Drabble de Pokémon - (D) Sentimientos compartidos

Sentimientos compartidos​

Invisible, oculta ante todos; derramando lágrimas de sus orbes miel que se perdían en el aire. Levitando sobre el mar que le arrebató un ser amado.

Con dificultad se movió de su posición. Miró su pelaje rojizo, sus alas y extremidades le pesaban, dentro del símbolo triangular enmarcado de azul yacía una pequeña contusión; pero, lo que más le dolía eran su corazón y alma.

Fijó sus luceros en el entorno, habían pasada horas que ella consideró minutos. El sol esparcía sus manchas naranjas en el cristalino océano, las nubes exóticas de un color naranja blanquecino hacían del lugar un bello paisaje; la pokemon sonrió débilmente, a su amiga le fascinaría inmortalizar el fenómeno que se suscitaba.

Se encontró con el puerto de la ciudad que protegía, sintió una punzada de dolor al recordar que ahora tenía que hacerlo sola, sin una figura autoritaria y cariñosa que la hacía sentir protegida, tristemente ella dudaba que pudiera con esa responsabilidad; ella temía. El recuerdo de su hermano era lo único que le daría fuerzas para no rendirse nunca.

Sus pensamientos la habían alejado de la realidad y lo único que la trajo de vuelta fue el sonido que la chimenea de un ferry producía. La pokemon movió la mirada en dirección al sonido, donde se encontró al joven que le había cautiva con su inocencia: moreno de ojos marrones, cabello azabache largo y alborotado, estatura media; chaleco azul sobre una playera negra, jeans azules y guantes negros sin dedos. La pokemon también notó a sus amigos y el Pikachu en su hombro pero no le dio importancia, observó como el ferry se detenía y el azabache colocó con delicadeza al pokemon ratón, se llevó una sorpresa al seguir al pelinegro con la vista y contemplar que se dirigía en dirección al puerto donde lo estaba esperando alguien que conocía muy bien; piel nevada, cabello castaño con un peinado en su honor, ojos chocolate, cintura de avispa, una blusa verde, falda lisa blanca y boina a juego, botines rosas y calcetines negros.

La pokemon reconoció al instante a la chica; era su amiga. Lo que activó su curiosidad fue que la joven tenía entre sus manos un papel cuidadosamente enrollado, ella sonrió; la castaña jamás regalaba sus dibujos que creaba con tanto esmero. Analizó la situación con cuidado, notó que la castaña le entregaba a su compañero de juegos el dibujo, ahí decidió actuar. Haciendo gala de su velocidad se posó a un lado de su amiga y justo antes que la castaña le diera un beso al pelinegro en la mejilla, la pokemon empujó suavemente la cabeza de la joven con su hocico lo que ocasionó que los labios de la chica se estrellaran con los del pelinegro.

La pokemon huyó de la escena y sonrió débilmente. Había perdido a su hermano y la castaña pronto tendrá que decir adiós al pelinegro, pero ahora ambas tenían recuerdos bellos que atesorar; no importaba lo que sucediera, superarían la soledad juntas.