DogmanCapítulo 1: Mal comienzoCon suerte terminé levantándome muy temprano esta mañana; de pronto el sueño se había hecho humo y mis ganas por empezar el día relucieron. Usé la terma para bañarme y minutos después me arrepentí, tenía la piel como gallina a pesar de haberme puesto ya un pantalón y una chompa con cuello alto. No abrí las cortinas ni acomodé mis sábanas; la limpieza por alguna extraña razón no era lo mio y si lo hacía generalmente lo posponía a la última hora. Bajé las escaleras, no había nadie esperándome en el comedor o preparando el desayuno en la cocina, me dolió un poco. Abrí la puerta de la casa y la luz gris del cielo irritó ligeramente mi vista, entonces lo recordé, tenía que comprar unos lentes esa tarde. Coloqué mi mochila al hombro y pensé en que todo saldría bien, por lo menos el primer día de clases en ese colegio que mamá se animó a matricularme. Tomé al autobús que pasaba por la avenida y me dejó justamente al frente del establecimiento. Era de tamaño colosal, y consistía en ventanas largas con marcos hechos a base de piedra caliza y techo alto, el nombre de la institución permanecía grabado desde 1985 en lo más arriba de los portones de roble. Clarissa JhonsonSueña sin límitesPreferí no cuestionar el logo ni tampoco a la fundadora pero esperé realmente que no hubiesen asignaturas ligadas a la oratoria. - ¿Va a entrar?—pregunto una voz ronca sorprendiéndome a mis espaldas. Era un hombre bajo y rechoncho de uniforme marrón oscuro que cargaba en una mano un grueso palo. - Ah, sí. Soy estudiante de aquí. —respondí con cierta timidez. - Ya lo creo. Muéstrame tu carnet de identificación. –dijo, estrechando la mano libre. Ya se perdió el respeto, pensé, buscando dentro de la mochila lo requerido para pasar a aquel molesto lugar. - Tenga. –contesté, entregándole.-- ¿Contento? - Sí, lo siento mucho señorita, pero últimamente la prensa manda a chicos para infiltrarse y debo ser cuidadoso si quiero conservar mi empleo. –sonrío. - ¿Con qué motivo? Esta escuela no es más que eso, una escuela. –comenté con un claro tono de tener la razón. El hombre soportó una risa y girando la llave a la cerradura del portón la abrió. - Dime Tom, seré tu portero desde ahora. Ya entra, no quiero retenerte por mucho más tiempo. Te están esperando. - ¿Quiénes?—quise preguntar, sin embargo solo me limité a hacerle caso. Dentro el aire parecía más fresco, como cuando viajé a la sierra y aspiré aquel limpio oxigeno. Un escritorio se ubicaba en el centro de la estancia y a cada rincón un antiquísimo florero adornaba. Una mujer de moño cuadrado apareció por una puerta ubicada al lado del pasillo más ancho y llevando un portafolio me llamó con la mirada. - ¿Eres Sophya Mercedes, no es así?—su rostro viéndola de cerca se asemejaba a una máscara sacada de algún taller de teatro y sus lentes dos pelotas de golf. - No usaré anteojos, ya no—susurré, retractándome. —Sí, soy ella misma, pero, ¿cómo es que lo sabe? - Eres miembro de los Jhonson, es obvio que te conozco. Sube al segundo piso siguiendo el pasillo y entra a tu respectiva aula. Revisa tu carnet si tienes inconvenientes. Asentí con la cabeza y acometí lo indicado. A pesar de su aspecto físico no era una mala señorita, tenía esa paciencia que distintas niñeras quisieran dominar pero ni con los años lo lograban. Al subir las escaleras descubrí un silencio en las paredes que difícilmente podría oír en la ciudad, el eco de mis pasos resonaba en mis oídos solamente y al vislumbrar el aula indicada en mi carnet me sentí aliviada. El aula no sería una tumba… ¿o si? - Sophya Mercedes, llegas tarde. –Y me sorprendí. Muchas miradas estaban clavadas en mí, la mayoría de ellas cuestionándome en sus pensamientos. No exageraba, ya empezaban los suaves pero ávidos comentarios. - Genial, la cola del grupo. - Debería de haber una sanción para los tardones. - ¿Ella es una de nosotros?, ¡Qué decepción! - Lo siento, créame que no se volverá a repetir. –preví al profesor sin verlo. No deseaba ver nada a excepción del suelo. - Espero, Mercedes. –finalizó dejándome libre de la humillación. —siéntate donde quieras. Al rincón, pensé, esquivando las miradas inquisidoras de mis compañeros e ignorando sus opiniones. Había dos asientos desocupados a cada lado, pero en cada carpeta ya había alguien. En una se encontraba un muchacho de cabellos alborotados y tez clara, me miraba curiosamente como tratando de adivinar mi decisión. Me puso nerviosa así que gire la cabeza a la otra carpeta, el otro muchacho vestía de negro y su cabello castaño estaba húmedo. No me miraba. - Aquí será. –pensé, sonriendo y acomodando mi mochila al lado suyo. Para ese entonces ya había dejado de ser el centro de atención y el profesor hablaba sobre los antecedentes que le trajeron al colegio.
Anda, me ha parecido muy interesante y bien narrado :), sólo que no estaría de más que dejaras espacio entre párrafos y también entre diálogo. Me gustaría leer lo próximo :).