Microrrelato [12 Deseos] El deseo malvado

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Esta es mi novena aportación para la actividad "12 Deseos" de @Pire . ¡Muchas gracias por leer!

EL DESEO MALVADO​

“Deseo que se muera el vecino que tiene siempre la música a tope por la mañana.”


Ni en año nuevo puede dormir uno tranquilo. Las diez de la mañana y ya está el vecino con la música a tope. Pero claro, dile tú algo, que el muy listo siempre te dice que esas no son horas para dormir. Vale, perfecto, me parece guay que él se levante temprano, pero yo no tengo por qué hacerlo, no, porque cada uno debe respetar el modo de vida de los otros, a ver si toma nota, porque él no lo hace en absoluto.

Voy a prepararme unos cereales. Espera, ¿qué es ese humo que sale por debajo de la puerta de la habitación? ¡Oh Dios mío! ¡Creo que se me está incendiando la casa!

Abro inmediatamente la puerta de la habitación y veo el fuego en el pasillo. ¿Qué demonios? Escucho golpes en la puerta de la entrada.

—¡¿Qué es ese humo?! ¿Estás bien? —mi vecino está al otro lado.

—¡Sí! ¡Estoy bien pero estoy atrapado! ¡Llama a los bomberos!

—Ya están de camino, apártate de la puerta, voy a intentar derribarla.

—¡No! ¡No hay por qué! ¡Tengo unas llaves de repuesto debajo del felpudo!

Envuelto en una manta veo como entra el vecino y llega hasta donde estoy yo. Esto parece una de esas películas de acción.

—¿Querías salir en las noticias o qué? ¿No ves que ya es demasiado típico lo de los incendios en año nuevo?

No puedo evitar sonreír aunque estemos en medio de esa locura.

Las llamas se vuelven más altas y ahora nos bloquean completamente la puerta de entrada.

—¿Qué hacemos? —le pregunto.

—Solamente esperar a los bomberos y rezar por no morir intoxicados.

—No tenías por qué haber entrado, ahora estás tú también en peligro.

—¡Bobadas! Tenía que intentar salvarte, no iba a permitir que te churruscases.

Era valiente, pero no había servido de mucho. Solo para ponerse en riesgo él, pero no me iba a quejar, no de que me intentase ayudar, eso no era un comportamiento demasiado inteligente.

Nos sentamos los dos en la cama en mi habitación y nos ponemos unos retazos cubriendo la boca y la nariz para evitar inhalar humo.

—Vaya, siempre me habías parecido un idiota con ganas de tocar la moral con la música y mírate, aquí arriesgando tu vida por mí —le digo casi sin pensar.

—Tranquilo, yo siempre había pensado que eras un vago y bueno, mírame aquí.

Nos reímos no sin esfuerzo, el humo es cada vez más negro.

—Después de esto me compraré un extintor.

—Sería una buena idea, sí.

Pasan los minutos y no llega ayuda. Veo como mi vecino pierde la consciencia. Temo por su vida y lentamente noto como la mía propia se desvanece... Es el fin, el fin para los dos.

A lo lejos se escucha la sirena del camión de bomberos, pero ya es tarde.