Eighth Wish: Casa. — Miriam, tú siempre tienes que tener un lugar al cual volver —decía mi madre mientras me daba un beso. — ¿Y si no lo tengo? —preguntaba con angustia. — Entonces tendrás que crearte uno —ella acariciaba mi cabeza y me cantaba una canción. Mi madre siempre me inculco esa idea, de tener un buen lugar donde vivir y que pudiera llamar hogar, que todos necesitábamos una casa y que eso me daría seguridad en la vida. Yo siempre le creí, por eso cuando me fui de casa y decidí empezar mi propia vida, me puse por objetivo construir mi propio hogar, con las enseñanzas que ella me dio. Renté una casa, y trabajé arduamente, también me case, aunque no he tenido hijos y vivo cómodamente. Aún así no me siento en mi hogar, aún siento que falta ese calor familiar que me hacía tan feliz en mi niñez. No malinterpreten, no podría quejarme, mi esposo es un hombre maravilloso que ha hecho todo por agradarme, pero a veces me siento sola cuando pasa muchos días viajando a causa de su trabajo, sobre todo cuando viaja en navidad. Es cuando deseo, de todo corazón, un lugar en donde estar. Poder comer esa comida calientita, con una taza de chocolate caliente mientras escucho villancicos, poder sentir esa paz cuando alguien te abraza y se preocupa por ti. Tener un hogar, una casa, un sitio al cual ansíes regresar. Entonces decido levantarme, tomar el autobús y viajar al lugar donde todo comenzó. — ¡Miriam! ¿Qué haces aquí? —con unas cuantas canas más y más bajita que yo, ella toca mi mejilla y la besa. — ¿Puedo pasar contigo navidad? —me encojo de hombros mientras escondo mis manos en mi abrigo. Ella sonríe y me besa una vez más. — Claro, ésta es tu casa —ella me recibe y entro con ella y papá. Y cuando la noche llega y me quedo a descansar, sé que junto a ellos, aún tengo mi lugar.