One-shot de Pokémon - Desaparecido

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por RedAndYellow, 12 Marzo 2017.

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    RedAndYellow

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    Escritor
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    Desaparecido
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2175
    El corazón le dolía. La situación lo ameritaba, lo hacía, era seguro; no era una tontería y mucho menos algo pasajero, de hecho, era todo lo contrario a algo pasajero. Le recordaba más bien a un tsunami en una costa. Respiró hondo, necesitaba despejar su mente. Quizá retomar algún curso de guitarra o conocer algún hombre, años que no lo hacía. Aunque ahí, en Pueblo Paleta, nadie le interesaba, era como buscar una aguja en un paja; tomando en cuenta que la aguja debe tener la medida perfecta.
    Odiaba el cielo. Ese cielo, ese día. Oscuro y nublado, decorado débilmente por el azul de una bonita mañana. Como brillos en una pintura. El resto del cielo estaba cubierto por nubes, pesadas y cargadas de lluvia, hacía casi imposible respirar. El aire, de igual manera, estaba cargado y pesado. Como si fuera neblina.

    El caer de la noche ya alumbrada su huida. Debía salir ya; nadie debe estar en un cementerio de noche, y más ese día, estaba nublado. Justo como hace un mes. Quería maldecir eso, pero no tenía fuerza. Solo, y a duras penas, para ver la lápida y leerla. Siempre odió la muerte. S No entendía como había gente que, en sus casas, tenían ataúdes y estatuas de la santa muerte. ¡Qué horror! Seguramente nunca habían vivido la muerte, asechándolos, viéndoles el cabello. Aunque eso hubiera sido menos doloroso, para ella. Si bien, sentir los ojos de la muerte clavados en la nuca, no es agradable, lo es mucho menos ver que la muerte asecha a una persona que queremos. Que amamos. No quería oírse como una persona derrotada, débil o sin vida que vivir. Era joven, después de todo.
    La muerte no tiene compasión por nadie, ni por nada. A veces pensaba que sus lágrimas solo eran su néctar, y había conseguido la vaca perfecta. Suspiró. No había soltado el aire hasta ese momento. Lo había olvidado.
    Lo leería una vez más, solo una y se iría. Para repetir ciclo, una y otra vez, en un bucle; ya estaba acostumbrada.

    <<Aquí descansa Ash Ketchum. 1 de Abril de 1997 - 24 de Enero 2007. Diez años>>
    <<Desaparecido>>​


    No le molestaba demasiado, ya estaba acostumbrado a que su madre le mandara a recoger bayas, de todos los colores y para todos los usos. Quizá le incomodaba el cielo, era diferente. Lo podía notar. Siempre disfrutaba ver el cielo, ya fuera desde su ventana o tumbado cómodamente en su patio, con Pikachu saltando y electrocutando los árboles para que cayeran algunas bayas. Es un gran pokémon, de eso no cabía duda; tan bueno que, incluso, en esa situación, iba en su hombro, cómodamente reposado. A él tampoco le molestaba. No tenía prisa alguna, el cielo era premisa de que seguramente llovería, pero tampoco eso podía apurarlo; seguiría lento, relajado, así que Pikachu no tendría nada que preocuparse, pues, después de todo, disfrutaba ir en el hombro de su amado entrenador.

    Aun así, al respirar, se sentía pesado el mismo oxígeno. Tampoco era algo que debería preocuparlo mucho, pues, después de todo, hasta que no llueva el aire debería seguir pesado. Un nombre le había dicho su madre sobre ese fenómeno, ya no lo recordaba, no debió ser muy importante; y si lo fuera, en la cena, volvería a preguntarle. ¡Ay, la cena! La razón por la que cruzaba arboles con copas altas y bajas, oyendo a los pokémon en su habitad natural, como en clases de biología. Realmente le gustaban esas clases.
    Pensándolo fríamente, no era tan temprano.

    Bueno, tampoco es que importara demasiado; llevaba un saco en la mochila, junto con unas botas para barro, por si llovía. Podía parecer algo despistado a simple vista, y lo era. Era su madre la que siempre le empacaba eso; mientras él a solas fruncía el ceño y a veces sacaba las cosas. Era su día de suerte, no había sacado las cosas. Un alivio recorrió su espalda, no sentiría calor, por lo menos no en lo que encontraba las bayas. Aunque… Según sus cálculos ya debería haber llegado. No había puesto rocas para marcar el camino, es algo que había aprendido en Hamsel y Gretel; le tenía pavor a perderse. Ese mismo pavor que sentía en ese momento.
    Bajó la mochila un rato; estaba exhausto. Claro, Pikachu no, ¿Quién se cansaría en ir en el hombro de otro? A partir de ahora iría en el suelo; sin importar que lo mirara como diciendo: “Llévame en el hombro, ¿No ves que soy sensible al caminar?” Río como tonto pensando en eso. Luego tomó el saco y se lo puso. Era un bonito saco color café claro, su madre se lo había comprado en una subasta on-line. El no renegó.

    Siguió caminando. Nunca antes había visto que el bosque fuera tan grande, quizá el cielo nublado dejaba ver más. No es que estuviera perdido, estaba perdido con control. No había traído la canasta, era un error. En ese momento le hubiera gustado que su madre le hubiera recordado llevarla; estaría bien. Caminar y caminar. No le entusiasmaba mucho la idea. El viento movía su cabello y el pelaje de Pikachu, algunos árboles también crujían; lo bueno de eso, es que caían algunas bayas. Las que no se rompían al caer, terminaban en sus manos, guardadas y preparadas para la cena.
    Algunos arbustos y árboles quizá crujían mucho.
    Su madre había empezado a ser vegana. Eso de convivir demasiado con los pokémon había sido bueno, quizá demasiado; ahora la comida con bayas era la única comida. Su paladar se había empezado a acostumbrar, al principio frunció el ceño; pero al final acepto. No sabía tan mal, las rojas le encantaban, eran dulces. Las azules, en cambio, eran acidas.
    El viento había cesado, pero un arbusto no dejaba de moverse, lo revisaría, pero llevaba las manos llenas de bayas. De hecho, faltan algunas verdes.
    Verdes ¡Yumi! Sin duda son las más ricas. Le encantaba, no era el único, su madre había admitido más de una vez que le encantaban. Que Ash había heredado ese gusto. No entendía muy bien lo de “heredar”, pero supuso que sería llevar en la sangre algo. Era divertido pensar en eso. Ahora que lo miraba bien dejaría algunas bayas azules, no le gustan mucho; cerca de la pequeña montaña hay más bayas verdes. Quizá plantaría las bayas azules, algún pokémon le gustarían, o algún humano.
    Escuchó pisadas. No pudo evitar mirar hacia atrás, pero no había nadie. Ni siquiera un pokémon, tampoco debió ser nada importante.
    Podía ver a lo lejos la montaña, finalmente pudo verla; encontraría algunas bayas y luego podría ver su casa desde ahí. ¡Santiamén!

    Los pasos se le hacían cada vez más recurrentes, como si estuviera haciendo la vista gorda de algo importante; pero no importaba cuantas veces volteara, no había nadie, ni un Pokémon. Hubiera ignorado eso, como ignoraba las bromas de fantasma que hacen en el colegio, de no ser porque Pikachu también giraba la cabeza, incluso soltaba uno que otro sonido, como queriendo decir “Ash, estúpido, ¡Hay alguien ahí!” Pero no había nadie.
    Estaba algo asustado, no es que la región fuera muy peligrosa, pero era de noche y estaba perdido, o eso creía él. El cielo seguía algo nublado, no demasiado, se podía ver ya la luna. Estaba creciendo, era una media luna. Su madre le encantaba pintar todas las lunas del mes; seguramente lo estaba haciendo en ese momento.
    Tenía una pared, que previamente había pintado de azul oscuro, pero no negro. Odiaba el negro. A él no le parecía un color tan desagradable, le tenía cierto miedo, pero era por las historias sobre legendarios muertos y demás cosas extrañas; Pikachu compartía ese miedo o, a lo mejor, solo se hacía el temeroso para hacerlo sentir bien, era un buen pokémon. La noche tampoco le asustaba. El punto estaba en que el azul oscuro retrataba la hermosura de la noche, al principio solo parecía una pared decorada, para los invitados o algo así. Estaba al lado de una ventana. Todas las noches su madre miraba la luna, y con una precisión milimétrica la calcaba en la pared.
    Cerca de la montaña habían arboles repletos de bayas verdes. Tendría que pasar por ahí en el descenso. Aun así, escuchaba algunas ramas cayendo por esa zona, era extraño, el viento ya había pasado.
    El ángulo de la montaña era bastante empinado, le dolían los pies; se preguntaba si a su ratita le pasaba lo mismo. Las nubes se estaban retirando cada vez más, se podía ver la luna mucho más clara. Con las estrellas decorando el espació, quizá más de noche se puedan ver el resto de los planetas, aunque su madre le decía que nunca pasaría eso. Igual tendría que probar. Si pikachu no tuviera la lengua fuera, cansado, se quedaría en la montaña a dormir; igual él estaba cansado, y nada como una cena y una suave cama, además su madre se preocuparía mucho, si es que ya no estaba histérica con los nervios fuera. Tenía que llegar pronto, su madre estaría esperándolo. Tenía que apurar el paso, sin importar los ojos de Pikachu clavados en su nuca.
    Habían pasos extra, más rápidos, no eran los suyos, estaba seguro. ¿Había alguien por ahí?
    Poco importaba ahora. Tenía que subir rápido, estaba tan cerca.
    Llegó.

    Estaba cansado, harto de caminar. Aun así, su cuerpo seguía lleno de frío. No se iba a quitar el saco, tampoco es que pudiera, tenía las manos llenas de bayas. Podía ver de reojo a Pikachu, tirado con la lengua fuera, como si hubiera batallado mil veces contra un pokémon muy fuerte, es un vago. Aunque en cierta parte era su culpa, llevarlo cargado y en el hombro, y solo darle bayas blancas, las más dulces. De una buena manera, eso le causaba gracia. Estaba en cuclillas, sintiendo el viento, si bien era menor que antes, igual se podía sentir y relajarse. Se paró. No iba a quedarse ahí, era cansado, pero Pikachu si se iba a quedar echado, totalmente, de lado. Desde esa altura ya era visible el árbol de bayas verdes.
    Podía sentir su mirada en la cabeza, pasos, no sabía nada.
    El césped estaba siendo pisado, giró la cabeza. ¡Nada!, nada. Ya no importaba.
    La luna cada vez salía más y más. Realmente era hermosa. Era rota a la mitad, perfectamente, desde esa montaña podía ver los cráteres, era sinceramente hermosa. Su luz, blanca, se reflejaba en algunas rocas y en las copas de los árboles. Tenía el aliento caliente. Subió la cabeza, iba a buscar su casa, tenía las luces prendidas, seguramente.
    Sintió un toque en el hombro, no iba a volver a girar, ya no importaba, solo buscaría la casa.
    Siguió girando la cabeza, buscando su casa, había árboles y ríos, bayas y algunos sonidos de pokémon, que le gustaba y relajaban. En la casa solo escuchaba los sonidos de Pikachu, al estar feliz o querer comida; y el pequeño pajarito de su madre, un pokémon rojo y negro. No le tenía rabia, pero era indiscutible que el sonido que salía de su pico no era muy agradable; no entendía como su madre se relajaba pensando eso. Quizá en ese momento, con el aire golpeándole la cara, sería un buen sonido. Pero no encerrados en una casa, volando por toda la casa. Más de una vez tuvo que calmar a Pikachu para que no lo atacara.
    Finalmente pudo deslumbrar su casa, a la lejanía. Tenía, como había pensado, las luces prendidas. Ya sabía que iba a hacer: Plantar algunas bayas azules, y recoger las verdes de ese árbol.

    Pero no podía bajar, no podía bajar. Pikachu seguía ahí, tirado, dormido. Algo lo estaba jalando, del hombro, haciendo que dé pasos en falso hacía atrás. No estaba miedoso, o temeroso; estaba sorprendido, como si no se creyera todo lo que estaba pasando, alejándose de la realidad. ¡Maldita sea, Pikachu has algo! Nada, el momento se seguía narrando desde una tercera persona, sin temor, solo con la sorpresa.
    Elevó la cabeza. Es lo único a lo que atinó su cerebro, a ver todo lo que estaba pasando. De nuevo, ¡Nada!, no podía ver nada, solo una sombra que se difuminaba con la noche y con el frío. Entonces subió el pánico hasta sus ojos, estaba llorando. No le estaba doliendo nada, ni siquiera el hombro, era como si un padre lo estuviera jalando del hombro.
    Llevándoselo para siempre. Pikachu seguía sin despertarse, y estaba cada vez más lejos, más y más. Adentrándose en el bosque, viendo pasar las horas tan rápido. ¿Cómo era posible eso? Ya podía ver los rayos de sol pegándole en al frente, no sabía cómo reaccionar. Estaba nervioso. Acalorado. Las bayas las había botado por el camino.
    ¿Dónde diablos esta Pikachu? No ve que su padre lo estaba arrastrando, hacia la nada.

    ─Desaparecido ─Dijo el policía, sin rodeos. ─Intentaremos buscarlo ─Vio su reloj de muñeca, efectivamente, habían pasado doce horas.
     
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    Dr Kaos

    Dr Kaos Guest

    En general me agrado bastante (sobre todo por mi gusto por el misterio)

    fue interesante que empezaras con los sucesos posteriores a la desaparición de ash... mas en su madre quien podemos ver aun no a asimilado el suceso...

    ame este pequeño detalle... me dejo pensando, como a veces la gente puede ver lo relacionado a la muerte como mera decoración, perdiéndole el respeto y temor que se merece el tema...

    me gusto principalmente como de apoco fuiste introduciendo elementos de misterio y temor... mezclándose como algo "sin" importancia en los pensamientos mundanos de ash... pasando desde el simple "estar perdido" a al perturbarte echo que pikachu también tenia esa sensación de que los seguían.... y terminando en esa secuencia surrealista en la que todo es confuso... dejándote a la incógnita que era lo que atrapo a ash... o bien si en realidad literalmente era "su" padre....

    eso si... el final me dejo una sensación extraña... por un lado me gusta ese único dialogo final de la policía.... pero a la vez siento que falto alguna información extra... que terminara de helarte la sangre y revolver el estomago... tal vez algo referente a pikachu que se quedo dormido sin saber la desesperante experiencia que vivía su entrenador...


    debo decir que tal vez de lo poco que me hizo ruido... fue que la historia (sin temor a equivocarme) fuera un AU, no soy de los que le da mayor importancia a esto... pero creo que un aviso hubiese sido lo indicado, mas aun porque a ratos me costaba entender si este era el ash de la serie, una versión alterna o, bien un original... entorpeciéndome un poco la lectura.... por otro lado...


    aquí admito no supe que estaba sucediendo... al principio pensé que ash estaba había escalado parte de la montaña junto a pikachu, luego pensé que tal vez subió algún árbol... no se si soy yo pero creo los sucesos entre ambos párrafos se sienten algo entre cortados... como si en un momento fuera a pasar una acción... y al siguiente pasa una completamente diferente... en el mismo lapsus de tiempo... (ah... creo que me enrede, ojala se entienda)

    aun así ciertos elementos se me hicieron interesantes, como el que la mama de ash se transformara en vegana al haber pasado tanto tiempo con los pokemon... tal vez un guiño como lentamente en la serie la mención a comida en base a carne a ido desapareciendo....

    en fin, en definitiva fue un relato agradable leer, sobre todo por la narrativa que creo que te caracteriza...

    saludos!
     
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  1. RedAndYellow
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