Me encontraba tumbada a la sombra de los árboles intentando relajarme, pero no podía dejar de darle vueltas al tema. Él estaba sentado sobre el mascarón de proa, pensando, reflexionando en silencio, inmóvil. Estaba claro que algo pasaba, pero yo seguía sin saber el qué, o simplemente no quería saber el qué. “No puede haberse dado cuenta”; esa era la frase que me repetía una y otra vez, intentando creérmela, pero en el fondo sabía que solo lo hacía porque me negaba a escuchar la verdad que mi propio corazón ya no podía seguir ocultando. Me negaba a aceptar que se hubiera dado cuenta de mis sentimientos. Me negaba a aceptarlo, porque sentía que no sería capaz sobrevivir si él no me correspondiese. Por eso prefería vivir sin ver la realidad, sin arriesgarme, sin perder nada, sin ganar nada. Hubo un tiempo en que nuestros caminos se separaron y no pude dejar de pensar en él. Me decía a mi misma que lo primero que haría nada más volver a verle sería decirle lo que desde hacía meses mi corazón no podía callar. “Te amo”; esas eran las dos palabras que mi corazón gritaba desde que me salvó, y que los últimos años me había vuelto incapaz de ignorar; esas eran las dos palabras que mis labios eran incapaces de pronunciar. Hacía tres meses que nuestros caminos se habían vuelto a juntar y todo el valor y la fuerza que había reunido durante esos dos largos años que estuvimos sin saber el uno del otro se esfumaron de golpe al verle. No pude hacerlo, no pude decírselo. “Cobarde”; esa palabra me atormentaba en lo más profundo de mis pensamientos, pero ya lo había decidido, no hablaría nunca, estaría siempre a su lado pero solo habría amistad entre nosotros. Lo tenía todo claro, al menos hasta ayer. Ayer por la noche le encontré dormido sobre la cubierta del barco, y no pude evitar sentarme a su lado y acariciarle el cabello. La luna brillaba en lo alto, iluminando parcialmente su rostro, haciéndole parecer más joven de lo que ya era, y al verle así, no pude evitarlo, incline mi cabeza levemente y lo besé. Fue tan solo un roce, pero fue suficiente como para destruir esa muralla de hielo que en vano había intentado construir en torno a mi corazón para protegerle del dolor que me causaba el amor. Han pasado diecisiete horas desde ese momento, llevamos diecisiete horas sin hablarnos, son diecisiete las horas que llevo sin poder conciliar el sueño, durante diecisiete horas llevo repitiéndome una y otra vez “No puede haberse dado cuenta”. Diecisiete horas, ese es el tiempo que lleva enamorado un capitán de su navegante.
Woah. Muy interesante, me gusta porque no es el tipo de fanfic que esperas de un Luffy x Nami. Es... distinto. No es lo típico de... ambos se gustan pero creen que el otro va a rechazarlos, hacen cosas locas, se enojan, se reconcilian, se declaran y bláh... cursilerías. Este no es así. Si bien sigue narrando su relación desde una perspectiva amorosa bastante normal, como es que a Nami le guste Luffy, que el drabble esté orientado hacia sus pensamientos y reflexiones me gusta. Si es que yo soy una fan empedernida de Nami y me encantan las historias que la manejan bien, porque tú lo has echo. No hay Ooc aquí. Tratas los pensamientos de ella como algo que podríamos esperar que hiciera, siempre analizándolos y buscando la mejor opción, que en este caso y para ella fue ser su amiga nada más. Ella es inteligente y sabe que una declaración no correspondida podría dañar su amistad. Y lo bueno es que, aunque Luffy tenga interacción nula en el drabble, la última frase la has cargado de significado, dejándole al drabble un final abierto, como me gustan. No he visto fallos en lo que a ortografía se refiere -tendré que darle una segunda lectura a ver si veo algo-, pero queda un poco antiestético la disposición de los párrafos. Deberías separar el segundo en dos, porque es demasiado largo y, aunque la narración es fluida y para nada pesada, todo ese tocho es un poco tedioso de leer. Ah, ahora me ha entrado curiosidad. ¿Por qué son 17 horas? Digo, lo busqué y dudo mucho que tenga algo de relación con el 23-F, porque nada que ver... No sé, tiene pinta de haber algo detrás de ese título y de las horas pasadas entre el beso y las reflexiones de Nami. Muy buena historia, espero verte más por One Piece