Derritiendo el Hielo... Apagando el Fuego.

Tema en 'Relatos' iniciado por Kira Lawliet, 23 Diciembre 2011.

  1.  
    Kira Lawliet

    Kira Lawliet Entusiasta

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    Miembro desde:
    13 Agosto 2011
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    185
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    Escritor
    Título:
    Derritiendo el Hielo... Apagando el Fuego.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4053
    HOLA A TODOS¡¡¡ Kuro ha vuelto...(Aunque suene a amenaza) Y CON UN ONE-SHOT¡¡¡ Como aqui no se permite el Yaoi, lo cambie ´´un poquito´´ para hacerlo hetero. (Tambien esta publicado en Mundo Yaoi, para que sepais que es de mi propiedad y no es plagio.)
    Quería dejar un aviso para todos mis lectores (Que no serán muchos) Dejaré de publicar ´´El Ángel Exterminador´´ por motivos personales.
    Y AHORA OS DEJO EL ONE-SHOT¡¡¡ =^^=
    _________________________________________________
    Derritiendo el Hielo...Apagando el Fuego.


    Hubo un fugaz intercambio de miradas, lo que la hizo detenerse y volver sobre sus pasos. Su mirada se detuvo en uno de los chicos que había allí apoyado contra la pared, que hablaba animadamente y con una sonrisa, con lo que parecían ser, algunos amigos suyos.

    ¿Pero que hace este aquí?Se dijo a sí misma la joven, con sus ojos zafiros abiertos de par en par.

    Recordó que debía ir a su nueva clase, y con su elegancia característica, giró sobre sus talones.

    Demasiado tarde; el chico de ojos ámbar se había dado cuenta de su insistente mirada, haciendo que fijara su vista en ella. Sus orbes se abrieron de golpe, viendo a la joven como si de un fantasma se tratase. Ella se dio cuenta, y se detuvo en seco al oír la voz grave de éste:

    Tú.Habló seriamente, señalando a la joven. ¿Qué se supone que haces aquí, en mi instituto? Habló con furia, haciendo énfasis en lo último.

    La peli plata giró sobre sí misma, alzando una ceja, mirando con una arrogante sonrisa al pelirrojo.

    Primero, que yo sepa este colegio no es tuyo; segundo, ni siquiera sabía que estabas aquí; y tercero: de haberlo sabido antes, créeme que me hubiera negado a venir. Le espetó con una voz tranquila y melodiosa.No tengo nada más que hablar contigo, Damián.Concluyó aireando su larga melena plateada con una mano, haciendo que ondeara al viento.

    Chispas de odio se percibían en los ojos de ambos, aún estando a varios pasos de distancia. La tensión era tal, que hasta podría cortarse con un cuchillo. Damián la miraba insistentemente, como si con ello lograra que se esfumase de allí como una nube de vapor. La odiaba, odiaba a ella y todo lo que representaba. La había conocido tiempo atrás, cuando ambos jugaban en el jardín de la amplia mansión de la albina. Eran jóvenes, y ambos disfrutaban de la compañía del otro.

    Nunca les había caído bien a los padres de ésta, pero nunca supo el motivo.

    Pero todo le había dado igual. Con ella, todo era distinto. Años atrás había sido una niña dulce, simpática, que se entusiasmaba con la compañía de su mejor y único amigo. Pero con el tiempo, se había vuelto igual de fría y distante que ellos...Aunque no siempre había sido así, y él era el único que conocía la verdad que había tras su frío corazón de Hielo.

    Damián negó con la cabeza, reteniendo sus antiguos recuerdos con la joven de ojos azules en su mente; dejando que sólo quedaran en eso, en viejos y marchitos recuerdos.

    La voz de uno de sus amigos, Axel, lo hizo volver al presente.

    Damián, ¿Vienes a clases o piensas quedarte ahí plantado como un árbol? Le preguntó un peli crema de profundos ojos verdes.

    El nombrado miró hacia donde la joven había estado momentos antes.

    Shana...Susurró al vacío, ya que la joven se había marchado, dejando impregnado en el aire un suave aroma a cerezos.


    Su clase es 1ºB. Habló la señora, ya de avanzada edad, con una tierna sonrisa.

    Muchas gracias. Se despidió educadamente de la señora.

    Avanzó despreocupada y sigilosamente por los pasillos, ante la mirada atónita de todos, que la observaban atentamente, como si de una obra de arte se tratara.

    ¿Qué miráis? Levantó levemente la voz, haciendo que todos los que no le quitaban el ojo dejaran de hacerlo.

    En cierta forma, llamaba la atención, y era algo que no le gustaba para nada. Su cabello plateado le llegaba a las caderas, sus ojos zafiros eran cubiertos por unas largas pestañas negras, y su piel, delicada, estaba ligeramente bronceada. El uniforme parecía hecho especialmente para ella, ya que la camisa blanca se afirmaba a cada curva de su cuerpo, haciendo ver su cuerpo delgado y la falda a cuadros azules dejaba ver sus largas piernas.

    ¿Cómo no llamaría la atención con semejante belleza?

    Apuró su paso hasta llegar a su clase. Llamó a la puerta, dónde le abrió su profesor. Le dirigió una mirada amenazante, cómo si la reprendiera silenciosamente por llegar tarde.

    Entró lentamente a la estancia, dónde todos sus compañeros hablaban, lanzaban pelotas de papel y hacían cerbatanas para dispararse bolitas de papel entre ellos. Vamos, lo normal en una clase.

    Veo que eres la alumna nueva... Le dijo en un tono grave y autoritario. ¿Cómo te llamas?

    De repente, todos se quedaron en silencio, contemplando a la chica. Esta suspiró y dijo:

    Me llamo Shana.

    De entre todos sus compañeros hubo uno que la contemplaba en silencio, con una mirada cargada de odio.

    ¿¡Que hace esta aquí?! Farfulló en voz baja, intentando controlarse para no cometer un asesinato contra una de sus compañeras.

    ¿Acaso la conoces? Le preguntó su mejor amigo, Mark, un chico de tez morena y pelo marrón al igual que sus grandes ojos cargados de curiosidad.

    ...Digamos que...Fue la primera persona de la que me enamoré...


    Ya habían pasado seis meses desde su llegada a aquel extraño lugar, y la verdad, todo le iba bastante bien (Dentro de lo que cabe). Desgraciadamente, Damián seguía en su clase, y sus peleas frecuentes ya eran algo normal en la vida de sus compañeros. Después de tanto tiempo, se había dado cuenta de algo.

    Ella y Damián eran polos opuestos.

    Todo el mundo podía pensar eso, ya que era bastante evidente. Se llevaban a matar, y no podían aguantarse mutuamente sin insultarse, jugando a intentar herir el orgullo de su contrario. Un juego en el que ambos se destruían mutuamente y que no tenía fin, haciendo que el caos se extendiera a su alrededor.

    Pero, nada se le podía hacer. Eran gato y perro, blanco y negro, Hielo y Fuego; elementos nada compatibles el uno con el otro, que, tarde o temprano, colisionaban entre ellos, destruyéndose inevitablemente.

    Pero aún así... ¿Cómo se había podido enamorar de ese idiota? Se maldecía una y otra vez el día en que había empezado a verlo de diferente manera. En verdad, era guapo. Sus ojos color ámbar eran hermosos, y sus hebras pelirrojas contrastaban con el pálido tono de su piel.

    ¿Estoy pensando en el mismo Damián de hace 11 años? Habló para sí misma, dándose una bofetada mental por sus pensamientos mientras se sentaba en las escaleras que daban al patio.

    ¡SHANA! Reconoció entre la multitud de alumnos a una peli azul, con el pelo sujeto en una coleta alta, que corría desesperadamente hacia ella con una gran sonrisa en su rostro.

    Shana no pudo evitar sonreír también. Había conocido a bastante gente agradable, pero a ninguna como Alice.

    Era una chica de personalidad algo alocada, pero inocente y con un gran corazón. Le gustaba que la aceptara tal y como era, una chica callada y sumisa. Ella era la única persona que le había sacado una sonrisa sincera, aparte de Damián, y con la que se mostraba tal y cómo era en realidad, sin esa fachada de hielo que había forjado con la desconfianza, duramente y con el paso de los años.

    Se querían y protegían mutuamente, como hermanas.

    Hola Alice. Hizo un amago con la mano, para invitarla a sentarse a su lado. Hoy llegas temprano. ¿Dónde estabas?...Mejor dicho, ¿Con quién?Le reclamó cómo una hermana mayor, con una mueca de indiferencia.

    La peli azul desvió sus orbes almendradas hacia alguna parte, totalmente sonrojada.

    ...No respondió

    Confiesa...Estabas con Mark, ¿Verdad? Le dirigió una mirada, esperando su respuesta, viendo cómo su compañera se sonrojaba más y más; algo que sin duda le divertía.

    E-eso n-no es ci-cierto... Tartamudeó la chica, apretando su falda con las manos.

    Hacía ya un mes que Alice se le había declarado a Mark, un chico que formaba parte del club de fútbol de su instituto. Era bastante popular, pero algo despistado y distraído, lo que había proporcionado muchas dificultades para que se diera cuenta de sus sentimientos hacia ella.

    Sabes que es cierto...No me mientas.

    Bu-bueno...¿¡Y que si es cierto que me ha pedido una cita!? Gritó histérica, haciendo que todos fijaran su vista en ella.

    ...Yo no he dicho nada sobre una cita... Se acercó a ella, haciéndose la desentendida. La peli azul se había dado cuenta de que se había delatado a sí misma, y suspiró derrotada. ¿Y cuándo es?

    ...E-el sábado... Su voz temblaba, al igual que ella. ...Pe-pero... ¿Puedo pedirte un favor? Le miró fijamente a los ojos, ruborizada hasta las orejas.

    Suéltalo de una vez. Miró a su amiga seriamente, ya que pocas veces estaba así de callada.


    ...Y por eso necesito que me acompañes. Hablaba Mark con su mejor amigo Damián, quien escuchaba atentamente a su amigo y fingía escuchar las explicaciones de su profesor de Matemáticas.

    Resumiendo...¿Quieres que haga de ´´carabina´´ en tu cita con Alice? Susurró a su compañero, esbozando una pequeña sonrisa de superioridad.

    Exacto... Levantó el pulgar en señal de afirmación.

    El pelirrojo lo meditó un rato. ¿Qué podía hacer? Si se negaba, probablemente sería asesinado por un balonazo ´´accidental´´ de su fiel y gran amigo futbolista. (Nótese el sarcasmo)

    Está bien...Contestó a su amigo, recibiendo una gran sonrisa cómo agradecimiento. Después de todo, no me queda otra.


    Era una tarde de sábado normal. Los pájaros cantaban, los niños jugaban...Shana intentaba asesinar a Damián con la mirada y viceversa.

    Lo que se dice, un día cómo cualquier otro.

    El cielo encapotado anunciaba que pronto llovería, haciendo que todos comenzaran a volver hacia sus casas antes de que empezara la tormenta. Los cuatro chicos caminaban por las atestadas calles de su ciudad, todos juntos.

    Mark y Alice iban ambos sonrojados y con la mirada gacha, mientras que Damián y Alice iban cada uno al lado de su amigo, mirándose por el rabillo del ojo.

    ...Parece que pronto empezará a llover... Habló el pelirrojo.

    ¿Y eso lo has adivinado tu solo? La albina cruzó sus brazos en su pecho, mientras miraba a Damián con una ceja levantada.

    El pelirrojo bufó hastiado, mientras miraba a Shana, sonrojado de la furia.

    Y pensar que me gusta esa...Esa... ¡ESA COSA! Se maldijo a sí mismo, mientras seguía con su insistente mirada posada sobre ella.

    El moreno miraba fijamente a sus amigos... ¿Cuándo se declararían? Se notaba a leguas que ambos estaban enamorados, pese a sus constantes discusiones y peleas.

    Entonces, un milagro de Navidad ocurrió. Nuestro despistado y distraído futbolista Mark... ¡Tuvo una idea! Algo que sólo ocurriría una vez cada cien años, sin duda. Cogió a Alice de la muñeca y comenzó a correr entre la multitud, haciendo que Shana y Damián se quedaran solos, perdidos entre la gente, algo descolocados por lo que acababa de pasar.

    La joven, quien era arrastrada por su novio, se detuvo en seco.

    Mark, los hemos dejado atrás. ¿¡Cómo los encontraremos!? Le gritó la joven, mirando al nombrado con furia por haber dejado a su mejor amiga abandonada a su suerte, con la persona que más odiaba en toda la faz de la tierra.

    Tengo un plan. Le dijo esbozando una gran y tierna sonrisa. Déjame explicarte...


    No lo podía aguantar más. Su mejor amigo, no, su ahora peor enemigo... ¡Lo había traicionado! Nunca se lo perdonaría. En cuanto lo volviera a ver, ¡Le asesinaría! O peor aún... ¡Le quitaría su balón de fútbol! Si, su objeto más preciado...Una buena venganza.

    No sería mala idea. Caviló el de ojos ámbar, con un dedo en su barbilla, pensativo.

    Idiota...¡Responde cuando te hablo! La albina le dio una colleja, haciendo que éste se girara, con un aura asesina rodeándole.

    ...¿Te has atrevido a pegarme?...¡MORIRÁS ENTRE TERRIBLE SUFRIMIENTO! El joven comenzó a perseguir a Shana entre la muchedumbre, mientras la lluvia caía sobre ellos.

    La gente se resguardaba y volvía a sus viviendas, mientras ambos jóvenes disfrutaban bajo la lluvia que caía sobre su piel. Shana aceleró el paso, al ver que el pelirrojo comenzaba una persecución, en la que sólo ambos participaban. Corrían por la lluvia, sin importarles la gente, sin importarles nada ni nadie, olvidando sus diferencias para comenzar a perseguir y escapar de su contrario, divirtiéndose cómo hacía años atrás.

    La albina no pudo evitar esbozar una sonrisa sincera, que no pasó desapercibida por el pelirrojo, quien también comenzó a reír entre las gotas de agua que caían sobre su pelo. Se sentía otra vez cómo un niño pequeño, algo que le reconfortó.

    Llegó hasta unas galerías que estaban vacías, y se metió dentro. Damián imitó el gesto de su compañera.

    Y de repente, todo volvió a la normalidad. El ambiente cálido se desvaneció, dando paso al silencio vacío y las miradas asesinas que había minutos antes.

    Súbitamente, la albina sintió cómo alguien le oprimía la muñeca y la volteaba, pegándola contra la pared. Sus muñecas eran sujetadas por una mano del ojiámbar, por encima de su cabeza.

    ¿Qué crees que haces? Preguntó Shana, algo extrañada por el repentino cambio de actitud de Damián.

    ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué fuiste tan cruel conmigo, para después desaparecer? Habló él, mientras la miraba fijamente.

    Los orbes zafiros de la albina se cristalizaron, a punto de llorar. Recordó ese momento, el cual había sido tremendamente doloroso para ella. Abandonar a su único amigo solo porque a sus padres les importaba que estuviera con personas de su mismo estatus social...En verdad, era algo estúpido.

    ...No respondió a la pregunta, sólo desvió la mirada hacia algún lugar perdido de la calle.

    Ya veo... La soltó de su agarre lentamente, mientras una sonrisa melancólica se dibujaba en su rostro. A veces, el silencio lo dice todo.

    Se dispuso a dar la vuelta, pero Shana fue más rápida, y se puso ante él, mientras sus lágrimas salían descontroladamente de sus ojos.

    Ya veo...¿Fui yo, verdad? Yo rompí nuestra amistad. Una sonrisa triste se dibujó en sus labios. ...Nunca te dije la verdad, ¿No? ¿Te dije que yo impedí que te mataran? ¿Qué destruyeran tu futuro cómo hicieron conmigo?

    Se quedó mudo por la confesión de ella. ¿A qué se refería con ´´yo impedí que te mataran´´? Eso lo había dejado descolocado.

    ...Mis padres me amenazaron con matarte si no dejaba de verte... Hizo una pausa.Ya está, ¿No? Ya sabes la verdad. ¿No era lo que tanto querías? Sus piernas no le respondieron, dejándola caer al suelo de rodillas frente a él, mientras miles de lágrimas recorrieran sus mejillas.

    Al pelirrojo se le vino el mundo encima. Por su culpa...Por su culpa, Shana había sufrido. Por su culpa, habían estado separados durante once años, y cuando se reencontraron... ¿Sólo pudo tratarla así de mal? Se sentía la persona más miserable del mundo.

    Después de todo...Él era quien la había convertido en aquello que tanto odiaba. En una persona de Hielo; fría y sin sentimientos.
    Se agachó, quedando a la altura de ella, y la abrazó. Fue un abrazo cálido, protector, que la hizo sentirse segura.

    Lo siento... Fue lo que alcanzó a decir Damián, justo antes de besar a Shana, quien le correspondió.

    Hielo y fuego, eran destrucción, caos. Cad a vez que estaban cerca, el Hielo se derretía hasta convertirse en agua, y el Fuego se consumía hasta quedar en una indefensa ascua. Pero, después de todo, no eran tan diferentes: sentían igual, pensaban igual… Inevitablemente, se fundieron en uno sólo, convirtiéndose el uno en el otro...Formando el caos.


     
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