Explícito De a poco

Tema en 'Relatos' iniciado por Bettle Red, 22 Febrero 2023.

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    Bettle Red

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    Escritora
    Título:
    De a poco
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1499
    Cuando Diana despertó esa mañana, múltiples hematomas cubrían gran parte de sus muslos y brazos. Era una situación recurrente pero extraña; nunca recordaba haberse golpeado.

    Sus sueños eran cualquier cosa menos tranquilos, aún cuando despertaba podía recordarlos: mujeres siendo torturadas de maneras inimaginables, siendo perseguidas y asesinadas. Cada que tenía uno de esos sueños despertaba con moretones o manchas rojas en alguna parte de su cuerpo.

    Después de cepillarse los dientes y darse un baño rápido, se sentó en la pequeña mesa de la sala y se dispuso a comer su desayuno.

    Al principio solía contarle cada sueño a su madre, la respuesta era la misma: "No pienses en esas cosas, tú nada mas cuídate". Con el tiempo dejó de mencionarlo, pero esa horrible sensación que le dejaban aquellas pesadillas la perseguía durante días.

    Los moretones solo eran una de las extrañas manifestaciones...

    Recién llevaba una cucharada de sopa cuando unas nauseas enfermizas le hicieron arrojar la cuchara y alejarse de la mesa. Los ascos se habían convertido en parte de su rutina diaria, tanto así que el apetito le había disminuido considerablemente y con ello una pérdida de peso se hacía cada vez mas visible.

    Después de cepillarse los dientes y tomar sus cosas abordó el transporte. Viridiana, una chica que había entrado a la maquila al mismo tiempo que ella y había ganado su amistad, le hizo señas para que se sentara a su lado.

    Todas las palabras que salieron de la boca de su compañera era inaudibles para ella, no podía hacer otra cosa que no fuera mirar por la ventana para intentar distraer las nauseas que aún sentía. Sus articulaciones dolían y un molesto dolor de cabeza le llegó de la nada.

    —¿Qué te pasó?

    Esas palabras la hicieron volver en sí y prestó atención a como Viridiana sostenía su brazo derecho.

    —No sé.

    Si bien había aprendido a vivir con cada uno de esos malestares, Viridiana creía fervientemente que era algo paranormal. Se tomaba en serio cada cosa que Diana le contaba: los moretones, las pesadillas, las nauseas. Para ella todo tenía una sola explicación. A sus ojos; Diana podía saber cuando habían asesinado a otra chica y no solo eso, estaba segura de que los malestares eran el reflejo de que Diana podía sentir lo que sintieron aquellas mujeres.

    Diana trataban de no dejarse llevar por dicha superstición y quería creer lo que su madre le decía. Todas las pesadillas eran causadas por ella misma, se sugestionaba al escuchar los casos recientes de las mujeres muertas, o quizá eran el reflejo de su propio miedo; el miedo de ir a trabajar y no volver a casa jamás. Para lo que no tenía explicación era para sus malestares físicos, los dolores de cabeza y el dolor en el cuerpo podían ser por las mas de doce horas trabajadas en la maquila; las nauseas eran por una mala alimentación, pero... ¿los moretones?, ¿las manchas rojas?

    Al llegar a la maquila los cuchicheos no se hicieron esperar.

    Otra mujer había sido encontrada muerta, con signos de violación y tortura. Era una chiquilla de apenas veinte años que trabajaba en una fábrica cercana.

    El turno pasaba y decidió no comer, las náuseas no se iban y, a pesar de no haber desayunado casi nada, ya había vomitado un par de veces.

    No tenía hambre; su cabeza estaba por estallar y la regla se le había adelantado lo que le provocó cólicos insufribles. Últimamente sangraba "de mas".

    Justo cuando creyó que moriría, su turno terminó y sin esperar a Viridiana subió al transporte e intentó dormir un rato hasta llegar a su casa pero le fue imposible; ello no le impidió fingir estarlo para evitar la plática que, seguramente, su amiga le haría.

    Al llegar a su casa se dirigió directo a su cuarto, se desvistió y se acostó a dormir. Esa noche no hubo pesadilla, ni moretones nuevos, nada de nauseas o dolores; tampoco ninguna mujer muerta…

    Los días pasaron, sumando doce días sin alguna novedad. El día trece serían el fin de tan buena racha.

    Aquél día, Diana, llegó del trabajo y quiso cenar algo antes de darse un baño y dormir. No tardó mucho en quedar dormida…

    Podía ver todo tan nítido como si tuviera los ojos abiertos, caminaba por una calle sin alumbrado; la oscuridad de la noche cubría cada rincón y de vez en vez un tramo era iluminado por las luces de neón de algún letrero. El aire era frío y pesado, podía sentir como calaba en su pulmones.

    En el sueño comenzó a correr cuando escuchó unos pasos detrás de los suyos; mientras ella aceleraba el paso, el ruido de esas pisadas se hacía mas intenso. Alguien la tomó del cabello y comenzó a golpearla.

    Se despertó de golpe.

    Su camiseta blanca, con la que dormía, estaba manchada de sangre que escurría de su nariz sin cesar, sus articulaciones dolían nuevamente y al ir al baño a limpiarse, se percató de un enorme moretón en su cuello, otro mas en su antebrazo y uno mas en su mandíbula. Desesperada, se quitó la camiseta solo para darse cuenta de las infinitas manchas rojas que cubrían su espalda.

    El sudor cayó como aguacero por su frente y rostro y justo antes de caer desmayada el dolor de cabeza volvió.

    No había ido a trabajar por su estado de salud, en cambio, vio los noticieros todo el día; no hubo noticia de alguna mujer muerta o desaparecida. Estaba aliviada pero no pudo evitar sentirse extrañada, desde que comenzaron las muertes; comenzaron sus malestares y esta sería la primera vez que no ocurría nada.

    Los días y las noches pasaron uno tras otro; todas las noches eran iguales, la misma pesadilla de la calle oscura y la persona que la golpeaba; las hemorragias, los moretones, el dolor del cuerpo, las migrañas; habían sido eternos siete días con los mismos achaques, pero… no había ninguna victima, ni una sola mujer muerta o desaparecida.

    Mientras trabajaba, soportando el tortuoso dolor de cabeza, llegó a si mente una idea que le congeló el alma; tal vez en esta ocasión no había victima aún porque ella sería la siguiente…

    El tiempo siguió su curso y cada vez su miedo crecía un poco mas, mas y mas hasta llegar al punto de no querer salir de casa, no dormía bien desde hace días y todo el tiempo vomitaba. Los moretones comenzaron a aparecer incluso en el día y las hemorragias era mas frecuentes.

    Su vida se había convertido en una cadena interminable de sangre, dolor y miedo.

    Un mes después de la primer pesadilla sin victima, Diana se encontraba a punto de terminar su turno pero, como si fuera un plan maquiavélicamente divino, todo comenzó a dar pie a un resultado terrible: Su maquina se descompuso y tuvo que repararla, lo que le quito tiempo para terminar su producción, terminó dos minutos después de lo habitual y eso hizo que llegara al baño justo en el momento en que el último fue ocupado; la chica tardó cinco minutos, lo que provocó que Diana no alcanzara a lavar sus manos a tiempo para tomar el transporte de regreso a casa.

    El autobús se había ido y no tuvo otra opción que caminar. Era el 94 y no había servicio de Uber y no todos tenía celular, eran otros tiempos y ese preciso día no era el mejor de aquel entonces.

    La calle estaba oscura y el frío azotaba en los huesos adoloridos de la joven. Su nariz comenzó a sangrar y no pudo evitar llorar, la desesperación era lapidante, podía sentir como su corazón palpitaba tan rápido que era mas como un zumbido. No soportaba la idea de que, probablemente, era la noche en que su peor pesadilla se haría realidad.

    Corrió, corrió tanto como pudo pero, de pronto todo se oscureció.

    Al día siguiente se supo que un cuerpo había sido encontrado cerca de una maquila. Era una jovencita de unos veintidós años sin embargo, no presentaba signos de violación ni de tortura.

    La autopsia revelo que había muerto de un infarto. El miedo había matado a Diana. Sentía pavor hacia la idea de ser asesinada pero ¿qué sabría ella de que su asesino estaba dentro suyo?

    Era verdad que había muerto de un infarto pero también era verdad que diez años atrás un desastre había ocurrido y había sido ocultado a la mayoría de las personas. Diez años antes de su muerte, su destino había estado marcado.

    Una batería de alguna maquina de uso medico había sido perforada, el cobalto se rego como la humedad y la radiación cubrió todo el lugar. Materiales contaminados llegaron a muchos estados de la republica y con ellos se construyeron un sin fin de casas.

    Si no le hubiera dado un infarto, Diana habría muero de leucemia, la causante de sus malestares. Un cáncer causado por la negligencia de aquel entonces, una negligencia que aun hoy sigue cobrando vidas…

    Y tú…

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    Chaos Lady

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    Ah mira qué bonito final.

    Mira que este relato está muy interesante. Me gusta el sesgo entre misterioso y paranormal que le das para terminar teniendo una explicación totalmente lógica/científica.

    Como punto de mejora, ya que al final nos revelas al un narrador que omnipresente, sería quizás darle más ironia o relatar la monotonía de su vida en lugar de estipularla con frases cortas.

    Nos vemos~
     
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