Mike era un hombre que jamás se había arrepentido de nada en toda su vida. Al menos eso era lo que les había hecho creer a todos aquellos que le rodeaban, los cuales no eran exactamente muchos. Claro, la vida no había sido cruel con él más él sí con ella. Eso por supuesto lo había llevado a un pozo sin fin de una gran soledad que por un poco de orgullo, egocentrismo o simplemente por cobardía nunca había sido capaz de admitirlo. Pues, ¿cómo era posible que un hombre como él podía sentirse solo? Sonrió con amargura cuando sintió el anillo entre sus dedos. Después de Marta, estaba seguro, nada había vuelto ser igual. Y era quizá lo único que realmente desearía cambiar de todo lo que había vivido: correr tras ella, pedirle que se quede y devolverle el anillo que había dejado en sus manos ese primero de septiembre de 1983. La última vez que sus caminos se habían cruzado...