One-shot Deuda de Gratitud [Final Fight] (El Corazón del Villano)

Metro City se había dejado invadir por la nieve, el invierno se impuso en toda su crudeza por sobre los edificios, las avenidas y los espacios verdes. Las níveas y gélidas capas acaparaban casi todo el paisaje urbano. Esa mañana llevaba el mismo matiz pesado que todas las demás, como si en el calendario los días no tuvieran nombre. Hace bastante tiempo, desde que dejó su país de origen, que esas cosas no le preocupaban. Parecía un robot autónomo cuya programación le obligaba a hacer exactamente lo mismo, sin oposición ni variantes. Ir a la universidad, presenciar la clase, volver a su hogar.

Él caminaba en silencio, y ni siquiera necesitaba ver por dónde iba. Tenía esa eterna expresión impertérrita, sombría, casi ausente. Se paró en seco al llegar a una esquina, que daba a la entrada hacia un enorme patio baldío que se comunicaba con la parte trasera de la academia. Había sentido un murmullo, decidió que sería mejor ser cauteloso. Un grupo de cinco pandilleros estaba molestando a alguien de su mismo curso. No era la primera vez que lo hacían.

—Te advertimos que no aparecieses más por aquí, ‘fenómeno’ —dijo uno, adelantando el mentón y con la voz amenazante—. No nos gustan los de tu tipo, ¿qué no entiendes?

A quien increpaban acaloradamente era a un muchacho de complexión enteca, no muy alto y cuyos rasgos parecían ser casi indefinidos. Tenía el aspecto andrógino, y un hilo de sangre se le escapaba del labio inferior. Sus ojos lagrimeaban, y su mirada estaba repleta de furia. Sentía esa impotencia que quemaba, que dolía, que quería estallar. Pero no podía. El miedo era más fuerte. Un impulso afloró de su pecho.

—¿Qué? —el agresor se le adelantó, adivinando una intención—. ¿Quieres hacer algo al respecto? ¿Tienes ganas de golpearme, ‘niña’? —dio un paso más hacia adelante, abriendo los brazos—. ¡Vamos! Quiero ver que lo intentes —los demás miembros de su banda se rieron.

El joven, rodeado como estaba, titubeó un par de veces. Finalmente alzó el brazo y le propinó una sonora bofetada al malviviente. A sus compañeros se les cortaron las risas de inmediato, como si de repente alguien detuviera una canción de un disco compacto. El pandillero volteó su mirada hacia su oponente y le dio un fuerte codazo en la cara. El protocolo en esos casos era que toda la banda atacara al mismo tiempo, pero al darse la vuelta, un desconocido había derribado al suelo a uno de sus colegas, dejándolo adolorido. El extraño se inclinó por intervenir.

Los otros se prestaron a golpearlo, solo para descubrir que se defendía bastante bien. Pero es sabido que cuatro contra uno es una disputa muy desigual. El resultado fue que después de unos minutos ya lo habían reducido, dejándolo tendido sobre la nieve cuan ancho era. Considerando que ya era suficiente y que la advertencia era aún más clara, los bribones se marcharon de allí. El muchacho recuperó la conciencia y se le acercó para despertarle. Ahí cayó en la cuenta de que le conocía.

—No puede ser, tú eres Andore, ¿no? Hugo Andore. Muchas gracias por lo que hiciste.

Él era de muy pocas palabras, un partidario involuntario de que las acciones dicen más por uno mismo que lo verbal. Se puso de pie, se sacudió la chaqueta y continuó con su camino. No le interesaba nada que no sea seguir con su rutina. Pero el destino quería que ésta cambiase totalmente, al cabo de unos días abandonó el curso y no se lo volvió a ver.

Transcurrió un tiempo considerable hasta que el reencuentro entre ambos se diera de manera fortuita. El joven había cambiado: su cabello era mucho más largo, usaba maquillaje y prendas femeninas. Pasaba por una muchacha atractiva muy fácilmente. Vio a los pandilleros que la molestaban acercándosele, pero esta vez no le decían ni le hacían nada. Por un instante creyó que no la habían reconocido, pero nada más alejado de la realidad. Hugo estaba detrás de ellos, ahora como su líder. Los malvivientes siguieron su camino, no sin antes dedicarle una mirada cómplice a quien antes fuera la víctima de sus tropelías. Ni bien pudo asegurarse que se habían alejado lo suficiente, ‘ella’ se dirigió a Andore.

—Sabes que no te debo nada, pero, ¿cómo es eso de que ahora andas con ese grupo de imbéciles? —sus palabras tenían un fuerte tono a reproche, a pesar de que no era superior o cercana a él.

Hugo tardó unos segundos en responder, era algo lento para esas cosas. Buscó en su cabeza la idea que mejor definiera sus intenciones.

—Ahora ellos ya no te lastimarán —la voz grave exhibía un dejo de empatía.

La fémina bajó la mirada y no supo qué contestar a eso, se había quedado desarmada. Nada más atinaba a oír los pasos de aquel hombre corpulento alejándose lentamente. Se preguntó cómo era posible que un desconocido pudiera preocuparse tanto por ella, cuando otros nunca habían demostrado esa misma gentilidad, esa comprensión. Se preguntó también cuánto valdría devolver ese gesto, y si incluso tendría una oportunidad. Le pareció una locura, pero las respuestas a esas dudas las obtendría únicamente al acompañarlo, al ser parte de su grupo.

—¡Espera! —ella cortó distancia y se le encaró—. Soy de las personas que nunca le deben nada a nadie, así que cuenta conmigo, podría serte de mucha ayuda —miró a la banda de malhechores, a quienes ya casi los perdía de vista—. Sé perfectamente que nunca te verán como un amigo. Ese no será mi caso. Mi nombre es Poison, por cierto. ¿Qué dices? ¿Hacemos carrera juntos? —entonces le ofreció la mano para cerrar el acuerdo.

Andore le sonrió. Golpeó su palma contra la de ella, a modo de saludo.


BONUS: Continue? 10... 9... 8... 7... 6... 5... P1 Ready!

Contenido oculto: Start!

Wababy estaba concentrada en la partida, pero sin perder el hilo de la conversación.

—¿Ya tenés una idea para esa actividad en el foro de videojuegos? —inquirió la voz, con esa típica intencionalidad casual.

La interpelada no esperaba ese tópico, pero tampoco era como que la habían agarrado desprevenida.

—Sí, creé el tema hace unos días.

—¿Y de qué trata?

Wababy ejecutó un comando importante antes de responder.

—Es sobre villanos. Villanos de videojuegos que pueden hacer una buena acción sin dejar de ser villanos.

—¡Jajajajaja! ¿Te pintó ver ‘Wreck-It Ralph’ otra vez?

—… —silencio e incomodidad por parte de Wababy.

—Bueno, tampoco es para que te pongas así —comentó la voz, tratando de minimizar el asunto—. Fue solo un chiste referencial, nada más.

—Está bien. Como si tuviese que recurrir a una película para generar una idea. Además, no es tan buena después de todo —declaró ella, revisando su móvil donde había un fondo de pantalla de Ralph y Vanellope Von Schweetz.

—Convengamos que el hecho de que me pidieras ser juez sí fue algo medio colgado.

—Ni tanto.

—Espero que esta vez al menos no me toque leer pelotudeces, como ese fic de mierda donde un pibe se viola a un Gardevoir.

—Ese fic de mierda ganó el primer lugar en aquella actividad —respondió Wababy, en tono serio.

—… —silencio e incomodidad por parte de la voz.

—Bueno, tampoco es para que te pongas así —comentó ella, tratando de minimizar el asunto—. Mi criterio puede ser algo retorcido.

—Dale, está bien —la voz quedó resuelta a darse al optimismo—. Seguro los escritos que se van a presentar tendrán un fuerte componente gamer. Pero de gamers en serio, no posers que se creen que lo son por… no sé, ver videos del Angry Video Game Nerd.

Wababy notó que su móvil vibraba. El motivo era una notificación de YouTube: el canal de Angry Video Game Nerd había subido un nuevo video. Con celeridad quitó la notificación de la pantalla y procedió a desuscribirse lo más rápido posible.

—¿Qué pasó? ¿Estás ahí? —la voz consideró imperante saber el motivo ante la falta de una respuesta.

La partida finalizó un instante después.

—Este… Ah —Wababy fingió un bostezo—. Qué tarde se hizo de repente, las horas pasan volando durante la noche —miró su reloj, eran las 20:07 PM—. Sí, muy tarde.

—Entiendo, dale. Hasta luego.

—Hasta luego.

Y Wababy se quedó pensativa. En una de esas se encontraría con algo interesante en la actividad.

En una de esas.