One-shot de Inuyasha - El bosque de los lamentos.

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Mikura, 19 Mayo 2015.

  1.  
    Mikura

    Mikura Usuario VIP

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    Título:
    El bosque de los lamentos.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3993
    Okey, acá entregando supeeer tarde, espero que les guste porque la verad no pude sentarme como de verdad queria en la pc y escribir. Ojalá y haya quedado algo desente para sus ojos. Me disuclpo si se los hago sangrar T_T
    igual espero que les guste.



    El bosque de los lamentos




    Corría desesperadamente, tratando de huir del peligro inminente, y rogando a buda, que por favor sus amigos estuvieran con bien.

    Pequeñas lagrimas surcaban por sus mejillas, impidiéndole ver con claridad por donde pisaba tan precipitadamente. Su corazón corría a mil por hora, sentía que su cuerpo pronto se desvanecería por estar huyendo por tanto tiempo.

    “Pero si todo parecía tan tranquilo” pensaba mientras huía de aquella amenaza.

    ¿Cómo había llegado a tales extremos? ¿Cómo fue posible que él y ella no se percataran a tiempo? Simplemente parecía una batalla de nunca acabar.

    ***

    Había amanecido y todos se disponían a alcanzar la meta que los unía, “vencer a Naraku” Parecía un día normal sí, pero a diferencia de nuestro grupo de viajeros, el enemigo nunca bajó la guardia.

    Sí él se había hecho más fuerte, más cauteloso, e ingenioso. Tanto que había hecho miles de experimentos con miles de youkais, espíritus malignos, humanos e híbridos usando los poderes de aquella valiosa perla. ¿Qué planeaba? ¿Cuál era su objetivo?

    Él se encontraba en sus aposentos, arrecostado en una de las esquinas de su habitación, mientras observaba a sus presas con una media sonrisa que lo caracterizaba.

    — Naraku, Inuyasha y los demás están por llegar— comentó la pequeña niña alvina llamada Kanna.
    —Kagura— Se limitó a comentar Naraku, indicando a su subordinada que era hora de que abandonara el lugar.

    ***

    Mientras en otro lugar el grupo de Inuyasha se encontraba en la entrada de un frondoso bosque. De un pronto a otro la sacerdotisa detuvo su andar para enseguida fruncir su ceño, y mirar hacia el hanyon.

    —Siento el fragmento de la perla— Se escuchó decir de manera segura a Kagome.
    — ¿En qué dirección se encuentra Kagome?—cuestionó Inuyasha desenvainando a su gran colmillo.
    —En aquella dirección—señaló Kagome hacia los cielos, aún sin poder divisar de quien se trataba.
    — ¡Jah! ¡Es perfecto que un fragmento se dirija directamente hacia nosotros!—bufó confianzudamente Inuyasha con una sonrisa en su rostro—Y aún más si es…— el albino guardó silencio por un momento, y apretó el mango de su espada—Kagura.

    Ciertamente un fragmento se aproximaba, y Kagura era quien se acercaba con una sonrisa malvada en su rostro, provocando que todos se pusiesen en guardia.

    — ¡Fuujin no mai!— gritó la mujer que controlaba los vientos. Enviando su técnica directamente hacia el grupo de Inuyasha, mientras que al mismo tiempo llevaba su mano hacia su boca, y soplaba a través de ella, causando que un objeto saliera disparado hacia la joven sacerdotisa.

    Todos habían podido esquivar los ataques de Kagura, excepto Inuyasha, quien se había preocupado por proteger a la joven sacerdotisa. Sin percatarse de que aquel objeto se había introducido en su cuerpo, provocando que Kagura reaccionara con una grata sonrisa de maldad en sus labios, mientras que nuevamente lanzaba sus cuchillas.

    Inmediatamente Inuyasha saltó llevando a Kagome en sus brazos, para luego resguardarla cerca de sus compañeros.

    —Inuyasha—comentó Kagome en tono de preocupación aún en los brazos del joven— ¿estás bien? —“Estoy segura que vi a Kagura tirar un fragmento hacia Inuyasha, pero era distinto a la perla”—pensaba incesablemente la joven.
    —Estoy bien Kagome—respondió Inuyasha dejando a la joven en un lugar seguro.
    — ¿Diablos Kagura, ahora qué trama Naraku?— dijo Inuyasha una vez que habían esquivado las cuchillas que había lanzado la mujer de kimono lila.
    —Kagura, dinos qué planea Naraku esta vez—cuestionó el monje—es obvio que tu blanco no era la señorita Kagome, ¿qué le has lanzado a Inuyasha?

    Inuyasha y Kagome voltearon a ver al joven monje de manera sorprendida.


    — ¿Acaso usted también ha podido notar aquello monje Miroku?— comentó Kagome confundida, mientras observaba con seriedad y preocupación a los dos jóvenes por igual.
    —Pues yo no he sentido nada—se quejó Inuyasha.
    —Sí, lo he notado cuando Inuyasha trató de protegerle señorita Kagome—respondió Miroku.

    Desde los cielos, sobre una de sus plumas se encontraba Kagura con una sonrisa altanera a la espera del espectáculo que había prometido su amo.

    — ¿Por qué habría de ensuciarme las manos, si otros pueden hacer el trabajo sucio por nosotros? Además, quiero deleitarme del sufrimiento ajeno al puro estilo de nuestro amo Naraku—confesó de manera cínica la mujer, con su característico abanico besando sus rojos labios levemente.
    — ¿Quién podría disfrutar esa forma de pensar tan bizarra que ustedes poseen?—se quejó la exterminadora mientras pasaba directamente a la acción.

    En una media vuelta, la exterminadora tomó un gran impulso y fuerza para lanzar su pesada arma hacia la manipuladora de los vientos.

    Aunque lamentablemente había podido esquivar el ataque de su contrincante con mucha facilidad, mientras que el Hiraikotsu volvía a manos de su dueña.

    —Bien si quieren realmente saber cuál será su final con gusto se los contaré, aunque sería más fácil que sus almas experimenten el terror y la desesperación de cada uno.
    — ¡Ya me tienes harto con tus palabrarerias!—Se quejó Inuyasha e inmediatamente agitó sus espada para lanzar un viento cortante contra Kagura.

    Ante ese pequeño apuro, Kagura se vio en la necesidad de adentrarse al bosque para esquivar el ataque del hibrido.

    —Huh… debo tener más cuidado, Inuyasha casi pudo haberme matado. Si dejo que eso ocurra mi amo no logrará su cometido—comentó sosteniendo su pequeño abanico por encima de sus labios, mientras fruncía el ceño.

    Seguidamente Kagura sacó de una de sus mangas unas cuantas semillas, las cuales esparció por todo el pequeño claro que había en ese bosque.

    Rápidamente unos grandes y frondosos árboles crecieron, pero a diferencia de los demás, estos eran oscuros, y lúgubres los cuales absorbían la vida de los otros seres vivos y demás arboles, debido a eso una neblina de color purpúreo se había hecho presente en el lugar, la cual era compuesta de energía maligna.

    “Ahí vienen” Pensó Kagura al mismo instante en que lanzó una de sus plumas hacia el cielo y dar un gran salto hacia esta.

    — ¡Kagura!—gritó Inuyasha— ¿¡Maldita dónde estás!?—maldijo Inuyasha en voz alta mientras caminaba de aquí hacia haya.
    —Chicos tengan cuidado, hay demasiadas energías malignas en este sitio—comentó el monje Miroku.
    —Hemos caído en una trampa—agregó Sango con seriedad mientras observaba el lugar con detenimiento— ¿verdad excelencia?
    —Tal parece Sango—respondió—estén alerta, no sabemos qué es lo que ha tramado esta vez Naraku.

    —Inuyasha, ¿qué te ocurre?—preguntó el pequeño kitsune que se encontraba en el hombro de la sacerdotisa.
    —Este lugar…—Comentaba Kagome—el bosque. Ya hemos estado en este lugar. Es el bosque de los lamentos…—añadió Kagome con un tono inseguro.
    —Tal parece señorita Kagome—coincidió el monje Miroku.
    — ¡Muchachos tengan cuidado, esta vez Naraku no irá con rodeos!—advirtió Sango tomando de su boomerang y su máscara.
    —Chicos, Inuyasha se está comportando raro—dijo el pequeño Shippo.

    El pequeño kitsune no había podido captar la atención de sus compañeros, debido a lo estresado de la situación en la que se encontraban.

    Aquel objeto ya había comenzado a hacer de las suyas en el cuerpo de Inuyasha, y al menos la sacerdotisa al fin se había percatado de ello.

    En cambio el hibrido se había quedado inmóvil, y su espada había caído al suelo volviendo a su forma original. Todos le observaban y le hablaban pero Inuyasha ni se inmutaba.

    — ¡Es un fragmento!—gritó alarmada la sacerdotisa.
    —Señorita Kagome, ¿Qué ha dicho?— cuestionó Miroku alertado.

    Inmediatamente Kirara y Shippo cayeron al suelo completamente ahogados debido a aquella neblina.

    — ¡Shippo, Kirara!
    —Kagome, esto es debido a las energías malignas, hay tantas en este lugar que Shippo y Kirara podrían morir aquí mismo. Si no fuera por mi mascarilla no podría aguantar mucho tiempo. Excelencia ¿usted también está siendo afectado?
    —Sí Sango, pero no creo que pueda aguantar mucho tiempo e Inuyasha, si esto sigue así. Se convertirá en un demonio.
    —Pero él…No. Tenemos que salir de aquí—dijo Kagome tomando su arco y flecha, para enseguida disparar hacia el cielo para tratar de purificar el lugar, sin obtener resultado.

    De un pronto a otro se escuchó un horrible alarido de dolor, proveniente de Inuyasha, quien se había encorvado, tratando de llegar a su espalda con sus manos. Este intentaba por todas las maneras posibles de no convertirse en un demonio.

    Sentía que su sangre hervía, que su piel cosquilleaba, mientras que de su boca salía muchísima saliva, su paladar le imploraba sangre fresca, su vista quería ver a sus víctimas, para poder destazarlas y sentir aquel alivio pasajero de haberse deshecho de una insignificante vida con sus propias garras.

    —Inuyasha poco a poco dejara de ser quien es—se escuchó a una macabra voz en el sitio.
    — ¡Naraku!—contestaron al uníoslo los tres humanos en aún pie.
    —Mis valientes humanos, me pregunto qué será de ustedes una vez que sus rostros muestren el incontenible miedo que estarán apunto de experimentar—comentaba Naraku mientras se hacía presente de entre las sombras que daban los arboles—Hasta me he preocupado por prepararles un hermoso escenario para el disfrute de este gran evento.

    —Ah, pero si no es más que el mismísimo Naraku en persona. Debes de estar muy seguro ahora que Inuyasha se encuentra en estas condiciones—comentó el monje Miroku mientras observaba de vez en cuando a Inuyasha con el rabillo del ojo.
    —Mi estimado joven monje, me ofenden sus palabras, ¿Por qué no habría de venir a ver sus muertes en persona?—respondió Naraku haciendo un ademan de no importarle mucho las palabras del monje.

    —Inuyasha tienes que luchar, no debes convertirte en un demonio, ¿me escuchas Inuyasha? — le murmuraba Kagome al oído del joven albino, mientras le tomaba de la manga de su haori.
    —Es inútil Kagome, Inuyasha ya no te escuchará más a ti…—confesó el demonio marionetista con una sonrisa.
    —Eso no es cierto, qué quieres decir—comentó Kagome mientras su pregunta se perdía en un pequeño silencio lleno de inseguridad.

    El demonio simplemente siguió sonriéndole a la joven sacerdotisa, dándole a entender, a que se atreviera a utilizar sus poderes espirituales en Inuyasha.

    Lo cual no dudó la chica en hacer, mientras se acercaba más hacia el hibrido y trataba por todos los medios hacer que sus poderes espirituales surtieran efecto en Inuyasha, mientras se aferraba más y más a él, con miles de pensamientos de esperanza y gran amor por él y por su bien.

    —Es inútil ¿verdad?—dijo Naraku acertando a uno de los últimos pensamientos de la joven sacerdotisa, mientras que ella habrían enormemente sus ojos.

    Kagome sentía que su corazón se partía, mientras que todo un sinfín de emociones la embotaba sin dejarle reaccionar, simplemente escuchaba los pequeños quejidos de su único gran amor.

    “Esto no puede ser posible” pensaba ella, “¿Por qué no me percaté de ello antes?” decía en su mente una y otra vez.

    — ¿No puedes purificarlo? Ja, ja— se carcajeó Naraku.
    — ¡Cállate! —gritó Kagome con unas cuantas lagrimas surcando por sus mejillas.

    Rápidamente la muchacha tomó su arco y flecha, apuntando hacia Naraku, cuando de un pronto a otro sus armas fueron destruidas, y ella arrojada hacia el suelo.

    — ¡Kagome! —gritaron el monje Miroku y Sango quieres habían se habían quedado estupefactos por la situación por la que estaban pasando.

    El rostro de Kagome mostraba un terror inconmensurable, sus ojos los cuales estaban abiertos de par en par no podían contener más lágrimas, mientras que en estos se veían reflejados los de un chico luchando por mantener el control.

    Sus labios solo pudieron moverse pronunciando de manera ahogada un nombre muy conocido para todos.

    —I-nu-ya-sha…

    Inuyasha aún se encontraba luchando por mantener el control de la situación, por lo que a Naraku le sorprendió y a la misma vez le divirtió de gran manera.

    El poder observar cómo este luchaba por no destazar con sus propias garras a la mujer que amaba simplemente le divertía demasiado.
    Inuyasha trataba de no atacarle, y hacerle entender que huyera con sus amigos, para poder salvar la vida del pequeño kitsune y la Nekomata.

    Poco a poco Inuyasha acercaba una de sus manos hacia el rostro de Kagome, para tratar de rasguñar la tersa piel de esta, mientras que su otra mano se aferraba al brazo izquierdo que quería hacerle daño a su querida sacerdotisa, provocando que las primeras gotas de sangre en derramarse fueran las de Inuyasha.

    En aquel momento el rostro de Inuyasha mostraba ira, y tristeza ya que sabía que muy en el fondo no podría seguir luchando contra su contraparte. Poseia una gran frustración mientras observaba a la joven.

    —Señorita Kagome, no creo que Inuyasha pueda más, debemos huir—recomendó el monje Miroku quien se notaba muy agotado por las fuertes energías malignas presentes.

    El demonio marionetista al fin había logrado que el grupo se disolviera, ya que siquiera se estaban preocupando por atacar, sino en huir. Por lo que no se preocupaba en tratar de ponerles la situación más difícil, ciertamente quería verlos sufrir hasta en sus últimos momento de agonía, y todo a manos del hibrido que tanto estimaban, admiraban e incluso amaban.

    A cada uno de sus enemigos le iba a tocar su momento de agonía, incluso al individuo que más detestaba en la vida lo haría pasar el peor sentimiento que pudiese existir en este mundo.

    —Kagome huye, maldita sea… ¡Huye! —gritó Inuyasha tomándole por un brazo para luego empujarla a los brazos del monje Miroku quien, se la llevó a rastras junto a Sango con sus otros dos amigos en brazos.

    En el bosque solo se podían escuchar gritos de agonía por parte de Inuyasha, quien se lastimaba contra el suelo, arboles y cuanta cosa podía, para evitar por todos los medios ir tras sus amigos, incluso de vez en cuando en momentos de lucidez atacaba al mismísimo Naraku, el cual se deleitaba con aquel jugueteo que este le proporcionaba.

    —Inuyasha, eres tan repugnante… ¿Cómo se sentirá saber que tu hora ha llegado? —comentaba Naraku evitando estallar a carcajadas mientras observaba cómo este se golpeaba la cabeza contra los arboles.

    Luego de un largo tiempo un Inuyasha yacía de rodillas en el suelo cubierto de sangre por toda su cabeza y demás partes de su cuerpo. Aquellos hermosos ojos ámbar habían desaparecido, siendo reemplazados por unos ojos completamente rojizos, junto a unas características marcas lilas en sus mejillas. Al fin se había convertido en un demonio, y su sangre hervía. Este aún se encontraba muy adolorido y cansado, aunque su rabia no había disminuido en lo mas mínimo.

    — ¿Quieres al fin ir con tus presas? —cuestionó Naraku con una sonrisa desde el lugar en el que estaba.

    Inuyasha sin dudarlo e ignorando las palabras de Naraku se fue corriendo tras sus antiguos amigos. Ya que su conciencia al fin se había ido, y ahora un ser completamente cegado por la sed de sangre había surgido.

    No muy lejos de ahí, se encontraban los demás, huyendo por sus vidas y pensando en una manera para salvar tanto a sus dos pequeños amigos, como a su gran camarada Inuyasha.

    —Excelencia, ¿qué haremos con Shippo y Kirara? Está claro que no podemos estarlos moviendo debido al veneno que estuvieron inhalando, pero es obvio que Naraku…—tomó una pausa y prosiguió—E Inuyasha sabrán fácilmente cualquier lugar en el que nos escondamos.
    —No lo sé Sango—respondió el joven monje muy aturdido por la situación mientras que aún sostenía fuertemente la mano de una sacerdotisa en estado de shock.

    —Debemos salvar a Inuyasha—agregó Kagome entre susurros—Sango, Miroku. Inuyasha se está acercando, puedo saberlo ya que Naraku está jugando con el fragmento que le introdujo Kagura a Inuyasha—terminó de hablar la joven mientras escondía su rostro tras su flequillo.

    Seguidamente el joven monje y la exterminadora se miraron fijamente, logrando hablar por medio de una simple mirada.

    —Kagome—le llamó Sango, para entregarle a sus pequeños amigos y brindarle una bella sonrisa a la joven sacerdotisa.
    —Huya, y sálvense ustedes tres, nosotros detendremos un poco a Naraku e intentaremos hacer reaccionar a Inuyasha—agregó Miroku mientras apretaba su báculo.
    — ¿Están locos? ¡Claro que no lo haré! —se negó la chica.
    — ¡Huya! —gritaron ambos.

    Inmediatamente desde la espesura de aquel horrible bosque, había salido el demonio de ojos rojizos, gruñendo mientras observaba a sus presas. Al igual que eran observados por Naraku y Kagura desde los cielos, quienes se encontraban cómodamente sobre una de las plumas de la mujer.

    —Señorita Kagome, no se lo diremos una vez más, solo huya, sálvese usted y a los dos pequeños en sus brazos. —dijo Miroku mientras guardaba silencio por un momento—Señorita Kagome, muchas gracias por su amistad, fue un viaje largo pero muy ameno junto a usted e Inuyasha.

    —Es cierto, muchas gracias por estar siempre con nosotros Kagome, ahora lo que podemos hacer por Inuyasha en estos momentos, es protegerte. Es lo que él nos dijo en una ocasión en la que habíamos salido mal heridos de una batalla—confeso la joven exterminadora con una sonrisa sincera.

    Aquellas palabras habían hecho que el corazón de Kagome se quebrara, y que una vez más sus lágrimas salieran a molestarle. Sabía que aquellas palabras eran el último adiós de sus compañeros, pero aun así no quería aceptarlo, quería que se tratase de una horrible pesadilla, quería ser tan fuerte como la ya fallecida Kikyo, e incluso quería que ella le acompañase a luchar contra Naraku, pero eso ya no podría ser…

    — ¡Chicos, por favor no mueran! —gritó mientras se daba media vuelta y se iba corriendo con la esperanza de encontrarse con Koga, o incluso al mismo Sesshomaru.

    Inuyasha al percatarse que una de sus presas había escapado, se dispuso a dar un brinco, pero fue detenido por el Hiraikotsu de Sango, pero aún así este logró esquivar el ataque.

    —Inuyasha, vuelve en ti
    —No creo que eso haga efecto sango—comentó Miroku—trataremos de buscar en donde está ese fragmento. Busquemos en su espalda, Inuyasha antes había tratado de alcanzar algo ahí.

    Inmediatamente Inuyasha se aproximo hacia la pareja para así atacarles, dándole una gran patada a Sango para enviarla lejos del monje Miroku.

    — ¡Excelencia! —gritó sango al ver cómo Inuyasha trataba de hacerle daño al monje.
    —Naraku, ¿qué hará con Inuyasha cuando todo esto termine? —preguntó Kagura mientras observaba la escena de manera aburrida.

    Naraku ante la interrogante de su subordinada, simplemente sonrió sin responderle a la mujer, y siguió observando aquella escena en donde el protagonista estaba descuartizando a sus dos mejores amigos.

    Había pasado un poco tiempo desde que la joven sacerdotisa había escapado, esta seguía corriendo sin rumbo con sus dos únicos acompañantes, los cuales no se encontraban en condiciones.

    Kagome detuvo su paso por un momento, ya que claramente no podía seguir corriendo. Rápidamente buscó con la mirada algún sitio seguro para ella y para los pequeños demonios. Cómo deseaba poder tener su gran mochila para poder darles algo contra el envenenamiento.

    —una cueva…—comentó la joven con desgano.

    Sabía muy bien que una cueva no era el lugar más seguro, pero al menos le daría un poco de tiempo para pensar qué hacer por sus pequeños amigos.

    —Sabia que vendrías a una cueva—Se escucharon los susurros en los alrededores, poniendo a Kagome en alerta—Cuando les dije que había preparado un escenario para su muerte, no estaba bromeando sacerdotisa.

    Naraku simplemente se encontraba jugando al gato y al rato con ellos, el ingenio del demonio marionetista había sido sencillamente brillante, ya que ya solo dos presas le quedaban para ganar el juego.
    De un pronto a otro la cueva había comenzado a transformarse y a tener pedazos de carne que palpitaban

    “¿Cuánto poder había podido reunir Naraku?” pensó la chica al ver a su alrededor. Aquella cueva era muy similar a una de esas cuevas que comían sacerdotisas. Inesperadamente todo comenzó a ponerse oscuro mostrando pequeños destellos de luz, dejando ver entre uno de tantos a un joven monje sin un brazo derecho, y a una joven exterminadora sobre él en el suelo, y completamente sin vida.

    Kagome al ver aquella escena se había horrorizado, partiendo en llanto por sus amigos caídos en batalla.

    —Eres despreciable—susurró esta mientras se abrazaba a si misma al caer de rodillas—Inuyasha, si no hubiera sido por mi culpa tu…Sango, el monje Miroku, Shippo y Kirara no estarían…—decía la chica entre sollozos.

    —Oh, no te preocupes Kagome, Inuyasha sigue con vida. No podría decir que con bien, pero al menos la persona a quien amas sigue con vida al menos. —comentó el marionetista Naraku con un tono burlista.

    Seguidamente todo se había vuelto oscuro, aquellas terribles escenas de sus amigos se habían ido, e inclusive sus dos acompañantes habían sido alejados de la joven sin que ella pudiera hacer algo al respecto.
    Acto seguido se pudieron escuchar los gruñidos de un demonio que poseía una gran energía maligna, a como también una gran sed de sangre.

    —Inuyasha—susurró Kagome tristemente— ¿viniste a salvarme?…

    Se escuchó decir a una sacerdotisa completamente desalentada, mientras sentía cómo unas frías y húmedas garras completamente llenas de la sangre de sus amigos la tomaban por la espalda, rodeando su cuello y adentrándose por dentro de su camisa hacia abajo en su vientre.

    Luego de eso todo oscureció, para luego escuchar un suspiro ahogado de una joven sacerdotisa, y nuevamente el silencio por varios minutos.

    —De verdad que ha sido un espectáculo padre—se escuchó la voz de una mujer a lo lejos mientras esta desaparecía.

    Seguidamente el lugar se iluminó poco a poco, mostrando una cueva común y corriente. Dejando ver a un joven hibrido de rodillas con una mujer en brazos, logrando recordar claramente cada escena de la cual había sido protagonista, e inmediatamente la abrazó con todas sus fuerzas, estallando en gritos sin saber el porqué tenia esos recuerdos.

    Claramente había perdido la cordura, sus ojos ya no miraban a ninguna parte, su mente no reaccionaba más, solamente gritaba como un maniático.

    —pobre Inuyasha…Has sido capaz de matar a tus propios amigos, e incluso mataste a la reencarnación de la sacerdotisa que anteriormente habías amado. De seguro deseas no tener esos recuerdos tan horripilantes contigo

    —Déjeme solo…
    —Quizás yo te pueda ayudar con eso chico—se escuchó decir al marionetista, mientras le extendía la mano mostrando una ilusión de la perla de Shikon completamente intacta—pero solo pido una cosa a cambio, se mi subordinado.

    El muchacho solo se quedó quieto, mientras que el demonio lograba su cometido, lentamente se acercó a Inuyasha y puso su mano en la frente de este,

    En un rápido movimiento, Naraku atravesó el estomago de Inuyasha levantándole en el aire, mientras el hibrido se quejaba. El marionetista había podido sacar con gran facilidad el último fragmento que le hacía falta por recuperar, de manera de que Inuyasha ya no le servía más, y sin más le devolvió todos los recuerdos antes de lo sucedido, mientras que al mismo tiempo tiraba a Inuyasha al suelo, dejando que este se fuera desangrando por la gravedad de la herida.

    —Maldito Naraku, ¿Cómo pude ser tan estúpido?
    —Inuyasha, yo te lo dije hace cincuenta años, que te haría sufrir y agonizar algún día—confesó Naraku con una sonrisa triunfal en sus labios, mientras se daba media vuelta, dejando a un Inuyasha en un charco de su propia sangre, junto a su amada sacerdotisa y sus demás camaradas.



    Muy bien, sé que fue muy rapido quizas(?) no lo sé.
    pero espero les haya gustado el one-shot
    Para hacerlo me inspiré mucho en ost de animes y obviamente en los de inuyasha xD
    Saludos. Si hay dudas escribanlas :D
     
    Última edición: 19 Mayo 2015
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    Hola, Miku!

    Wow, fue... raro xDD, pero en el buen sentido. O sea, no es nada común leer un escrito donde Naraku gane e InuYasha no pueda hacer nada para salvar a sus amigos, por el contrario, los mata a todos, es tan fuera de lo cliché que en cierto modo llama la atención. Me gustó tu escrito, sí, me parece que tienes buena redacción y hay un buen orden de las ideas, está todo bien estructurado y no avanza nada muy rápido, la historia sigue su curso normal sin dejar huecos o esa sensación de rapidez que no te deja ni procesar la información. Me asustó la cantidad de palabras (soy una floja, lo sé lol), pero no puedo negar que agradó leer tu historia.

    Aunque hay ciertos párrafos donde tu narración se me hace tan pesada, como si le costara avanzar a la siguiente acción, como si las palabras se arrastraran... y me parece que el causante de dicho detallito es que me parece que usas excesivamente la coma, fíjate en las primeras líneas, escribiste como tres palabras y ya venía una coma, y así durante varias partes del texto, y cuando se está leyendo como es debido hacer esa pausa por la coma corta la idea e interrumpe que sea una lectura fluida, sólo te puedo recomendar leer en voz alta lo que escribes y hacer las pausas debidas según los signos que coloques y notarás como de cierta forma el uso excesivo de un signo de puntuación entorpece la lectura de lo que es una buena historia, dejando un sabor un poco agrío al terminar de leer.

    Umm, ciertos detalles con el uso de guiones, no están siendo usados correctamente. Verás...

    Tu colocas:

    — ¡Naraku!—contestaron al uníoslo los tres humanos en aún pie.

    Y en realidad debería ser:

    —¡Naraku! —Contestaron al uníoslo los tres humanos en aún pie.

    Los guiones van siempre "pegados" a la primera palabra con la que empieza ese diálogo, y si dicho diálogo finaliza con un signo de exclamación o interrogación, siempre la palabra que va al cerrar con guión empieza con letra mayúscula. Y otra detalle, ese "en aún pie" como no se lee bien... no debería ser: "aún de pie".

    Igual me gustó, gracias por participar.

    Puntuación: 16/20.
     
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    Kai

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    Naraku siendo un maldito como él solito sabe serlo <3

    Si, fue raro, pero no por ello se pierde lo que se quería, aun no comprendo como Naraku se dejaba vencer tan fácil, cuando siempre tuvo las de ganar de esta manera como la más sencilla, masoquista sería el condenado. Pero me ha gustado, el volver a jugar así, el que estuviese atento a todo, y diese él el golpe final, me ha gustado mucho, y lagrimeé con la muerte /despedida de Miroku y Sango, a Kagome admito que me dio medio igual por pajua xD ¿como un Inuyasha endemoniado la va a salvar, cómo? Solo a ella se le pasa eso por la cabeza :c

    16/20
     
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    Misuzu

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    A mí me encantó sinceramente D: es un escenario que sale una sola vez en la serie, que lo usaras para esta actividad va de maravilla. La mayoría uso a Kagome, pero no, tú viste más allá y usaste a InuYasha, no me lo esperaba para nada. El título basta para sentir la tragedia que se aproximaba xd No narras nada mal, pero se ve que en varias partes te trancaste, pero nada tan serio. Sabes manejar muy bien a los personajes, su personalidad, cada palabra... Puntos por eso también. Naraku ganó, saboreó personalmente su victoria, e hizo sufrir a cada uno de ellos... Si me llegó. Pobre Kagome, ella sufrió más u.u

    Sé que siempre has tenido problemas con las tildes y una que otra palabra xD debes mejorar eso, Miku, es lo que te resta puntos. Y las comas, como dijo Ale.

    Saludos y espero verte seguido por acá, los fics de un solo capítulo te sientan c: gracias por participar <3
     
    Última edición: 3 Julio 2015
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