Namaikizakari Distracción [Drabble]

—¡Na-ru-se-kun! —La chica salió de la nada y se colgó del brazo de Naruse. Una de las cejas de Yuki se arqueó. ¿Qué tanta confianza tenía esa chica con él? ¿Pero qué le importaba de todos modos a ella? No eran nada, él podía hacer lo que quisiera. Se dio media vuelta y comenzó a recoger los balones del suelo.

—Suéltame, me fastidias. —La cortó con descortesía, haciendo a la chica a un lado que hizo un puchero, él la vio con ojos indiferentes—. ¿Qué quieres?

Yuki observó como hablaba con la chica,, escuchando unas frases de ella, otras de él, nada en concreto por la distancia y el sonido de las pelotas al rebotar en el piso. Dejó escapar el aire de golpe, aquello empezaba a ser molesto. Como manager hablaría con él. Sí, era lo correcto, ¿o no?

Hizo sonar el silbato después de ver el reloj en su muñeca.

—¡Han acabado por hoy! Pueden ir a las duchas —dijo con tranquilidad mientras todos se reunían alrededor de ella—. Naruse, tú quédate, debemos hablar algo.

Él no dijo nada, pero obedeció. Después de que todos se fueron, la tensión en el ambiente era palpable, él no le quitaba la mirada de encima, y ella trataba de ignorarle.

—¿Qué ibas a decirme Yuki-sempai? —rompió el silencio.

—No debes atender a esas chicas aquí —soltó sin más, y enrojeció. Había sonado como algo personal. Y no lo eres, ¿o sí?

Una clara sonrisa se extendió en la cara del kohai.

—¿Estás celosa Yuki-sempai? —cuestionó acercándose más a ella. Quien levantó su palma para mantener la distancia del enorme chico.

—No digas idioteces, te lo digo como manager. Tus constantes visitas te distraen a ti y a tus compañeros del entrenamiento. Procura que no sean en éstas horas tus reuniones —replicó con propiedad recobrando la compostura.

Naruse la acorraló contra la pared dejándola sin escapatorias ignorando sus quejidos y sin más la besó. Unió sus labios en un devorador beso que los consumió a ambos.

—Y sólo para que lo sepas, Yuki-sempai...—susurró en su oído al separarse de sus labios—. Ellas no me interesan. Sólo me gustas tú.

Y se alejó silbando alegremente en torno a las duchas, dejando a la muchacha completamente sonrojada y sin moverse del lugar.

—Estúpido Naruse...—masculló con el corazón latiéndole a mil.