Microrrelato Duelo Final

El ataque fue contundente, lo suficiente como para hacer retroceder al chico, deslizándose.

El joven se había defendido con su sable pero aún así, el daño ya estaba ahí. De nada sirvió defenderse si de cualquier manera la fuerza de su némesis estaba a la orden del día.

—Ya no podrás vivir por más tiempo, he conseguido anular cada estrategia que estableces, y aún así, no has sido capaz de hacerme un golpe lo suficientemente contundente. —dijo el caballero oscuro que se postraba frente al chico, si bien el mismo se mostraba herido, la ventaja estaba clara...

El chico estaba perdiendo de manera terrible...

—¿Que importa? —respondio el chico con evidente cansancio—. Prefiero dar esta lucha antes que darte la espalda para huir, no soy un cobarde. ¡Yo aún puedo destrozarte! —sin embargo, el caballero solo rió con sorna.

—¿Con una fuerza así? No me hagas reír, ya no tienes a tus amigos para que vengan a salvarte. Acabé poco a poco con cada uno de ellos, sabía que dirías una patraña tan absurda como esa... —el caballero sonrió con malicia—, y es por eso que te he dejado de último.

El chico lo sabía, tanto que hasta cayó sobre una rodilla suya, producto del agotamiento. Y a pesar de haber dado una lucha formidable desde hace años, parecía que no era suficiente.

—Tienes razón, no siempre podré contar con mis amigos. Pero ahora es absurdo decirlo... aún así, estoy seguro que dieron todo de sí para darme el tiempo de venir hasta aquí y romper la maldición que recae en el mundo —dijo el chico, mientras elevaba la mirada, una cansada pero decidida, quitándose un dije del cuello de un tirón—. Pero aún tengo una oportunidad, y es la bendición de los dioses, ¡este es el dije al que tanto temias! ¡El poder sagrado!

Y efectivamente, cuando el caballero vió eso, no evitó mostrar sorpresa y el chico se levantó como pudo para romper el dije y del mismo comenzó a salir una energía mística y divina.

—¡Estás demente! ¡No eres especial! ¡Solo vas a destrozar tu cuerpo y alma en el proceso por utilizar algo que no mereces tener!

—¡¡No me importa!! —exclamó el joven con una determinación poderosa, su mirada y hasta la manera en como se movía lo delataban—. ¡Prefiero morir aquí y ahora! Llevándote conmigo al infierno... ¡No sin antes asegurarme que la maldición será rota junto con nosotros en el proceso! —setenció de última cuenta el chico mientras su sable se imbuía de un filo nuevo, uno más largo y brillante así como divino.
El chico sintió una gran ola de presión y hasta de agonía, pero eso no le importaba, aún si fuesen solo cinco minutos... sería el tiempo perfecto para acabar de una vez por todas con el conflicto.

El caballero arrojó sus ataques mágicos contra el chico, pero el mismo, ahora con una renovada energía, eludió para comenzar a correr hacia su objetivo y por fin conseguir cortarlo después de tantos fracasos, no solo eso, si no el daño que le provocaba era más notable.

—Maldito puberto...

Eso obviamente no le gustaba nada al caballero, y solo le quedó atacar con sus mejores técnicas el cual ni siquiera el joven conocía, pero la energía tenía que servir para ganar aún si tenía esa desventaja, observó como su némesis clonaba su espada en otras cuatro, y moviéndolos con su poder mágico, atacó al chico con los mismos.
Esto lo ponía en aprietos, pero haciendo el intento de concentrarse, soltó un grito de guerra para expulsar una onda de choque y así alejar las espadas de encima, lo cual resultó tener una fuerza mucho mayor de lo esperado. A continuación, el chico se arrojó de un salto sobre el caballero, quién había sido aturdido por un instante por la onda, y a pesar de que se recuperó a tiempo y se colocó a la defensiva... las espadas chocaron y un charco de sangre salió disparado.

Esto dejó a ambos helados, pero solo bastó un vistazo para contemplar como el caballero tenía el corazón perforado por el joven.

El hombre sonrió, con una mezcla de orgullo y decepción.
—Nunca confíe en que lo consiguieras —dijo, tosiendo sangre—. Pero a la vez tampoco me sorprende tanto... ¿cómo menospreciar a tu propia sangre al punto de considerar a alguien un inútil? Tu padre te enseñó bien —las palabras del caballero dejaron con gran sorpresa al chico—. Supongo que siempre tuvo razón. Mi nieto... me acabaría matando algún día.

Y así como dejó caer dicha revelación, el caballero oscuro cedió, de espaldas, perdiendo toda fuerza en él...
El chico había ganado. Pero no por ello se sentía que obtuviese la victoria en sí, al contrario, es como si al final de todas maneras, hubiese perdido.