Destino [X]

Destino [X]

Destino
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Todavía recuerdo con sumisa melancolía y agradable desasosiego el día en que Fuuma me prometió que siempre me protegería. Ahora, lo único que quedaba de aquel inocente juramento construido a base de una sublime ignorancia no era más que una ilusión olvidada, un opulento aroma de bienestar que, si bien cabía decir, el morboso sendero del destino había desintegrado por completo. En estos tiempos de guerra, la realidad se alzaba sobre los cielos cual emperatriz, absorbiendo aquella fantasía que mi endeble corazón creyó real durante mis dorados años de juventud, cuando en mi mundo no existían ni los dragones del cielo, ni los de la tierra, ni princesas videntes, ni espadas sagradas. Tan solo estábamos Fuuma, Kotori y yo. Una tríada de pactos, juegos y fantasías que aún recuerdo pesaroso.

Un viento que dibujaba cuchillas me sacó de la ensoñación. De pronto, impotencia, miedo, rencor, amistad, amor… infinidad de sentimientos asediaron mi ser en el lapso de un segundo. La realidad me había golpeado sin piedad, con una crueldad diabólica. Un regocijo invisible danzaba entra las estocadas de aire, atinando con violencia sobre mi rostro y emitiendo a su vez carcajadas funestas. De pronto, la magnífica torre de Tokio no era más que una puerta hacia el Apocalipsis. Solo el destino sabría si permanecería cerrada o sí, por el contrario, aquella noche se abriría para desatar males que ni la caja elísea hubiera podido soslayar.

Ante mí se alzó aquel al cual llegué a considerar como un hermano. La oscura mirada de Fuuma rezumaba odio por los cuatro costados, brillando con la fiereza de una bestia. Una hosca sonrisa de placer contenido le dibujaba el rostro, que ahora enmarcaba el semblante del diablo. Tan solo era una pobre alma condenada a un destino que no merecía, como tantos otros que ya habían dejado atrás este mundo. Los cimientos de la torre vibraron ante la tensión que se produjo entre ambos. La batalla por el destino de la tierra estaba por comenzar.

Si bien, a penas tres semanas atrás me negaba a aceptar mi destino igual que lo hubiera hecho cualquier chiquillo asustado, ahora no tenía dudas. Gracias a Subaru, que inconscientemente me hizo ver la luz, pude ser capaz de crear mi primera zona protegida.

Fuuma alzó su espada con determinación y yo actué a modo de espejo. El silencio inundó la dimensión. Una estocada mortal sería el veredicto final, con un único movimiento. En aquella milésima de segundo la imagen de Kotori se apareció ante mí, ofreciéndome un sueño abrumador, fácil y placentero. Por un momento me dejé llevar al lugar que más ansiaba mi corazón, aunque enseguida me di cuenta de que aquel no sería el verdadero mensaje.

“Ya sabes cual es tu destino”
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Entonces, la bruma que cegaba mis ideas se disipó fugaz. Con un grito de guerra y una energía renovada me abalancé hacia Fuuma, dejando de lado toda clase de reparos; sin más carga que un pensamiento: mi destino lo escribiré yo.


Fin~


Hola! Bueno, pues aquí esta idea, que no es más que una descripción del final de la película de X 1999. No es nada del otro mundo y tampoco es muy imaginativa, pero me apetecía describir aquella escena desde mi punto de vista. Quería meterme en la cabeza de kamui, un personaje que me llamó la atención desde el principio, y bueno, espero haberlo conseguido aunque solo sea un poco. Así que espero que os haya gustado. Un beso!