Haikyuu!! Duda Razonable [Haikyuu!!] [Días de abecedario]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Kikuz-sama, 5 Mayo 2017.

  1.  
    Kikuz-sama

    Kikuz-sama Usuario popular

    Géminis
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Duda Razonable [Haikyuu!!] [Días de abecedario]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1553
    Actividad: Días de abecedario
    Letra: D

    Aún esto en mi fase de experimentación. Hoy traigo un KuroTsukki un tanto raro.
    Siempre pensé que el inicio de una relación entre estos dos debía ser algo tormentoso.
    Espero disculpen el pobre manejo de los personajes y que sea de su agrado.
    Gracias por tomarse la molestia de leer :D


    Tsukkisima se encontraba contrariado. Se sentía frustrado por no poder resolver el problema que lo mantenía despierto por las noches. Y lo que más lo molestaba era que estaba siendo patético. ¿Desde cuando esa sonrisa ladina le comenzó a parecer bonita? ¡Era absurdo que la encontraba de esa manera! Kuro era como un gato callejero que no tenía problemas en ir de puerta en puerta. Un momento podía estar con Kenma, molestándolo para que le prestara atención y al siguiente se encontraba tonteando con Bokuto, dando la imagen de ser un par de enamorados.


    La primera vez que había sido testigo de esa actitud infantil, fue en el campamento de concentración de voley, y no pudo evitar dedicarles una sonrisa burlona mientras le hacia saber (mientras se acercaba a la salida) que aquello le resultaba patético. Sin embargo, Tsukkisima no espero la reacción del mayor. De tres largas zancadas Kuro lo alcanzó y, para detenerlo, le lanzó los brazos al cuello.


    —Tranquilo, mi pequeño cuervo, tú siempre serás mi favorito. —Y dicho eso, se inclinó y lo besó en la mejilla.


    En ese instante el tiempo pareció detenerse. Tsukkisima no entendía que es lo que le generaba más desconcierto. El que Kuro insinuara que se encontraba celoso, que lo besara o el irregular latido que empezaba a presentar su corazón. Por un par de segundos ninguno de los dos hizo nada por romper aquel efímero contacto tan sólo se miraron. Pero esa quietud se rompió cuando Kuro le dedicó su característica sonrisa. Enfadado lo empujó.


    —Serás idiota. —Le gritó con una mezcla de vergüenza y rabia mientras salía del gimnasio.


    Y ese incómodo episodio desembocó en su estado emocional actual. Ahora, al caminar rumbo a su casa, trataba de despejar su mente. Aunque no podía dejar de pensar en lo que le había preguntado Suga (porque, evidentemente, su distracción se notaba a kilómetros de distancia por medio de su torpeza. Eso ocasionó que fuera burla del enano odioso y del egocéntrico Rey. Por ello, el albino había terminado preocupado y él no tuvo más remedio que contarle lo que le estaba pasando): ¿Te gusta Kuro-san?


    Y él no podía deshacerse de esa cuestión pues era razonable. Eso explicaría la estupidez que lo embargaba los últimos días y el porque, repentinamente, esa sonrisa le parecía tan bonita. Hastiado consigo mismo, llegó a casa y después de un nada efusivo: Estoy en casa, se dirigió a su habitación. Se dejó caer pesadamente en la cama y escondió la cabeza debajo de la almohada.


    Pensaba dormir hasta que ese desasosiego desapareciera, pero no contó con que su móvil comenzara a sonar con insistencia. No levantó la cabeza del colchón, no había necesidad de revisar el identificador pues él ya sabía de quien se trataba. Llevaba un mes evitándolo, un día más no haría una gran diferencia. Cuando las llamadas comenzaron y no tuvo el valor de contestarlas se reprendió al ser un cobarde pero no quería enfrentarse a él sin saber lo que le sucedía.


    ¿Me gusta?



    La duda era razonable. Y, aún así, no era capaz de responder de manera negativa o positiva aquella cuestión. Porque no podía negarlo pero tampoco quería aceptarlo. Qué patético. Pudo seguir revolcándose en su autocompasión pero el toque a la puerta de su habitación lo distrajo.


    —Tsukki, ¿puedo pasar? —Preguntó Yamaguchi con voz insegura.


    Quiso negarse y seguir evitándolo como llevaba haciéndolo desde hace días pero eso ya era demasiado infantil. Se puso en pie, acomodó su ropa y abrió la puerta. La visión que lo recibió lo dejó en shock. Frente a su puerta se encontraba el dueño de su desasosiego. Junto a él se hallaba al que consideraba amigo. Frustrado y un poco asustado sólo pudo mirarlos con sorna.


    —¿Qué haces aquí? —Inquirió molesto.


    —Pensé que era hora de aclarar lo sucedido. —Contestó dedicándole esa cínica sonrisa.


    —Entre nosotros no ocurrió nada. —Aseveró Tsukkisima encontrándose momentáneamente asustado.


    —¿Así que seguimos en la etapa de la negación? Vaya, debes dejar de ser tan infantil, gafas-kun.


    —Idiota, no me llames así.


    —¿Prefieres pastelito?


    —Muérete. —Respondió Tsukkisima con todo el fastidio que pudo reunir.


    Se miraron por un par de segundos, retándose hasta que Kuro sonrió con suficiencia y se giró para dedicarle un guiño a Yamaguchi.


    —Gracias, pecas-kun. Ahora hay asuntos que debo arreglar con Tsukkisima.


    —Espera…


    Pero antes de que alguno de los dos menores pudiera hacer algo, Kuro tomó del brazo al rubio y lo hizo entrar en la habitación. Ninguno de los dos dijo nada y Tsukkisima, al verse acorralado, se alejó todo lo que la pequeña habitación le permitió.


    —¿Por qué has estado evitándome?


    —He estado ocupado.


    —¿Todo un mes?


    —Tengo una vida, Kuro.


    —Entonces arreglemos esto para que cada uno pueda avanzar. —Y de dos zancadas se acercó a él y lo beso.


    Pero este beso no fue como el de la concentración. Aquel había sido inocente, incluso tierno; en cambio este era demandante y posesivo. Podía palparse la desesperación. Tukkisima quiso lanzarlo lejos, sin embargo, el mayor no lo permitió. Kuro se dedicó a descubrir y saborear la boca del menor hasta que la falta de aire lo obligó a separarse.


    —Me gustas. —Esas dos palabras sacaron de balance al menor. Su corazón duplicó su ritmo cardíaco y sus mejillas se tiñeron de rosa. —La pregunta aquí es sí yo te gusto a ti.


    Y, por alguna razón, esas palabras terminaron con su paciencia.


    —¿Qué clase de pregunta es esa?


    —Una razonable, supongo. —Contestó Kuro sin inmutarse.


    —No, no es una duda razonable. ¿Quién demonios te crees para venir e intentar formar parte de mi vida? Yo no te lo pedí. Yo no pedí que entraras como un huracán y volvieras todo de cabeza. No puedo dormir por tu culpa, mi corazón no puede mantener un ritmo normal mientras pienso en tu estúpida sonrisa y mis mejillas han adquirido la costumbre de teñirse de rosa cada que algo me recuerda a ti. ¿Con que derecho vienes y alteras mi vida de esta manera?


    —Vaya, ese a sido un discurso muy apasionado para alguien tan apático. —Dijo Kuro y comenzó a reírse.


    —¿De que te ríes?


    —De ti.


    —¿Por qué no vas y te mueres por ahí? De esa manera me regresas mi paz.


    —¿Con qué la negación ha dado paso a la ira? Vamos avanzando. —Murmuró con una sonrisa. —Ahora contesta la pregunta: ¿Te gusto?


    Y esa pregunta era la que Tsukkisima había estado evitando todo este tiempo.


    —Si… No… No sé…


    —Por ahora saber que no te soy del todo indirente es suficiente. —Y antes de que Kei pudiera decir algo más, Kuro se apresuró a callarlo con un demandante beso.



    EXTRA:


    —Camina con cuidado. —Le pidió Tetsuro a Kei mientras intentaba guiarlo al comedor.


    —¿Cómo pretendes que ande con cuidado si no veo nada? —Murmuró molesto.


    Acababa de llegar del trabajo y estaba cansado. Lo único que quería era descansar pero Tetsuro tenía otros planes. Suspiró cansado y le siguió el juego, tal vez así terminaría todo más rápido y podría irse a dormir. Respiró profundamente y un desagradable olor inundo sus fosas nasales.


    —Tetsuro, ¿qué es ese nauseabundo aroma? —Inquirió mientras el azabache lo obligaba a sentarse en una silla.


    —Mi intentó de cena.


    —¿Moriremos envenenados? —Lo cuestionó con sorna.


    —Quisieras, pastelito.


    —Tetsuro…


    —Kei…


    —Gato tonto.


    —Cuervo rebelde.


    Después de eso, le quito la venda y cenaron. Claro, la comida de Tetsuro se quedo en un rincón de la cocina y comieron lo que Kuro había ordenado al ver su inutilidad en la cocina. Después una amena charla en la que expusieron lo que hicieron en el día, Tetsuro se puso en pie, camino hasta Kei y se arrodillo frente al él. Saco una pequeña caja del bolsillo de su chaqueta y la abrió frente a él.


    —Sé que se acostumbra pedir primero matrimonio antes de invitar a tu prometido a vivir contigo pero yo ya no podía resistir vivir más tiempo lejos de ti. También sé que ha estas alturas esto te parecerá ridículo pero para mí es necesario. Quiero que ni a ti ni a nadie le quede duda de que tienes un lugar al que perteneces, al cual puedes regresar y en el que eres profundamente amado. Kei, ¿quieres casarte conmigo?


    Y en ese momento Kei tuvo la certeza que estaba completa e irrevocablemente enamorado de ese idiota del voley. Que los años que paso a su lado valieron la pena porque lo llevaron hasta ese momento en el cual aceptaba que desde el primer sorpresivo e inocente beso que Kuro le dio en sus años de adolescencia, sello su destino junto a él.


    ¿Te gusta?


    En su momento, esa había sido una duda razonable, aunque nunca pudo darle una respuesta satisfactoria. Ahora, mientras aceptaba la propuesta de su gato tonto, encontró la correcta.

    No. Lo mío no fue gusto, fue amor a primera vista.
    Porque desde que vi esos ojos, lo amé.
     
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso