Mí amigo Carlos padece de algo extraño, pues no puede dormir solo, el día de hoy, a un lado de su recientemente puesta lápida, me siento mientras fumo uno de sus Marlboro favoritos, para que no tenga que dormir solo.
Es medio irónico, porque no hay mayor soledad que irse de este mundo, pues ya nadie más te acompaña. Es triste yacer ahí, aunque sea al lado de tus seres queridos y ni siquiera poder rozarlos con la yema de los dedos. Es un tema controvertido y complicado.