Crepúsculo Did I Die? (BellaxEdward) BellaPOV

Antes que nada, este fic esta siendo publicado en FanFiction.net bajo mi nickname (twitter, facebook, formspring) Annelice'KissLemon. NO AL PLAGIO.

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Meyer y su casa editora. Yo sólo juego con los personajes y creo esta rara historia.

Summary: AU/OoC - ¿Por qué están aquí?-. Alice levantó la mano - Estamos aquí, porque, naturalmente… -No quería escuchar lo que venía, pero ya me lo temía-. Hemos muerto.

Did I die?​

.​

- Entonces, supongamos que no tenemos tecnología –Casi me reía. Mis compañeros me miraron mal, pero los ignoré y me concentré en la explicación del maestro.

Solté un bufido cuando vi el reloj y descubrí que todavía faltaba un cuarto de hora para la salida. Estaba tomando apuntes de lo que el maestro decía, y ya se me había acalambrado la mano. Volví a ver el reloj y sólo habían pasado cuatro minutos.

Me dolía la cabeza y lo único que quería era irme de la escuela, llegar a mi casa y acostarme a ver la televisión. Exceptuando que tenía tarea de todas las materias y que tenía que hacerlas para poder pasar de año, me relajaría toda la noche. Pero, no. Sólo descansaría un par de horas y me desvelaría haciendo la tarea.

Por fin el timbre sonó. Fui la primera en salir. No tenía amigos, y se podía decir que tampoco vida social. Todos me evadían. A todos les caía mal. Me daba igual, eso tenía sus ventajas…

Salía al estacionamiento. Algunos coches ya estaban saliendo del lugar. Suspiré. Todavía tenía que cruzar todo el estacionamiento para dejar mi nota de asistencias en la oficina. Con cuidado, y viendo a ambos lados, crucé la calle.

Escuché un chirrido y todo fue muy rápido.

Una furgoneta venía hacía a mí a toda velocidad. Cerré mis ojos y me abracé a mí misma, como si en lugar de recibir el impacto de seiscientas veces mi peso, me protegiera de un tropiezo. Oí como intentó frenar y derrapó. Abrí un ojo y vi como la furgoneta giraba descontrolada, pero aún se dirigía a mí.
Había pocos testigos, pero no los suficientes para asegurar que mi muerte fue producto de un accidente y no porque alguien me odiara. Parecía que iba a más rápido hacía mí. Cerré de nuevo el ojo y los apreté.

Sentí el impacto en mi estómago. ¡Y cómo dolió! Impactó con tanta fuerza que salí volando hasta estrellarme en el parabrisas de otro coche. Todo me dolía. No, sentía que no tenía piernas, ni brazos, ni ningún otro miembro de mi cuerpo, pero había una ligera punzada.

Algo caliente se deslizaba por mi cabeza y empapaba mi cabello. Era sangre. La cabeza me dolía y de lo único que estaba consciente es que se preocuparon más por el conductor de la furgoneta asesina, que por mí.

- ¡A-alguien a-yu-deme, p-por fav-vor! –Gemí, entrecortadamente, intentando unir palabras coherentemente.

Parecía que de mis labios no hubiera salido palabra alguna. Aún con los ojos cerrados, escuché las sirenas, voces de paramédicos. Escuchaba todo a mí alrededor.

Lo que era mi cuerpo, sangraba por todas partes, parecía que lo mío era más serio que la ligera contusión del 'conductor' de la furgoneta. Las lágrimas se escaparon de mis ojos, apenas dos ligeras gotas que se desplazaron por mis mejillas y terminaron en el destrozado parabrisas. Gemía de dolor, pero todos eran ajenos a ello.

Para los demás, Bella Swan era la hija del jefe de policía de Forks, no significaba nada para nadie. ¡Por Dios! ¡Hasta mi madre me había abandonado para irse con su amante! Hasta Reneé me dejo a los dos meses, con Charlie que no tenía idea de cómo alimentarme.

No tenía amigos, y parecía que todo Forks me odiaba. Desearía no haber nacido… Desearía morir.

Una extraña descarga eléctrica se sintió desde mis senos hasta mi corazón. Una, dos, tres veces… Pero ya no escuchaba, no veía, no sentía.

Todo lo que creo que veía eran imágenes mías. Siempre se repetían. Yo, en la soledad de mi habitación leyendo algún libro. Yo, en la soledad de la biblioteca estudiando. Yo, yo, yo y sólo yo. Sola. Ni Charlie estaba conmigo. Era una desconocida que vivía en su casa.

No supe cuanto tiempo paso, porque se me hizo eterno.

Cuando abrí los ojos, una cegadora luz blanca me dio en la cara. Tuve que cubrirme con ambas manos. Despegué mis manos y parpadeé. Era una habitación completamente blanca. No había lugar en ella que fuera de otro color. Las sábanas y almohadas eran blancas. Vi mi ropa. Gemí. Blanca, ¡y un vestido! Yo que acostumbraba a vestirme con pantalones y playeras negras… Llegó a este lugar y me ponen un vestido blanco. Aunque era bonito, no era mi estilo.

Me levanté de la cama, para incorporarme por completo. Al bajar de la cama, que estaba como a un metro del suelo… Bueno, pensé que caería y tocaría el suelo, pero no. Flotaba. Flotaba como un fantasma. Mis manos se fueron a mi vestido, para acomodarlo. La piel que ahora tenía era más pálida de lo usual. Suspiré.

Floté hasta la puerta y la empujé ligeramente. Ésta se abrió con un pequeño chirrido. Asomé mi cabeza a ambos lados del infinito pasillo y no nada… Ni a nadie. Salí al pasillo y floté a la derecha. Continué hasta que topé con la pared, blanca, como todo aquí. Me giré de nuevo a la derecha y vi otra luz. Una luz un poco más industrial. Avancé hasta ella y llegué a un pequeño cuarto.
D
entro había otros cinco jóvenes, que conversaban entre ellos. O al menos, dos lo hacían. Eran dos rubios, dos de cabellos negros y uno de un tono raro de cabello, entre rojo y castaño o una combinación de ambos. Había una silla disponible, como si sólo faltara alguien. Me encogí de hombros y me senté en la única silla disponible, entre la rubia y el del cabello exótico.

Al frente había un pequeño estrado. Todo blanco. Me ahorré el gemido, porque, inevitablemente, a donde quiera que mirara estaría el horroroso blanco. El blanco es ausencia de color. Y aquí, sí faltaba mucho color.

Una luz iluminó el estrado y una señora muy bajita y de cabellos rojos como el fuego apareció. Vestía de blanco, y eso ya no era una sorpresa. Todos los presentes vestían de blanco. Carraspeó un poco y luego, con una voz dulce, comenzó.

- Bienvenidos a esto que será su casa de ahora en adelante –Sonrió un poco-. Mi nombre es Victoria y seré su guía espiritual.

Al menos no fui la única que esas últimas palabras le causaron gracia, el chico de los cabellos exóticos soltó una risita. Victoria lo miró. No se veía molesta porque la hubiera interrumpido, al contrario, parecía feliz. Una felicidad que daba miedo. Su rostro era medio psicópata.

- Señor Cullen, en lugar de estarse riendo, podría comenzar por presentarse ante sus compañeros –Le indicó.

El chico se encogió de hombros. Se levantó y flotó al estrado. Victoria se hizo a un lado y le cedió el lugar. El chico sonrió. Lo miré raro. Sonreía de lado, torcidamente, como si ocultara algo. Mi subconsciente me dijo que me cuidara del chico, pero yo quería saber más de él.

-Soy Edward Cullen…

- Hola, Edward –Dijimos a coro. Solté una risita. Me recordó a los alcohólicos anónimos, o algo similar. Victoria me miró significativamente.

- Tengo diecisiete años y soy de Chicago… -Se rascó la nuca-. Eh, no sé que más decir… ¿Puedo sentarme?

Victoria asintió y me señaló con el dedo índice. La miré sorprendida.

- ¿Sabe qué apuntar a las personas es de mala educación? –Repliqué. Ella rió y asintió.

-Eso no cambia que te toque pasar, Bella.

Abrí la boca. ¿Cómo me llamó?

Edward regresó a su asiento y yo floté hasta el estrado.

- Soy Bella Swan…

Una de las dos chicas, la de cabellos rubios, resopló.

- ¿Qué clase de nombre es ''Bella''?

Pensé que me sonrojaría. Pero ni el calor ni la sangre estaban en mis mejillas.

Carraspeé.

- En realidad, me llamó Isabella, pero no me gusta –Ella resopló de nuevo-. Bueno, ya párale a tus quejas, oxigenada.

- ¿Oxigenada? –Chilló-. ¡Soy rubia natural, idiota! ¿Verdad que sí, Jazz?

Jazz, que era el otro rubio, asintió. Me encogí de hombros.

- Tengo diecisiete años, soy de Forks…

- Puedes sentarte -Me dijo, Victoria.

Asentí. Así, fueron pasando los demás. Jasper Hale y la rubia de nombre Rosalie Hale eran mellizos y venían de Texas. El fortachón de cabello negro se llamaba Emmett McCarthy, él era de Tennessee. Y la última, Alice Brandon, una chica muy pequeñita y de cabellos negros y rebeldes, provenía de Biloxi.
Todos teníamos diecisiete años.

- Se preguntaran… ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué hago aquí? Y la más importante, ¿porqué estoy aquí? –Continuó, Victoria. Sonrió un poco y movió su cabeza, haciendo que sus cabellos de fuego revolotearan graciosamente por todos lados-. Les responderé esas preguntas en ese orden.

Vitoria se paseó entre nosotros, pasando enfrente de nuestros asientos y por detrás. Hasta que regresó al estrado y nos miró con los ojos muy serios. Como si alguien hubiera muerto. Tragué saliva.
No sé porque sentía que esa descripción nos llegaba como anillo al dedo.

- Llegaron aquí porque durante sus cortas vidas, fueron personas de bien… -Iba a replicar algo, pero me acobardé-. Están aquí porque como les dije anteriormente, guiaré sus almas… La última pregunta es la más difícil –Sus ojos se ensombrecieron-. ¿Por qué están aquí?

Alice levantó la mano y Victoria le cedió la palabra.

- Estamos aquí, porque, naturalmente… -No quería escuchar lo que venía, pero ya me lo temía-. Hemos muerto.

Denle visto bueno, por si quieren que continue. Gracias por leer.

 

*w*
quiero la contii, da muy buena pinta el primer capii, quiero saber que pasa,
quiero saber como se lo toma Bella y lo que llegara a pasar despues :D
espero pronto publiques el proximo capitulo,
besos y abrazos.
Atte. Catt WhiteBlack