One-shot El Cartucho Perdido [Contra] (CreepyGaming)

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Luncheon Ticket, 2 Octubre 2020.

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    Luncheon Ticket

    Luncheon Ticket THE BE(a)ST

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    Escritor
    Título:
    El Cartucho Perdido [Contra] (CreepyGaming)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2330
    Sitio: Foros DZ
    Subforo: Videojuegos
    Tema: Contra - Blast Soldiers
    Usuario: Kunio-kun79
    Publicado el: 31 de octubre de 2011, a las 22:17 PM



    Antes que nada, quisiera aclarar tres cosas. La primera, que este mismo tema bien podría ser lo que se dice un repost, puesto que ya abrí un hilo similar hace unos cuantos años por aquí (más adelante daré varios detalles al respecto) y preferí volver a tocar este tópico porque desde ese entonces he descubierto algunas cosas interesantes, y con el agregado de que dicho post fue borrado extrañamente hace tiempo. La segunda, que de antemano les aviso que este relato podrá ser un tanto extenso (si he de contarles esto, he de hacerlo bien), así que si son de los que prefieren evitar las lecturas prolongadas o los que se empeñan en responder el típico “mucho texto”, pues pasen de largo. La tercera y última, procederé a señalar que el cartucho en cuestión lo arrojé en un contenedor de basura que estaba a unas cuantas calles de mi casa poco después de haber sucedido lo que les relataré, así que no he vuelto a saber nada del juego y por lo tanto es prácticamente imposible que pueda adjuntar fotos del mismo y, muchísimo menos, hacer un proceso de dumpeo de la ROM. No insistan en pedidos innecesarios, físicamente el título ya no existe y solo quedó de él lo poco que puedo recordar. Ojalá el temor no me hubiera ganado en ese instante, de esa manera el día de hoy tendría entre mis manos una pieza rara (cuyo valor sería considerable, cuanto menos) y una forma contundente de demostrar la veracidad de lo que me tocó vivir junto a mi hermano.

    El año era 1993, en verano. Faltaba poco más de una semana para la navidad. En esa época yo tenía 14 años y mi hermano menor tenía unos 8 años. Mi familia era muy humilde y no contábamos con todos los lujos, pero pese a eso, vivíamos muy tranquilos. Resulta ser que uno de mis tíos, quien tenía un mejor pasar económico, había viajado a Estados Unidos desde hacía unas cuantas semanas para celebrar las fiestas allá. Era alguien que nos guardaba cierto afecto, por lo que no nos extrañó que al tiempo nos enviase una caja envuelta en papel de regalo con una nota escrita en puño y letra donde se indicaba que el obsequio era tanto para mi hermanito como para mí. Mis padres apreciaron el gesto, ni qué decir mi hermano menor. A mí francamente me daba igual, a esa edad empezaba a tener otros intereses, además de que había dejado de ser un niño impresionable como lo fuera en el pasado. El mocoso estaba terriblemente ansioso, quería abrir el presente cuanto antes, no podía esperar a la mañana del 25 de diciembre. Papá lo dejó ser, otorgándole la venia para que tuviese una navidad anticipada. El niño pegó un grito de alegría al descubrir que el regalo se trataba de una flamante Super Nintendo, la cual apenas si se podía conseguir en nuestro país.

    Tuve que aguantar sus saltitos entusiastas y sus reiteradas solicitudes para que le ayudase a conectar el aparato al televisor. No podía culparlo, era como verme a mí mismo cuando tenía su edad y disfrutaba de mi primera consola, una Family (una clon de la NES); la cual se lo dejé a él hacía uno o dos años, quien terminó por descomponerlo debido a sus descuidos. Después de encender el dispositivo, él probó el primer juego, una copia del Super Mario World. Debo admitir que me impresioné un poco por los gráficos, y que hasta me dieron ganas de jugar una partida, pero le dejé el disfrute exclusivamente a él. El pack era completo, incluía la consola, el cable de AV con el del transformador, dos mandos y dos juegos. Aunque en la caja se especificaba que la cantidad de cartuchos incluidos era de uno solo. Eso me pareció extraño, pero no le di mayor importancia. Lo mismo con el aspecto del segundo cartucho, el cual tenía un papel blanco en lugar de la carátula, con un texto en negrita donde ponía el nombre del juego (Contra: Blast Soldiers), y unos cuantos números y letras que se notaban como un código bastante largo. Insisto, en su momento no me preocuparon tales minucias. Los días transcurrían y mi hermano se pasaba unas cuantas horas por jornada recorriendo el Reino Champiñón acompañando a Mario y a Yoshi en sus aventuras, hasta que lentamente empezó a aburrirse.

    Convengamos que su habilidad no era tan considerable. Llegó el turno de probar el otro cartucho. Hubo ocasiones en las que lo vi jugar, se trataba de un juego de scroll lateral con disparos, tal cual lo era el primer Contra (el cual yo también conocía perfectamente). Lo llamativo en este cartucho, además de lo ya dicho sobre su carátula y su título, era que la mejora de los gráficos, el sonido y la jugabilidad no era tan sustancial a primera vista, no mucho mejor de lo que ya había visto en la NES. Ni remotamente se podría comparar a la evolución entre los juegos de Mario en su salto de 8 a 16 bits. Mi hermano lo jugaba frecuentemente, sin poder avanzar más allá del segundo nivel. Muchas veces me pidió que interviniera para acompañarlo (era para dos jugadores), pero no le hacía caso. Hasta una desgraciada tarde en el que nuestros padres fueron a visitar a unos amigos y nos habíamos quedado solos en la casa. Admito que no tenía nada mejor que hacer y cedí (otra vez) a sus solicitudes. La pantalla principal ya me despertaba ligeras sospechas, parecía haber sido hecha casi sin ganas, los colores y el acabado no eran tan buenos. Sin mencionar el menú, donde solo se leía “1P game” y “2P game”. No había opciones para ajustar la dificultad ni otros apartados. Daba igual, escogí ser el jugador uno y él, el jugador dos. Sin saberlo, sería una de las peores tardes que me tocaría vivir desde que tengo memoria, y en buena parte, actualmente me arrepiento mucho de ello.

    Comenzamos a jugar, las mecánicas eran simples (disparar, moverse, saltar) y la primera etapa, en efecto, era muy fácil de superar. Llegamos al segundo nivel y gracias a que esta vez éramos dos, no nos costó tanto acabarlo. Los problemas empezaron a partir del tercer nivel. La dificultad aumentaba significativamente y el juego iba poniéndose paulatinamente más oscuro. La apariencia colorida iba decreciendo a tonalidades negras, rojas y grises. Los gráficos pixelados comenzaban a demostrar más brutalidad o violencia. Si antes los enemigos desaparecían en una estela de luz al ser derrotados, ahora sus cuerpos eran decapitados, desmembrados o estallaban en un charco de sangre de acuerdo al tipo de ataque empleado en ellos. El nivel no tenía una música o melodía de fondo como en los anteriores, en su lugar había largos momentos de silencio que solo eran interrumpidos por los gritos de los antagonistas, los cuales eran lastimeros y tristes. Sonaba como si una persona estuviese siendo torturada. Mi hermano empezó a sentirse incómodo. Yo estaba algo extrañado. La experiencia fue incluso peor al empezar el cuarto nivel. Había mensajes desconcertantes que pude interpretar gracias a que tenía un aceptable conocimiento del idioma inglés. “You’re dead inside?”, “Commit suicide”, “Kill yourself”, “No hope”, entre otras leyendas que se leían en carteles o grafitadas sobre algunas paredes.

    Mi hermano me preguntó qué significaban, como acostumbraba hacerlo en tales casos, pero yo no quise responderle. Me di cuenta que progresivamente su entusiasmo decaía, jugaba con desgano. Hubo una instancia durante el quinto nivel en el que le invadió la angustia, ya que su personaje moría una y otra vez, sin importar lo que hiciera. Sin que ningún proyectil enemigo le tocase, el personaje desaparecía en una explosión de sangre y vísceras. A veces no respondía sus comandos a tiempo o hacía lo contrario a lo que el joystick le ordenaba. Luego de unos cuantos minutos se quedó sin ninguna vida disponible. Él, a pesar de que esto se pudiera considerar como una trivialidad, ya estaba asustándose sobremanera. Presioné el botón de pausa, pero éste no tenía efecto. Solté mi mando y tomé la decisión de acabar la sesión de una vez, cuando los dos nos percatamos de que el juego seguía por sí mismo. Sin que nadie lo controlase, mi personaje continuaba disparando a sus enemigos, acabando con ellos de manera despiadada. Era como si en medio de la partida pasase a un modo demo o automático. Los gritos y alaridos se multiplicaban tanto, que parecían ser provenientes de una multitud de gente siendo vejada de forma cruel e inhumana. A tal punto aumentaban en ritmo y volumen, que se volvía un sonido horrible e inquietante. Los dos nos quedamos atónitos, sin saber qué decir o hacer, incluso sentí que mi hermano temblaba.

    Mi personaje aniquiló al boss del nivel en cuestión de unos pocos segundos, y a continuación apareció en la pantalla la foto pixelada de un individuo con las extremidades mutiladas y los órganos expuestos. Apenas si se podía distinguir que se trataba de un ser humano, o lo que alguna vez fuera un ser humano. Aquella imagen estaba acompañada de unas palabras pertenecientes a un idioma o lenguaje desconocido y que eran recitadas por una voz muy grave y sumamente distorsionada. Mi hermano venció su parálisis y salió corriendo, mientras se largaba a llorar. Con la frente llena de sudor y un poco azorado, apagué la videoconsola y me quedé largo rato en silencio, permanecí totalmente cohibido. No podía entender cómo es que existía un juego así, tan horrendo, tan atroz. Después tomé una decisión, y casi sin pensarlo más, extraje el cartucho y lo guardé en mi bolsillo. Salí de mi casa a paso apresurado y al volver, ya me había deshecho del juego. No quería tener que saber nada de un videojuego como ese. Mi hermano, por fortuna, se recuperó del shock un par de días después. Al enterarse de lo que hice con el cartucho, se alivió. En cuanto a la consola, es obvio que desde esa maldita sesión jamás quiso volver a usarla, y le comprendí. Yo tampoco tenía ganas de seguir usándola. La guardé en su caja para dejarlo al fondo de uno de nuestros armarios. Desde ese día no volvimos a hablar de ello. Nuestros padres alguna que otra vez nos preguntaron por qué no jugábamos más a los videojuegos, pero simplemente respondíamos con el ademán de mirar a otro lado para demostrar indiferencia o levantando los hombros, indicando que nos daba lo mismo.

    Pasaron los años, hicimos nuestras vidas y dejamos la casa. Mi hermano viajó a otro país para cursar sus estudios y yo conseguí un buen empleo en otra ciudad. De vez en cuando visitábamos a nuestros progenitores, hasta que en una ocasión decidieron mudarse. Al ayudarles a empacar, descubrí la caja donde estaba la consola, y recordé de repente esa infame experiencia. Sentí una inusitada curiosidad por saber de dónde diablos había salido ese juego infernal y me lancé a investigarlo. Era mediados de 2007 y por suerte contaba con una herramienta inmejorable: la internet. Hice algunas búsquedas y me di cuenta que el título nunca había sido lanzado. Solo aparecían páginas y fotos con capturas del Contra original, su secuela, Super C, el The Alien Wars y hasta el Hard Corps para Sega Genesis, entre tantos otros. Pero del mentado “Blast Soldiers”, nada en absoluto. Lo siguiente fue comunicarme con Nintendo of America, y pese a lo que me había costado, nadie había oído jamás de ese juego ni figuraba en el catálogo oficial. Hice lo mismo con la filial americana de Konami, la desarrolladora, pero fue igual de infructífero. Hasta me dispuse a contactar a sus casas matrices de Japón, aunque de nuevo fue inútil. Para todos ellos, ese juego era una especie de invención mía, no existía. Nadie había oído hablar de él hasta el momento de mis consultas.

    Aproximadamente unos meses más tarde, abrí un hilo en este foro para preguntar si alguien lo conocía o había escuchado algo al respecto. Y nada. Muchos lo tomaron como una especie de leyenda urbana pretenciosa o rebuscada. Hasta hubo algún usuario que tildó mi anécdota de ser un cliché cuyo único propósito era el de imitar a otras historias oscuras y misteriosas que había sueltas por la web. No me di por vencido y seguí indagando. Por fortuna me topé con personas que sí me tomaron en serio y quienes me dijeron que lo que me ocurrió era perfectamente entendible, porque en los ‘90s ya había una buena cantidad de desarrolladores piratas independientes y anónimos cuyos hacks o bootlegs pululaban por los mercados de distintos países, inclusive en Estados Unidos. La sola existencia de, por ejemplo, Hong Kong ’97 no desestimaba el hecho de que “Contra: Blast Soldiers” fuera programado alguna vez para, a continuación, ser puesto dentro de una caja por un oportunista. Sin mencionar que por estos años han surgido miles de casos en los que se han descubierto juegos o programas de dudosa procedencia y calidad. Pero, ¿por quién o quiénes fue creado el juego que tanto nos impactó a mi hermano y a mí? Y lo más importante, ¿con qué propósito? ¿Solo se hizo con la finalidad de impresionar a algunos jóvenes incautos? ¿Habrá otro motivo o mensaje detrás? A partir de esto, ignoro si algún día ubicaré a alguien que también lo haya conocido o, lo que es aún más preocupante, si llegaré a la conclusión indiscutible de que todas esas otras historias tenebrosas sobre hechos personales que aparentan ser ficticias serían, como en mi propio caso, reales.
     
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    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Bueno, no soy fan de los videojuegos y ciertamente soy bastante pésima para jugar, además de no tener un amplio catálogo sobre los mismos, razón por la cual mi participación en esta parte del foro es verdaderamente nula.

    Pero tu historia tuvo sus tintes bastante interesantes en esa premisa... ¿este juego llegó a existir o sólo fue producto de la imaginación de alguien que únicamente pretendía crear suspense entre los gamers asiduos? ¿Y quién lo hizo llegar a manos del narrador? Realmente para pensarse, y me hizo recordar algún capítulo de "Psyco Pass" en donde la gente mataba a otras personas a través de un videojuego en línea sin que supieran lo que en realidad estaban haciendo; menuda alteración de los Psyco pass cuando se enteraron del hecho, y ya todos eran candidatos a ser eliminados por potenciales criminales.

    Sin lugar a dudas un buen creppy, gracias por compartir tu talento
     
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    Luncheon Ticket

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    ¡Ey, Coronel! Se agradece y valora que te hayas pasado.
    Pese a que no eres una jugadora frecuente, lo bueno de esta actividad es que los creepypastas abarcan un montón de conceptos reconocibles (series, películas, libros, etc), lo que hace que la reacción que se busca generar en el lector es la misma en todas ellas.
    Además, reconozco que este relato toma prestado elementos de las historias más afamadas y reconocidas de este medio (Ben Drowned, Polybius, entre otros), por lo que aposté más por la narración o ambientación, y se me hace que el resultado ha quedado... bien.
    ¿Hay un segmento o trama tan interesante en Psycho Pass?
    Podría probar ver esa serie más adelante.
    XD
     
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