One-shot Efímero [Daichi x Lena | Fate Stay Night]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 17 Febrero 2020.

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    Hygge

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    Título:
    Efímero [Daichi x Lena | Fate Stay Night]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2139
    Título: Efímero
    Fandom: Fate Stay Night
    Personajes: Daichi Nishimura, Lena Sallow
    Resumen: "La vio caminar hacia la ventana en silencio, perdiendo su mirada en el hermoso atardecer que ahora se reflejaba sobre su cuerpo. Aquel momento del día se le antojaba tan efímero. Pero era su brevedad en el tiempo lo que le hacía aún más hermoso de contemplar. Y mientras observaba los hermosos destellos que arrancaba de su cabellera castaña, en un juego de luces y sombras que parecía negarse a perder, comprendió que Lena se había convertido en su propio atardecer."
    N/A: Escrito para la actividad Un Valentín diario 2.0, con la consigna"Sobre esa persona que ya no está con nosotros". Vamos a llorar, SweetSorrow </3






    Daichi abrió los ojos con cierta brusquedad, arrancado de su sopor por obra de la más reciente de sus pesadillas. Se había acostumbrado a vivir con ellas cada día de su vida, y, aún así, la amarga sensación que le quemaba el pecho permanecía ahí con mayor intensidad. Una vez más, todo cuanto sus ojos enfocaron fue la habitación de hospital, sumergida en aquella calma artificial que contribuía a alterarle aún más sus ya de por sí crispados nervios. Los últimos rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, acariciando con mimo el pacífico rostro del joven que aún dormitaba bajo las blancas sábanas de la habitación.

    Ignoró el dolor de cuello y los quejidos de su maltratada columna, producto de pasar sus días durmiendo sobre el respaldo de una incómoda silla, y se inclinó con cuidado para poder observar mejor a la persona que dormía frente a sus ojos. Riku Nishimura, su pequeño hermano, tenía la capacidad de ahuyentar todos sus demonios con tan solo estar ahí para él. Y poder ver cómo su pecho subía y bajaba con serenidad, cómo el color le regresaba al rostro y le llenaba de vida, le otorgaba una paz indescriptible.

    Su hermano había despertado del coma después de años. Todo había merecido la pena, se obligó a repetir como un mantra en su cabeza.

    Había merecido la pena.

    Había...

    La mano que había acariciado los mechones de cabello del menor se detuvo, incapaz de seguir engañándose de esa forma, sabiendo que se trataba de un burdo intento por mantener su estabilidad mental a flote. Se levantó del asiento, arropando los brazos descubiertos de Riku, y decidió que estirar las piernas era una buena idea. La suave brisa que meció las níveas cortinas de la habitación interrumpió con el silencio que se había instaurado en aquel remanso de paz, y Daichi sintió en algún lugar de su resentido corazón que el viento susurraba la presencia de una inminente llegada.

    Como un resorte, su instinto le movió a posar su mirada sobre el marco de la puerta, allí donde un destello esmeralda atentó con robarle el aliento. Algo dentro de sí reconoció la presencia, a pesar de que su parte racional le gritaba que aquello no era posible. Sus orbes, que se asemejaban a una tormenta eléctrica le observaban ahora fijamente, expectantes. Allá donde una joven aguardaba de brazos cruzados sobre la puerta. Daichi reparó en el color de su piel, la cual había perdido la enfermiza palidez con la que la recordaba, y aquel hermoso tono carmesí decoraba una vez más sus mejillas, perenne. Sus labios, que recordaba amoratados y temblorosos, se entreabrían ahora en una ligera mueca demandante.

    Una paz indescriptible se adueñó de su pecho, amenazando con arrancarle un suspiro en cualquier momento.


    —Serás pervertido… Mis ojos están aquí —le espetó. Y a pesar de las formas, en esa ocasión su voz sonaba más cálida y cercana que nunca. Daichi podría atreverse a decir que se la veía feliz, de alguna forma. La vio colocar una mano sobre su cintura, arqueando una de sus cejas ante la mirada abstraída del anfitrión—. ¿Y bien? ¿Vas a dejarme pasar?


    Más que molestarse por su tono demandante, el joven soltó una suave carcajada que pareció tomar por sorpresa a la recién llegada. Sus palabras habían acabado con todas las inseguridades que se habían gestado en su cabeza: esa, sin lugar a dudas, era Lena.

    Su pequeña gruñona.


    Caminó hacia ella con cierta teatralidad, haciendo una reverencia para dejarla entrar, recuperando así su carisma usual.


    —Adelante, madamme. Tu príncipe azul te estaba esperando —y le guiñó un ojo, coqueto como él solo.


    Lena no pudo evitar poner los ojos en blanco, acostumbrada ya a aquella clase de juegos. Pero, a pesar de todo, no pudo esconder de su atenta mirada el inicio de una sonrisa. Y eso se sintió como toda una victoria para Daichi. La castaña cruzó con calma la habitación, observándola con cierto interés, y sus pasos se detuvieron frente a la cama que pertenecía a Riku. Abrazándose a sí misma recorrió sus facciones, encontrando visibles similitudes con el joven que se acercó hacia ella.

    Y quizás, contagiada por la tranquilidad que irradiaba el menor, no se alertó al sentir la cercanía de Daichi a su lado.


    —¿Cómo se encuentra?


    —Mejor que nunca. Si todas las revisiones salen como se esperaba, los médicos le darán el alta esta semana —su voz perdió todo rastro de aquel tono burlón que la exasperaba, y Lena le observó de soslayo, movida por el interés que le generaba ver a Daichi Nishimura comportándose con verdadera seriedad por una vez en su vida. En su tono podía adivinar el infinito amor que le tenía a su hermano, y eso, de alguna forma, le hizo bien a su corazón resquebrajado—. Aún no… Aún no puedo creer que de verdad haya despertado. Cuando abrió sus ojos y los posó en mí se sintió como si de verdad hubiese sido obra de un milagro. Temí tanto que no me recordase... y a pesar de todo, su primera palabra fue mi nombre. Me estaba buscando.


    La vio dibujar una sonrisa sincera en sus labios, una de esas pocas que tenía la suerte de contemplar, y que atesoraba enormemente en su memoria. Permaneció unos segundos en silencio, jugando con un mechón de cabello castaño entre sus dedos. Como si le costase encontrar las palabras.


    —Parece que te quiere mucho —fue todo cuanto dijo. Pero, de alguna forma, ambos comprendieron el mensaje sin necesidad de palabras.


    Daichi no pudo hacer más que asentir, llevando las manos hasta los bolsillos de sus jeans. Riku le quería casi tanto como él, y no podía hacerse una idea de la felicidad que le otorgaba con su mera existencia. Deseaba empezar de cero, darle a su hermano la vida que nunca pudo tener. Vivir honrando a todos los que se quedaron a mitad de camino, y que le habían dado la oportunidad de estar ahora allí, a su lado.

    Se volvió hacia la joven, soltando un pequeño bostezo. Las ojeras en su cansado rostro revelaba su falta de sueño, pero ahora que Lena estaba allí no podía quejarse. Su corazón, por primera vez en mucho tiempo, se sentía en completa calma.


    —¿Sabes? No te recordaba tan tranquila —notó cómo sus orbes eléctricos se posaban sobre él, amenazantes, y la encaró sacándole la lengua en el proceso, burlón—. ¿Quién eres y qué has hecho con mi pequeña gruñona?


    La castaña frunció el ceño, pero no pudo evitar soltar una risa por la nariz, incrédula.


    —Eres un completo idiota.


    —Y aún así, aquí estás —señaló Daichi, sin perder aquella sonrisa victoriosa que le sacaba de quicio.


    —Sí, aquí estoy —Lena le sostuvo la mirada, firme—. Dado que estás empleando tu única neurona en cuidar de tu hermano, tenía que venir y asegurarme de que...


    Aquello pareció divertir al muchacho, quien la interrumpió con un brillo especial en sus ojos carmesí. Se inclinó hacia ella, acortando la distancia entre ambos. Y quizás por orgullo, quizás por una razón que ambos desconocían, Lena no retrocedió en ningún instante.


    —Oh, ¿qué ven mis ojos? ¿Acaso te preocupas por mí? —Y a pesar del rubor que se apoderó de sus mejillas, la chica lo apartó empujándolo con suavidad de un manotazo sobre su frente.


    —Cállate.


    Daichi contuvo una risa, conociendo con certeza que comenzaba a rozar los límites de su paciencia. La vio caminar hacia la ventana en silencio, perdiendo su mirada en el hermoso atardecer que ahora se reflejaba sobre su cuerpo. Aquel momento del día se le antojaba tan efímero. Pero era su brevedad en el tiempo lo que le hacía aún más hermoso de contemplar. Y mientras observaba los hermosos destellos que arrancaba de su cabellera castaña, en un juego de luces y sombras que parecía negarse a perder, comprendió que Lena se había convertido en su propio atardecer.

    Y que este, al igual que el que ambos observaban a través del cristal, comenzaba a llegar a su fin.


    —Echaba de menos oír tu voz, pequeña gruñona —dejó escapar, apoyando su brazo sobre el marco sin llegar a dirigirle la mirada. Lena se removió en su lugar, golpeada por la enorme sinceridad que habitaba en sus palabras.


    Su expresión se tornó severa. El silencio que le siguió fue lo suficientemente significativo para ambos, pues sabían muy bien que aquello solo haría las cosas mucho más difíciles de lo que ya lo eran.

    Mordió su labio inferior, con cientos de pensamientos haciendo ruido en su cabeza.


    —No te engañes de esa forma, Daichi —le alertó con dureza. Ocultando, de alguna forma, la enorme tristeza que le producían sus propias palabras. Siempre había sido buena para mentir, ¿no es así?—. Sabes que no lo estás haciendo. Que nada de esto es real.


    —Lo sé muy bien —comentó sin más, colocando la mano sobre su cabeza, sin dejar de observar el horizonte. Y, para su sorpresa, Lena no se apartó. Mucho menos deseó golpearle por su exceso de confianza. De alguna forma... pareció demandarle parte de su compañía a través de su silencio. Y Daichi había aprendido a leerla con el tiempo como un libro abierto—. Solo déjame compartir esta pequeña mentira contigo, ¿sí?


    Lena no añadió nada más, y Daichi no esperó lo contrario. En algún momento sintió su cabeza dejarse caer sobre su hombro, y el joven le dejó permanecer allí por unos instantes que se sintieron eternos, sin realizar ningún comentario que atentase con apartarla de su lado. Ambos notaron cómo Riku comenzaba a moverse sobre la cama, y Daichi comprendió que estaba a punto de despertar. Mordió su labio, apartando la mirada poco después.

    La voz de Lena pronto captó su atención.


    —¿Estás bien?


    Dolía.

    Dolía mucho más de lo que podía imaginar.

    Porque comprendía que, así como el sol comenzaba a perderse en el horizonte, la presencia que se encontraba apoyada en su hombro desaparecería también con él. Y quizás, movido por la necesidad de querer mantenerla allí, su mano se movió sola, y comenzó a acariciar su cabello con cuidado.

    Y ella no se quejó en ningún instante.


    —Lo estaré.


    Así como había aprendido a vivir con las muertes de sus amigos, que le pesaban día tras día sobre sus hombros y le carcomían lenta y dolorosamente, acabaría aprendiendo a sobrellevar su pérdida.

    Esa era la maldición del ganador.

    El precio de la victoria.


    Apenas fue consciente de que Lena se había erguido, separándose con cuidado de su lado para observar a Riku removerse en la cama.


    —Dai, tu hermano está despertando —murmuró, y su voz pareció traerle de vuelta a la realidad. Se dedicaron una breve mirada, y Lena le alentó con la cabeza a acercarse.


    Daichi asintió, y el destello de una idea en su cabeza le arrancó una pequeña sonrisa.


    —¡Oh, cierto! Espera un segundo y te lo presento, seguro que se alegra de conocerte —exclamó, recuperando el ánimo con la idea, y se acercó presto hacia su hermano, deteniéndose un instante para acariciar su frente con cariño. Sus orbes rojizos iguales a los suyos le devolvieron la mirada, y pudo adivinar un atisbo de admiración en los mismos que hizo crecer su sonrisa—. Hey, enano. ¿Has dormido bien?


    El muchacho se reincorporó con cuidado, asintiendo lentamente, y Daichi colocó la almohada de tal forma que pudiese sentarse, apoyando su espalda con comodidad en la pared. La habitación había perdido una gran parte de su luz, y se anotó para sí mismo que debía acercarse para pulsar el interruptor de la lámpara de noche.


    —¿Con quién estabas hablando, Dai? —murmuró, soltando un pequeño bostezo que enterneció al mayor.


    —Mira, Riku —le avisó, haciéndose a un lado para permitir que observase a la persona tras su espalda. Se giró hacia ella, sin poder borrar su sonrisa—. Tenemos visita.


    Pero todo cuanto sus ojos pudieron ver fue cómo las estrellas se asomaban tímidamente a través de la ventana.
     
    Última edición: 17 Febrero 2020
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Oh fuck. Vamo a llorar

    No sé si lo hiciste a consciencia, pero en Japón está esta creencia de que el crepúsculo es el instante donde el mundo de los humanos se entremezcla con el de los espíritus, y entonces pasan cosas raras. Supongo que lo sabes bc Your name, pero ANYWAY haber leído esto teniendo en mente eso y que Daichi es justamente japonés, pues se me hizo precioso <3 El mood que supiste transmitir es pausado, silencioso y triste, pero contiene a su vez esta pequeña chispa de calidez y melancolía propia de quien ha perdido a alguien pero lo recuerda con una sonrisa. Daichi ganó la guerra y volvió con su querido hermano, y aunque el precio de ser el ganador pese en sus hombros, poco a poco sanará. Además cuenta con el apoyo de todos los amigos que, de una forma u otra, hizo durante el camino, y que estoy segura no le guardan ningún tipo de rencor. Shoro porque todos en ese pinshi rol son unos cutie pies que no merecen haber acabado en un jodido battle royale

    Las interacciones entre Daichi y Lena fueron oro, y de cierta forma me recordó a la jocosidad y liviandad con la cual pudieron relacionarse en el salón dorado y a comienzos de la primera ciudad. Es bonito y también me rompe el corazón pensar en cuán diferente podría haber acabado su relación si se hubieran conocido de otra manera.

    Y el final, mujer. EL FINAL.

    Shoro, joder, SHORO UN MONTÓN. Fue precioso, se leyó hermoso y y mi corazón ;-; Fue todo tan nostálgico but also soft and i cry

    Estuvo super lindo, Liza <3 Mis felicitaciones.
     
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    Etihw

    Etihw ghost Comentarista empedernido

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    Leyendo el comentario de Gigi sobre la creencia esa, pues como que quiero llorar más, bastante más. Me ha dolido un montón, y ahora que lo leí por tercera vez, como la gran masoquista que soy, mi corazoncito está roto. Daichi por una parte estaría tan pero que tan malditamente feliz de que su hermano se despertase, al fin, después de tanto tiempo en coma, pudiendo cuidarlo, garantizarle un buen futuro sin que se preocupase por nada, que pueda seguir sus sueños, que él esta vez iba a protegerlo como era debido.

    Pero por otra parte, estaría tan triste, tan dañado mental y emocionalmente por todo lo que habrá tenido que pasar para llegar a ello. Las peleas, los sacrificios, la muerte de aquellos con los que podía ser él mismo, un idiota y un quejica, un egoísta y un bromista. Joey, Jez, Lena... oh, god, I will cry.

    Bueno, voy a dejar de hablar de eso, o en verdad me pongo triste (?) La conversación entre ambos me ha parecido de lo más bonita. Él contándole con emoción cómo se encuentra su hermano, y ella preocupada, goshhhhh im so soft. And yes, ¿sabes cuando dijo que extrañaba escuchar su voz? Accurate as fuck. Extraña sus réplicas, sus ojos brillando desafiantes, y sus momentos juntos, ay, no sé, que lloro de verdad. Las dos ships de este rol me llenan de feelings y de un hype inmenso, me tienen loca perdida y ojalá no tuviesen que matarse, porque es algo que los destroza a ellos y que nos destroza a nosotras.

    Gracias por escribir esto, por escribir de ambos, por hacer que dos de las personas más importantes para él estuvieran en la misma habitación, aunque fuese por un efímero instante. Sí, Daichi nunca se olvidaría de su pequeña gruñona, ni de ninguno de sus amigos.

    Hmmmm... ahora toca irse a llorar y a fangirlear un rato más de ellos, ¿te apuntas? Claro que te apuntas, yo misma te acosaré :anicry:
     
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  1. Yugen
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