El deseo de Halloween

Es una historia que escribí hace unos minutos por tarea para mi clase de dibujo ya que haremos un comic con él. Espero que les guste tanto como a mi, disculpen si hay faltas de ortografía.​

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El deseo de Halloween​

Era 31 de Octubre. En una granja alejada del bullicio de la ciudad se observaba al dueño del lugar guardar sus cosas dentro del cobertizo, ya que era de noche y hacía un viento helado que calaba hasta los huesos. Fijó su mirada a sus cosechas a lo lejos, sintiéndose orgulloso de ellas y de todo su trabajo para finalmente entrar a su acogedora casa junto a la chimenea con su esposa e hija.

Era un lugar tranquilo dentro de la casa, se respiraba un ambiente de tranquilidad y felicidad, la familia se preparaba para salir a la ciudad para celebrar Halloween con su demás familia. Aunque no se sentía el mismo ambiente en el maizal, sí, el maizal. Se apreciaba colgando en un poste de madera un muñeco sucio y algo raido, un espantapájaros con la cabeza en forma de calabaza, la mirada de esta se veía aterradora, pero luego el muñeco cobra vida cambiando su semblante a uno triste, miraba a lo lejos a aquella familia que salía en su auto a celebrar ese día tan preciado para él.

Se sentía atado a ese lugar, todos los días haciendo lo mismo sin recibir nada a cambio, miraba al cielo observando a las aves volar sobre su cabeza naranja y soñaba con ser libre y volar como ellos, soñaba con celebrar ese día, porque sentía que su destino no era ser un espantapájaros. Muchas veces se imaginaba así mismo en otras formas, un vampiro no igual a los conocidos, sino uno especial, con la cabeza de calabaza como él, o un hombre lobo, un fantasma o algo que le ayudara asustar a la gente, no lo haría por maldad, sino por diversión.

Suspiró resignado fijando su mirada al suelo cuando de pronto oye un ruido detrás de él, asustándolo en el acto, ¡era un espantapájaros! ¡No tenía porque asustarse! Quizá sea algún pájaro de nuevo, debía admitir que ya estaba harto de ellos. Al voltear mira atónito lo que yace delante de él, con pose erguida y orgullosa, con aquella mirada roja y rostro arrugado ¡una bruja! Que volaba sobre una escoba vieja, la risa de aquella bruja resonó en el lugar, era una risa de burla, llena de sarcasmo y en su mirada se notaba que no venía por casualidad. Una bruja, ahí, para que una apareciera delante de otro así dejándose ver era porque en realidad quería algo.

Aunque no estaba seguro de querer saber que era lo que quería.

—Te propongo un trato, espantapájaros —le dijo la mujer con una voz aguda.

—¿Porqué iba yo a querer hacer un trato con alguien como tú? —contestó seguro de sí mismo.

—¡Oh vamos querido! —Rió ella acercándose más—. Sé que siempre has querido ser libre, y yo solo quiero ayudarte a realizar ese sueño.

—¿Porqué? —preguntó inseguro.

—¡Soy una buena bruja! —le insistió—. Hoy me siento benévola.

—¿Qué tipo de trato? —titubeó el espantapájaros.

—Te liberaré de tu prisión —comenzó riéndose extrañamente—. Te cambiaré a la forma que tú desees ser, es todo, no hay truco.

El espantapájaros al escucharla comenzó a alegrarse dentro de sí mismo. ¡Sería libre si aceptaba!, aunque se arriesgaba a caer en algún truco, ¿Pero la libertad que siempre soñó durante 60 años lo valía? ¡No importaba ya, se arriesgaría!

—Acepto —contestó mirándola—. Aunque no entiendo que ganará usted.

La bruja haciendo caso omiso a la pregunta, comenzó con un hechizo acercándose al muñeco de paja, la risa aumentaba mientras que el espantapájaros comenzaba a sentirse extraño. De pronto una luz invadió el maizal y al irse apagando aquella luz, el muñeco de paja viejo había desaparecido, para dar lugar a un cuervo gigante. Era un ave negra gigante, con ojos carmesí y un pico muy puntiagudo, las alas eran enormes algunas de sus plumas eran de una tonalidad azul, mientras que las más alejadas tenían una tonalidad violeta. Dentro de su pico, la lengua era extraña, encima de ella había pequeños dientes como cuchillas. Era un ave increíblemente aterradora.

El antiguo muñeco de paja, comenzó a reírse de manera estrepitosa, celebrando su libertad, sin darle tiempo a la bruja de explicar lo que quería a cambio, salió volando rápidamente hacía la ciudad. La anciana en vez de enojarse comenzó a reírse con una mirada aterrorizante y burlona. Se subió a su escoba y fue siguiendo al ave, para ver a lo lejos como ahuyentaba a la gente y se comía a los niños, haciendo un ruido horroroso.

Las horas pasaban, eran las 2:57 am y la bruja ya no podía esperar a que dieran las 3:00 am, miraba cada segundo aquél reloj de la torre y al ver que su éxito estaba cerca, se reía más estrepitosamente.

A un minuto antes de la hora, el ave miraba su “obra” para luego arrepentirse al ver a una pequeña niña llorar por su madre muerta. Cuando de pronto sintió un jalón dentro de sí mismo, como sintiendo que algo le era arrebatado. En otro punto la bruja inhalaba el alma del ave arrepentida de sus acciones, se veía un hilo casi transparente salir del pico de este para entrar en la boca de la bruja. Las tres de la mañana, el ave se había desvanecido en una tormenta de plumas, había muerto sintiéndose culpable.

La bruja miró la escena con una extraña mirada en ella. Sería, sin aquella risa burlona de siempre. Habló para fallecido espantapájaros como si supiera que la estaba escuchando.

—Era una prueba que me pidieron ponerte —comenzó ella—. Si hacías cosas nobles durante el trato, te quedarías libre para siempre, pero como no lo hiciste, como pago tu alma es mía y quedará vagando en el inframundo por tus malas acciones.

FIN​