¡Hola mundo! <3 bueno bueno, vengo a traer mi pequeño relato del concurso "Dentro de la leyenda #2: Mitología Egipcia". Logré el segundo puesto con este relato en el cual me ha tocado escribir en relación a la diosa egipcia Hathor, la diosa del amor, la familia, la vía láctea entre otro millón de cosas xD ajajaja. Admito que tuve muchos problemas a la hora de hacer este relato porque la inspiración me estaba peleando feo y para colmo me quedé sin internet justo antes de envialo xD. Sin embargo, al final quedé dentro de todo satisfecha con el resultado y bueno, diré que me hace muy feliz saber que cuanto menos a los jueces también les ha gustado ^^. Quiero agradecerle con todo mi kokoro a @Asdfghjklñ por haberme hecho el favorsote de enviar el escrito por mí y por acompañarme y apoyarme moralmente desde que comencé con esto ;w; linda, gracias por ser tan linda, te adoro snif <3. También haré mención a mi baby que aunque no lea esto que escribo ahora, me ha dado una mano grande en lo que respecta a la búsqueda de información para trabajar de la mejor manera posible este relato uwu. Mis más sinceros deseos de que sea de su agrado y como siempre, las críticas constructivas son bienvenidas :3 ¡un saludo enorme y ya estaré publicando lo que escriba para la próxima edición <3 Contenido oculto: ¡ADVERTENCIA! Este relato toca la temática LGBTI, más específicamente, GI. Si no gustas del género, te recomiendo que no leas, o que cuanto menos no comentes ofensivamente. Comentarios considerados como "inadecuados" serán reportados inmediatamente a Moderación. Desde ya, muchas gracias <3 Deseo pendiente En lo más profundo de mis recuerdos, podía hallar sin ningún problema pequeños fragmentos de mi infancia. Muchos de ellos tuvieron fuerte influencia en lo que hoy por hoy era y los recordaba con mucha claridad, sin embargo, otros eran un poco menos relevantes, aunque en medida que me sumergía en el proceso de exploración, podía terminar por descubrir una que otra cosa interesante que me llevaba a pensar que todos y cada uno de esos recuerdos, era mucho más importantes de lo que yo mismo suponía. Mientras miraba al cielo nocturno distraídamente, acurrucándome en el pecho tibio de mi marido, uno de esos recuerdos supuestamente irrelevantes vino a mi memoria de manera fugaz, haciendo que me perdiera en mis pensamientos. Dentro de mi cabeza, la voz de Nina, mi mejor amiga de la infancia, resonaba de manera clara y risueña, casi como si sus palabras se estuvieran reproduciendo en un audio de voz, uno que ya tenía sus varios años. — ¡Te digo que es verdad, la Vía Láctea se llama así porque es leche fluyendo en la ubre de una gran vaca celestial!—comentaba Nina. — ¿Dónde aprendes esas cosas tan raras, Nina?—interrogó el pequeño de cabello rubio. Atila y Nina estaban recostados en el césped mirando las estrellas desperdigadas por el inmenso manto azul que recubría el cielo. No había nube que estropeara la imagen, y la luna al hallarse en su cuarto menguante, les cedía el protagonismo de la situación a sus compañeras más pequeñas, las estrellas, esas que brillaban intensamente conglomerándose con mayor concentración en determinados puntos del cielo, como en este caso lo era la Vía Láctea. —He visto un documental al respecto, era un especial sobre la diosa Hathor. — ¿Quién? —Ha-thor. Es una diosa egipcia muy importante, ¡hacía muchas cosas maravillosas! Cuidaba las familias, era la diosa del amor, también cuidaba a los bebés y a las embarazadas, Hathor era una mujer muy maravillosa que abarcaba el cielo cuidando a su hijo el Sol, era bonita, sabía de maquillaje, bailaba... — ¿Tú crees que realmente exista una diosa así?—preguntó Atila cortándola, él siempre había sido muy escéptico. Nina volteó a mirarlo con curiosidad y luego le sonrió antes de que su vista recayera en el vasto universo de modo fascinado y entretenido. Atila sabía que la chica amaba todo lo relacionado a lo que había más allá de este mundo, por lo que no se sintió extrañado el día en que esta le confesó que tenía proyectado estudiar astronomía cuando fuera mayor, aun si esto implicaba separarse en un futuro. —Yo creo que si la gente confiaba tanto en sus dioses, ha de ser por algo. Me gusta pensar que ella realmente está ahí, en la Vía Láctea, y que si le pido algo me lo cumplirá como suelen hacer los otros dioses—sentenció la muchacha, sentándose en el suelo para mirar a su amigo desde arriba—. ¿Por qué no intentas pedirle algo, Atila? No pierdes nada con intentarlo. El chico quedó pensando en eso. En realidad no estaba en una etapa de su vida en la que hubieran muchas cosas no materiales que pudiera desear: quería tener buenas notas en el colegio, ser bueno para los deportes, cosas triviales y que en realidad, poco tenían que ver con esa diosa de la que su amiga le había hablado. El chico miró un poco al cielo, la Vía Láctea lucía tan impresionante como de costumbre. Atila siempre la había asociado a una especie de río, pero ahora que Nina le había contado estas historias, le resultaba imposible no imaginar un caudal de leche, idea que se le antojaba hasta graciosa, no iba a mentir. El muchacho recargó sus manos en su vientre de manera pensativa. Sabía que su amiga estaba esperando una respuesta. —Ahora no quiero nada de ella—confesó el chico sin miramientos—. Pero en cuanto necesite algo, prometo pedírselo. Sería como “guardar mi deseo” para luego, ¿entiendes? La explicación de Atila le sacó una sonrisa a Nina. La muchacha pensaba que quizá su amigo estuviera reservando ese deseo para un mal de amores o para que el día que decidiera formar una familia pudiera recibir sus bendiciones. Nina tenía varias teorías sobre la razón de Atila para guardar su deseo, pero en realidad Atila, muy dentro suyo, era consciente desde siempre que ese deseo era más bien un llamado de emergencia, algo que no tocaría a menos que estuviera en una situación crucial. Como ahora. —Vale. Solo tienes que entregarte a ella. Es muy bondadosa, así que estoy seguro de que cuidará de ti. —Me estuve acordando de Nina—confesé. Michael y yo nos habíamos quedado callados en lo que recordaba. Él sabía que en esos momentos no hacía verdadero caso cuando me hablaban, por lo que respetaba mis silencios. Ambos seguíamos acurrucados contra un árbol en el patio trasero de nuestro hogar, la noche se veía maravillosa y como no hacía nada de frío, habíamos decidido salir a mirar las estrellas. — ¿Qué recordabas?—una sonrisa dulce decoraba su rostro. —Nina una vez me habló de una diosa Egipcia llamada Hathor. Ella... tenía facultades muy interesantes. Era la guardiana del amor, la vida, la familia... Mi voz se fue apagando de manera tímida. No era propio en mí que me avergonzara de algo, pero en el momento en el que me vi a mí mismo contándole eso a Michael, me pregunté si en realidad no se reiría de mí si le confesaba eso que estaba pensando. Quizá, solo quizá, estaba pensando en cosas demasiado locas. Pero la preocupación que por esos momentos me estaba invadiendo era demasiada para soportarla y sentía que en la situación presionante en la que me hallaba envuelto, necesitaba probar con todas las posibilidades. Michael a veces tenía estos detalles conmigo para tratar de distraerme y hacerme sentir mejor, pero no quitaba que en el fondo, yo siguiera teniendo esa molestia, ese ‘algo’ que me tenía de malas y me hacía sentir en una constante ida y vuelta de preocupaciones. —Conozco a la diosa—dijo mi esposo, sacándome de mis cavilaciones. Lo miré ligeramente atónito y él sonrió un poco—. Es una diosa muy poderosa... y muy bondadosa también. Es una de las deidades que más me gustan. El silencio volvió a instaurarse entre nosotros. La situación se había vuelto a poner algo tensa, al menos para mí, puesto que él lucía demasiado tranquilo con la conversación que transcurría, al punto de que me desesperaba un poco. Michael no era nada temperamental y a veces me costaba acostumbrare a ello. Miré a un punto incierto en el césped mientras pensaba en desviar la conversación, pero las manos de mi marido en mi vientre me provocaron un pequeño sobresalto, erizándome los vellos de todo el cuerpo. —Estás pensando demasiado lo que quieres decirme. —Si—respondí sin acotar más, al menos por unos largos segundos—.Yo... cuando era niño, le prometí a Nina que algún día le pediría un deseo a la diosa. Michael me miró y yo sentí la cara enrojecer de la vergüenza, puesto que aun si usaba a Nina como excusa, estaba confesándole que quería pedir un deseo a la Vía Láctea, algo tan cursi que me hacía sentir un completo bobo. Un bobo desesperado, pero bobo a fin de cuentas. Sus ojos azules chocaron contra mi mirada verde eléctrico y sentí como si todos mis nervios se revolucionaran. Un beso de su parte llegó a mi boca de la nada cortándome la respiración inmediatamente: no podía creer que aún con los años que teníamos como pareja siguiera volviéndome loco con esos gestos. La manera en la que me robaba el aliento jamás nadie podría emularla y tampoco entraba en mis planes tratar de averiguarlo. — ¿Y yo también puedo pedirle algo a la diosa entonces?—me preguntó con cierto entusiasmo, dejándome atónito entonces. Donde yo pensé que habría una risa, una burla, un comentario ligeramente doloroso sobre mi tontería, solamente había una imagen genuina de un chico enamorado, entusiasmado como un niño con lo que le había comentado. Me quedé mirando su cara ¿en verdad esperaba otra cosa? A veces lo hacía solo porque no podía entender que Michael fuera tan perfecto y amoroso, pero en ocasiones como estas, creo que lo que en realidad me hacía esperar algo distinto no era otra cosa más que el miedo. —S-Sí...—balbuceé, viendo al chico mirar al cielo con una amplia sonrisa. Mis mejillas aún estaban rojas y él sin dejar de abrazarme, comenzó a murmurar en voz baja. Por más que me esforcé por oírlo, mis intentos fueron en vano. Sin embargo, no demoró demasiado en voltearse a mí otra vez para sonreírme mientras besaba el hueco de mi cuello haciéndome cosquillas. No pude evitar reír un poco. —Ahora te toca—murmuró en lo que asentía. Solo con él podría sentirme así de cómodo. Incliné un poco la cabeza mientras juntaba mis manos. No sabía bien como orar, ni como pedir a una diosa egipcia, pero esperaba que bastara con que mis intenciones fueran sinceras. —Gran diosa Hathor, protectora del amor, de la familia, de los embarazos, de la vida...—fui pronunciando—. Nunca te he pedido nada, pero hoy te necesito como nunca a ti y a tu bendición. Gran diosa Hathor, quiero que sus mejores deseos recaigan en mí para que mi cuerpo resista a mi primogénito. Quiero que mi bebé nazca sano... que nadie me lo pueda quitar y que este cuerpo maldito que me ha tocado, deje de ser un castigo y se vuelva una bendición, el hogar de mi niño hasta que sea la hora de salir. Por favor, gran diosa Hathor... bendiga mi embarazo, la vida de mi bebé y a mi familia. Ahora y siempre. Siempre supe que mi deseo a la diosa sería uno de gran relevancia, aún si de niño jamás había pensado en una posibilidad como esta. Cuando era pequeño no entendía mucho de los órganos sexuales, pero de todos modos, sabía que era diferente y sabía que si había alguien que podía ayudarme con mi problema sería la diosa Hathor. A veces, pensaba en pedirle que me cambiara de cuerpo, que me volviera un varón definitivamente pero terminaba por preguntarme ¿para qué? ¿Y si ella en realidad no existía, qué haría con la decepción? Alguien padeciente de intersexualidad no se despierta de una mañana para la otra con todos sus genitales en orden, eso era demasiado inverosímil, prácticamente imposible. Aunque no al mismo grado que lo era el conservar mi embarazo. Cuando estuve con Michael y supe que quedé encinto, la desesperación se apoderó de mí porque sabía bien que a pesar de todo, yo quería tener a mi hijo. En el hospital, los estudios fueron bastante negativos, mi útero era muy pequeño y no sabían si mi cuerpo daría abasto. Ahí me di cuenta de que lo verdaderamente importante de arreglar en mi cuerpo iba más allá de mis genitales exteriores, puesto que estos no solo no me molestaban de nada sino que además tampoco le interesaban a la única persona que podía verlos además de mí. El día en que me dijeron que no sabían si mi cuerpo daría abasto para poder solventar a ese bebé, entendí que lo que en realidad debería de pedirle a la diosa, era que me ayudara a que este realmente pudiera ver la luz del sol, que mi cuerpo aguantara lo suficiente como para poder tener a mi hijo en brazos y que finalmente, la familia que teníamos con mi marido quedara completa de una vez. Michael acarició mi vientre mientras su rostro se pegaba a mi nuca. A veces podía ser empalagoso, pero me gustaba que fuera así. — ¿No me preguntarás qué pedí yo?—me interrogó. Yo había hablado en voz alta, así que él había escuchado todo lo que había dicho. — ¿Qué pediste? —Pedí bendiciones y que los buenos deseos de mi familia siempre se cumplan. ¿No te parece justo que si nuestro niño quiere pedir nacer, también se le cumpla el deseo a él? Me reí un poco pero me quedé pensando en sus palabras. Ciertamente, la vida que tenía dentro de mí para nosotros ya era nuestro hijo y tenía los mismos derechos que nosotros a desear lo que él quisiera. A lo mejor no deseaba nacer, a lo mejor deseaba que su madre y su padre lo quisieran, o heredar el cabello de su padre. Pero fuera lo que fuera, sabía que la diosa lo iba a cumplir. Porque cuando miraba a la Vía Láctea, casi podía ver la silueta de una sonrisa en el extenso cielo regalándonos una nueva oportunidad. Yo deseaba tener a mi hijo y a pesar del miedo, estaba intentando todo lo posible y lo imposible porque realmente él pudiera llegar a mis brazos.
Baby, bella! ♥ Me alegro que ya tengas inter, y no fue nada~ ¿Qué te digo? Sabes que lo amé de pies a cabeza, ya te lo dije. Tan original, y cuqui~ Bello, todo beauty ~ (?) Que estoy muy loca, pero sí, no tengo que decirte mucho más por aquí que no te haya comentado ya, solo quería dejar mi mensajito de amorsh infinito para tú ♥ Así que eso~ besos grandotes y fuertes llenos de amorsh~ (Y que sepas que espero leerte en ya sabes qué 7u7)
Hola :3 ¿Me creerás si te digo que tuve que buscar qué características tenía una persona intersexual? Fue interesante saber de esta perspectiva de orientación sexual (o más bien condición) y me pareció muy tierno lo que escribiste sobre esta situación. También se me hizo tierno que tomaran en cuenta al bebé, si él quería nacer o no...yo espero que si lo decidiera así, sus padres parecían quererlo mucho :3 Me hubiera gustado que hubiera telefoneado a Nina, pero me gustó el final abierto que le diste a la historia. Pocas veces he visto un texto tan bien redactado y sin faltas de ortografía como la tuya. Y pues bueno, hay que tomar en cuenta estas realidades que ahora se multiplican y que muchas veces son violentadas por simplemente ser diferentes. Amé tu fic y gracias por llevarme a conocer algo nuevo hoy :)