Se hacía tarde, y parecía que no iba a llegar nunca. Una hermosa pelirroja de estatura considerable se apresuraba por las calles de Kansai intentando vencer al frío. Demonios, se había entretenido demasiado admirando las calles que recorrió durante toda su niñez y juventud. No hacía más de dos días que había vuelto a su ciudad natal. Sus padres la acogieron con una calurosa bienvenida. Extrañaba la mirada tosca de su hermano que se encontraba en la universidad, pero ya faltaba poco para su visita en la ciudad en la que Risa trabajaba, así que no tardaría en volver a verlo. Había aprovechado para ver a su gran amiga Nobu y a su marido Nakao, con el que ya compartía dos lindos hijos, encantados de que sus padres se encargaran de una pastelería. La verdad es que al encontrarse con ellos se sintió como si nada hubiera cambiado desde aquellos años de instituto, como si sólo hubiera pasado un día desde que hace ocho años se había ido a vivir a Kyoto. También había conseguido contactar con Haruka, el cual... - Umibozuuuu, ¡Umbibooozuuuu...! La voz que provenía de su espalda la sacó de sus ensoñaciones. - Ya vamos cariño, ya queda poco para llegar, ponte bien la bufanda que te vas a resfriar. - Si mami. Una pequeña y bella niña asomaba la cabeza por su hombro, ¡que cómoda y calentita iba en la espalda de su mamá! En realidad el motivo de su vuelta, además de para que su hija pudiera pasar un par de días con sus abuelos y ella reencontrarse con algunos de sus viejos amigos, era el concierto del que había cautivado tanto a su hija como a ella la primera vez que lo escuchó. - Por fin hijita, ya hemos llegado, ¡y justo a tiempo! - Pero mami, no veo nada... - Tendremos que conformarnos con quedarnos aquí atrás, es pequeño y hay mucha gente, puedes hacerte daño si nos adentramos más... ven aquí. Y cogió a su pequeña en hombros, así podría ver perfectamente. Desde luego aquella sala era pequeña, hacía mucho tiempo que no veía a Umibozu en un sitio así. Pero fue por eso que eligió ese sitio para llevar a su hija; al ser más pequeño la entrada de personas estaba más limitada, y así correría menos riesgos. De algún modo le resultaba muy familiar. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Temblaba. Estaba nervioso, apenas podía caminar. Algo le decía que esta era la noche, y justo por eso estaba muerto de miedo. Pensó si sería buena idea ir a buscarla, pensó si lo más sensato era ir a ese concierto, pero... ¿y por qué no iba a serlo? De su cabeza no desaparecían estas ideas desde que vio el anuncio del concierto de Umibozu, y no estaba dispuesto a perder esta oportunidad. Algo le decía que la chica a la que dejó escapar tanto tiempo atrás también tomaría ese concierto como una señal. Al fin y al cabo, es en el lugar dónde por primera vez la vio, el lugar donde todo empezó. Pero, si eso era así, ¿cómo reaccionaría? Aún recuerda las lágrimas que esa chica derramó por su abandono e indiferencia. Cuando se dio cuenta del error tan grande que había cometido ardió en deseos de ir a buscarla, pero ya era demasiado tarde. Ella se había marchado, pidiéndoles a sus amigos expresamente no querer saber nada de él. Esta era la noche en la que tenía que arreglarlo todo, en la que tenía que soltar todo lo que su corazón llevaba guardando ocho años. Sólo esperaba que la intuición no le fallara y que ella estuviera ahí, si no... no podría encajarlo. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- El pequeño chico llegó tarde al concierto presa del pánico, pero cuando entró eso pareció darle igual. Ahí estaba ella, más reluciente de lo que jamás habría imaginado, con una amplia sonrisa y moviéndose de un lado a otro con ligero cuidado cantando al unisono las canciones que él tan bien conocía. Es curioso, parecía que llevaba a una cría con ella. Sería una pobre niña que no podía ver nada, después de todo, la ventaja de ser alta tenía que ser compartida. Cuando quiso acercarse a ella quedó anclado al suelo, presa del pánico. La pelirroja pareció percatarse de que alguien la observaba y se dio la vuelta. Lo que veían sus ojos no podía ser verdad. De repente, como si de un mazo se hubiera tratado, se dio cuenta de dónde estaba y de por qué ese sitio le resultaba tan familiar. No pudo evitar reírse y pensar con cariño en los viejos tiempos. Sin embargo, los pensamientos del chico eran totalmente contrarios a los de ella; la realidad le golpeó con la fuerza de los siete mares. La pequeña que iba montada a los hombros de la chica era la viva imagen de Risa, su mismo color de pelo, su misma sonrisa. Creyó que el mundo le había aplastado contra el suelo. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Al terminar el concierto ella se acercó animadamente a hablar con él. Sacó fuerza de dónde no la había y charló calurosamente con la chica. Esta le presentó a su hija, él sonrió tiernamente al saludarla, le dijo que tenían que volver a verse para ponerse al día y se fue. Todo en su cabeza pareció pasar de manera rápida, mecánica, como si de una conversación en código morse se tratara, aunque en su corazón todo era muy diferente. "Ella ni siquiera ha recordado dónde estábamos... puede que vaya siendo hora de que me vaya yo también" - Pensó mientras sonreía con las mejillas mojadas. Había visto lo que su voluntad cabezota necesitaba para cerrar ese capítulo de su vida y seguir adelante sin ella. Caminó a casa sin prisa, olvidándose del frío, pensando en cual sería su próximo destino, en como le gustaría que fuera su nueva vida y como ese lugar había vuelto a ser dónde todo empieza.
WOW, me sorprendiste. Por un momento pensé que era hija de él, de Otani, pero con la separación Risa no se lo dijo... Mi mente se fue a lo más obvio. No a una verdadera ruotura, ella no lo esperó y siguió adelante con su vida. El amor puede esperar años, pero no tiene que ser de ambas partes.
¡Hola! Es la segunda vez que leo sobre ellos estando separados. Al principio me confundí un poco, ya que no lograba captar si la niña era su hija o no, tuve que releerlo dos veces para entenderlo. Yo también pensé lo mismo que Tarsis, que la pequeña era de ambos, pero, ¡oh, sorpresa! Resulta que no era así. Ese Otani, creyendo que Koizumi esperaría por él... Es tan raro ver que ella al final se rindiera, se fuera y tuviera una hija con alguien más; antes había intentado olvidarlo pero no había podido; por eso llega a sorprender el ver/leer esta faceta en ella. Debo admitir que me rompió el corazón que él se diera cuenta de lo que había llegado a tener, que no supo apreciar y lo perdió por tonto. No sé, lo imaginé todo decaído y con el corazón roto, después de haber esperado ocho años por volver a verla y encontrarse con esa sorpresa de que ella ya no lo había esperado. El que se haya terminado aquello que empezó tiempo atrás terminó ese día de su reencuentro. Por cierto, esta parte como que no la entendí muy bien: La última parte que señalé en negrita es la que está un poco confusa, es decir, las interrogantes a responder es... ¿quiénes están encantados de eso? ¿Ellos? ¿Los hijos? La parte en azul se puede malentender un poco, ya que podría hacer "entender" que es Koizumi con quién ya compartía esos dos lindos hijos. Se podría mejorar un poco con algo como por ejemplo, "Había aprovechado para ver a su gran amiga Nobu y a su marido Nakao, junto con los dos lindos hijos de ellos..." No sé, es mi mera opinión y algo que me revolvió en primera instancia. Lo repito, me gusta la forma en que manejaste a los personajes y aunque me destrozó mi corazón el imaginar a Otani todo triste y cabizbajo por la impactante noticica que no se esperaba. Me gustó mucho tu linda historia, gracias por deleitarme la pupila.