N/A: Sucesos canon de la noche del miércoles Personajes: Dante Miles & Su padre (Jonathan Miles) . . . Dante jamás creyó encontrarse en la posibilidad de estar allí en la cena frente a su padre con la intención de hablar de algo que no fuera ceder ante todo lo sucedido como siempre hacía al pedirle que lo olvidaran para ya no tener situaciones incómodas entre ambos cuando estaban obligados a convivir de esa forma. —Me gustaría que te importara…—Habló bajo, todavía sintiendo la presión en su pecho como si de pronto su corazón hubiera decidido subir abruptamente a su garganta para presionar con fuerza allí hasta sentir que apenas podía hablar con claridad. Él ya había dejado de comer desde hace tiempo sintiendo que era su mejor opción para estar algo más tranquilo, porque en el momento que se percató que su padre por fin bajaba los documentos que siempre parecía estar leyendo cuando cenaban para mirarlo con atención por primera vez en días, su estómago se rápidamente se revolvió en nervios nacidos por lo intimidante que le resultaba esa mirada. —¿Me importara qué, Dante? —Preguntó chasqueando la lengua con molestia, ordenando los documentos en la orilla de la mesa como si quisiera evitar que pudieran mancharse con la comida que estaba servida —, habla claro si ya vas a tomarte la molestia de hablar de algo hoy. —Que te importara el juicio...mam- Ni siquiera pudo terminar de hablar cuando su padre se levantó abruptamente de su asiento haciendo que se callara más por miedo que otra cosa, porque lo sabía, desde que se habían separado estaba secretamente prohibido mencionar cualquier cosa que tuviera que ver con su madre y en esa misma casa no tenían absolutamente nada de ella, tan solo las pequeñas roturas cuando sabían de ella por parte de correos o correspondencia. Como cuando le dijo que estaba embarazada. Las amenazas de hacerlo quedar mal por no hacerse cargo de su futuro bebé. Aquella apelación al juicio. Sin contar claro, todas las veces donde se había visto involucrado y hacía todo más tenso para su padre y era como una sentencia de no verlo por un rato o lidiar con la indiferencia hasta que se calmara. —Dime, ¿por qué me importaría a mí algo meramente judicial cuando ni siquiera tengo que esforzarme en demostrar lo que siempre creí? A quién debería importarle es a ti, estás conmigo porque ella no te quería y- —¡Eso no es cierto! El grito lo hizo sentir como si desgarrara su garganta por todo el sentimiento de desesperación que sintió al escucharlo decir eso. Si bien Dante ya había establecido la mala relación entre ambos, él nunca había sentido una pizca de resentimiento hacia su madre, ni en sus ataques de ira, ni en sus gritos o insultos, ni en sus peleas… Respiró hondo pasados el par de segundos más largos de su vida, levantándose del asiento al igual que su padre para sentir que estaban en iguales condiciones y viendo que estaba respetando un poco su interrupción, volvió hablar algo más seguro. —Si estoy aquí contigo fue porque me obligaste a decir todas esas cosas y lo sabes, yo no quería tener que mudarme contigo, no quería verme involucrado de ninguna forma contigo, ¿por qué no puedes simplemente admitir eso? ¿Es muy difícil? —Preguntó realmente confundido, sentía que vivían en dos realidades completamente distintas, donde acorralarlo para quedarse en una narrativa luego de que tuviera que llevárselo el día que inició todo nunca hubiera sucedido. O hacerlo sentir amenazado para quitarle las ganas de decir su verdad como en aquella apelación. Esperó una respuesta, manteniendo ambas palmas sobre la mesa con firmeza para anclarse allí y no permitirle a su cuerpo sentir alguna clase de nervios al obligarlo a permanecer completamente firme y lo único que recibió fue una risa amarga que lo descolocó. —¿Te forcé? Tú eres quien decide mentir bajo juramento, Dante, te recuerdo que no puedo pasar a tu lado a ponerte un arma en la cabeza para que digas exactamente lo que deseo que digas —Habló tranquilo, sin prisas o apuro en remarcar cada una de esas palabras mientras iniciaba su andar para rodear la mesa del comedor para empezar a acercarse a él —, lo único que hago es sugerirte una narrativa, una que te niegas a comprender una y otra vez porque no puedes aceptar la verdad por seguir excusando a tu madre. —Finalmente llegó al extremo de la mesa donde se encontraba su hijo, recargándose en el costado de la mesa para quedar en cierta forma al lado suyo y así poder alcanzar uno de los mechones de su cabello que acarició sin mucho interés incluso si eso despertaba leves temblores en el cuerpo ajeno. No tenían el mejor historial, para nada. —Jamás te he forzado a nada y lo sabes, yo te he presentado todas tus cartas y tú eres quien escoge lo que cree conveniente, siempre pudiste haber dicho lo que tu crees que es verdad en esos juicios, pero no lo hiciste… La mano que se encontraba en el cabello de Dante viajaba con una fría delicadeza hacia su nuca haciendo que cada fibra de su cuerpo se sintiera en peligro y al mismo tiempo, estaba tan intimidado con su cercanía que ya ni siquiera estaba tenso, detectaba aquellos temblores que no podía evitar pero se mantenía bastante dócil. Se sentía atrapado de nuevo. Muy tonto. Y demasiado pequeño. No protestó ni un poco cuando con aquel agarre lo atrajo hacia él en una especie de abrazo que se sentía frío y sofocante. —¿Sabes por qué no lo hiciste? —Preguntó en un tono de voz que casi llegaba a ser dulce, inclusive comenzó a acariciar su cabello con mimo cuando lo negó con suavidad —, no fue por lo que tú llamas mis amenazas, no, es porque sabes perfectamente que eso que llamas verdad no es más que una vil mentira de un niño que quiere ganarse el amor de mamá a pulso y solo puede vivir dentro de tu cabeza porque es el único lugar donde puede existir. Como si ya viera venir el estado de Dante lo apartó de su cuerpo con una delicadeza extrema para poder sostener su rostro con ambas manos, su sonrisa ni siquiera se perturbó cuando vio aquel camino de lágrimas que ya tenía marcado en su rostro, tampoco se molestó en limpiarlas. —Como ves, me interesan muchas cosas… lo que simplemente no me interesa es el punto de vista al cual tanto tratas de aferrarte, limítate a seguir el camino que me he encargado de colocar para ti para que no te pierdas en esas fantasías como ella, ¿sí? —Palmeó sus mejillas como si aquel estado que estuviera viendo sólo se tratara de una de esas fantasías donde se pudiera perder. >> Se bueno. Sin más, se apartó de él antes de dar media vuelta y volver hacia su lugar solo para tomar sus documentos y abandonar el comedor como si nada hubiera pasado, dejando a Dante en aquel espacio sin que el silencio reciente del mismo se viera perturbado incluso con aquellas lágrimas que salían sin permiso. Lo odiaba tanto. Y odiaba el sentimiento de creer que pudiera tener razón, que lo único que estaba mal era su propia cabeza y no era en lo absoluto válida la forma en la que había vivido todo.