Descubriéndome a mi misma

Prólogo​

Todos hemos vivido aquél dolorcito en el pecho al llegar a esa edad en la que la burbuja que te protege de todo explota y quedas expuesto a las cosas de la vida, y das inicio a tu búsqueda de identidad.

Mi nombre es Larissa, tengo catorce años y llevo un estilo de vida bastante normal. ¿Pero realmente qué es lo normal? No, no existe un modelo de vida a lo que realmente podamos llamarle normal, cada quien tiene sus secretos, algunos obscuros o otros más claros.
Criada en una familia con ciertos principios religiosos y donde la opinión que la sociedad tenga de nosotros es tomada muy en cuenta. De padres trabajadores, que de pequeños tuvieron que sacar garras y dientes para salir adelante, ya que cada cual tiene su propia historia de vida, su propio pasado doloroso.
Cuántas preguntas no nos surgen en esta etapa, muchos hasta dudamos de la existencia de un Dios, ¿pero quién no está en su derecho? Somos todos individuos diferentes, que no razonan igual. Entonces, ¿por qué mis padres no pueden entender eso? Yo nunca pensaré igual que ellos.

¿Quién soy yo? El nombre y la edad no lo cuentan todo, estoy esperando responderme aquella pregunta.

¿Me acompañarías en esta aventura adolescente?

 

Capítulo I

Era lunes, como de costumbre me apresuré a bañar y vestir para no llegar tarde a la secundaria. Rápidamente peiné mi largo cabello castaño; ondulado y un tanto maltratado. A penas alcanzo a guardar el desayuno en la mochila y mi padre comienza a tocar el claxon de nuestro viejo pero funcional Chevy 97 y corro para abordarlo. Odio cuando se enoja, se pone en un plan que nadie lo aguanta.

—Sabes que mientras más tarde más tráfico hay, ¿no te lo he dicho? Tengo todavía que pasar a dejar a tu hermano a la escuela, y en lo que regreso. Son cuarenta minutos de viaje ida y vuelta, ¿qué no puedes levantarte un poco más temprano?— Me gruñe, como de costumbre. Me limito a mirar perdidamente a la nada por la ventana.

Llegamos, me da mis cincuenta pesos diarios y se va. Observo la larga fila que hay en la entrada. Siempre colocan ese gel antibacterial antes de entrar. Busco a un par de personas conocidas y localizo a mis dos amigas, con las que siempre me junto; Carolina y Nashiely. Me meto en la fila como muchos suelen hacer y espero con ellas el entrar.

—¿Le bajaron a sus falda?— Cuestiona despreocupadamente Carolina.

—Yo le comenté a mi hermano, pero dijo que es una tontería. Que no es como que si nuestras faldas estuvieran a cuatro dedos arriba de la rodilla. La mía a penas y me llega a media rodilla, es demasiado que nos la pidan abajo de ésta sólo porque la religión de la prefecta Cielo les marque que la usen como dos manos más abajo.— Responde Nashiely un tanto fastidiada, mientras yo me limito a faldarme y colocarme el distintivo en la camisa con la leyenda "3 ° E" para entrar a mi encierro. Aunque bueno, el único sitio en el que me llego a sentir cómoda.

Estiramos una a una las palmas para que el sub-director coloque una generosa cantidad de aquél gel. Como es costumbre para nosotras, esperamos a adentrarnos más en el instituto para luego sacudir la mano y dejar en el suelo una plasta de gel antibacterial. Caminamos hasta llegar al salón correspondiente y dejamos nuestra mochila en el asiento. Salimos en bolita y vamos a la cafetería a buscar galletas y chiclosos, como cada mañana.

Mi nombre es Larissa Stoessel, tengo catorce años y curso el tercer grado de secundaria. Mi mejor amiga desde primer grado se llama Nashiely Estrada. Aunque me la paso con ella y otra amiga, todos saben que nosotras somos las dos personas más unidas del salón. Ella vive en esta ciudad con sus tres hermanos mayores, todos hombres. Su madre vive en Huatulco, México y su padre en Formosa, Argentina. Separados, no divorciados. La mayor parte del tiempo ella está sola, es por eso que algunas veces voy a su casa por las tardes y le hago compañía. Es una persona con muchos problemas y complejos, me ha dicho también que es bisexual y que tiene novia, pero que ella no es de aquí. Siempre juntas, siempre estamos juntas.

Suena la campana y nos dirigimos al salón. Siempre, en todas las clases nos mandamos papelitos entre varios del grupo para distraernos, siempre somos los mismos desinteresados escribiéndonos para desaburrirnos. Ya hasta le hemos puesto un nombre a la "bandita", MXP. Al principio, cuando escuché a Carolina decirme que yo era parte de la MXP no entendí a qué se refería, pero me ha dicho que significa 'Mensaje por Papelito' sí, que imaginación. El día se pasa y se pasa, hasta que llega el momento de salir. Tomo mi mochila y camino hacia la salida con Nashiely, ya que Carolina siempre se va con otros amigos en los recesos y las salidas. Espero con ella a mi papá, quien también pasa por mí en las tardes y nos vamos.
El sol de la tarde es demasiado bochornoso, ¿por qué no se marcha? odio los días calurosos. Amo la humedad, amo que el día esté nublado, que haga frío y que llueva. Comparto ese y muchos otros gustos más con Nashiely. Llegamos a casa, y como todos los días, mi madre no está. Mi tío lava la ropa y mi hermano mira la televisión; dejo mis cosas arrumbadas en un rincón de mi cuarto, me cambio y empiezo a ayudar con la comida. Extraño a mi madre, hace cuatro años que trabaja 24x24, un día sí y un día no, y los días que está en casa sólo duerme. No es culpa suya, es su horario de trabajo. Recuerdo que cuando regresaba de la primaria, al entrar a casa podía sentir un aroma delicioso a comida combinado con los limpiadores que ella usa para limpiar la casa. Atesoro mucho los días en los que ella puede cocinar, cada cucharada es como un tesoro para mí, nada se compara con la comida de mamá.

La tarde se pasa, igual que siempre. Como todas las tardes tomo la laptop de mi papá y me pongo a ver animé. Luego busco alguna página de partituras para guitarra y me pongo a practicar. En cuanto se oye que mi padre ha llegado, mi hermano y yo, quien se pasa pegado a la laptop de mi madre desde que mi tío se va, apagamos todo y hacemos como si hubiésemos estado viendo televisión toda la tarde. Me doy un baño más, coloco mis audífonos a un volumen que a mis padres les molesta y me dejo llevar... ¿Qué estará haciendo Nashiely? Sí, la mayor parte de todo el tiempo me la paso pensando en el qué estará haciendo. Comienzo a escribir un mensaje que nunca será terminado ni enviado, y me quedo completamente dormida.

'Buenas noches, nos vemos maña...'

Sueño, como casi diario, que estoy con ella. Desde hace unos dos meses me pregunto si lo que siento será algo más... ¡Pero no! Mis padres dicen que esa clase de personas tienen un demonio dentro, que esas cosas molestan a Dios y que no es natural. Sinceramente cada vez que pienso en ella de esa forma que me hace sentir paz en el pecho me doy asco a mí misma. Me doy asco, me doy asco, no puedo pensar en ella de esa manera, es sólo una confusión momentánea, me doy asco.

Llega la mañana. Una vez más, me despierto sin ganas. Ayer mientras estuve en la computadora busqué el por qué las personas pueden ser bisexuales. Uno de los resultados arrojó que en ocasiones se debe a la falta de atención que los padres dan. Nashiely seguro por eso lo es, sus padres nunca están con ella y aparte de todo tiene que estar las tardes sola en su casa. Subo al auto, esta vez un poco más temprano, y nos dirigimos a la escuela. Como siempre, no hablo con mi papá; nunca hablamos. Me da el dinero de diario y sigo la misma rutina para entrar.

—Dijeron que hoy no nos dejarían entrar si no le bajábamos a la falda.— Comento.

—Yo sí le bajé, no quiero tener problemas.— Respondió una alegre Carolina.

—¿Bajarle? No, mi hermano y yo seguimos en la misma posición, además no tienen por qué meter la religión en esto si no es una escuela religiosa.— Agregó Nashiely cargada de razón.

Yo tampoco le había bajado ni un centímetro, la falta me llegada justo a media rodilla, igual que a Nashiely. Si no me dejaban entrar era mera tontería y exageración por parte de la institución.

Vimos cómo Carolina se adentraba más y más con una sonrisa en el rostro, mientras nosotras nos quedamos fuera. ¡No era posible que no nos hubieran dejado entrar, esto era demasiado! Caminamos lentamente para sentarnos al lado de la acera y decidimos qué era lo que íbamos a hacer.

—Podemos ir a mi casa si quieres, mis hermanos siempre salen desde temprano y llegan hasta la noche.— Propuso ella, como si nada.

Un tono rojizo se hizo presente en mis mejillas, siempre me emocionaba cuando íbamos a su casa.

—Bien, ¿y qué vamos a desayunar?

—Primero nos ponemos a limpiar y después vemos qué hacer, ¿vale? mi casa está hecha un desastre.— Comentó de forma divertida.

Si había algo que ella odiaba era hacer la limpieza. Las primeras veces que llegué a su casa moría de la pena, con el tiempo fue agarrando tal confianza que comenzó a pedirme ayuda. A veces yo limpio el segundo piso y ella el primero, a veces lo hacemos al revés. Es una casa un tanto grande para que ella esté allí la mayor parte del tiempo, y sola.

Caminamos el largo tramo de la escuela a la parada y abordamos el colectivo que nos llevaría a nuestro destino.

Hey, ¿qué estará pasando por tu cabeza? te ves tan linda cuando tomas el asiento de al lado de la ventana y el viento juega con tu cabello.

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Bléh, no estaba muy inspirada que digamos e.e pero bueno, ya por fin el primer capítulo(?)
ACLARACIONES: Esta obra contiene -como habrán notado- algo de shojo-ai. Pareciera que la historia va a enfocarse en ello, pero NO. Esta historia se enfoca en lo que puede pasar en la vida de una adolescente. Habrán temáticas varias, esta es sólo una de ellas.