One-shot El club de favores [Kakeru & Verónica | Gakkou Roleplay]

Nota de Autor: esta es una escena que tenía planeado dibujar en unas viñetas, onda 4Koma, pero sigo siendo un pajerovsky que nunca se sienta a hacer cosas de dibujo, hay como una fuerza invisible que me frena (?). Y como no me gusta tener ideas revoloteando por tanto tiempo dentro mío, se me ocurrió la alternativa de escribirla. Así que agarré y redacté esto de un tirón (con las posteriores correcciones y ajustes, obvio). ¡Qué satisfacción sacarlo a la luz por fin, DIOS!

Belu, si leés esto: te pido disculpas por posible OoC y/o pifias argumentales (?)

Sin más, adelante fic

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—Fuji…

La voz de Verónica lo alcanzó, convertida en un murmullo a punto de perderse en la brisa que recorría el patio norte. Kakeru se giró hacia ella con una sonrisa serena.

—¿Qué pasa, Shiro-chan?

La chica no respondió al instante. Acomodó su posición sobre el césped para sentarse sobre las rodillas, en donde removió las manos mientras clavaba en él su mirada azul. Resultaba extraño verla así: ahora que lo pensaba, era la primera vez que en su semblante no había un asomo de su sonrisa. Alzó las cejas con curiosidad.

—Me enteré de que liderabas un “club de favores”.

Una nube engulló el sol entre sus lùgubres grises. Todo rastro de luz se esfumó del patio de la academia para dar lugar a una inmensa sombra. Ésta reptó entre las hebras de césped. La oscuridad lo rodeó como una serpiente constrictora, subió hasta la mirada de Verónica para convertir el color de sus ojos en una fosa marítima, indescifrable, frente a la que sintió que se iba a hundir.

Su estómago se contrajo por la fuerza de los nervios y la pesadez de la angustia. La mente se le nubló en una serie de pensamientos inconexos. ¿Había escuchado bien? Sí, la oyó con claridad. ¿Se refería exactamente a eso? ¿No era una casualidad? No, no se trataba de una coincidencia. ¿Qué estaría pensando Verónica? ¿Lo había invitado a almorzar para eso? ¿Cómo se enteró? Ella hablaba con mucha gente, no dejaba de moverse por la academia, tal vez oyó algo. ¿O alguien se lo dijo? Hablaba con mucha gente. ¿Anna? ¿Kou? ¿Alguien de afuera, cómo se enteró, que debía decir? Si evitaba la conversación iba a ponerse peor no quería ser cortante con ella pero tenía miedo cómo se enteróQuiénselodijoQuiénQuiénCómo…

Bajó la cabeza y cerró los ojos con algo de fuerza… No se atrevía a mirarla a la cara.

—Eso… es cosa del pasado…

Sintió un pinchazo de culpa al decir aquello. Empezó a juguetear con un pliegue de su pantalón, visiblemente nervioso.

—¿De verdad? —dijo Verónica con un tono suave muy inusual— Es que yo… quería pedirte un favor...

Alzó la vista, incrédulo. La chica ya no se mostraba inquieta como al principio, pero su rostro seguía esgrimiendo la misma seriedad del comienzo. En sus ojos oscurecidos había una resolución tan fuerte, que le hizo tragar saliva. ¿Había escuchado bien? ¿De verdad se estaba refiriendo exactamente a eso? ¿Una chica como ella, pidiendo ese tipo de cosas? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Contra quién? No podía hacerlo, no quería involucrarla en sus mierdas, debía hallar la forma de alejarla sin ser brusco, el miedo lo atenazaba, las sombras empezaban a apretar hasta dolerle no quería estar en esa situación deseaba escapar pero no quería alejarla ni perderloquehabíanhechojuntos nonononoporfavorno.

—Verónica, no debes…

—Por favor—atajó Maxwell con voz firme—, es algo serio. De verdad necesito que me ayudes.

Seguía sin terminar de procesar el giro que había tomado aquel receso, pero aún así… Negarse no serviría, ¿verdad? Conocía bien a Verónica: nada la detendría, sólo lograría que insistiera más. Ella era así. Cuando tenía un objetivo por delante, luchaba sin cansarse hasta cumplirlo. Como lo del club de judo… Y ahora… Aunque por nada del mundo deseaba volver a los hechos de su escuela anterior… Verónica le había dicho que lo necesitaba. Ahora, era incapaz de decirle que no. Siempre la había apoyado. No le daba el corazón para abandonarla, sea lo fuera que la llevase a la desesperación de pedirle un “favor”.

—Lo haré sólo por que me lo pides tú… —respondió con seriedad; miró hacia los alrededores en busca de oídos indiscretos, antes de seguir hablando— ¿De qué se trata…?

Verónica asintió, su postura se relajó de inmediato al recibir su respuesta. Pudo notar cómo su pecho se llenaba de aire, lista para revelarle su asunto. La chica, sin decir una palabra, se acercó hacia él para envolver una de sus manos entre las suyas. Él se dejó llevar, era algo que siempre hacían. Coló sus dedos entre los de la mano de abajo y apretó ligeramente, para hacerle entender que no estaba sola.

Se miraron a los ojos. El bronce ennegrecido frente a la profunda fosa del océano.

—¿Podrías hacerme el favor de nunca dejar de ser así de lindo conmigo?

La luz volvió a encenderse a su alrededor, cuando la nube frente al sol terminó de apartarse. Kakeru entrecerró los ojos por el repentino brillo que lo encandiló. Cuando logró enfocar la vista a los pocos segundos, se encontró de frente con la sonrisa de Verónica. Su expresión radiante de siempre. El azul de sus ojos era más vivaz, ahora se veían como mares de olas traviesas. Al verla así, se sintió completamente fuera de eje y su cerebro procesó las palabras dichas, que no tardaron en dejarlo atónito. Abrió la boca para decir algo pero… las palabras no acudieron, no las encontraba. En cambio, un intenso calor subió a sus mejillas, y él sabía bien que no se debía al sol. Bajó el rostro, pero su mano se afirmó entre las de Verónica.

Empezó a reír por lo bajo.

—Será sencillo de cumplir, Shiro-chan.

Cada latido que sacudía su pecho traía consigo una carga de emociones dispares. Pero, sobre todo, sentía alivio. Mucho alivio. Nunca sabría por qué Verónica conocía la existencia del club de favores, pero al parecer no había profundizado al respecto, ni comprendido su real significado. Y era mejor así.