Diamond no Ace El último verano

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Fox Bluereaver, 31 Diciembre 2020.

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    Fox Bluereaver

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    Título:
    El último verano
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4044
    Disclaimer: Diamond no Ace es propiedad de Yuuji Terajima. Todos los derechos reservados.

    Summary: Dos semanas después que Seidou gana el torneo nacional de verano, Wakana no ha tenido respuesta alguna de Eijun. Sopresivamente, el chico viene a visitar su viejo vecindario, y trae noticias muy interesantes sobre su futuro. Ambientado en el tercer año. Implicito EijunxWakana.

    (--0--)
    Prefectura de Nagano

    Wakana no había tenido más noticias de Eijun en las últimas dos semanas. Como siempre, el idiota apenas sí respondía a sus mensajes, y al parecer sus amigos en Seidou ya se habían cansado de tener que hacerlo por él.

    Probablemente se debía a que ahora él y Seidou estaban por todos lados: periódicos, revistas y en los reportajes de televisión relacionados al béisbol de preparatoria. Después de siete años de que la escuela no iba al torneo nacional, y más de una década desde su última victoria, el ingreso de Eijun al equipo coincidió con lo que muchos llamaban "el renacimiento de Seidou", volviendo a colocar a la preparatoria en los reflectores en los últimos tres años.

    Ni ella ni los otros habían tenido oportunidad de felicitarlo como era debido; después del último partido en el torneo de verano, el tumulto fue tal que ella no pudo ni acercársele en medio de tanta gente. No era de sorprenderse, después de todo, ese había sido uno de los partidos más emocionantes que había visto, digno de una final de los nacionales…



    Era la gran final del torneo más importante de béisbol a nivel de las preparatorias, en el estadio nacional Hanshin Koshien. Parte baja de la novena, dos outs, y había un corredor en segunda. La pizarra marcaba cuatro carreras para Seidou y dos para el equipo contrario, los campeones del año pasado, Komadai Fujimaki.

    - ¡Vamos, Ei-chan, acaba con ellos!

    - ¡Demuéstrales quién es el pitcher número uno de todo Japón!

    - ¡Tienes que ganar, tú llevas nuestro sueño, recuérdalo!

    Durante la segunda mitad del partido, mientras Ichiro, Nobu, Matsui y el resto gritaban como locos dando ánimos, los ojos de Wakana habían permanecido fijos en el montículo. Después de todo, ella no había venido a este partido para ver jugar al equipo de Seidou. Había venido para verlo jugar a él.

    Desde luego, había un partido muy excitante de principio a fin. Ambos equipos habían luchado con todo, y la victoria parecía incierta incluso ahora. En la primera mitad lanzó el otro pítcher de Seidou (Furuya, así se llamaba), y aunque permitió dos carreras entre la primera y segunda entrada, la defensa evitó que Komadai ampliara la ventaja al dificultarle el avance a los corredores.

    Y entonces, antes de la baja de la sexta entrada, el entrenador de Seidou ordenó el cambio de pítcher, y Eijun entró a ocupar su lugar en el montículo. Fue si como su sola presencia cambiara el flujo del equipo, que comenzó a jugar más agresivamente, logrando anotar dos carreras en la séptima, y otras dos en la octava para remontar. La defensa no permitió ni un solo corredor desde la sexta hasta la octava entrada, y Eijun los mantuvo a raya, lanzando como nunca ella lo había visto.

    Tenía sentido, pues este era su último partido con ese equipo con el que tanto había crecido.

    - "Vamos, Eijun… tú puedes."

    Apenas podía creer que hubieran pasado ya tres años desde aquel fatídico partido en secundaria. Admitiéndolo, la única razón de haber permanecido en ese equipo por tanto tiempo fue para ayudar a Eijun, a que pudiese seguir jugando ese deporte que tanto amaba. Era un tonto y un despistado… pero siempre tuvo su corazón en el lugar correcto. Y eso era lo que siempre le había gustado de él.

    Por supuesto, él no lo sabía, pero sabía que no podía mantenerlo en secreto mucho tiempo más.

    - Al bate, número seis y cátcher, Renji Enjou-kun. Cátcher, Enjou-kun.

    El anuncio del siguiente bateador la sacó de sus pensamientos. Por mucho que ella confiara en que Eijun podía ganar, sabía que la victoria no se decidía hasta el último out, y eso le hizo agarrarse involuntariamente el pecho. El corazón se le había acelerado, y parecía que en cualquier momento se le saldría.

    - ¿Qué te pasa, Wakana? ¿Estás preocupada?

    - ¿Qué? No, cómo crees.

    - No mientas, se te nota en la cara. – dijo Nobu. – Ei-chan ha recorrido un largo camino para llegar hasta aquí. ¡Ah, cielos, cómo me habría encantado estar en ese campo allí con él!

    - ¡Ja, pero si le tenías miedo a la pelota, te habrías convertido en un lastre! – dijo Ichiro.

    - ¡Mira quién lo dice!

    - Oigan, concéntrense en lo que importa. – intervino ella. – Eijun está a punto de lanzar.

    Aun a esa distancia, pudo escuchar claramente a los de Seidou gritar en el diamante "¡Un out más!". Eijun de inmediato lanzó la primera bola, y el bateador ni la vio venir: fue un strike limpio.

    - ¡Strike! – gritó el umpire, y de inmediato toda la multitud estalló en vítores.

    Wakana de nuevo se agarró el pecho. Quizás ella no se emocionase externamente tanto como los demás, pero siempre se alegraba cuando Eijun hacía un lanzamiento tan perfecto. Pese a haber dejado de jugar, ser manager de su propio equipo le sirvió para darse cuenta de muchas cosas, y sabía lo suficiente como para juzgar qué tan bueno o no era el jugador sobre el montículo.

    Eijun lanzó la segunda bola, y esta vez el bateador abanicó, fallando. Una vez más, la multitud en las gradas se volvió loca: el apoyo a Seidou era evidente. Estaban demandando un strike para ponerle fin a ese juego.

    - "Solo uno más… tú puedes."

    De nuevo, Wakana se fijó en Eijun mientras se preparaba para el lanzamiento. Lo iba a lograr, ella lo sabía. Un strike más y ganaría el partido…

    *¡KLINK!*

    El ruido seco del batazo rompió todas sus esperanzas. La bola se elevó, iba en zona buena directo hacia el jardín izquierdo. En medio de los gritos alcanzó a distinguir el "¡Se va, se va, se va!" de los que apoyaban a Komadai…

    - ¡Aaaahh! ¡Y el home run del empate de Komadai se ve negado por Yuuki! ¡La bola cae a salvo en el guante del jardinero izquierdo de Seidou, sentenciando el partido en el último momento! ¡Seidou gana su primer torneo nacional en dieciocho años!

    - ¡SÍIIIIIII! ¡YUJUUUUUUUUUUU! ¡SEIDOU GANÓ, SEIDOU GANÓ!

    Mientras sus amigos y el resto de la multitud se volvían locos de la emoción. Wakana vio cómo Eijun arrojaba su guante y su gorra al aire, alzando los puños y gritando "¡SÍ, SÍ, SÍ!" tan fuerte que ella pudo oírlo encima de todos, antes de que el resto del equipo de Seidou, en el campo y en la banca, saliera corriendo al montículo para írsele encima a celebrar su victoria.

    - Eijun…

    El corazón se le aceleró de nuevo, pero ya no era por la tensión en el aire. Ahora era por la alegría de verlo en la cima, como siempre lo había soñado.



    En las últimas dos semanas, todos en la ciudad habían estado celebrando sin parar. Después de todo, no todos los días un residente local se convertía en la sensación como la estrella del equipo campeón nacional. Incluso el profesor Sano en la secundaria Akagi le decía a todo aquel dispuesto a escucharlo que él había sido el entrenador del equipo donde Eijun jugó durante sus tres años allí (convenientemente omitiendo lo mediocre que era dicho equipo, y las cosas que le dijo tras su último partido).

    Wakana no podía decir que no estuviera feliz por su triunfo, pero… le habría gustado tener oportunidad de felicitarlo de frente. Si era sincera, los últimos tres años se le habían hecho bastante solitarios y tranquilos, sin él alrededor para hacer escándalo. Echaba de menos aquellos días.

    - ¿Hmm? ¿Por fin me respondió? – dijo mientras chequeaba su teléfono.

    Efectivamente, un mensaje de Eijun, aunque no era de réplica a ninguno de los suyos en particular. Simplemente decía: "Me enviaron unos días a casa. Avísale a los demás por mí. Nos vemos mañana en la estación de trenes."

    - ¿En la estación? – Wakana se incorporó de golpe, mirando otra vez el teléfono para estar segura de que no estaba imaginándolo. – ¿Eso significa que…?

    La chica sonrió. En los pasados tres años, Eijun había estado tan enfrascado en el equipo de béisbol que únicamente podían verse durante las vacaciones de invierno. Aunque ella y los demás ocasionalmente fuesen a sus partidos, entre tanta gente iba a ser difícil que los encontrase, más y después de que se convirtió en la estrella con todos los que iban a verlo.

    Verlo durante las vacaciones de verano sonaba bien.

    Sin perder tiempo salió de su cuarto y se dirigió al recibidor para ponerse los zapatos.

    - ¡Mamá! ¡Voy a salir un momento!

    - ¡Está bien, pero vuelve para la cena!

    Si Eijun realmente iba a venir a visitarlos, tenían que darle un buen recibimiento, digno de un campeón nacional, y para eso necesitaría la ayuda de todos.

    (--0--)

    Estación de trenes, al día siguiente…

    La vieja pandilla se reunió en el andén. Eijun les avisó que llegaría en el tren de Tokio a eso de las dos de la tarde, y estaban todos allí listos para recibirlo. Aparte de ellos, también estaban los Sawamura, siendo el abuelo el que estaba quizás más ansioso de ver a su nieto.

    - ¡Ese pequeño mocoso tiene mucho qué explicarme! ¡Cómo es posible que se haya guardado tanto tiempo ese talento! ¡Y logra el campeonato nacional justo en su último año!

    - Cálmate, papá. – dijo el padre de Eijun. – No llegó de la noche a la mañana hasta donde está.

    - Es cierto. – intervino Wakana. – Estos últimos tres años fueron muy duros para él, de entrenar, participar en todos esos juegos, y ascender hasta convertirse en la estrella.

    - Atención, por favor. El tren de Tokio está a punto de arribar por el andén número 12. Por favor aléjense de los rieles.

    - ¡Ese es! – exclamó Ichiro. – ¡Vamos, deprisa!

    Toda la pandilla inmediatamente se dirigió al susodicho andén. Se quedaron viendo expectantes como el tren se detenía, y la gente comenzaba a salir de él ordenadamente. Wakana y los otros miraron a todas partes en busca de Eijun, pero no lo veían por ningún lado.

    - ¿Dónde está?

    - No creerás que perdió el tren o se subió al equivocado, ¿verdad?

    La gente siguió saliendo, pero a la final no pudieron ver a Eijun. Estaban empezando a preocuparse un poco…

    … hasta que salió el último pasajero que iba sujetándose una gorra de béisbol por la visera, y una vez que hubo espacio suficiente, se la quitó y gritó a los cuatro vientos:

    - ¡ESTOY DE VUELTA, NAGANO! ¡EL CAMPEÓN NACIONAL HA VUELTO A CASA!

    Naturalmente, eso llamó la atención de todos los que andaban cerca, pero no necesitaban más para reconocerlo. Inmediatamente todos corrieron a saludarlo, aunque el abuelo les ganó de mano, e inmediatamente atrapó al nieto haciéndole un candado en el cuello.

    - ¡Pequeño bribón! ¡Felicidades por ganar el campeonato, me llenas de orgullo, mocoso!

    - ¡Ay, suéltame, viejo, que me asfixias!

    - ¡Aguántate como los hombres!

    Tuvieron que intervenir los padres de Eijun para poder separarlos, y rápidamente todos rodearon al chico estrella de Seidou. La oleada de felicitaciones no se hizo esperar.

    - ¡Felicidades, Ei-chan, lo hiciste!

    - ¡Estuviste genial, en serio! ¡Acabaste con todos!

    - ¡Ah, cómo habría querido estar en el campo contigo! ¡Fue uno de los mejores partidos que haya visto!

    - ¡¿Qué se siente ser el campeón nacional?!

    - ¡Oigan, oigan, despacio! – exclamó Wakana interponiéndose. – Creo que tendrá mucho tiempo para eso estemos en casa, ¿no? – Luego volteó a verlo. – Felicidades, Eijun. Me sorprende que hayas venido a visitarnos tan pronto después del torneo.

    - Ah, a decir verdad, vine porque los demás me presionaron. – dijo mientras movía la mano izquierda. – Les dije que no era nada, pero todos están exagerando.

    - ¿No estarías bien? – preguntó la madre de Eijun. – ¿Qué quieres decir con…? Un momento, ¿no me digas que acaso te lesionaste?

    - ¡¿Te lesionaste?! – exclamó el abuelo, volviendo a agarrarlo. – ¡Chamaco, no ocultes ese tipo de cosas! ¡Vamos, escúpelo!

    - ¡Ay, suéltame viejo, te digo que solo estaban exagerando! ¡Suéltame, que me sueltes!

    - Abuelo, por favor cálmese. – dijo Wakana, tratando de salvar a Eijun. Si su abuelo lo estrangulaba primero, no les podría decir qué pasaba. – Y bien, ¿quieres explicarnos por qué te presionaron a venir? ¿Te lastimaste durante el partido?

    Una vez libre del candado de su abuelo, Eijun adoptó una mueca enfurruñada y se remangó para mostrar un vendaje que llevaba en la muñeca.

    - En la novena entrada empecé a sentir molestias. – les dijo. – No sé si se dieron cuenta, pero fue por eso que un par de mis lanzamientos salieron descolocados. Y bueno, no les dije nada al resto hasta que terminó el juego.

    »Fuimos a ver al doctor y resultó que no era nada serio, pero igual dijo que por las dudas, un par de semanas de reposo estarían bien. Los demás me dijeron que pasara aquí el resto de las vacaciones, porque creen que no estaré en forma para el partido de despedida. Idiotas, ¡no voy a morirme o a perder la mano por esto!

    Todos empezaron a murmurar, y con buena razón. Afortunadamente no fue nada (según él), pero podría haber resultado mucho peor, y en el escenario más grave, hasta le podría haber costado el partido y el campeonato a Seidou.

    - Bueno, qué más da, mocoso. – dijo el abuelo. – Aquí te quedas el resto de las vacaciones, así que más te vale hacer caso.

    - Pero hoy tenemos que celebrar, Ei-chan. – dijo Nobu. – ¡Agárrenlo, vamos a lanzarlo al aire!

    - ¡Oigan, no! ¡Esperen, que no…!

    Pero antes de que pudiera decir otra cosa, todos se le fueron de inmediato, y corriendo hacia una zona despejada comenzaron a arrojar a Eijun al aire mientras vitoreaban, en tanto que el pítcher comenzaba a gritar que lo dejaran bajar.

    Wakana únicamente se rio al verlo. Aunque le habían preparado una fiesta de recepción en casa, ya ellos habían empezado la celebración. Mejor disfrutarla, ya que quizás no tendría otra oportunidad más tarde.



    Después de un buen rato de festejar en casa de Eijun, los demás los convencieron a él y a Wakana de que se fueran a dar un paseo "en privado". Como siempre, el castaño no pareció entender las indirectas, pero como no puso objeciones, ahora se encontraban caminando por el viejo vecindario.

    Ella no recordaba cuándo fue la última vez que pudo caminar con Eijun a solas. Normalmente estaban todos sus amigos del viejo equipo acompañándolos, y como ella era una más del grupo, nadie podía decir que andaban juntos, o más bien "juntos-juntos".

    Estar a solas con él le resultaba… agradable.

    - Hey, mira eso. – dijo de repente deteniéndose, señalando frente a ellos.

    La chica vio que estaba apuntando hacia su vieja escuela. Concretamente, al que otrora fuera el patio que usaban para practicar en el equipo de béisbol. Y estaban usando los viejos uniformes que usaron ellos en su momento.

    - Creí que iban a disolver el equipo después de que nos graduamos. – dijo Eijun.

    - Así fue. – replicó Wakana. – Pero cuando empezaste a hacerte famoso, algunos intentaron revivirlo. Y todavía lo intentan.

    - Jaja, genial. El espíritu de la secundaria Akagi no muere después de todo. – Eijun sonrió. – Oye, ¿no quieres que juguemos un partido, por los viejos tiempos?

    - Cielos, ¿eso es todo en lo que piensas? ¿En el béisbol? – Wakana se enfurruñó. – ¿Por qué no disfrutas del momento en vez de pensar solo en eso?

    - ¿Y en qué quieres que piense? – replicó él.

    Wakana casi abrió la boca, pero se detuvo al darse cuenta que estuvo a punto de decir "en nosotros dos". No podía ser tan directa, y aunque lo fuera, ¿él captaría el mensaje?

    Cuando conoció a sus compañeros de Seidou por primera vez, ella no se molestó de que ellos hubieran asumido que era su novia. Más bien, se molestó de que él se empecinara en corregirlos al decir que solo eran amigos. Aunque eso era la verdad, a ella no le hubiese importado que hubiese dicho una mentirita solo para presumir. Muchos chicos de su edad lo hacían, después de todo.

    ¿Por qué Eijun tenía que ser tan exageradamente honesto todo el tiempo?

    - Bueno, no sé tú, pero yo he estado pensando en mi futuro, en lo que voy a hacer cuando me gradúe de preparatoria. – le dijo. – Pero seguramente, en tu futuro solo debe haber béisbol, ¿verdad? Apuesto a que muchos equipos deben haber intentado reclutarte y no tienes idea de a cuál ir.

    - En realidad, ya lo decidí. – dijo él.

    Wakana abrió los ojos de golpe. Definitivamente esa no era la respuesta que esperaba. Al voltear a ver a su amigo de la infancia, lo vio con esa sonrisa de oreja a oreja que lo caracterizaba, y la mirada llena de determinación.

    - Es verdad, recibí muchas ofertas. Pero mitad del torneo, me llamó un viejo amigo. – le dijo. – ¿Conoces a Chris Yuu Takigawa?

    - ¿El cátcher estrella de la Universidad de Saikyodai?

    Claro que sabía quién era él. Saikyodai era a la universidad a donde planeaba aplicar después de graduarse. Chris era un cátcher excepcionalmente talentoso que jugó para el equipo de Seidou, pero estuvo retirado por un par de años a causa de una lesión, y solo pudo regresar a jugar de lleno una vez que entró a la universidad.

    - Chris-senpai me dijo que, si llegaba lejos en el torneo, el equipo de Saikyodai estaría interesado en reclutarme. – dijo Eijun. – Si llego a la primera línea, podremos formar una batería juntos. Al fin, después de tanto tiempo…

    Wakana vio que Eijun apretaba los puños, que le temblaban de la emoción. Ella solo conocía a Chris por nombre y los artículos sobre la universidad y su equipo, pero si estuvo en Seidou, seguramente se habrían cruzado al jugar en el mismo equipo en algún momento.

    - Oh, ¿entonces hay algo de historia entre ustedes dos? – preguntó interesada. Con lo poco que respondía a sus mensajes, nunca se le ocurrió mencionarlo.

    Eijun relajó su expresión y miró hacia el cielo. Sus ojos habían adoptado una expresión de nostalgia, algo muy inusual en él.

    - Cuando entré al equipo de Seidou, fue él quien me ayudó a darme cuenta de lo verde que estaba, de que realmente no sabía nada de béisbol. – dijo en un tono. – Solo pudimos jugar juntos un juego, pero a pesar de todo él nunca dejó de apoyarme. Después de aquel fiasco en la final del torneo del Oeste de Tokio…

    Hizo una pausa, y Wakana supo exactamente a qué se refería. Ese era su primer torneo importante, y aunque Eijun estaba jugando bien, esa bola muerta que le dio al bateador de Inashiro en la parte baja de la novena lo hizo derrumbarse por completo. Terminaron relevándolo, y eventualmente culminó en la derrota de Seidou cuando estuvieron a solo un out de ir a las nacionales.

    - … Chris-senpai me enseñó el lanzamiento que necesitaba para recuperarme. Me hizo descubrir lo que podía hacer para convertirme en el pítcher que quería ser, y hacer que nuestro equipo ganara. Incluso aunque él y los de tercero ya lo habían dejado al final del verano, nunca dejó de hacer todo lo posible por ayudarme. Quiero que vea todo lo que he crecido durante estos últimos tres años.

    - Eijun… – murmuró ella.

    Era muy raro verlo hablar de alguien con tanto respeto. Ella sabía que por muy bueno que fuese un pítcher, necesitaba un buen cátcher que fuese capaz de guiarlo para que la batería fuese efectiva. Eijun nunca tuvo a nadie capaz de atrapar sus lanzamientos en secundaria, y por eso nunca pudo sacar a flote sus talentos, cosa que cambió totalmente una vez que ingresó a Seidou.

    - Ahora quiero llegar mucho más alto. – continuó. – Chris-senpai regresó más fuerte que nunca, y estoy ansioso de que formemos una batería juntos. ¡¿Me oyes, Miyuki-senpai?! ¡Donde quiera que estés, te vamos a hacer pedazos! ¡JAJAJAJAJAJAJAJA!

    A los pocos segundos, Wakana sintió que la risa se le contagiaba; ese era el Eijun que ella conocía de siempre. Menos mal, no quería que fuese a cambiar de ninguna manera.

    - Me alegro por ti. – le dijo. – De hecho, ya que lo mencionas, sucede que yo también planeo ir a Saikyodai cuando me gradúe. Significa que volveremos a estar en el mismo equipo.

    - ¿Eh? ¿De verdad? ¡Jaja, grandioso, será como en los viejos tiempos! Bueno, excepto que ya no estarás jugando, pero yo sí.

    - Presumido. – dijo ella dándole un golpecito en el brazo. – El trabajo de la manager también es importante, que no se te olvide.

    - Lo sé, lo sé. – dijo Eijun. – Las managers también nos han apoyado estos últimos tres años. Y no solo ellas, también el General, el Sargento, la señorita Rei… diablos, si tú y los demás no me hubieran dado ese empujón para irme a Tokio, no habría llegado tan lejos.

    »Aquel día… me sentí mal por haberlos dejado atrás a todos. Pero no me arrepiento de nada. Si no lo hubiera hecho, no habría podido conocer a tantos compañeros super increíbles, jugar contra rivales formidables… y jamás habría llegado hasta aquí. – Eijun la miró fijamente, y tomando algo de distancia, bajó la cabeza en señal de reverencia. – De verdad se los agradezco. A ti y a todos los demás.

    - Eijun…

    Por primera vez en los últimos tres años, Wakana notó que algo en la mirada del chico había cambiado. Seguía igual de vivaz, y llena de esperanza y determinación que siempre, pero no ya parecía la mirada de un niño. Más bien, se había convertido en la mirada de un hombre.

    Las experiencias de Eijun en Seidou lo habían hecho madurar y crecer. Se había consumado como un verdadero jugador, pero le agradaba ver que no estaba satisfecho con el éxito que había logrado, sino que quería ir aún más lejos.

    Y lo mejor de todo, ahora ella podría seguirlo de cerca.

    - Bueno, no te adelantes todavía. – le dijo finalmente para romper el silencio. – Aun si consigues una beca para Saikyodai, recuerda que te falta un semestre de preparatoria. Y nunca has sido un estudiante ejemplar, ¿verdad?

    - ¿Qué, crees que voy a reprobar mis exámenes? – se defendió él. – ¡No tienes idea lo difícil que es no dormirse en clases en ese lugar! Huy, si no fuera porque el jefe y la señorita Rei me habrían sacado del equipo…

    - Si se te hace muy difícil, ¿quieres que te ayude a estudiar? Digo, mientras estés aquí.

    - ¡Ja, sí como no! ¡Como si fuera a perder mis vacaciones estudiando! Habrá mucho tiempo para eso cuando se reanuden las clases.

    - Lo que digas, Eijun, lo que digas. – rio Wakana.

    Mientras él seguía protestando y preguntándole de qué se reía, ella se divirtió negándose a responderle. Siempre era divertido verlo descontrolarse: ese era el Eijun que ella conocía y quería desde siempre, y esperaba que eso no fuese a cambiar.

    Los últimos dos años y medio habían pasado volando, así que a Wakana no le preocupaba que los seis meses que faltaban para ir a la universidad se le fueran a hacer largos. Antes de darse cuenta ya sería la primavera, y los dos podrían volver a estar juntos en el equipo de Saikyodai. Este último verano iba a ser muy corto para ella.

    Le hacía feliz la idea de volver a apoyarlo, aunque ya no como jugadora sino como manager. Así podría seguir mucho más de cerca el crecimiento de Eijun como pítcher y como persona, y tendría un asiento de primera fila cuando lo viera (con toda certeza) convertirse en un verdadero profesional.

    Y tal vez, algún día, decirle cómo se sentía respecto a él.

    FIN.
     
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