Microrrelato De fantasmas y demonios

Calla, como siempre. Cede, como en todo. Sin un principio ni un final. Llora, grita y vuelve a llorar. Nadie te oirá. Las voces no cesarán, los susurros no se irán. En tu pequeña celda imaginaria vivirás, incapaz de ver la luz.

Teme a los fantasmas y los demonios, esos que te atormentan cuando cierras las ojos y sólo quedas tú, tú y ellos. Huye, grita y berrea. Hazlos más fuertes y, mientras miras al abismo antes de saltar, repítete que tú has ganado, no ellos. Pero, en esa pequeña fracción de segundo antes de que tu cabeza se reviente contra el concreto, llorarás por todo lo no vivido. Los verás ahí, presentes en tu final, riendo cómo enfermos. Sabrás entonces lo que es vivir, pero será demasiado tarde.

Teme a los fantasmas y los demonios, esos que se quedan contigo al volver la vista atrás, esos que no existen, salvo en ti. Porque tú los ves al mirarte en el espejo y los oyes en la tranquilidad de la noche.

Teme a tus fantasmas y tus demonios, esos que sino enfrentas, te consumirán.