribí una sola palabra en mi diario. No tenía fuerzas ni ganas para hacerlo. Había sido todo tan rápido. Había momentos en que me detenía a pensar en mi hogar, aquel hogar que me había visto crecer y que ya no estaba, y que ya no estaban ni mi padre, ni tía Emily. Jonás, el hermano de Martín, había empezado a tartamudear, por lo que decidí aplicarle un masaje. Estaba convencida que solo eran los nervios.
    Aplicaba el masaje sobre su pecho, cuando golpearon a la puerta.
    -Gordon-se presentó el hombre al otro lado de la puerta.-Gordon Meyer-me mostró su credencial-.De la División de Casos Extraordinarios.-una pausa-Sabemos que en los terrenos que circunda el restaurant que Usted, Carlos Lake y Emily administran sucedieron acontecimientos... ammm... fuera de lo común.
    Asentí.
    El hombre sacó una carpeta que decía EXPEDIENTE LAKE.
    -La hemos estado estudiando durante años-me dijo pasándome el expediente. Lo abrí, y adentro estaba todo, incluso el momento en que Tía Emily fue tomada por aquella fuerza sobrenatural.-No hemos visto a la criatura que pone estos huevos-me advirtió.-Y solicito toda su colaboración en este suceso. Tenemos la sospecha que su vida corre peligro.
    Le devolví el expediente.
    No podía negarme. Por otra parte, también necesitaba saber qué estaba ocurriendo. Y sobre todas las cosas, qué era esa criatura que había mencionado este tal Gordon, que agregó:
    -También, quisiera decirle que...

    QUINTO CORO: EL EXPEDIENTE LAKE (X3)

    -...que fui la última persona que vio con vida a Cristina Lake-terminó Gordon. Miró a cada uno de los presentes sentados a la mesa, analizando el expediente Lake.
    -Por lo menos sabemos que tenemos el permiso de ella en vida-afirmó Esteban.
    -Así es.-dijo Gordon-Pero ahora viene la parte que nos llama mucho la atención.
    Los presentes se miraron unos a otros. Martín y Jonás, se miraron también. Habían estado allí, lo habían vivido.
    -La Muerte de Cristina Lake-puntualizó Gordon.-Ese día en la cabaña yo...

    DIEZCISEISAVA ESTROFA: TE PRESENTAMOS A JULIA

    -...yo te presento a Julia.
    Apareció una mujer, pelo largo, caoba y grandes aros que olía a incienso y a hierbas medicinales.
    -Buena' tarde señora pe'
    -Buenas tardes-la saludé. Era extraña, y parecía ver signos y malos augurios en todas partes.
    -Soy Julia-se presentó ella, con una voz suave y melodiosa que invitaba a uno a escucharla atentamente y a creerle todo lo que decía-Soy vidente.
    -La hemos traído de la División de Casos Extraordinarios. Creemos que podría ser de ayuda-dijo Gordon.
    ¿Una vidente?
    Vaya, nunca pensé que fuera para tanto.
    -Le proporcionará protección y ayuda en los momentos de duda-me dijo Gordon.
    -Tu aura es morada-dijo de pronto Julia como para sí misma.
    -Bueno-.Continuó Gordon.-Es hora de marchar.-sonó su walkie talkie, y lo contestó:-¿Sí? ¿Encontraron a la criatura? Oh Dios.-se dirigió a mí-Tengo que irme. Encontramos a la criatura que pone esos huevos. Adiós y no se mueva de aquí.
    No nos movimos de aquí hasta julio de 1997
    Nos acompaña Julia, Ayleen, mi sobrina juega en el patio, y Marcos nos acompaña desde que vimos morir a la familia de Martín.
    Y la buena noticia, querido diario: he empezado a salir con Daniel.

    EL PRIMER BIS: EL PRIMER ENFRENTAMIENTO.

    A Gordon se le comunicó donde estaba la criatura, y todos quisieron ir. Llegaron, entonces al lugar que habían asignado como zona cero, que resultó ser una villa que habían abandonado con la sospecha de que la criatura estuviera allí
    agazapada en la oscuridad.
    Tres soldados preparados habían llegado al lugar y protegidos desde un bunker
    habían dejado a Cristina, Harold, Martin, Jonás y Daniel.
    Los soldados que inspeccionarían el lugar eran Marcos, Claudio, Patricio,
    el padre de Martín y su madre, Elena.
    -Pero papá-reclamó Martín.
    -Alguien tiene que hacerlo-dijo Patricio-Por culpa de esa criatura Jonás es tartamudo.
    Daremos venganza por él.
    Marcos, el que dirigía el grupo, les dijo que ya era hora de entrar en la zona
    oscura. Se adentraron y todo estaba vacío, las casas, las plazas, los juegos de niños. Un columpio se movía impulsado por la brisa. Las linternas que llevaban les quitaban brillos a las ventanas que parecían estar observándolos.
    -Cuidado, puede estar en cualquier lado-dijo Marcos.
    Y efectivamente así fue.
    Desde ninguna parte vieron como la criatura saltaba y se ponía tras ellos.
    Era casi humana, de color negro, ojos color plata y oro que brillaban y pestañeaban sin cesar. Una lengua bífida que siseaba y una cola en forma de cierra que se movía de aquí allá.
    -¡¡DISPAREN!!-ordenó Marcos. Los disparos se hicieron sonar y los ecos redoblaban en los oídos. La criatura empezó a zigzaguear acá y allá, esquivando todas las balas.
    -¡Qué rápido es!-se asombró Claudio. Vieron como la criatura daba un salto y quedaba a unos centímetros del bunker, donde unos ojos asustados, los ojos de Martín, lo miraban todo.
    -¡No permitiré que le hagas nada a mi hijo!-Exclamó Patricio y corrieron hacia donde estaba la criatura. Esta los vio y saltó hacia ellos, poniéndose a sus espaldas.
    Era muy ágil, y su color negro brillaba a la luz de las linternas. Sacó su lengua bífida siseando y moviendo la cola. Parpadeó. Claudio le apuntó y empezó a disparar.
    La criatura alzo sus manos, con tres garras cada una, y ante el asombro de los soldados, vieron como detenía cada una de las balas. La criatura se hizo impulsó y se tiró sobre Claudio. Era pesada, y tenía una fuerza sobrenatural. Claudio no logró distinguir sexo alguno en el monstruo, y no alcanzó a preguntarse por qué cuando de una mordida le arrancó el cuello y la sangre empezó a saltar en todas direcciones.
    Marcos vio como Claudio se retorcía de dolor, sin poder gritar ya que le habían zafado las cuerdas vocales junto con todo su cuello, hasta que dejó de moverse, muerto.
    Marcos empezó a disparar, mientras los otros hacían lo mismo. Pero la criatura era demasiado ágil, demasiado rápida, y detenía las balas con sus manos duras como rocas. Patricio vio que la criatura empezó a acercarse nuevamente al bunker.
    -No, no lo permitiré-dijo Patricio, y empezó a disparar. La criatura saltó hacia atrás, zigzagueo a izquierda y derecha, y se puso frente a él.-Sal de acá, engendro del mal-no alcanzó a disparar. La criatura se había puesto en cuatro patas, había alzado su cola en forma de sierra, y con un solo movimiento atravesó el abdomen de Patricio, que empezó a vomitar sangre por la boca.
    -NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO-empezó a gritar Martín. El grito
    atrajo a la criatura, pero Elena, la madre de Martín y Jonás, fue hacia allá, sin dejar de disparar. La criatura nuevamente se giró, zigzagueó, esquivando las balas
    mientras Martín no dejaba de gritar:
    NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    La criatura dio una vuelta, con la cola le rajó las palmas de sus manos, botando su arma y dejándola indefensa. Con sus garras tomó la cara de Elena, y cerró. La cara explotó bajo la presión y el cuerpo cayó inerte al suelo.
    NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    Martín no dejaba de gritar. Sus amigos trataban de sacarlo de allí, pero él se resistía.
    Se resistía.
    Se resistía.
    NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    De pronto sus gritos cesaron, pero Martín seguía con su boca emitiendo sonidos sin sonidos. Había gastado sus cuerdas vocales de tanto gritar.
    Marcos aprovechó que la criatura estaba dándole la espalda, y apretó el gatillo.
    La criatura no alcanzó esta vez a zigzaguear, la había pillado de sorpresa.
    Las balas atravesaron su espalda, haciendo saltar pus negro y líquido verdoso. Su cuerpo cayó al suelo, muerto.
    Marcos miró hacia atrás.
    Seis pares de ojos que brillaban en oro y plata, parpadearon.
    -Madre mía ¡Este lugar está infestado de esas cosas! ¡Salgamos de acá!-Marcos empezó a correr, tomó a los chicos, sacándolos del bunker, y subiéndose a la camioneta militar, huyeron del lugar, mientras más y más ojos empezaban a brillar desde la zona oscura.
    Al preguntarle a Martin como se sentía notaron que hablaba pero que ningún sonido salía de su boca. Y por más esfuerzo que hiciera nada salía de sus labios.
    Se dieron cuenta entonces que Martín había quedado mudo de por vida.

    EL SEGUNDO BIS: HACIA CIUDAD DORADA

    Gordon envió tropas hacia la villa abandonada. Tanques, aviones de guerra, todo un arsenal para la batalla final. Eran miles de esas criaturas que aparecían por todos lados. A Cristina Lake y sus amigos se les envió a la cabaña en Lago del Plata donde Julia los recibió.
    -Sabía que esto sucedería-dijo cuándo los dejó entrar. Se había quedado en la cabaña protegiéndola con olores de incienso, viendo las cartas y la borra del te.- Me lo dijeron las cartas-terminó-Ahora debemos huir a Ciudad Dorada, al Este de aquí.
    Marcos se ofreció para acompañarlos. Era bueno tener como compañía alguien que supiera estrategias militares y de sobrevivencia. Subieron, uno a uno al camión militar y antes de partir, Gordon apareció haciendo señas.
    -Voy a formar un grupo selecto de personas-dijo. -Y quiero que tu Jonás, y tu Martín, estén en ese grupo-pausa-Necesitamos gente que haya vivido en carne propia estos eventos que recopilamos en EL EXPEDIENTE LAKE ¿Tengo sus permisos?
    Ambos asintieron. Si su testimonio servía para que aquello no volviera a ocurrir, estaban felices de poder entregar datos y teorías al respecto.
    Partieron en el camión militar, dejando atrás a Gordon, y llegaron a Ciudad Esmeralda. Fue un viaje largo y agotador, pero la ciudad era agradable y una gran plaza adornaba el centro de la ciudad. Cristina noto el manzano que plantado en el centro de aquella plaza los invadía con su fragancia.
    -Es como volver a casa-musitó Cristina. Nadie la escuchó.
    En los televisores las noticias de la batalla contra las criaturas llenaban las pantallas y también los títulos de los diarios. Cristina se habituó a su nuevo hogar, y mirando su diario pensó que la última entrada que había escrito decía que había empezado a salir con Daniel.
    Harold se había puesto a formular ecuaciones, mientras que el resto hacía sus cosas cotidianas.
    -¿Qué haces?-le preguntó Cristina a Harold.
    -Creo que tengo la respuesta-contestó.

    EL ÚLTIMO BIS: SE CIERRA EL EXPEDIENTE

    Julio del año 2007

    -Bien-dijo Gordon-Eso es todo lo que hemos podido recopilar de los sucesos del año 1997.
    -Sin embargo-continuó Estaban, interrumpiendo a Gordon-No tenemos respuestas, solo preguntas.
    Martín pasó una hoja de papel escrita:
    HE PERDIDO LAS CONDICIONES DEL HABLA, PERO NO LAS CONDICIONES ESCRITAS
    -¿Tienes algo que agregar Martín?-le preguntó Gordon.
    EL chico asintió.
    EL OLOR DE LAS MANZANAS. ESO LES MOLESTA
    -Ya veo-se asombró Gordon-Siempre me pregunté cómo habíamos ganado la batalla.
    Harold, en sus ecuaciones, había descubierto la manera de acabar con esas criaturas.
    Y la respuesta era simple: el olor de las manzanas. Con fundamentos científicos y hechos concretos, Harold demostraba como la fragancia de las manzanas podía debilitar a esas cosas. Esos datos los entregó al jefe de la cuadrilla, allá por el año 1997, en plena batalla. Se había informado que las bajas eran considerables, y que acabar con la criatura se estaba poniendo difícil, así que Harold les dijo lo que tenían que hacer, y así lo hicieron.
    Gordon, al enterarse de estas noticias, sonrió.
    -Vaya, vaya ¿pero porque nadie me informó?
    -Nadie te informó, porque así estaba estipulado-contestó Esteban-Los altos ejecutivos pensaron que tu tiempo estaba agotado, que no podías contra esas cosas. Y tuvo que llegar un joven para solucionar el problema. Y tú, lo único que hacías era recopilar información para tu expediente.
    -Por supuesto-.exclamó Gordon-Necesitamos registros de lo ocurrido.
    -Bueno-dijo Esteban-¿No los tenemos ahora?
    -En eso tienes razón-dijo Gordon, resignado-Han pasado diez años, diez años de recopilación,
    de estudio, de libros escritos, de análisis de este estúpido diario.-Puso el diario de Cristina Lake en la mesa.-Y creo que ha llegado la hora de cerrar el expediente.
    -¿Cerrar el expediente dices?-se extrañó Esteban-¿Y la muerte de Cristina Lake?
    -Solo ella sabe cómo murió.-fue lo que contestó Gordon.-La muerte, esa vieja compañera que niega a abandonarnos ¿y sabes qué es lo peor?-Esteban negó-Lo peor es que pensamos que las cosas siempre le suceden al resto, lo peor es que pensamos que el otro puede enfermarse de cáncer si fuma demasiado, pero no nosotros, que el otro puede tener SIDA si no se cuida, y no nosotros. Y luego nos vemos cara a cara con la muerte y pensamos "¿por qué yo?" A veces pienso que Cristina Lake pensó eso en sus últimas horas de vida: ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? La muerte. La Poderosa Muerte. Puede ser hoy, mañana o pasado: todos nos vamos a morir.
    Se hizo el silencio.
    Jonás y Martín se abrazaron, sonriendo.
    Esteban se puso de pie.
    Gordon también hizo lo mismo.
    El último en irse fue Fernando, que tomó el expediente, y miró el diario de Cristina Lake por última vez.
    El Expediente Lake había finalizado.

    EPILOGO: LA MUERTE DE CRISTINA LAKE

    Llega a la hora indicada. Hace frío, pero eso no es impedimento para llegar a la misma banca de siempre, en el momento indicado. Se sienta y cruza las piernas, mira el celular para ver la hora, y lo busca con la mirada. Decide llamarlo, pero se arrepiente. A veces, en el amor, también hay que ceder.
    Saca su encendedor, cola un cigarro en la comisura de la boca, y lo prende. Si bien, hay personas caminando por la plaza, se siente sola, y abandonada.
    Y llega. Lo recibe con un abrazo y un beso.
    -Tengo que conversar contigo.-le dice Daniel.
    Algo intuye ella. Es algo malo. Tal vez el fin de todo.
    -Dímelo-le pide Cristina.
    -Han pasado cosas en mi vida. Cosas que... no sabría cómo explicarte. Pero, no puedo seguir con esto.
    -¿Cómo?- se aparta de él, lo mira como si fuera la primera vez que lo viera, allí, parado, blanco y tiznado.
    -Que no puedo seguir negando mis sentimientos. No puedo.
    -Pero... pero...
    -Ya no te amo-le dice-Mis verdaderos sentimientos guardan otro nombre.
    -¿Ella?
    -Sí. Ella.-le toma los hombros-Lo siento-Le dice.
    Él es blanco, lo sabe, pero ¿tan blanco?
    -Estás pálido.
    -No me he sentido bien últimamente.-le dice- No he podido dormir pensando en cómo reaccionarias.
    -¿Te pasa algo?
    Las cosas no están pasando como él quiere. Sin embargo, algo le está pasando... se siente... cálido.
    -Yo...-le dice-... yo...
    -¿Qué te pasa?-Cristina empieza a asustarse. Da un paso hacia atrás.-¿Qué te pasa? ¡No!... ¡No! ¡NOooOOOOOoooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!
     

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