Cualquiera Puede Escribir un Fic

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Roar, 15 Marzo 2010.

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    cualquiera puede escribir un fic


    Parte 1

    -Bienvenido a la tierra- me senté frente a él, estaba plasmado en una hoja de papel en blanco, en realidad no había nada, pero ya sabía que había alguien ahí, era mi otro yo, el que vivía de la fantasía y exploraba otros mundos inhabitados, prácticamente vacios por la falta de alguien que hiciera verdad aquellas tierras lejanas de la comprensión.

    -¿Qué tal si estás basado en mi programa favorito?- le preguntaba, mientras yo tomaba un pequeño lápiz amarillo del número dos con la punta chata y la goma casi acabada, dirigiendo aquel instrumento hacia el papel, donde crearía universos. Mi mente divagaba frente a la ventana donde tampoco había nada. Me encontraba en mi hogar, estaba a un lado del televisor encendido, pero con el volumen silenciado, sólo quería imágenes, mientras que un pequeño reproductor de música expulsaba todas esas letras para que mi cabeza absorbiera dentro de sí.

    A este ejercicio lo llamaba, “crear fics”, ¿pero que era un fic?, a veces ni yo sabía que era uno, generalmente estos fics se basaban en el “¿y si hubiera?”, es decir, buscar una segunda posibilidad de algo ya inventado, otra salida o un deseo de modificar la vida.

    Jamás me ponía a meditar en que escribir o para quien escribir, sólo lo hacía porque lo quería hacer y punto, siempre ansioso de jugar con lo establecido y distorsionar mis gustos. Porque claro, no se puede modificar algo sin conocerlo, y para conocerlo hay que quererlo.

    -¿Qué estás escribiendo ahora?- me hablaba la hoja de papel, preguntando que iba a hacer con ella, si tendría encima una leyenda inolvidable o una novela que arrancaría los sentidos.

    -Pues tengo muchas cosas en la cabeza, pero no sé qué hacer, es que hoy vi esa serie que me encanta y se me ocurrieron tantas cosas para escribir, algo original- le contesté. Siempre relacionaba a los humanos con las manzanas al usar esa palabra “originalidad”, por mucho que queramos separarnos del árbol, todos provenimos de las mismas ramas, todo está relacionado con todo, en un ciclo interminable, o al menos así me lo planteaba.

    << ¿Por qué no me deja en paz esa bestia llamada inspiración?>> Dentro de mí nadaba esa duda que tenía miedo que alguien más escuchara. En aquellas sesiones debía guardar mis preguntas, porque si dudaba de mi, todo el ritual se venía abajo y la criatura fantasmal que ambulante se esfumaría.

    -Me encantaría que pusieras algo sobre mí, en vez de meditar tanto- me hablaba aquel lienzo de magia.
    -Bueno, bueno- empecé a arrullar a mi hoja de papel que era cosquilleada con mi lápiz, mientras trazaba nuevos textos.


    Aquella vez él estaba sumergido en la inmensidad del espacio, una dimensión aparte de todo lo conocido, como si no existiera. Afortunadamente alguien lo rescató del exilio, creía en él, sabía que algún momento su corazón latería y se daría a conocer por diferentes galaxias. Los susurros de aquella persona que creía en él lo alimentaban, sentía como si una suave caricia le envolvía cada parte de su cuerpo, atrayéndolo poco a poco a la tierra, gracias a esa férrea esperanza se liberó. Fuera de esa cápsula donde palpitaba amor, se esperaba su llegada, como si una estrella se impactara e iluminara las vidas a la redonda.

    Aquel río de momentos y mareas de sonrisas se eclipsaban mientras él apenas radiaba unos leves destellos. Cerca de él, un hombre ya tenía fija su ubicación, masa y densidad, pero aquel humano lejos de comprender aún los sentimientos del joven sol, sus labios ya cargaban el nombre de aquel astro, aquel que sobrevoló la sierra, las plantas y los árboles. Mientras su estómago disolvía cada fragmento representado en letras.

    -Podría no existir, ser una invención, ser una carta de amor abandonada, algún garabato en la libreta de un alumno, sin fin de esculturas de artistas, o sólo el polvo que inunda las ciudades, pero tú me hiciste salir de los moldes, de lo plasmado y establecido, algo único como fruto de tus añoranzas- me dijo mi escrito agradeciéndome que le diera vida. Era un completo júbilo el ver crecer aquel hijo que tenía en mis manos, en una sola hoja tenía lo que buscaba, pude explotar mis sensaciones, pero algo era seguro, el inicio me gustaba, pero el final era inconcluso, por lo tanto era un ser incompleto, sin sentido o dirección, por lo tanto debía hacer lo que más odiaba de mi persona.


    Pero las almas lo buscaron para sofocar aquella nueva vida, esos espectros que funden emociones y colores. Él era una luz que fue envuelta en un mar de buitres de oscuridad, desde el cielo, hasta debajo de los suelos salían como flores que expulsaban su polen asfixiándolo, mientras él cubierto del negro buscando escapatoria en aquella prisión de hierro, pero cada vez que lo intentaba enloquecía aún más y se desesperaba sacando su rabia, volviéndose agresivo. Era la primera vez que sentía tales sentimientos hacia algo y le gustaba, disfrutaba detestar a las tinieblas que le envidiaban, sentían celos del porque él era tan brillante y lo atacaban con garras y dientes.

    Arañaban su cuerpo, mientras él gritaba inconsolablemente, al mismo tiempo que veía que las heridas derramaban su sangre. Aquellas sombras seguían rasguñándolo por sus uñas afiladas, con frialdad y sin pudor mostraban hambre de liquidarlo y no dejar rastro de su persona, mientras que él seguía soportando la tortura, aguantaba cada aliento y los guardaba para un segundo respiro.

    Como cuchillos lanzando el último ataque, los entes caían disparados hacia él para impactarse en su cuerpo e incrustarse en sus huesos. Y así fue, él siendo la luz había sido aniquilada por la envidia de la noche que sufrían por ver que ellos eran la discordia frente a él. Estaba tendido en el suelo, sintiendo como recorría toda su sangre sobre su cuerpo. No podía mover sus extremidades, ni siquiera sentirlas, esperaba tan sólo el inminente fin que ya estaba dictado. Los únicos sentidos; vista y oído eran sus aliados, o al menos eso pensaba él, quien como última condolencia esperaba ver como terminaban con él.

    Las lenguas de aquellas apariciones oscuras succionaban como sanguijuelas en las heridas abiertas, donde la sangre ya no corría, pero se podía ver como su carne palpitaba como su exhausto corazón, quien dijo en un último aliento:

    “¡Ah que vida tan corta y que dicha tan próxima, porque sé que volveré cambiando mi ser, y tal vez en mi retorno yo seré quien se alimente de ti”


    -Ah, que rayos... esto es basura.


    Continuará
     

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