DANZA Como cada año, la luna fría de invierno ilumina el cielo de esta noche. Desde mi balcón observo a la gente llegar a mi mansión, la mansión oculta el bosque la llaman. Una vez al año ofrezco una fiesta donde todos pueden disfrutar de las exóticas cosas que solo yo puedo ofrecer. Mi mirada detalla a cada persona, cada hombre y mujer que hoy a mi residencia ha decidido asistir. Ya sé que es lo que deseo esta noche, y la sonrisa que se dibuja en mis labios es la prueba de ello. Dejo mi puesto desde donde vigilo y salgo de mi habitación. Bajo por las escaleras del gran salón, todos los invitados han comenzado a llenar el recinto, son más de los que pensé llegarían. Me paro al frente de la pista, todas las miradas caen sobre mí, y sobre todo, la tuya, aunque recorro a todas las personas del lugar con mis ojos rojos, me fijo solo en ti. Ya he detallado tú elegante y excelso vestido rojo carmesí, los guantes de seda negra que cubren tus manos te aportan una elegancia cautivadora, ese bello collar que tu padre te obsequió, adornado con piedras preciosas, es solo una baratija comparado con la belleza de tu faz. Tu piel blanca que refleja inocencia, tus labios rosas, esa sombra que has decidió usar en tus ojos, ojos verdes cual esmeralda divina. Desearía ver tu rizado cabello rojo suelto, no obstante, ese recatado peinado te sienta de maravilla. Las mujeres hacen el mismo recorrido que yo sobre ti, sobre mí. Detallan mi porte, mi elegancia, mi atractivo, cada una espera que yo me acerque a ellas y las invité a danzar en el centro de la pista a la media noche, ninguna tiene oportunidad, solo tú, mi reina de cabellos rojos. Con ademanes y elocuentes palabras os doy la bienvenida, nobles personas de la comunidad. Espero que todo lo que he preparado para vosotros sea de vuestro agrado. Y no olviden, damas y caballeros, hoy, en esta mansión, la música no dejará de tocar hasta que la última pareja deje la pista de baile. Enseguida hago una reverencia con las manos extendidas y vuestros aplausos llenan el recinto. Basta un chasquido de mis dedos para que la agradable música comience e inundar el salón. Pocos saben, pero la música es uno de mis más grandes amores en esta vida. Decido retirarme a la mesa principal, que fácil seria para mi ir a por ti ahora, pero aun no, deseo verte un poco más, deseo deleitarme con tus preciosas facciones y el encantador movimiento de tus labios al hablar. Esta noche tú eres la reina, y yo seré tú rey. Danzaras conmigo esta noche, entre la melodía y el calor del lugar. Recorreremos cada nota de la canción con perfectos y refinados movimientos, mientras nuestros cuerpos hablan y nuestras bocas guardan silencio. Te voy a enseñar el mayor placer de la vida en la pista de baile. Los músicos ya saben cómo funciona, en el momento que el reloj del salón marque las doce de la noche deben comenzar con mi canción. La canción que marca el comienzo de mi arte y de tu odisea, entre mis manos descenderás a un mundo de placer y emociones desconocidas. Mi sonrisa y mis ojos brillan al escuchar la campanada. El maestro de la orquesta mira el reloj y luego me mira de reojo con disimulo, con un simple gesto de mi rostro entiende que es la hora. Mi canción favorita se escuchará una vez más en el gran salón, La llamo La danza de la luna roja, una pieza de mi autoría. Me levanto de mi privilegiado asiento, ya no me basta con disfrutar de tu hermosura en la distancia, mis manos desean acariciar tu piel en la pista de baile, mi cuerpo quiere hablar con su movimiento y gracia. Las mujeres que vienen aquí cada año, y no han sido objeto de mi deseo, te miran con envidia, desean ser tú. No hay caballero en este recinto que iguale mi educación, mi cortesía o mi habilidad con las palabras. Cual serpiente, mis labios están cubiertos con algo muy peligroso, se llama encanto. Unas dulces y poéticas palabras, acompañadas de una reverencia y un gesto con mi mano bastan para que tus lindas mejillas se ruboricen y una sonrisa inocente aparezca en tus labios. “¿Me concedería esta pieza, bella dama?” es lo que te preguntó, aunque ya se la respuesta. Posas tu suave y delicada mano sobre la mía. Con la delicadeza un amante te llevo conmigo. Camino sin mirar por donde, mis ojos solo quieren ver los tuyos, sé que te avergüenza, quizás soy el primer hombre que se acerca a ti de esta forma. Con una mano en la espalda y la otra asida a la tuya te guio al centro de la pista. Las miradas están sobre nosotros. Te acercó a mí, y te tomo por la cintura, el nerviosismo te recorre y tardas en recordar que tu mano va en mi hombro. Sonrió satisfecho, actúas tal y como lo espero. Lo primero que te sorprenderá es la facilidad con la que tu cuerpo se mueve, y te preguntas, “¿Cuándo aprendí a danzar así?” Es la magia de la melodía que compuse y que solo suena en mi hogar. Todos danzaran como maestros en esta noche. Nos movemos como hojas de otoño por la pista, la gente se maravilla con nuestro arte convertido en agiles y perfectos movimientos de piernas y manos, giras al compás de mis movimientos. Mis manos controlan el ritmo de tus latidos y la melodía de fondo embriaga tus sentidos, el rubor en tus mejillas no hace más que aumentar, pero ya no tiemblas y ni te sientes nerviosa, sonríes mirándome a los ojos, los cuales brillan solo para ti, mi reina. La música se acelera y nuestra danza también lo hace, giras y giras en una espiral onírica que te emociona y acelera tu pulso. Mis manos no te permiten alejarte, te abrazan, te acarician con suavidad y educación, aun cuando tu piel es cubierta por la mundana tela puedes sentir la calidez de mi piel. Poco los saben, pero la danza es mi segundo más grande amor en la vida, solo superado por uno. Te pierdes en el momento, te ausentas de la realidad, para tu mirar ya no hay gente en este salón, solo tú y yo y la música que acaricia tus oídos. La música desciende su intensidad en un solo instante, justo en el cual te atraigo hacia mí, ahora tu rostro reposa en mi pecho, mi calidez te hipnotiza, te seduce y te posee. Rompes la estética del baile y llevas tus manos a mi pecho, tus suspiros me advierten que has caído en mi hechizo. Te tomo por la cintura con una mano y con la otra levanto tu rostro. Veo tus verdes e inocentes ojos, me miran con pasividad y alegría inducida por la danza. Musitas mi nombre con una dulce y cálida voz, no importa tus palabra no hacen mella en mí, yo solo deseo tus dulces y castos labios que se entreabren por tu intento de hablar. Agito mi mano y las luces del recinto se vuelven más tenues, las sombras cubren a todos los presentes, solo estamos tu y yo ahora. La calidez y suavidad de mi mano miman tu mejilla, son el preámbulo para el beso que planto en ti. Lento, suave, sublime, húmedo, no te niegas a esta muestra de amor, a tal punto, que te acercas más, deseas inconscientemente más de este dulce y embriagante sabor. El brillo de tus ojos desaparece, en el momento que te besé la realidad se alejó para ti para siempre. Eres mía y no podrás escapar nunca a este hechizo. Separó mis labios, y nos miramos con una sonrisa cómplice de dos amantes unidos en una danza hipnótica. Bajo mis labios por tu cuello dejando besos traviesos uno tras otro. La fragancia de tu piel altera mis sentidos obligándome a dejar la caballerosidad de lado, pero no, tú no mereces a un hombre cualquiera, eres digna de un amante perfecto. Acaricias mi cabello y mi espalda sonriendo, tu mente entiende lo que pasará aun cuando no lo sabe. Mi larga lengua cata tu cuello, mi boca se abre y mis colmillos se hacen presentes. Con pasión los clavo en tu blanca piel, no siente dolor, solo placer. No gritas, gimes ante esta nueva unión. Pocos los saben, pero mi más grande amor en la vida, son las mujeres como tú. Ahora eres mía, y danzaremos todas las noches en esta mansión.
¡Ajá! Ya decía yo que algo raro pasaba con ese tipo. Toda esa planificación de la danza, esa complicidad de él con los músicos para que tocaran su pieza a una hora determinada y el que la mujer de pronto supiera cómo danzar siendo obra de él ya me daban sospechas y sí, resultó que este ser era uno sobrenatural. ¿Un vampiro? Lo deduzco por eso de los colmillos, aunque desconozco mucho de estos temas. Los temas del ocultismo, los vampiros o demonios son unos que procuro evitar. No me gustan. Al final, la mujer quedó atrapada en su hechizo vete tú a saber si para siempre o hasta cuando. Pero seguro que no era la primera ni sería la última de sus víctimas. Fue una lectura agradable, como siempre, también muy poética y con mucho romanticismo, pero de momento es la que menos me ha gustado. Bueno, esperaré a mañana a ver con qué más nos deleitas. Te cuidas mucho. Hasta otra.
Gracias por el comentario, y la opinión. Yo tampoco soy muy afin al romanticismo y vampiros seductores (los prefiero violetos XD) aun así, trató de probar cosas nuevas y temas diferentes. Sin embargo, la historia, al principio era un mas oscura que el resultado, solo que decidí quitar algunos detalles. Nos vemos luego.