Long-fic Departamento 150

Prólogo
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"¿Cansado ya del acoso de los fans? ¿Crees que no puedes recibir tanto amor a diario? ¿Te gustaría pasar un tiempo a solas en un lugar increíble? ¡Pues nosotros tenemos la respuesta para ti!

Sueños de Arceus

Un lugar diseñado especialmente para ti, con grandes áreas verdes, piscinas, casinos, habitaciones a tu medida y lo más importante, alejado por diez kilómetros de radio de los fans! Resguardado con un sistema de seguridad exclusivo que asegura tu paz y diversión.

¿Qué esperas? ¡Sólo llama al número que ves en pantalla y gustosos iremos por ti para que comiences con la mejor experiencia de tu vida, llena de alegría y amigos!​

¡¡Llama ahora, llama ya!! ¡Nuestras operadoras te están esperando!
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La publicidad terminó dando paso a otras sobre productos de limpieza y la telenovela del mes, la cual se encontraba en los últimos y más apasionantes capítulos. Sin embargo, esos anuncios no le llamaban para nada la atención, ya que la publicidad del resort había quedado dando vueltas en su cabeza hasta entrar en su cerebro y quedarse cómodamente instalada ahí.

Nuestro espectador, que había estado sentado en el sofá de su sala de estar viendo televisión a la mitad del día, en lugar de salir a disfrutarlo, se levantó y se asomó a la ventana, corriendo con cuidado la persiana para que nadie notara que estaba observando el exterior.

Su casa era relativamente normal, de tan sólo de un piso y pintada de un color crema. Sin embargo, tenía un jardín descuidado y una cerca en peor estado aún. Pero lo que realmente destacaba por sobre todas las construcciones del sector era la horda de personas gritando en el antejardín y la calle. Algunos estaban sentados conversando animadamente, otros cargaban letreros y vitoreaban canciones y porras inventadas por lo que podía parecer, un niño de tres años.

El habitante, quien a estas alturas podía ser considerado un prisionero, cerró la persiana y suspiró con hastío. Recordó el día en que compró la casa y pretendió vivir en paz; plantó varias flores, pintó su nuevo hogar y hasta puso una silla cómoda en el patio trasero para ver los atardeceres y leer un poco. Pero todo se había ido tristemente por el escusado cuando los fans descubrieron su paradero y, en un abrir y cerrar de ojos, ya no pudo ni ir a comprar al supermercado en paz. Mucho menos poder rescatar a las flores que había plantado.

Por suerte existía el servicio de reparto gracias al teléfono y los jóvenes y valientes que llegaban con sus encargos, atravesando las paredes humanas de fans que por poco les quitaban la vida por una vía de ingreso. Y por suerte también, existían las tarjetas de crédito y una gran fortuna en el banco gracias a la película que había hecho, tomando el papel protagónico, lo que le permitiría vivir en paz económica durante prácticamente toda la vida.

"La película pudo no ser un éxito de taquilla, pero la franquicia es grande y me da de comer...", miró otra vez al exterior y suspiró. "Pero este no un estilo de vida decente ni sano. Ahora la única compañía que tengo es la televisión y si sigo así, voy a enloquecer."

Caminó con pereza al sofá y se dejó caer en él para seguir viendo su programa, aunque no estaba prestándole ni el más mínimo de atención. Su mente estaba lejos, en un lugar bajo el sol, con el cesped bajo sus pies y la brisa suave acariciando su rostro.

"Esto no es vida", se dijo viendo con desdén a su único mejor amigo, pero tras pasado unos segundos, se puso de pie bruscamente y se acercó al teléfono. "¡Es hora de acabar con esto!"

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Los fans estaban sentados tomando gaseosas y comiendo chatarra mientras planeaban como lograr sacar a su ídolo de la casa para tomarle un par de fotos.

−No entiendo por qué se esconden tanto − decía uno. −Solo queremos una foto, nada más.

−Pues yo quiero un autógrafo y su número de celular, así estamos en contacto todo el día, ¿no te parece genial?

−Pues si pudiéramos tener una cita estaría mucho, mucho mejor. ¿Te das cuenta de lo que dirían los demás?

−¡¿Puff, es tan poco?!− exclamaba otro. −No es justo. A veces detesto esto, pero luego pienso en lo que podríamos conseguir y se me pasa.

En ese momento, desde el horizonte apareció un gran vehículo blindado de color gris, con vidrios polarizados y a todas luces, resistentes a lo que sea que les lanzasen encima.

−Debe hacer pedido una pizza o algo así− gritó uno. −¡Es nuestra oportunidad!

Entonces todos se pusieron en posición, esperando una apertura de alguna puerta o ventana para entrar a la casa y cumplir cada uno, sus sueños de fans. Sin embargo, al enorme vehículo se lanzó al frente como si pretendiera arrollarlos y luego, desde sus costados, comenzó a salir una gran cantidad de humo. Todos los jóvenes y no tan jóvenes iniciaron una cadena de tos y maldiciones al camión que recorrieron el más variado léxico de baja procedencia. Algunos sintieron que varias personas bajaron del vehículo, mas no podían ver absolutamente nada.

−Somos agentes de Sueños de Arceus. Hemos venido en su busca− dijo uno de los hombres acercandose a la puerta. −Por teléfono se le dio un código de reconocimiento el cual es 0115

−...006− completó el prisionero desde adentro, sintiendo que se le salía el corazón por la garganta. No podía creer que realmente esto estuviese pasando, que hubiesen venido a su rescate para viajar a un lugar lleno de paz y armonía. Así que, sin pensarlo más y con su maleta en mano junto a su querido televisor, abrió la puerta y sonrió a sus visitantes, mas su gesto desapareció por completo cuando una gran masa de humo le golpeó la cara, para luego recibir un par de manos en su rostro pretendiendo ponerle una mascarilla y luego, esas mismas manos tomar sus brazos y, prácticamente, lanzar su cuerpo como un saco de papas dentro del vehículo.

−¡Cuidado con el televisor!− gritó con pánico cuando vio que tomaban su maleta y luego el aparato. Uno de los agentes dentro del camión se mostraba notoriamente sorprendido.

−Pero...en su habitación hay uno o más televisores, según el contrato que firme− le dijo amablemente.

−Pues este es mi mejor amigo− dijo, ganándose las miradas estupefactas de todos.

−Creo que ha hecho la llamada un poco tarde− le susurró el que había golpeado su puerta. −Una vez llegando al resort, usted podrá contar una gran serie de amigos de su clase, eso se lo aseguramos con una promesa garantizada por...

−...todos nuestros satisfechos hospedados. Eso me lo dijo la operadora.

−Oh, lo siento. ¡Vamos!−ordenó al chofer y rápidamente el vehículo se puso en movimiento, alejándose, para siempre, de los odiosos fans.

−Adiós...−les dijo, pero un nudo en la garganta le impidió agregar nada más. Por fin, después de mucho tiempo, podía considerarse libre.

Durante el viaje casi no habló, sólo se dedicó a ver el exterior por la ventana, esperando con ansias el momento de sentir el calor del sol en sus brazos y la frescura del día. Oh, necesitaba tanto de eso, porque realmente sentía que tanto ver televisión le agrandaría los ojos y terminaría siendo un pokémon nocturno y deforme, incapaz de levantarse del sofá para otra cosa que no fuera recibir pedidos, ir por comida, ir al baño y llamar por teléfono. Ni siquiera podía abrir las cortinas de su casa para quitar un poco el olor a encierro. Nada

"Pero todo cambiará ahora" se sonrió, feliz del cambio que había significado una sola llamada.

−Estamos llegando− dijo uno de los agentes repentinamente, mientras el vehículo entraba a un estacionamiento subterráneo de un supermercado y se mezclaba con la multitud.

−¿A dónde vamos? Esto no es el resort. ¿Qué se supone que está pasando?

−Nada grave, es sólo la fachada. Debe entender que hay fans que todos los días intentan entrar al resort, por lo tanto, no podemos simplemente llegar por la puerta principal. Observe.

Entonces, al final del estacionamiento se abrió una compuerta del tamaño preciso para el ingreso del camión, la cual se cerró de inmediato una vez éste hubo pasado el umbral.

−Ahora realizaremos un viaje de tan sólo unos minutos bajo tierra y antes de que pueda decir "mantequilla", usted esta...

−Mantequilla− dijo antipáticamente el pasajero, demostrando sus ansias de llegar pronto y olvidar formalismos. No obstante, cuando había repetido el nombre de producto lácteo unas dieciocho veces, una luz cegadora apareció desde el frente y en un abrir y cerrar de ojos el mundo exterior se materializó frente al camión.

−Le damos la más cordial bienvenida a Sueños de Arceus −dijo dramáticamente el agente, mas su pasajero había perdido todo el interés en él.

Desde las ventanas podía ver, tan y como publicitaban en televisión, una vasta sección de áreas verdes, plagadas de árboles de las más variadas clases, sobre un pasto delicadamente recortado y regado. A lo lejos se veía lo que parecía ser un campo de golf y más allá, una gigantesca piscina. A su lado, el conjunto de edificios que componían el resort, plagado de pokémon que se paseaban tranquilamente, disfrutando de bebidas frutales, de alguna revisa interesante o de una buena conversación.

Todo parecía de ensueño. Hasta nuestro pokémon imaginó una plácida música ambiental que acompañaba en todo momento la visión del resort, materializándose en la realidad todo lo que había visto en televisión y más.

−Este lugar es el cielo− comentó y varios sonrieron. Al parecer, ese era el comentario obligado de todos los que llegaban al lugar.

Cuando el camión se detuvo, varios de los hospedados dirigieron sus miradas hacia él, pretendiendo averiguar quién era el nuevo habitante del lugar. Entonces una puerta se abrió y bajó el primer agente, cargando una enorme maleta mientras que otro depositaba delicadamente el televisor sobre ella cuando la dejaron en el suelo. Luego éstos se retiraron y permitieron que el pasajero descendiera. Sin embargo, al verlo, varios miraron con suma extrañeza, como si realmente no debiese estar ahí.

Pero las miradas de los demás pokémon era lo último que preocupaba al nuestro, quien, con mucho cuidado tocó el suelo, el césped suave acariciando sus pies. No pudo evitar sonreír al tacto de la hierba y a la brisa plácida, mas lo que le causó la mayor alegría fue el poder sentir el calor del sol sobre su piel.

Desde que hizo la llamada al resort, todo había pasado tan rápido que no había tenido tiempo de meditar demasiado, mas ahora, de pie tranquilamente frente a la entrada del edificio principal, decidió absorber el momento y hacerlo suyo. El instante más feliz que había tenido después de mucho tiempo.

−Por fin soy libre− sonrió. Luego se volteó y se despidió amablemente de los agentes, para tomar su maleta, su querido televisor y entrar para completar su registro y poder llegar a su habitación. Había tanto que hacer, tanto que conocer que sentía que el día iba a acabar demasiado rápido.

Al llegar al lobby varios de los presentes se voltearon con curiosidad y extrañeza en sus ojos, la cual creció enormemente luego de los amables saludos y sonrisas de nuestro pokémon.

−Pero... ¿Qué le paso?− se preguntaron algunos, sin encontrar una respuesta lógica.

En tanto el recién llegado se aproximó al mesón de atención, en el cual se encontraba un gran Snorlax y pidió completar su registro.

−¿Completar tu registro?− preguntó éste. −¿No querrás decir "Actualizar tu registro"?

−¿Actualizar? ¿Cómo podría hacer eso si acabo de llegar?

−¿Que estás diciendo? Pero si....− se interrumpió, mas pronto su rostro se iluminó como si recordara algo y luego una gran sonrisa aparecio. −¡Es cierto!

−¿Es cierto qué?− se hartó nuestro protagonista.

−¡Lo había olvidado por completo!− se rió el Snorlax ante la mirada molesta de quien cargaba el televisor. −¡Por eso tu voz femenina! No debo tratarte de él, sino de ella, y también quien relata la historia y todos los demás.

−No entiendo− dijo ella.

−Ya verás cuándo llegues a tu departamento− dijo el encargado entregándole las llaves.

−Pero...debo completar mi registro.

−Oh, eso lo puedes hacer después, ahora solo ve, ve. En la llave está el número, ve.

Ella se volteó para alejarse y notó que todos la miraban. Esto era extraño, ya que realmente no conocía a nadie, era la primera vez que pisaba el lugar y ahora...¿ni siquiera le hacían completar su registro? ¿Es que acaso ya tenían sus datos desde antes?

Miró a los demás con el ceño ligeramente fruncido y luego se encaminó hacia el ascensor, ya que el número que indicaba en la llave se encontraba en el quinceavo piso, no sin antes sentirse completamente psicótica.

−No los mires, tú sólo sigue caminando− se dijo y la puerta del elevador se cerró, dejándola complemente sola y a salvo.

¿Qué había sucedido? Tenía cierto presentimiento que se retorcía en su estomago y le causaba demasiado malestar. Nunca había venido, no conocía a nadie, se repitió. Entonces, ¿Por qué la miraban así? ¿Es que había hecho algo malo? No, su historia seguramente era igual a la de ellos: acosados por los fans con el sueño de libertad. ¿Entonces...?

La puerta se abrió justo en ese momento, por lo que luego de suspirar, decidió salir y dirigirse inmediatamente a su departamento para ordenar lo más pronto posible su cabeza y buscar respuestas. Tras dejar su maleta y despejarse un poco, bajaría en busca del Snorlax para tener una charla seria y sin rodeos sobre lo que estaba pasando. Después de todo, fue protagonista de una película y merecía respeto, por sobre un simple pokémon que era famoso por pesar demasiado y causar problemas por ello.

Al llegar a la puerta miró el numero de su llavero y el que estaba adosado sobre la mirilla: 150.

Se sintió sumamente feliz de estar en el lugar, olvidando por el momento los últimos eventos, así que sin pensarlo más metió la llave en su lugar y se dispuso a entrar, encontrando una nueva sorpresa: la puerta estaba abierta.

−¿Esto es una tomadura de pelo o qué?− se dijo con rabia, pensando en que el lugar no era tan maravilloso como creía. −¡No llevo ni una hora aquí y ya quiero llenar el libro de reclamos!− Entonces entró, dispuesta a golpear y lanzar por la ventana a quien fuera que estuviese adentro de su nuevo departamento.

Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula al descubrir que el lugar estaba claramente habitado desde antes. Había, frente a ella, unos cuantos sillones, un televisor enorme en comparación al suyo, de pantalla plana pegado a la pared; más allá un pequeño comedor y lo que era la cocina. Las otras puertas, el baño y las habitaciones, se encontraban cerradas, mas no se necesitaba ser un genio para saber que alguien tenía su hogar aquí.

−¡¿Qué significa esto?! ¡Este es MI departamento!− exclamó con furia. Justo en ese momento se escuchó un ruido desde la cocina y alguien a quien ella jamás esperaría salió a escena.

Ambos se miraron con estupefacción por varios minutos, mientras una niebla de tensión crecía entre ellos. No sólo se desataría la guerra entre los dos, sino que afectaría a los departamentos vecinos y a todo el resort.

Porque la forma en que Mewtwo miró a Mewtwo no era para nada amistosa.

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