La belleza de la muerte. ¿Qué hacía entre las sombras de los árboles? Ocultándose entre los puntos ciegos de una visión imperfecta, él no tenía problemas con eso; la noche ahuyentaba a las tinieblas solo para que él tenga la percepción más clara como el día. Esperaba paciente un descuido de su alimento: respiración entrecortada, las pisadas en el césped, una rama desquebrajada, el melodioso sonido de la agonía… cualquier error que le costaría a su presa el beneficioso de ser la cena en aquel cielo menguante. Lentamente los sentidos se adormecían y los pulmones bombeaban oxígeno con mayor tranquilidad: las garras se aflojaban, las piernas se doblaban lentamente hasta acomodarse en la rama de aquel árbol, los párpados saludaban a la oscuridad con alegría, la boca formaba una mueca de cansancio, un fino y pequeño colmillo blanco como la nieve se resaltaba entre la expresión facial demostrando su instinto amenazante. El crujir del pasto reactivó los sentidos del cazador, sonrío con satisfacción al escuchar nuevamente el mismo sonido… con rapidez se levantó de unos ágiles saltos y se perdió entre el área en busca de su objetivo. Miraba con miedo las proyecciones del entorno, estaba perdido y adolorido. Caminaba con cuidado entre la hierba alta para evitar los depredadores… quería gritar y llorar pero eso lo dejaría al descubierto de cualquier ente nocturno. Frotaba con suavidad su pequeña ala con su vientre para mitigar el ardor y limpiar las gotas del líquido carmesí que ensuciaban su hermoso plumaje. Quería llegar a casa y disculparse con su madre por lo arrogante que había sido al sentir que volar a tan corta edad lo liberaba de sus cuidados, llorar entre sus alas protectoras para calmar su pánico, miedo e incertidumbre… acurrucarse entre las fuertes ramitas y las cosquillosas hojas secas de su nido. Deseaba tanto sentirse seguro y fuera de peligro que no logró disipar una sombra que se movía con velocidad y se ocultaba entra la hierba rumbo a su dirección. El cazador saltó frente a su presa y atravesó con sus garras el vientre desprotegido de la víctima, deleitándose con la mirada de horror, las pequeñas lágrimas que escurrían de sus ojos los cuales lentamente se apagaban, el fino hilo de sangre que goteaba de su pico y la sensación de calidez del río carmesí que rodeaba su garras y extremidades. ¡¿Por qué su presa no tenía boca para mirar su mueca tétrica al reconocer la muerte?! ¡Al reconocerlo a él! No sabía cómo un cuerpo tan pequeño logró soportar sus dos garras sin ser destazado a pedazos, aunque no necesitaba averiguarlo. Miró hipnotizado el manto rojizo que escurría de sus garras blancas y notó que se adecuaban a él como si fuese un guante hecho de pintura, observó a su presa, estaba tan silenciosa como el sonido de la noche, tan quieta cual obra de arte. El líquido carmesí bañaba a su presa como si purificara su alma, dejando la carne mortal para su cena, en aquel cielo menguante.
Wow, creo que no lo entendí muy bien pero me he quedado impactada,esta realmete bien hasta me ha asustado, aunque esto no es mas bien un original?