Contornos[Kai Stavros]

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kai, 6 Mayo 2013.

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    Kai

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    Título:
    Contornos[Kai Stavros]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    825
    Nick: Whispers/Kai
    FFC: Corazón de Papel
    Personaje(s): Giusseppe Vitorio Girolla & Verónica Müller Schubert
    Tipo: One Shot – 622 palabras.
    Escrito no-romántico


    Primer Invierno
    ―Vitorio, tienes una endemoniada suerte ―bufó para sí mismo el chico subiendo los escalones.

    Aún no comprendía la facilidad con que la mujer se escabullía de Rulf y de los otros dos cuidadores de turno. Era como si se mimetizara en el ambiente, o al parecer intimidara a los robustos hombres, o el frío los hacía ser flojos y él simplemente ya había pasado a la ansiada etapa de alucinaciones.

    Terminó de recorrer los pasillos del segundo piso, miró a los lados y detrás, no venía nadie. Se deslizó, como un intruso, por la puerta que daba a las escaleras de emergencias, normalmente custodiadas, pero con la distracción de un pianista portátil corriendo desnudo, a él no le prestarían atención.

    Se abrigó más, queriendo romper una cortina de una habitación cercana que volaba de su ventana, solo para envolverse con ella o hacer una fogata, ¡carajo, no soportaba el frío! Bien, estaban en Inglaterra obvio que tenía que hacer frío, pero en la ciudad, a donde él estaba acostumbrado, el humo de los autos tenía el ambiente tan viciado que el aire se calentaba un poco, y daba una sensación reconfortante cuando soplaba.

    En Heartfeels esa idea de calor era utópica, estaban casi metidos en un bosque, por lo que: mucho aire limpio, aire helado, puro y respirable. Puag.

    Con sus manos dentro de los guantes casi congelados en las puntas terminó de llegar a la terraza, una brisa lo azotó y con el temblor sus botas patinaron en el suelo escarchado.

    Cuando estornudó alzó la mirada, y en la cornisa más alejada de él, mirando hacia el bosque estaba la joven que buscaba, con las piernas encogidas en su pecho, apoyando allí sus brazos, y claramente suspiraba.

    ―Müller. ―La chica se movió un poco, lo suficiente para verle entre la cortina de cabello que impuso al inclinar su cabeza, y bufó.

    ―Vete ―ordenó la alemana, sin voltear a verlo.

    ―Vamos, quise venir a pasar frío por gusto, no a buscarte, ¿y me echas? ―habló con voz temblorosa.

    Ella le ignoró olímpicamente, y él, sin ánimos de estar allí ni demostrar solidaridad en esta ocasión hizo un intento más.

    ―Andrew consiguió un chocolate caliente decente ―arrastró las palabras, mirándola de lado.

    Verónica volteó el rostro hasta él, y sonrió un poco. Quizás estos chicos recordaran de vez en cuando lo que decía. Miró por última vez el bosque, con sus rígidas ramas y animales durmiendo, abrigándose unos a otros.

    ―Es mi primer invierno fuera de casa ―dijo ella con simpleza, frunció un poco el ceño, ¿por qué no podía ir a casa como algunos en éstas fechas? Claro, su familia la dejaba allí por “amor”―. Espero haya pequeños malvaviscos, Gio ―acentuó la última palabra, con burla hacia él.

    ―Muy graciosa Mu ―respondió él, mordaz. Recibió un codazo de la joven y le sonrió.

    Pronto ella iría a su habitación a cambiar esa camisa azul grisáceo por una de un color más alegre, acorde con su nuevo estado de ánimo.

    ―Andrew tendrá que conseguir esos malvaviscos. ―Se colgó a su brazo, le quitó la bufanda y se la puso ella, él estornudó de nuevo―. ¿Cómo decidieron quién venía a por mí?

    ―Simple, soy malo jugando piedra, papel o tijeras ―dijo con falsa desgana, queriendo halar la bufanda y ponérsela de nuevo, el frío no era lo suyo.

    Siguieron caminando por la azotea, camino a la escalera interna, no irían por las de incendio de nuevo, no dos de ellos, con temor a que se derrumbaran. Por un segundo miraron arriba cuando un pájaro que volaba hizo sombra sobre ellos, y en ese momento chocaron contra algo, perdiendo el equilibrio.

    ―Oh, oh ―dijeron al unísono al ver a un ceñudo Rulf frente a ellos.

    Fernandha Alessandra Schwarz
     
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    Lexa

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    Mosha. LO AMÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE *--*

    Asdfg, me haces fangirlear, en serio. Me encantó el trato que tienen en este escrito, asdf, me emociona la idea de que los tres sean grandes amigos :$ Me gustó la parte donde Vero le quita la bufanda, esa confianza<3 Oh, oh, y cuando le dice "Gio" y él "Mu", hermosa <3

    Aunque me dio cierta tristeza cuando mi niña vio a todos irse y ella se quedaría en ese lugar porque así sus padres lo quieren, y lo que dijiste es taaan cierto, tan IC. Y al final, "oh, oh" como niños pequeños que han sido descubiertos x3 En serio esta va a ser una relación que me guste mucho<3

    LOOOOOOL. Con esa parte, mi Dios x'D

    Bueno, quizás gracias a esto me anime a escribir algo, aunque como tu dices, estamos a ciegas Dx

    Asdf, quiero continuación del colectivo<3

    Siento que me quedo corta Dx Lo amé mosha, me encantó<3
     
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    Kai

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    Contornos[Kai Stavros]
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    FFC: Crystal Tower
    Personaje(s): Sebastián Jason Aika - Ian Stravhoski – Deimos
    Tipo: One Shot – 560 palabras.


    En ese momento ambos luchaban por tener el control de la situación. Uno quería mantenerse sensato, estaban en una misión después de todo. El otro…quería todo lo contrario. Aquella caseta que les tocó resguardar se había hecho repentinamente más pequeña, podía compararse incluso con esos baños portátiles.

    Lo que uno de ellos tenía pensado hacer allí era igual de sucio.

    Deimos siempre cuidaba todo lo que hacía, e incluso con quien lo hacía. El de hebras amarillas sonrió con picardía al encararlo, lo miró acercar su rostro al de él, y sin darle tiempo a reaccionar dejó que siguiera de largo, casi cayéndose. Se asomó por la reducida ventana, haciendo lo que debería de hacer, guardia en la entrada de aquel estacionamiento. Vio que pasaba sigiloso un guardia con arma en mano, suspiró, él no debía de hacer eso, pero él otro al parecer no quería cooperar. Apuntó con su arma, y rápido y sin dudar disparó, el dardo con anestesia le dio y el hombre cayó dormido.

    Ian notó esto, y con la mirada demandante del griego salió, tomó al hombre y lo llevo a uno de los autos, encerrándolo en una cajuela. Entró de nuevo a la caseta del estacionamiento estirándose como un felino.

    —Déjate de niñadas Ian —riñó Deimos sin siquiera subir su tono de voz.

    —Quiero besarte y lo sabes —respondió el otro, coqueto.

    Contoneó sus hombros y se apoyó en una pared, con las manos en los bolsillos.

    —¿Y Aika? —preguntó, sin importarle realmente.

    El intercomunicador que tenía Ian sujeto a su correa empezó a emitir estática, y así mismo se oyó una voz de él.

    —¿Ian? Ian, cambio —se oía a Jason a través del aparato.

    —Dulce chico~ —canturreó. El otro bufó por esa actitud y Deimos decidió no escuchar—. ¿Qué sucede? —indagó Ian al oírle respirar con molestia.

    —Rex percibió en el perímetro el arma de Deimos disparar un dardo, ¿qué hacías tú? —Le riñó. Habían acordado que solo usarían cloroformo, y que Ian, siendo el más sigiloso lo haría. ¿Por qué Deimos tenía su arma? En caso de que pasara lo que pasó, un Stravhoski distraído.

    —Bostecé por un segundo —se excusó él. El mejor sin creerle bufó y apagó el aparato—. Genial, le dan el cargo por un día, y se me altera —murmuró mirando el objeto.

    Ian se fijó en que Deimos ni le prestaba atención, por lo que tomó unos chinches que estaban en una cartelera y empezó a arrojárselos, claro que el otro los esquivaba con facilidad.

    Pero sí, empezaba a mosquearle.

    Deimos devolvió uno de los proyectiles, dándole intencionalmente en una mejilla, mientras el australiano se la sobaba, quejándose por lo bajo, lo encaró, con la mirada encendida, fastidiado con su comportamiento.

    —Madura. —Casi le gruñó en el rostro.

    Ian sonrió, y rápidamente atenazó el cabello oscuro con sus dedos y lo atrajo a él de golpe, besándolo. En ese momento el intercomunicador empezó a producir estática, ninguno lo oyó.
    Deimos, aún cabreado, correspondió el beso con rudeza, imponiéndose.

    La puerta de la caseta se abrió. Se separaron como si el otro quemara, con la misma rudeza con la que se habían besado, y un sudado Sebastián los miraba con molestia, sorpresa y dolor. Antes de darles tiempo de decir algo escucharon las sirenas de la policía a lo lejos, tenían que irse de allí.
     
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    *--------------------------------------------------------------* Amo el escrito, mosha. Sabes que sí, sabes que me pones fangirl cuando escribes de los personajes colectivos. Es que todo son re-sexys ;O;

    Bueno, bueno, bueno, bueno, LO AMÉ. La relación que tienen estos dos, la manera en como se tratan, me pone fangirl, me emociona *-* Esa rudeza con la que le habla a Ian, y el australiano que, con absoluto descaro busca siempre salirse con la suya, y lo hizo, besó a Deimos como el quería en un principio y éste correspondió porque internamente quería seguirle el juego a Ian(?

    Si sentí cosita cuando Sebas vio la escena :C Pero bueno, igual me gustó xD ¿Sabes? Me surgió una idea de hacer continuación de esto, el cómo Ian intenta arreglar las cosas con Sebastián, quizás lo haga<3

    Me quedo corta, lo sé, pero... los amo a los tres ;O;
     
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    Kai

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    Contornos[Kai Stavros]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Amistad
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    Nick: Kai Stavros
    FFC: Crystal Tower.
    Personajes: Shida Kogami & Deimos
    Tipo: Drabble

    ¡A Callar!

    Deimos terminó de cortar los troncos, que colocó en la carreta para llevarlos al taller de construcción. No pasaban las seis de la tarde, sin embargo, le gustaba trabajar de noche. Moviéndose como una silenciosa gacela entre los materiales del taller, casi como si se la supiera de memoria.

    Tomó cada tronco y los pesó con las manos, viendo que madera le servía más, para luego proceder a cortarlos en la máquina finamente, para sus flechas. La luz de la lámpara le alumbraba lo necesario, y él con pasimornia empezó a tallar los bordes, quitando la corteza con su navaja, luego limando asperezas poco a poco. De vez en cuando el aserrín le hacia picar la nariz, pero ya se había acostumbrado. En cada hora terminaba de diez a doce flechas. Todas lisas y redondeadas. Nunca te clavarías una astilla.

    A las tres horas sintió ruido en la entrada, como queriendo mover pestillos lentamente, en silencio. En la tela de lona guardó todos sus materiales...La madera podía quedarse allí.

    Se deslizó detrás de la máquina para hacer el aserrín, asomando solo sus ojos hacia la puerta, a ver quién se atrevería a entrar, tenía preparada una punta de flecha en su manga, de ser necesaria. De nuevo volvió a sonar el pestillo de la puerta, enseguida observó cabellos rubios asomarse, y luego la figura entró completamente.

    -¡Aquí estás! -dijo con alegre voz el japonés al mediterráneo.

    El aludido solo salió completamente y bajó un tanto la guardia. Saber quién era le daba ventajas. Chasqueó su lengua y le ignoró olímpicamente, en el gran mesón dejó la lona y la desplegó. Volvió a su labor con la madera, con tranquilidad.

    -¿No planeas hablarme? -dijo con fingida ofensa. Sabía que no le hablaría, pero era simplemente por que el chico no era hablador.

    Agitó una mano de arriba a abajo frente a su rostro, y como no se inmutó le dejó estar. Fue a otro mesón, frente a él y sacó un manga, empezó a leerle tranquilamente.

    El suave roce de la madera con el trozo de lija para quitar asperezas lo relajaba, curiosamente leer allí se hacía interesante.

    Estuvieron en silencio una media hora, en tranquilo silencio.

    -¡Maldito!, ¡¿acaso es idiota, dejar que se lleven el dinero?! -gritó el de hebras amarillas golpeando la mesa.

    Deimos parpadeó por la repentina explosión, ¿le había llegado acaso un texto de algún trabajo fallido?

    -Estúpido tomo, este mangaka ha perdido su jugo -siguió en su monólogo el otro.

    El griego sintió una venita palpitar...

    -No me interrumpas por idioteces -riñó Deimos, muy claramente.

    Allí Kogami recordó su presencia, y sonrió landinamente, con tristeza finginda.

    -Me ofende que lo creas una idiotez, Dei -dijo arrastrando las palabras con un rintintín particularmente molesto.

    -Tsk, solo déjame trabajar -ordenó.

    Shida se rió bajito, y así rodeó la mesa, quedando a un extremo, mirando a Deimos...tomó un trozo de corteza y la balanceó en sus dedos. Le lanzó una mirada curiosa al griego y se arrimó más a él.

    -¿Te ayudo, Deicito? -cuestionó agudizando la mirada, observando como los dedos del de cabello cobrizo trabajaba en la flecha, quitanto cualquier imperfección.

    -Solo yo, y la víctima -dijo simplemente.

    Shida silbó, inconforme.

    Ya rondaban las diez de la noche, y siempre los vigilantes hacían rondas, todos -menos quienes estaban en misión o entrenamiento nocturno-, debían estar en sus habitaciones. Los chicos vieron la bola de luz mágica moverse por los pasillos, al parecer habían aumentado a una vigilancia nada común.

    Cuando esta entró se plantó frente a ellos, y alzaron sus carnets, tenian derecho a estar alli...la luz se marchó, conforme.

    -Algo que agradecerle a Rex y a Jason, carnets y magia, excelente idea -parloteaba conforme el rubio-, mira que si nos pillan en falta sería desastroso -continuó-. ¡Y los dos solos aquí! Eso es sexy -meditó, colocando un dedo debajo de su mentón.

    »Además, no creo que sea del todo malo que nos pillen en falta, así se arma revuelo y no se estará aburrido. Supongo que ser...

    -¡A callar! -gruñó Deimos desde su posición. Apretando la navaja en sus manos-. O te callas, o te largas, o te saco yo -amenazó, mirándole.

    Kogami se rió en su cara, sin poder evitarlo. El menor aún seguían mirándole, con unas intenciones asesinas implantadas en su expresión. Esa estúpida Academia simplemente hacia que su paciencia quedara en el subsuelo. Normalmente lo ignoraría, pero no podía.

    Kogami se adelantó y pegó la mano del chico -la que tenía la navaja-, al mesón. Doblando un poco la muñeca en una posición nada natural. Deimos arqueó su espalda hacia delante, para que su mano no sufriera tanto y taladró con la mirada al mayor, este estaba ahora a su altura...si no fuera por su mano imposibilitada, tendría mayor ventaja en tamaño.

    -No, no, no. Más respeto Deicito -le dijo, moviendo negativamente su cabeza.

    Cuando el griego sintió que el japonés apretaba con más brío respiró hondamente y así mismo giró para que su muñeca quedase derecha, y ser él ahora quién tomaba ambas mans del chico y las aprisionaba contra la mesa.

    Quedaron cara a cara, y el mediterráneo le ganaba por siete centímetros al mayor.

    -Esfúmate -murmuró con los dientes apretados, acercándose.

    Cuando se acercó el rubio le robó un rápido y sonoro beso en los labios. Sonriendo con autosuficiencia.

    -¡A sus habitaciones! -gritó Alexander entrando al recinto sin dejarles a ellos reaccionar-. Ya se hablara mañana de la conducta de su grupo, ahora largo.

    Sin poder decir nada gracias a la magia del mayor fueron sacados del taller, con sus cosas a cuesta y escoltados a sus habitaciones.

    -No me pagan lo suficiente -meditó Alexander negando con la cabeza.
    Mayushii, Alessandra, Thithalia, EN Auditore, Trick Trick Boom
     
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    Lexa

    Lexa Fanático

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    Jajajajaja. Alexander, pobrecillo xD No puede negarlo, él ama a todos y cada uno de sus alumnos(??

    Me gustó el escrito mosha, no soy quien para juzgar si hay OoC o no, pero a mi me encantó. Este chico, Kogami, el cual empieza a gustarme es jodidamente sexy y atrevido. Me recuerda tanto a Ian xD La escena se me hizo tan natural, como si fuese parte de un capítulo del colectivo, la amé por ello. Y ve que Deimos no tiene suerte con los rubios, cuando no es Ian es Kogami<3 Y como Kogami será su pareja, ayy, i like it.

    Deicito. Muero de risa con eso, jajajajaja. Fue muy gracioso, jaja, Deicito. Amé todo el escrito. Este chico es atrevido, es divertido, ¡le robó un beso a Deimos! Pero Alexander llegó y puff, cortó la inspiración y el fuego que iba a crecer en ambos(?? xD Esta parejita me gustará.

    Nos estamos leyendo, Deicito<3
     
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    Thithalia

    Thithalia Usuario común

    Aries
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    Deicito, Deicito xD me hiciste soltar una carcajada que me atragante para no despertar a mi madre xD
    Pobre Alexander, siempre la pagan contra el (?) Ese es el lado de Kogami que Yuuri no conoce xD Me encanta Deimos *o* Cuando comenzaste a narrar, pensé que iba a hacer un tallado de uno de ellos o algo así :p
    ¡Uy pero ese "ya se hablará mañana de su conducta de grupo"! ¿Es por ellos o por una disputa grupal?
     
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    Mellorine

    Mellorine Usuario popular

    Capricornio
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    Mi Deicito (L

    Me encanto la escena, se ve tan común para ellos, algo que tranquilamente puede ser un día normal.

    No vi OoC, Ko es brutito y sexy, tal cual lo muestras. Y Dei es.. es tan él. Con eso te lo digo todo.
    Van a ser una pareja genial y divertida, me encantan juntos. Son tan opuestos que es genial, no veo forma en que terminen juntos, pero lo van a hacer, aunque sea a la fuerza xD Dei se resistirá al principio pero veras que al final no se opone :'D

    Aunque claro, sera una relación bastante distinta a la de Ian y Sebas xD O a la de Ian y Ko e.e

    Un saludo linda (L)
     
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    Kai

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    Contornos[Kai Stavros]
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    Amistad
    Total de capítulos:
    10
     
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    Pequeño escrito salido de la nada~ Para subir ánimos. Shani, continuaciòn de CDP ;-;
    Mayushii, Alessandra, Trick Trick Boom

    Nick: Kai Stavros
    FFC: Corazón de Papel
    Personajes: Giuseppe Vitorio Girolla (mención de otros personajes)
    Tipo: Drabble


    Simplemente tomó aire, dejando que sus pulmones se hincharan y lo dejó salir en suaves suspiros. Alzó la copa frente a él y sonrió con hipocresía, dijo algunas palabras melosas y elocuentes que calzaban como anillo al dedo a la situación y brindó.
    Le parecía risorio que, durante un permiso condicional en Heartfeels, le invitaran a una boda de familiares que nunca había conocido, sabía que lo hacían solamente para 'poner a prueba su cordura', literalmente hablando.

    Hasta ahora todo había salido bien, ninguna voz, ningún indicio que lo alertara, ni a él ni a quienes lo rodeaban. En la recepción notó miradas indiscretas, suspiró.

    Carajo.

    Sonrió con ironía, como deseaba estar ahora en el Instituto, hacer rabiar a Rulf con preguntas que ponían sus nervios de punta, discutir con la alemana y que esta le insultara por lo bajo.

    La amargura le hizo fruncir el ceño. Miró el vino tinto servido en la amplia mesa.

    Giuseppe sería buen italiano y degustaría vino, mucho vino, hasta perder el conocimiento.
     
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  10.  
    Kai

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    Amistad
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    Nick: Kai Stavros
    FFC: Crossover [CDP & CT]
    Personajes: Giussepe Vitorio Girolla - Verónica Müller Schubert - Ian Strahovski - Deimos (mención y aparición de otros personajes).
    Tipo: Two Shot

    Alessandra, Mayushii, Thithalia, Shani, Trick Trick Boom, EN Auditore,

    Oh, sweet sweet Ingland~
    I Parte
    Inglaterra, tierra del té y los panecillos...

    —Y de muuucho chocolate —silbó el rubio saboreando sus labios.

    —No estamos de vacaciones, Ian —recordó Deimos, mientras miraba el nombre de las calles.

    El otro le hizo un gesto infantil, y le ignoró. El de cabellos cobrizos no lograba entender las instrucciones. Por más que tratara. Simplemente era algo más en latitudes y claves que meras indicaciones. Eso no era para él, buscaría algún lugar para enviarle la información a Rex o a Yuuri y que se la enviaran de forma comprensible.
    Y lo más rápido posible, por que Ian tenía una facilidad asombrosa para encabronar a quien fuese y meter a todos en líos; no podía estarse con la boca cerrada.

    No pudo establecer conexión con ninguno de los dos, seguramente algo hicieron que Alexander tuvo que tomar medidas, e Ian estaba peleado con Sebastián y a Deimos le incluyeron en el paquete, así que, con él no podían contar. No enojado.

    Y estaba Shida...frunció el ceño de solo recordarlo. Había momentos en los que al griego el orgullo le ebullía como en una olla de presión, no llamaría a Shida, simplemente no podía hacerlo sin soltarle una sarta de cosas.

    Suspiró, y siendo arrastrado por el australiano terminaron en un bus de dudosa procedencia y destino, dando tumbos por calles desérticas de parajes extraños.

    Se sentía más tranquilo así, el bus iba con pocas personas, mientras él leía su acompañante se había atravesado de largo en el bus, con las piernas extendidas a los asientos de al lado, bloqueando el pasillo. Una chica de inocente rostro quiso pasar, y él no perdió la oportunidad de divertirse. Hablándole con un tono entre pícaro y burlón, que solo él sabía lograr.

    El atardecer empezó a caer, y los rayos naranjas se filtraban. En eso pasaban por un bosque de huesudas ramas, empezando el deshielo, para dar paso así a la primavera. Se sintió en Rusia, el clima era semejante; habían marcadas diferencias, pero se estaba a gusto.

    Al pasar diez minutos eran ya lo últimos, y quedaba una sola parada.

    —Nos bajamos~ —dijo con alegre sonrisa el rubio a una pregunta no formulada. Tomó a Deimos por el codo y le arrastró fuera, una vez que el autobus cerraba sus puertas sacudió su brazo, clavándole sus finos ojos con desdén.

    —¿Y ahora, genio? —preguntó Deimos cruzado de brazos.

    —Hmmm, caminar~ —afirmó alegremente el chico contoneando sus hombros.

    Estaban en una desierta parada bus, que, por más iluminada que estuviese helaba la piel a cualquiera. Suerte de ellos de tener templados los nervios. Ian encabezaba aquella "expedición", caminando de forma decidida hacia la vaga noción que tenía del norte -no sabiendo siquiera si de allía venían o no-, Deimos le dejó estar, y le siguió, no teniendo más nada que hacer.

    El camino era de unos dos kilómetros, claro que podía ser más pero era eso lo que se perdía en el horizonte. Caminaron diez minutos hacia allí, y parecia que no se movían. Unas luces blanquecinas detrás los sorprendieron en esos parajes.

    La luces fueron bajadas al mínimo all ver dos sombras en la vía, fueron frenando y se pararon al lado de los chicos. Era una pick up dos puertas de un color crema, el vidrio ahumado fue bajado con lentitud.

    —¿A dónde van? —cuestionó en un tono tosco el conductor. Con un marcado acento de américano sureño.

    Ian sonrió y Deimos suspiró. ¿No podía estarse quieto?

    —A donde ustedes nos lleven~ —canturreó sonriendo mientras cerraba por un segundo los ojos.

    Los hombres se miraron y empezaron a reír, esos chicos aparentaban unos veinte años, su lado humano -y otro que buscaba como divertirse-, les dejaron subir a la parte trasera de la pick up, junto con varias canastas llenas de verduras.

    Entre tumbos por lo baches Ian silbaba una alegre tonada, desconocida para el griego. Este último solo observaba el camino en silencio, el como los arboles empezaban a demostrar de nuevo sus hojas y también detalló a los lejos una edificación. Cuando se acercaron, una gran valla de concreto beige se alzó, dejando leer así: «Instituto Mental Heartfeels»

    Deimos buscó entre sus ropas y sacó el papel donde buscaba laa indicaciones más temprano, ese era su lugar de destino. Codeó suavemente a Strahovski y le mostró el papel y señaló la inscripción.

    —Oh —mustió suavemente y se encogió de hombros. Él solo quería deambular un rato.

    El mediterráneo negó con la cabeza, no entendía como pudo creer -aunque haya sido por un mísero segundo-, en la posibilidad de que Ian sabía hacia donde iba, ni siquiera había visto el papel de las indicaciones.

    —Ayuden con las cajas y se pueden quedar esta noche —dijo uno de los hombre de blancos ropajes. No siendo el que les habló en un principio.

    Eran unas diez cajas, y para mantener el perfil bajo cedieron a cumplir el pedido. Mientras Deimos sacaba las cajas de la camioneta e Ian las recibía en la entrada observó a un chico de rubios cabellos darle algo de dinero al de acento sureño, y este le daba a cambio un paquete lleno de dulces.

    —Gracias Rulf —dijo, dándole una palmada—, pensar que tu terminarías haciendo estos favores —terminó, con escueta sonrisa.

    —Esfúmate, Legendre —gruñó en una orden.

    El otro sonrió y dio media vuelta, entrando en el recinto.

    Una vez acabaron con las cajas fueron llevados a una cafetería que estaba en el primer piso (la planta baja), donde las mesas no iban para nada con las sillas. Enseguida el que había sido llamado Rulf habló con unas mujeres y estas le dieron dos bandejas con comida.

    —Coman —les dijo dándoselas.

    —Me recuerdas a nuestro rector, siempre tan considerado~ —dijo con voz aterciopelada el rubio.

    Deimos rodó los ojos y fue a sentarse. Pronto Strahovski le acompañó. Y mientras comían -si a eso se le podía llamar comida-, inspeccionaban la estrutura. Sus objetivos solo tenían rostro, uno ameritaba tortura, sacar información verdadera era crucial, un trabajo para Deimos...del otro se encargaría el australiano, un asesinato limpio y silencioso.

    Allí no encontrarían nada, pero, mantener el perfil bajo era fundamental.

    —Sus nombres —demandó saber el hombre.

    —Caíl —respondió Deimos sin siquiera pensarlo.

    —Mark —contestó el rubio, sonriendo de lado.

    El otro anotó sus nombres en una libreta, y les dio un papel que decía un número y un piso. «Dormirán allí», acuñó y se marchó. Una vez terminaron de comer se levantaron y se dirigieron a la izquierda, por donde se perdió el hombre. Ya eran eso de las ocho de la noche, y al parecer, al ser un instituto mental tenían toque de queda.

    Cuando empezaron a subir por las escaleras el australiano esperó ver personas con camisas de fuerza, o peleando con enfermeras, quizas a alguien dándose topes en la pared....se decepcionó al no notar nada de eso, incluso suspiró con desgana. Estúpidas películas que los ilusionaban.

    —Esperaba más alboroto por aquí —dijo con clara decepción en sus palabras.

    El más alto bufó, de verdad que a veces llegaba a ser todo un crío, y podría jurar que habían ocasiones en las que se transportaba, ausente a su alrededor y vivía en un mundo que nadie más parecía conocer. Sonrió, quizás estaban en el lugar más adecuado para el australiano....aunque la japonesa estaba más cercana a parar en un sitio así.

    —¡Qué me des ese chocolate! —se dejó oír el grito de una chica cerca de ellos.

    Sin pensarlo dos veces Ian giró sobre sus talones y fue a donde provenía la voz, halando de la camisa a Deimos, que le manoteó para alejarlo, Ian sonrió: «qué agresivo», le dijo con fingida congoja.

    —Hola, sexy voz~ —canturreó asomándose por una pequeña sala de estar, deteniendo el lío que allí se armaba, casi congelándolo.

    Habían dos personas, un chico de cabellos castaños amarrados en una coleta, de ojos azul verdoso, quien alzaba una barra de chocolate por sobre su cabeza. Y una chica alzada en punta de pie, apoyándose en el pecho del otro, casi en su hombro cogiendo impulso y tratando de tomar el dulce, ella enrojeció un poco, pero notando que esa distracción casi la alejaba de su objetivo pegó un brinco y el chico, olvidándola momentáneamente, perdió el dulce entre sus manos.

    —¡Já! —canturreó ella, sacándole la lengua y con sus ojos verdes flameantes en victoria.

    —Hola —musitó a quien le arrebataron el dulce, por mera cortesía.

    ¿Eran nuevos?, ¿por qué no llegaron en la mañana, como todos los demás, para soportar la 'charla' de la terapeuta Tucker? Frunció el ceño, eso era injusto.

    Ian sonrió en respuesta, y cuando vio a la chica sentarse en el único sofá de dos piezas, él se sentó a su lado, invadiendo su espacio personal, pero ella, solo le miró feo un segundo y luego volvió a disfrutar de su golosina.

    —¿Son nuevos? —indagó ella, con los labios posados en el chocolate, para luego morderlo.

    —Podría verse de esa manera —respondió bajo el rubio—. Yo quiero —pidió sin pena alguna señalando la barra de la chica, ella enseguida negó.

    —Mío—le dijo rápido y alejando la barra.

    —Oh, pero si no he dicho de dónde la quiero~ —dijo desvergonzadamente, mirando sus labios.

    La chica se atragantó con el chocolate, y mientras tosía con suavidad le dio palpadas en el hombro, con fuerza y la mirada resentida.

    —Imbécil, descarado —le riñó, con unas lágrimas escapando se sus ojos, a causa de la tos que la había atacado.

    —Nop~ —corrigió él—. Ian — dijo sonriendo.

    Sintió enseguida la dura mirada de Deimos.

    Oh, la había cagado. Miró a la chica de soslayo, ¿le creería si dijera que ese no era su nombre? No podían dejar testigos y eso podría implicar matarla y matar al otro en la habitación. Y sabía que Deimos no hacía esas cosas, le tocaba a él. Esperaba no tener que hacerlo.

    —Bien. Ian, eres un descarado —corrigió ella, ofuscada. ¡Le había arruinado su chocolate!

    —Mu —intervino el otro—, ya vendrá Rulf a echarnos.

    —No importa Gio, no importa —espetó molesta.

    El aludido suspiró. Ya le habían jodido el humor a la chica, y ahora le tocaba a él aguantarsela. Observó a los chicos que entraron, eran menores que ellos, quizás solo por un par de años, pero sus facciones estaban endurecidas, moldeadas con rudeza por la vida que posiblemente les había tocado. No se podía fiar ni un poco de ellos, le daban mala espina.

    El más alto fue a pasar la punta de sus dedos por los lomos de los pocos libros que habían, leyendo con cuidado los títulos. Lo miró tomar un pequeño libro empastado de un color cobrizo, sonriendo levemente. Ese libro en particular nadie allí le había podido leer, era de algún tipo de filosofía y estaba en un idioma antiguo. Se sorprendió al notar que, al abrir el libro, empezó a susurrar con soltura lo que allí decía.

    —¿En qué idioma está? —cuestionó inmediatamente.

    —Griego antiguo —respondió sin despegar su vista de las hojas.

    Sin decir mucho más no volvieron a intercambiar palabras. El chico de rubios cabellos seguía acosando a la joven de mirada color esmeralda, en una de esas que ella le encaró y él se acercó demasiado a su rostro, buscando sus labios. Enseguida ella lo cacheteó y con la misma velocidad se levantó y fue a refugiarse detrás de su amigo de sangre italiana.

    —Aléjalo de mi —pidió ella, con cierto temor mezclado con vergüenza. Giuseppe sonrió por ello.

    —Verónica, bien te puedes defender solita —le dijo con cierta desgana, ella, ofendida, le pellizcó el brazo.

    Rulf asomó su rústico cuerpo y los mandó a sus habitaciones, fueron a ellas sin rechistar sumidos en sus propias mentes, en el camino se presentaron, y Deimos sin dejar de leer se paralizó en unas sospechosas escaleras. Ian notó su retraso y dio pasos hacia atrás, de espalda, para así asomarse a donde el mediterráneo miraba, las escaleras crujían y rechinaban de forma inestable.

    —Mejor sigan su camino —aconsejó Giuseppe volteando levemente.

    Ian alzó una ceja, con diversión. Eso era claramente una invitación a adentrarse a esa escalera ruidosa.

    —Déjales descubrir la entrañas de Heartfeels solitos —dijo con burla la alemana.

    Deimos ladeó su rostro, mirando mejor la puerta entre abierta frente a él. No escuchó a la chica, pero adsorto como estaba sintió nada más los labios del rubio en su mejilla, muy cerca de sus propios labios, lo que hizo fue apartar su rostro con su mano y dio un paso al frente.

    No hubo ni una sola pizca de asco ante el casi beso recibido.

    —Como ves, Mu, tu broma no surtió efecto —dijo con alto agrado el mayor mientras la chica desencajaba su mandíbula.

    ¿Acaso ellos, ellos de verdad...

    —¡Ah! —gritó la chica mientras ocultaba su rostro en el pecho de su amigo.

    Un chillido...proveniente de las escaleras.




    @Líderes del foro, oh, mis amores :( Esta app y el cel juegan en mi contra y no me deja ni editar ni unir post, ¿me hace alguno rl favor? Que se complete la palabra "segundo" por fa. Gracias de antemano.

    Líderes de foro.
     
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    Lexa

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    Aw, me gustó mucho esta primera parte. ¿Qué buscarán hacer Deimos e Ian en el instituto? Quiero saber todo D:

    Mosha, algo pasó ;-; El escrito se cortó justo donde dice "solo le miró feo un se" ¿Y lo demás? D: Yo del cel lo leí completo, es raro. Bueno, como lo leí del cel recuerdo más o menos lo que pasó. Jaja, Ian siempre tan... ocurrente(? Nunca piensa las cosas, dejan que simplemente fluyan y Deimos le sigue la corriente xD

    Me dio bastante risa al final, cuando Ian le da el besito a Deimos en la mejilla, cerca de los labios, y la reacción de Vero, Gio como que se lo esperaba, burlándose de que su broma no surgió efecto alguno, jaja.

    En fin, mosha, espero el siguiente. Me gustó bastante, narras muy bien :3

    Saluditos<3
     
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    Kai

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    Dedicado a @Mayushii por su cumpleaños, te adoro mi ratico <3
    @Alessandra @Trick Trick Boom @Thithalia @EN Auditore

    Maserati Coupé

    Jodido fuera el momento en el que la motocicleta no encendió. Aseguraba que un rencoroso Rex tendría que ver, aunque no era su culpa que, en un momento de ‘me tienes harto con tantos ruiditos’ lanzara “sin querer” a Cinthia por la ventana. ¡Era solo un botón! Un botón con inteligencia artificial avanzada, pero un irritante y chillón botón de inteligencia artificial avanzada.

    Pateó de nuevo la llanta de la moto, molesto. Pero no iría a armar rollo como crío chico, era absurdo. Tomaría el paseo a pie, decidió.

    Al salir de la Academia e ir por el parque trasero oyó el suave ronroneo de un motor. Un auto italiano, lo reconocería donde fuera. Se quedó oyendo, saboreando como sería manejarlo.

    Cuando cruzó una esquina le vio: un Maserati Coupé del 2002, en blanco cromado.

    Simplemente una delicia. Pero al ver al conductor frunció levemente el ceño, ¿por qué esa persona tenía un auto tan fino, no digno de él?

    ―¡Deicito! ―saludó el otro desde la distancia―. Una belleza, me lo dieron como pago en vez de la plata.

    ¿Cómo pago?, ¡¿qué imbécil aceptaba un auto como pago!? Shida estaba cada vez más loco, aunque admitía que en gustos, no estaba tan mal después de todo.

    ―Es rastreable, demasiado extravagante ―simplificó Deimos mirando las llantas. Recién cambiadas― ¿Qué piensas que cambiaste las llantas?

    Kogami se acercó a él, y pasó un brazo por sus hombros. Acercándole más a él, para susurrar en su oído.

    ―Oh Dei, me subestimas. Es una preciosidad, y le acabo de apostar...eh, eh, eh, sin protestas. Verás, no soy un conductor hábil…―¿A dónde carajo iba con todo esto?―. ¡Vamos a una carrera! ―gritó con júbilo.

    Lanzó las llaves al aire, y Deimos las atajó.

    Suspiró, él solo quería salir a caminar y fumar un rato. ¿Era mucho pedir?

    ***

    Cuando la curva se cerró bajó velocidad, metió freno de mano, y entre vítores de Shida estabilizó el auto y de nuevo aumentó la velocidad. La pendiente, no por ser solo angosta, estaba sobre un acantilado rocoso que terminaba en el mar. No era que fuera cobarde, pero, competir cuando no te sabes el terreno…

    ―Eres un suicida Shida ―riñó por lo bajo mientras trataba de adelantar el auto que tenía delante, sólo podía verle las luces traseras y el tubo de escape brillar por estas.

    ―¿Quién es más loco, el que dice que tiene un elefante en la mano o el que pregunta el color del elefante? ―preguntó este mirándole de reojo. Al adelantar el auto miró el rostro perfilado del griego, más acentuados los detalles y siendo más atractivos por las luces de la ciudad que reflejaba en el lado contrario.

    ―Sólo cállate ―le espetó, claramente molesto.

    Rió bajito, y empezó a ver todo como si fuese un manga, cuadro por recuadro. Deimos era simplemente especial, apuesto, frío, serio, era una persona bien jodida, casi como su grupo en la Academia, pero era un maldito, había algo que le ponía idiota, un aura que le dominaba. Le agradaba.

    Cuando llegaron a la meta le vio sonreír, y tal y como habían acordado siguió manejando, sin importarle los otros autos o el dinero.

    ―Sonreíste ―afirmó.

    ―¿Y qué sí lo hice?

    ―Nada, no pasa nada.

    Deimos apretó con más fuerza el volante. Se le había olvidado esa adrenalina, aquél segundo en el que podías morir por un descuido. Fue una sonrisa amarga, no de alegría, así se sentía estando en la arena, era fatal.

    ―Te ves bien cuando sonríes ―canturreó por lo bajo Shida cuando dejaban el auto en un almacén en un bosque y seguían caminando―. Y no solo cuando lo haces ―aclaró, coqueto.

    ―Como si eso fuera importante ―dijo mientras encendía un cigarrillo―. Conseguiré a alguien para que haga el auto irreconocible, y arregle unos papeles ―se dio cuenta que el otro quería decir algo, pero se adelantó―. No es un favor, es un buen auto. Es todo.

    Shida tenía la peculiaridad de saber cuándo callarse y darle su espacio, eso lo agradecía. Pero a veces era más molesto que una espinilla en el trasero, solo tenía que aprender a manejarlo, tal y cómo a un auto, caliéntalo y todo resultará. Torció el gesto, aquello podría funcionar.

    ―¿Me das uno? ―recibió el cigarro a penas le pidió, y antes de que le pasara el encendedor se acercó a él, y con el cigarro que Deimos tenía en los labios buscó encender el propio―. A veces no está mal ser vulnerable Deicito ―susurró mientras sus rostros estaban cerca.

    ―Quizás no Shida, quizás no ―respondió el otro mientras botaba su cigarro y arrojaba lejos el del chico.

    Cuando vio sus bocas libres se encargó en ocupar la una con la otra, hambriento.
     
    Última edición: 14 Enero 2014
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    Ay ay ay ay ;-; no se que decir, me quedaré fangirleando por el resto del día, no, de la semana *-*
    Gracias mi bella por el regalo, la verdad que si me ha gustado y mucho <3

    El final inesperado, mi corazón dio una salto en esa línea. Y en general siento que narrás genial y que conoces perfectamente como es cada uno lo que lo hace más real y creible. Esos dos se llevan perfecto, tienen esas diferencias que los hace encajar el uno con el otro. Son tan lindos, y con el otro precioso hacen un trío perfectamente sexy que patean el trasero de cualquiera que se les cruce (?

    De nuevo gracias, linda, te quiero <3
     
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    Kai

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    Personajes: GiussepeVitorioGirolla - Verónica Müller – Ian Strahovski - Deimos Achilles
    Tipo: TwoShot

    Oh, sweet sweetIngland~
    II Parte

    —¿Sientes curiosidad? —silbó con una sonrisa en los labios el rubio.

    Miró a la chica temblar, refugiarse en los brazos del otro, ¿eran novios, hermanos, o qué? Deimos cerró el libro, lo guardó en un bolsillo interno de su chamarra ligera, buscando a la vez los pequeños puñales. Luego miraría qué hacer con la misión, pero sospechaba que este sitio se cocía algo más interesante.

    —Ian —le llamó.

    El australiano enseguida se puso serio y asintió en su dirección.

    —¿Quieren saber qué es lo que de verdad pasa aquí? —preguntó a los chicos, que por más que decir estaban pálidos.

    Se miraron entre sí, ¿querían? Claro que sí, pero también temían, y mucho…Asintieron escuetamente, más para darse valor ellos mismos que otra cosa.

    —Girolla y Müller, bien saben que cuando digo a sus habitaciones, es a sus habitaciones.

    Dieron un respingo a sentir a Rulf detrás de ellos. ¿En qué momento había aparecido allí, como un ninja? Diablos.

    —¡Maldición, me vas dar un infarto Rulf! A eso íbamos, déjate de pendejadas —espetó la alemana claramente molesta. Furiosa.

    Cuando la chica se fue hecha una furia por el pasillo todos le miraron extrañados, menos el italiano, él comprendía perfectamente. Los otros dos se alejaron de la puerta, y fueron caminando detrás de los residentes. Cuando la chica entró en lo que suponían era la habitación de ella decidieron seguir al otro, para que este fuese a su habitación.

    —Por lo que veo somos vecinos~ —canturreó Ian divertido.

    —Por lo que se ve, sí —respondió Girolla. No sabía por qué, pero estos chicos le daban escalofríos. Como si las intenciones con las que venían no fueran normales.

    ***

    Cuando el reloj marcó las doce en punto de la noche oyó pasos fuera de su habitación. Víctor solo fingió ignorarlos y respirar con calma. Tocaron a la puerta con suavidad. No puedo levantarse, aún recordaba aquel mechón rosa en las escaleras. En este instante las voces empezaron, tenía miedo, lo admitía.

    —¿Gio? —llamaron a su puerta.

    Se relajó notablemente al oír a Verónica, aun así se preocupó. Se levantó enseguida y abrió a la puerta, la chica temblaba suavemente y traía una cobija encima de ella, la sentía con ganas de llorar, por lo que solo la acunó en su pecho y la llevó dentro de la habitación.

    Ambos se sentaron en la cama.

    —¿Qué sucede Vero? —preguntó sin dejar de abrazarla, la sentía temblar en sus brazos. Y temió, ella no era asustadiza. Algo iba mal.

    —No me puedo quitar ese quejido de la cabeza, y hoy mi compañera de habitación no llegó —se estremeció al recordar lo que venía—. Pues, cuando venía para acá oí pasos, y algo semejante a cadenas detrás de mí. Simplemente tenía miedo Gio.

    —Oh, Verónica —la abrazó sin saber qué más hacer, él también estaba asustado.

    Sinceramente estaba harto de tanto misterio en el instituto, de cosas ocultas, de ruidos que no le dejaban dormir en las noches. De personas que se iban del lugar sin motivos y que no regresaban.

    Se colocó los zapatos, y tomó la mano de la alemana, instándole a ponerse en pie. Caminó a la salida tomó un simple spray aromatizante, no podían tener más nada considerado peligroso. Salió sin importarle mucho las preguntas de la chica, y tocó en la puerta de en frente, dos veces. Nadie respondió, así que solo entró.

    Al hacerlo se arrepintió de ello. Tuvo que taparle la boca a Müller para que esta no gritara, y él palideció considerablemente. Tenían el cañón de una pistola frente a ellos, apuntándoles directo. El rubio chasqueó la lengua y el otro organizaba en la cama lo que parecían ser puntas de flechas, relucientes y afiladas.

    Tragó grueso.

    —Oh, son ustedes. Hola~—canturreó Ian, como si fuese la cosa más normal del mundo, y prosiguió a recostarse en la cama apoyando su cabeza en la pared, para mirarles.

    Los chicos no se movían de lugar. Pálidos.

    —No deben entrar donde no les han invitado —dijo el de cabello castaño, sin mirarles mientras guardaba sus armas. Sacó de una pequeña mochila que tenía una pequeña pistola, y la guardó en su zapato.

    Girolla se armó de valor, aún con la chica aferrada a él. Dio un paso al frente y respiró hondo.

    —Sea lo que sea que pase aquí, quiero descubrirlo de una buena vez —sentenció con voz firme, tomando su seguro porte de abogado, cogiendo valor y parándose derecho.

    Verónica le miró con cierta sorpresa, ¿desde cuándo Víctor era tan valiente y decidido? Sonrió escuetamente ante el pensamiento de que quizás por esa noche habían cambiado de cuerpo. Ella también quería saber lo que sucedía, por lo que dio igual un paso al frente, decidida, no importa lo que viniese, también estaba cansada.

    —Hay cosas que no les conciernen —siseó Achilles, era su trabajo, su misión, suficiente tenía con Ian de indiscreto.

    —¡Nos concierne! —exclamó la chica—. Vivimos aquí, nos trajeron aquí en extrañas condiciones y no podemos irnos así como así —le espetó decidida.

    Ian silbó. Venga que hablarle así al griego, lo iba a cabrear, y un Deimos cabreado no era buena compañía, a pesar de que deseaba ver en qué resultaba decidió…Nah, quería ver como resultaba todo, así que se acomodó mejor en la cama, sin perder detalle de lo que sucedía. Achilles se irguió, y fue a plantarse frente a la chica, sin duda alguna, se agachó un poco para mirarla frente a frente.

    Müller le sostuvo la mirada.

    —Mira, Verónica, no me interesa tú situación, vine a cumplir un trabajo, y si quieres estorbar, no la pasaras muy bien que digamos —espetó, sin tacto alguno en sus palabras.

    La chica tragó grueso, y por un instante estuvo a punto de dar un paso hacia atrás, pero no lo hizo, sostuvo la mirada. No podían decirle que debería hacer cuando ya estaba agotada de eso. Viendo que la situación podía empeorar Strahovski fue a ponerse de pie, pero antes de que lo hiciera Víctor se adelantó y se interpuso entre
    Verónica y el griego.

    —No estorbaremos, sea el trabajo que sea que deban hacer no nos importa, pero tampoco podemos bajar solos —dijo Girolla con seriedad.

    —Vamos Deimos —fue taladrado con la mirada—. Ops, Caíl —dijo ya en broma—. Tienen derecho a saber qué sucede aquí, no podemos simplemente dejarlos a su suerte —explicó Ian levantándose y estirándose, simplemente sentía empatía por ellos—. Ian Strahovski, asesino a sueldo —se presentó, sin pena, ya no importaba—. Y él es Deimos Achilles, cazarrecompensas.

    Allí la chica si se echó para atrás, ¿con quién carajo se habían metido? Y no supo en qué momento estaban saliendo al pasillo. Ellos dos fingieron ir a buscar agua, con cierto miedo de la oscuridad como excusa, cuando los cuidadores se distrajeron los otros dos les noquearon, dejándoles en los baños. Por ahora en ese
    piso no había problemas.

    Siguieron haciendo lo mismo, hasta llegar al tercer piso. No hubo mucho problema en llegar. Había allí, en una puerta grande y de acero, donde estaba la directiva, el dueño de la Institución, y otro pez gordo.

    —Ustedes esperen aquí —dijo en un tono más serio Ian. Ya les tocaba hacer su trabajo, y no querían espectadores.

    La puerta cedió fácilmente e Ian entró enseguida apuntando, y se decepcionó al ver todo despejado. Y la información con la que contaban era precisamente que hoy a esas horas habría una reunión secreta entre sus objetivos. Bufó.

    —Debe haber otra entrada Ian —acuñó Achilles mirando alrededor.

    Oyeron dos toques suaves y luego otros dos más rápidos, los otros chicos pasaron enseguida.

    —Vienen subiendo las escaleras, pero no son los cuidadores —advirtió de una vez Girolla al entrar—. Detrás del cuadro de La Mona Lisa hay un interruptor, estuve una vez aquí, cuando llegué —recordó, eso lo había visto sin querer.

    ~~~

    A pesar de las protesta de Ian por acabar con todo el mundo, entraron a la puerta que se desplegó a espaldas a ellos una vez tocado dicho interruptor: había un corto pasillo, y una puerta que daba a lo que parecía ser un ascensor, una vez dentro de él Deimos usó un aparato dado por Rex para hackear el sistema, fueron un piso más debajo de los que supuestamente tenía el instituto.

    Al abrirse las puertas una brisa gélida les hizo estremecer, menos al griego que acostumbraba al clima de Rusia. No sabían adonde dirigirse, pero tuvieron que caminar. A los pocos segundos de dar unos pasos una alarma se activó.

    <<Intrusos, alerta de intrusos>>

    —Mierda, esto no estaba en las instrucciones, era un trabajo simple —riñó el griego. No deseaba armar alboroto pero al parecer así sería.

    A ellos se precipitaron los que parecían ser unos guardias, acercándose a llevárselos, quizás creían que todos eran pacientes. Ian echó hacia atrás a los mayores, y sin pensarlo mucho apuntó y disparó, el intercambio de balas no se hizo esperar.

    —¿Qué sucede aquí Gio? —cuestionó la chica con un timbre de pánico en su voz. ¡Y le decían paranoica, joder! No lo era, si pasaban cosas que no debían de pasar allí.

    —Lo que me temía, asuntos ilegales Mu.

    —Tráfico de personas, órganos, experimentación para ser más exactos —completó Deimos situándose al lado de ellos. Pronto se dejaron de oír disparos. E Ian caminaba con una sonrisa hacia ellos.

    —¡Hey! Más cuidado Deicito~ —riñó este cuando por poco esquivó una punta de flecha que se dirigía a uno que quería escapar. El aludido solo se encogió de hombros.

    Sin darse cuenta una alarma empezó a sonar, y se filtró humo hasta abajo. Llegando el olor a ellos. Müller y Girolla temblaron, aún procesando la información. ¿Así que la gente que desaparecía, los chicos que se iban por estar curados’ Tragaron grueso, y no les dio tiempo si quiera de decir algo por que se vieron corriendo de nuevo por el pasillo. Huyendo de más hombres armados que llegaban.

    Girolla tomó un tubo del electrificado que estaba mal sujeto, sopesándolo, debería de tener algo más. Ellos iban delante, juntos con mientras los otros los seguían e iban despejando y aligerando la carga. No eran muchos pero lo angosto del lugar era molesto. Al cruza a la derecha en un intersección la chica cayó de bruces y fue alzada enseguida, uno de los hombres la había sujetado, y cuando este volteó, queriendo arrastrarla y llevársela Víctor le dio a este en la espalda y luego en la cabeza con el tubo, la sangre les salpicó levemente.

    —¿Estás bien? —preguntó Víctor mientras se agachaba la altura de ella, que había quedado sentada en el piso y la ayudaba a levantar.

    El hombre, aún vivo, tomó la pierna de la chica, y antes de que Víctor reaccionara una bala atravesó se incrustó en la frente de él, cortesía del griego.

    —Gracias —mustió Verónica, dirigida a ambos chicos.

    Oían el techo crujir arriba de ellos, ahora estaban buscando una salida, llegaron a otra encrucijada, de donde había una señal de salida a la izquierda, al frente había una sala al parecer, quizás la de reuniones, y a la derecha una puerta que se abría de a pocos, tétrica. El humo empezó a llegar a ellos, así como el sonido de gritos fuera, y de personas llamándolos, buscándolos. ¿Acaso nadie más sabía de ese horrible secreto, ni las enfermeras o los cuidadores?

    A puerta de salida estaba atascada, por lo que entre todos tuvieron que hacer fuerza, e incluso le dispararon a las bisagras para poder salir, cuando esta cedió había una pequeña subida, y fuera se veía lo verde del patio trasero, escondido entre arbustos.

    —Ustedes vayan, nosotros tenemos un trabajo~ —canturreó Ian guiñando un ojo, y despidiéndose de un beso de la chica. ¡Cómo diablos podía estar tan tranquilo!

    El inglés y la alemana empezaron a subir, y dieron una última mirada hacia atrás. Los chicos entraban a lo que parecía ser la sala. Una vez salieron pudieron respirar con normalidad, y se alejaron de las estructura, poco a poco oían las sirenas de los bomberos para apagar el incendio, la estructura endeble del lugar no soportaba más.

    —Víctor —llamó Verónica y tomó su mano—. ¿Crees que Andrew…? —no completó la pregunta, el nudo en la garganta se lo hacía imposible.

    Vitorio solo la abrazó, y ambos se dejaron caer en el pasto. Estuvieron así unos cinco minutos, y la gente empezó a llegar donde estaban, les llevaron a una ambulacia, revisando signos vitales y heridas. Ninguno de los dos hablaba, y por consejo legal de Giusseppe no deberían decir nada todavía.

    Sentados en la ambulancia, Girolla rodeando con un brazo a Müller vieron en la distancia una motocicleta partir, con dos siluetas sobre ellas. En el fondo sabían que eran esos chicos que llegaron de la nada.
    Aun no sabían bien que había sucedido, o cómo todo se había hecho caótico tan pronto, lo único que sabían era que gracias a ese par, con trabajos peculiares, habían empezado a resolverse los misterios del Instituto. Quizás en un futuro se verían de nuevo.


    2183 palabras.


    N/A: @Alessandra Mikaelson, ámame. Bien, es algo alterno, la verdad no se queda Heartfeels ni nada x'D Mmm, en esta segunda parte narré más desde el punto de vista de Gio y Mu, como en el anterior fue desde Dei e Ian, quise hacer esto. Me quedó extraño, medio apresurado en una parte. Pero aquí está.
     
    Última edición: 26 Febrero 2014
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    Lexa

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    TE AMO. OMG, COMO ESPERABA ESTA CONTINUACIÓN CON ANSIAS, GRACIAS ;-;

    Lo amé, mosha, lo améeeeeee. O sea, te quedó súper bien, aunque aún con la incognita pero supiste resolver la situación, cuanta acción xD Hahaha, primero amo a Ian, joder xD. No es lo mismo escribir tu algo de tu personaje, que leer algo escrito por alguien más ;---; Dei e Ian podrían hacer un buen equipo(? Pero claro, con Dei lleno de paciencia pero aquí Ian se portó bien a la hora de la verdad(?

    Omg, me dio harta cosa por Vero y Gio ;-; Ellos siempre andan el algo, metiendose en peos xD Pero en este escrito les tocó fuerte pero se tienen el uno al otro. Y MUJER ME ASUSTASTE CUANDO IAN APUNTÓ A GIO Y VERO e.é Pero menos mal que era eso y no otra cosa xD

    HAHAHAHAHAHAHAHA Con esto:

    "—¡Maldición, me vas dar un infarto Rulf! A eso íbamos, déjate de pendejadas —espetó la alemana claramente molesta. Furiosa."

    Me dio muuuucha risa la expresión. Esa y otras cosas, lo disfrutéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. Asjdasjdnsad, narras, a mi parecer, bien las partes de acción, y manejas excelente a los personajes, eso ya está dominado! °-° :esfeliz:

    Y, y, y, cuando Deimos se le para enfrente a Vero y le habla así todo duro, hasta yo me intimido, lol. Pero igual lo amo xD

    ME ENCANTÓ. Me quedo corta, sí, pero el sueño ya me está tumbando ;-;

    TE AMO, GRACIAS.
     
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    Kai

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    Personaje(s): Shida Kôgami – Deimos Achilles
    Tipo: One Shot – 1773palabras.

    Advertencia (¿): El escrito me salió medio chafa, pero lo hice con mucho amor, a pesar de que el colectivo no siga, no puedo abandonar la idea de nuestros niños. @Alessandra, @Mellorine, @Thithalia, @EN Auditore


    Instituto de Refuerzo


    El japonés terminaba de arreglar su uniforme, muy similar a los que debió usar, cosa que no hizo. Mientras silbaba una tonada de no sabía dónde, se miró en el reducido espejo de la habitación de alquiler (ciertamente Alexander debería invertir más en sus misiones y sus chicos estrella), se sonrió en el reflejo. El uniforme, casi como un traje, de un color azul naval y camisa de vestir blanca, al menos le gustaban.

    Decidió usar un jean de él, gris oscuro y definitivamente la horrenda chaqueta marrón, los zapatos de igual color y la corbata roja que no se las pondría, jamás.

    ―Si eso es estar arreglado para ti, Shida ―murmuró casi con desánimo el mediterráneo al salir del baño.

    ―Oh, no soy niño de buenas maneras, Deicito~ ―canturreó mientras se colocaba los zapatos.

    Una vez el griego arreglado, perfectamente cabe decir, ambos salieron y fueron al instituto destinado.

    Una semana.

    Una jodida semana recluidos en un internado de mala muerte, para dar con el hijo de un objetivo que era, sin lugar a dudas, un pez algo gordo. Al entrar al aula asignada, cada quien llamó la atención, positiva y de farándula, eran nuevos y en definitiva, atractivos. Aunque siendo sinceros, uno era la antítesis del otro. El griego era distante, pulcro, ordenado, atento y educado, un niño bien pero intratable. El japonés rayaba en lo extrovertido, descarado y confianzudo. El chico malo y buena onda. Achilles allí comprendió por qué los enviaron a ambos, cada quien indagaría en un círculo de personas en específico. Uno de ellos daría con su primera presa.

    Rusia era jodidamente frio y sin duda Deimos se movía con soltura, el otro, en dos días ya había arribado en la oficina del rector, un asunto con su uniforme y forma de hablar, agradecía que fuese una exigencia comunicarse en inglés y le cabreaba cuando a su alrededor, en horas de descanso, hablaban en ruso y no estaba Achilles para traducir, haciéndolo de muy mala gana. No terminó el tercer día cuando ambos fueron citados a control de disciplina.

    ―¡Es como si nunca hubiesen estado en una escuela! ―exclamó enrojecido de rabia el encargado de disciplina.

    Si supiera que tan en lo cierto estaba; uno de ellos en verdad nunca lo había estado, el otro no se adaptó, básicamente era lo mismo.

    Y eso fue antes de que si quiera los invitaran a tomar asiento.

    Al hacerlo el de ojos verdes chasqueó la lengua sonoramente, el otro se desparramó en el asiento, subiendo groseramente los pies sobre una mesa de café.

    ―¡Críos del demonio! Maleducados e irrespetuosos, debería enseñarle por las malas ―vociferó en un rudo ruso el hombre.

    Deimos fue traduciendo enseguida, impasible.

    El japonés no hizo más que soltar una carcajada.

    ―Enseñarnos por las malas…¿qué? ―murmuró en una sonrisa―. ¡Venga Dei! Seguro que quiere someternos a su voluntad.

    Ambos pillaron el doble sentido en esas palabras, su compañero no pudo hacer más que sonreír escuetamente, y eso fue suficiente para que el hombre mayor, claramente ofendido, diera orden de expulsión para ambos.

    ―Oh~ ―canturreó con fingido pesar―. Qué lástima por usted que dijera eso.

    Al salir de la oficina, antes de cerrarse la puerta se vio al mayor con lo que parecía ser un peluquín mal colocado y una piel pálida debajo. Solo las paredes sabían que había ocurrido allí.

    Nadie más lo iba a repetir.

    Al día siguiente, durante el almuerzo cada quien se sentó en mesa distintas, se podría decir que ambas de gente “popular”. Aburrido y en un impulso propio, Shida juntó ambas mesas, no importándole mover un tanto las bandejas, amenazando con volcar la comida. Las mesas quedaron atravesadas en el comedor, y nadie protestó, la sorpresa reinaba, aunque nadie se animó a entablar conversación con los ajenos a cómo estaban originalmente.

    Deimos se extrañó de Shida no hiciera nada por ver sus intentos frustrados, pero lo vio entretenido en un manga, el último tomo suponía. Al terminar su lectura notó su ceño fruncido.

    ―Esto es molesto ―murmuró―. ¡Ayúdame aquí Deicito! ―. Ante ese apelativo las risas no faltaron, se acercó a él de mala gana.

    Luego de susurrar un poco, y complaciendo al rubio, no quería hacer una escena donde podían perder la confianza ganada, se las arreglaron, entre sonrisas y buenos modales, agregando coqueteo descarado (obviamente del más comunicativo), a mover a las chicas, cambiarlas de mesa y así tener una linda mezcla.

    La tensión se podía cortar con un cuchillo y el rubio no reparó en esto, contento con su cometido.

    El sábado, dos días antes del plazo, fueron invitados a una fiesta colosal, en un sitio más grande incluso que el instituto, simple, el anfitrión misterioso era alguien con buen dinero, que no se quedaba en los lindo dormitorios.

    Deimos, si no fuese porque estaba en una misión ni se le hubiese pasado por la cabeza ir. Tuvo que hacerlo, ese anfitrión era su objetivo, no había duda de ello. Shida, en cambio, estaba tan animado que al parecer se le olvidó qué hacían allí. Y apenas pusieron un pie en el lugar dividieron sus caminos y solo uno de ellos concentrado en la misión, el otro fue a lo que le sonó como una piscina de espuma, no podría perderse aquello.

    A pesar de no tener experiencia entre gente medianamente común, se había acoplado lo suficiente.

    Dos horas habían pasado y Achilles tenía una lata de cerveza en las manos, no había momento en que no le estuviesen sacando conversación o chicas queriendo coquetear con él.

    Era tan irritante.

    ―Los cigarros son malos para la salud ―aconsejó con descaro una chica del grupo social de Kôgami.

    El disgusto vino cuando esta se acomodó y sentó en sus piernas, le quitó el cigarro y lo arrojó de lejos. Él se encontraba sentado en unas escaleras de concreto del patio, lo único que hizo fue colocar la cerveza a un lado.

    Estaba cabreado, y eso era poco, dejó un instante allí a la chica, pero chasqueó su lengua con fuerza, prefería que se alejara solita a tener que levantarse y arrojarla al suelo, oh, la sola idea lo seducía como una arpía.

    Antes de llevar a cabo su plan, siendo claramente ignoradas sus mudas advertencias, sintió que le cayó algo húmedo en la coronilla de la cabeza, a la mujer le cayó en su cabello arreglado.

    ―Oye…termina de bajar si vas a hacerlo ―espetó esta al intruso.

    Shida se inclinó hasta encararla a ella.

    ―Tu eres la que te vas, y te alejas de mi hombre, pu-ti-ta. ―Sonrió al final, mientras la alzaba sin delicadeza por un brazo.

    La ira llameaba en sus ojos, ella se fue, ofendida.

    ―¡¿Por qué carajos estuvo ella más de un minuto sentada sobre ti?! ―reclamó, si bien no lo hacía a gritos, si se notaba enojado.

    ―Déjate de pendejadas ―espetó el otro, sacando un cigarro y ofreciendo uno.

    Kôgami no se negó y decidió que lo hablarían luego de acabar la misión.

    ―Encontré al objetivo por cierto, vine porque Deicito querido estaba muy ocupado para contestarme. ―No hace falta decir que había cierto tinte recriminatorio allí.

    ―Solo quería ser amable. ―Admitir eso era un trago amargo para él. Es decir, desde que el par estaban juntos o algo así, había adoptado el explicarle sus comportamientos, al menos un poco.


    Ambos habían cedido.


    Shida le instó a que después de que su objetivo hiciera lo que hacía –disfrutar carnalmente de la chica que antes habían despachado, en un bosquecillo aledaño-, debían actuar.

    Lo que a Deimos no le gustó fue su insistencia en esperar cerca. Le asqueaba esa tipa y no estaba de ningún buen humor.

    Luego de eso arrastrar al chico a un almacén fue pan comido.

    ―¿Quiénes son? ―No les interesó mostrar sus rostros, y luego de la perorata del chico, Deimos habló.

    ―Culpa a tu padre. Es a quien queremos, lo llamas y lo citas a un lugar, es todo.

    El chico negó y negó.

    Shida, divertido, le mostró todos los lindos implementos de tortura que Deimos había obtenido cuando trabajaba allí, para la mafia rusa. No hubo luego ni una sola protesta de parte del chico. Ellos confiaban en que el joven de alguna manera le advirtiera a su padre de ellos, no les importó, mientras más, mejor. Aun así el menor fue llevado como garantía.

    ―¡Sal Vydosky! ―canturreó contento el japonés.

    El punto de encuentro era una cabaña, apostada con hombres que fueron eliminados con facilidad. El aludido salió con las manos en alto y los jóvenes trajeron a su hijo, sin rasguños siquiera.

    ―Un cambio pacífico Vydosky, tu vida por la de tu hijo ―negoció Achilles, en ruso.

    El hombre soltó una sonrisa torcida.

    ―¡Maten al desgraciado! Ni si quiera ha de ser mío. ―Lo único que hizo fue colocar las manos detrás de su cabeza.

    ―Carajo, y te dicen a ti cruel ―murmuró en dirección al griego.

    Este soltó las amarras del prisionero.

    ―Vete sin mirar atrás.

    El joven, al cual se le veían demasiadas emociones encontradas, con el ceño fruncido y con pesar se fue corriendo.

    ―Vidic, se suponía que esto iba a ser sencillo, pero eres solo un despojo de ser viviente.

    En esa época caía la nieve sin pedir permiso, y Deimos dejó caer su cigarrillo allí antes de pisarlo. Pronto este fue tapado con nieve enrojecida.


    Vieron en las noticias que el nuevo y amenazante mafioso había fallecido. Los detalles, para ellos, no eran necesarios. Recogieron y quemaron lo que debían. Deimos aprovechó y sacó de un almacén una motocicleta que no había podido llevarse antes.

    Cuando esperaban en la aduana a que hiciesen la revisión, se veía y hacía palpable la molestia en ambos chicos.

    ―Se ve cada tipo de padre ―dijo en un silbido, no tratando de sonar divertido ni mucho menos, se sentía más que todo abatido en cierta forma.

    ―No he conocido ninguno ―espetó con molestia.

    Aquél gesto no pasó desapercibido por el japonés. Sabía de la pérdida de un padre, lo había vivido, ¿pero y de la ausencia de uno? No tenía ni idea.

    ―Sabes que no fue nuestra culpa. ―Se atrevió a decir, con tacto. No recibió más que una onomatopeya indefinida como respuesta―. Siempre tan expresivo mi Deicito~ ―canturreó cerca de su rostro, antes de darle un suave beso en los labios.

    Ya estaban en el andén y el señor que traía la motocicleta los vio con el ceño fruncido, no estando de acuerdo con su demostración de cariño. Deimos le espetó un “púdrete” al subir en la moto, Shida detrás de él sonreía mientras se sujetaba al mediterráneo.


    Oh, tendrían una noche muy agitada.
     
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    Awww. Me gustó mucho el escrito, asdfg, sabes que me pones fangirl. Este par es genial, sus personalidades tan distantes hacen que los ame más C: Y Dei siempre tan serio, aunque ese momento en la oficina del director le sacó una sonrisa! Dei sonriendo debe ser fangirleante, asdfgf, para amarlo más.

    Los chicos siempre están en misiones raras xD. Un colegio, en serio mosha? xD Pero trabajo es trabajo. MORÍ con la escena de celos de Shida, la chica esa atrevida e.e No será prima de Karolay? okno. Yo quiero la escena sonde hablan de eso e.e

    Y oh, ese hombre, es todo menos padre e.e Canalla. Iba a entregar a su hijo, la vida de su hijo? No me joda e.e Menos mal que Shida y Dei lo mandaron al otro mundo(?? Bueno, el final perfecto,una noche de besitos, amor sincero e inocente xD

    Me encantó, sabes que sí. Te quiero.
     
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    Título Random~
    Advertencia: Escrito algo experimental, mezclando cosas que no deberían mezclarse xD Me salió algo…burdo, pero ha sido de mi agrado.
    Dedicado a @Alessandra Wickham
    115 palabras.


    Mediterráneo Criollo



    ¿Qué tenía de interesante latino América que todos sus objetivos venían a esconderse allí?

    Obviamente era la falta de una firme autoridad, de refinamiento en seguridad nacional, incluyendo la disciplina; para cualquier persona que huía, hacerlo en sitios así era sumamente sencillo. Él lo haría, si soportara el calor infernal y extenuante que lo atormentaba en ese momento.

    Estaba en lo que se consideraba una “parada de autobús”, un tumulto de personas sudorosas y acaloradas (con demasiadas bolsas de un mismo producto a cuestas, cómo si este se fuese a terminar en cuestión de nada), mirando al horizonte de la lejana y concurrida carretera, a ver si pasaba el dichoso medio de transporte, y viendo más de cerca si este les servía para su destino.

    Él solo sabía que debía tomar uno que dijera Avenida Bolívar, encontrarse con alguien en una plaza, de ahí ir a un café y para hacerle entrega de la foto que demostraba que el trabajo ya estaba hecho, así el vería que la transferencia era hecha y finalmente tomaría un taxi para ir al aeropuerto.

    Simple.

    ¿Por qué Achilles no contaba con medio de transporte propio? Más simple aún, su objetivo había sido un poco –solo un poco, estaba muerto después de todo– ingenioso al colocar una pequeña bomba en su motocicleta antes de morir. Deimos estaba vivo por poco, un pitido extraño lo alertó.

    Cuando al fin pudo, literalmente, trepar en el dichoso aparato se sintió repentinamente claustrofóbico, ¿acaso tenían noción en ese país de lo que era espacio personal? Bueno, el trasero pegado al suyo en el pasillo, y el codo casi en su nariz, más la axila del lado de su oreja le decían a gritos que no.

    Qué mierda.

    No era suficiente lo apretados que estaban, lo peor, sin duda, era el ruido en cada “parada”, la música, y el tipo que cobraba…Dios, que alguien le pegara un tiro a ese hombre; si nadie más lo hacía, el gustoso haría el trabajo, y de gratis.

    ¡Hasta el fondo del pasillo, por favor! ¡Hagan una doble fila ahí! ―decía como si fuera un padre pregonando, a la par que anunciaba paradas con nombres, suponía el griego, religiosos. No contento con eso la voz cantada, con fuerza, y con la manía nada agradable de cortar las palabras… Basta con decir que Deimos entendía perfectamente el español, eso simplemente ni se acercaba.

    Oh, tenía su arma tan a la mano, era solo cuestión de dos segundos: apuntar, apretar disimuladamente el gatillo y se haría justicia para sus oídos.

    Se contuvo, con todas sus ganas, pero lo hizo.

    Cuando al fin pudo descansar sus piernas –luego de ceder varias veces algún puesto-, quedó sentado en donde se ubicaba el motor, con una especie de cojín amorfo, que le hería el trasero.

    ―¿Oíste lo del ataque de terrorismo? ―empezó a decirle una mujer a otra. Frente a dónde él estaba.

    ¿Ataque terrorista, qué carajo?

    ―¡Claro que sí! Nuestro presidente habló de eso en una cadena…aún debe estar transmitiendo.

    ―¡Es increíble lo que hacen esos imperialistas facistas! Cómo deben odiar nuestras revolución socialista y…

    Las mujeres siguieron parloteando de quién sabe qué. Tenía la impresión que ese “ataque terrorista”, tenía que ver con su persona. Decidió ignorar esa insignificancia, pero no negaba que se le hacía difícil, ¿acaso no conocían un diccionario para saber lo que era el facismo? Podría reír de lo irónico de la situación, podría, pero no lo hizo.

    Le recorrió un escalofrío. Al transporte se subieron lo que supuso eran estudiantes de secundario, hizo ademán de ceder el puesto, pero las chicas –unas cuatro-, negaron. No pudo evitar escuchar un poco de lo que hablaban, que lo miraban sin disimulo preguntándose si era Europeo, que seguramente lo era por que un macho así…

    Oh Dios. Piedad para él. Seguro era algún tipo de karma en su contra, o un Ian jugando con su mente en un sueño bizarro, todo era posible.

    Se bajaron pronto, pagaron por un papel raro, y el colector –cosa que supo de tantas conversaciones oídas sin quererlo-, les miró con muy fea cara, ellas lo ignoraron y bajaron, sin antes mirarlo con descaro de nuevo.

    Se sentía enfermo.

    De momento ya nadie iba en pie y se preguntó cuándo demonios llegaría. En una parada subió demasiada gente para su gusto, y por ceder su puesto, y entre más “en el pasillo hay espacio” terminó cerca de las puertas traseras que estando abiertas le parecían la gloria en su episodio de claustrofobia.

    Poco detrás de él y a su izquierda había una mujer con un hombre muy pegado a ella, sabía que juntos no habían subido, el nerviosismo de ella delataba a aquello.

    Agudizó su oído.

    ―Dame el blackberry mami si no quieres que te quiebre ―demandaba y amenazaba el tipo: bajo, rápido, inteligible.

    Sintió su sangre hervir.

    Él no era ningún santo, pero, ¿meterse con alguien que nada te había hecho, robar por placer, supuesta necesidad? Al carajo con eso.

    La mujer, claramente nerviosa buscaba el aparato, suplicando por lo bajo que no le hiciese nada.

    El detonante llegó cuando el hombre, una vez recibió el aparato le masajeó con descaro el trasero, la chica no pudo contener las lágrimas.

    De un rápido paso se colocó al lado de esta, pasó un brazo por la espalda de ella y la arrimó hacia delante, separándola del sujeto. Este, de un rápido movimiento movió su mano hacia el estómago del griego, dispuesto a apuñalarlo. No logró el cometido, ya que el chico ágilmente tomó la muñeca y la dislocó. La gente el sorpresa se apartó, y antes de que el tipo buscara con que atacarlo tenía el cañón del arma de Deimos en su frente.

    ―Un día morirás como un perro, desgraciado ―y mientras el autobús estaba en movimiento, a empujones lo llevó a la puerta, y lo lanzó de esta, poco le importaba el destino de este.

    Le devolvió el teléfono a la mujer, que había salido rodando en el piso, y se quedó en la puerta, como si nada hubiese ocurrido. La siguiente parada era la de él, y cuando bajó todos los demás del autobús lo hicieron, pálidos y corriendo a trompicones.

    Luego todo siguió con normalidad, hasta llegar al aeropuerto y subirse al avión…

    ―Les habla en capitán, hay pequeños cambios de planes, el avión no está apto para vuelos internacionales, por lo que se hará escala en otro estado para ello…


    Cuando el avión empezó a moverse por la pista, y cierta turbulencia atacó…se aferró al asiento.

    ―Si esta mierda no se viene abajo, nunca más acepto un trabajo acá, ni que me paguen mi puto peso en oro ―bramó enfurecido.
     
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    HAHAHAHAHAHA. Dei fue a la Venezuela actual o: (??? Dios, Kai, como me reí, en serio xDDD.

    Me lo imaginé todo rabioso por el calor, la gente, la bulla y de paso el mal servicio del transporte público. Eso de los colectores es verdad! "Mira, vamos a colaborar por favor, caminen más hacia al fondo, hay espacio" Espacio un carrizo e---e Y lo del robo del blackberry, loooooooooooooooooooooool. Ojalá hubieren muchos Dei en los bus (? u.u Sería un héroe. Okno xDDD. Fue muy random, genial y hermoso, lo améeeeee. Sabes que sí, amo a Deimos D:

    Y esto:
    HAHAHAHA. Siempre asociando sus desgracias a Ian :v Que mala impresión le ha dejado o: Te amo mujer, me encantó.
     
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    Giusseppe Vitorio Girolla & Verónica Muller (no me sale la diánesis D:)
    @Alessandra Wickham
    Me inspiré, ámame como yo amé este escrito, te mando msj con el link xD
    1697 palabras.
    Al agua pato


    Era una de esas salidas obligatorias del Instituto, donde trataban de reinsertarlos en una sociedad normal. Cosa en la que ellos no fallaban y lo sabían, sin embargo siempre había un Juez que no sabía nada en la materia y los sentenciaba solo por “unos pocos meses más, luego de más pruebas”.

    Estaba dudando seriamente en el poder judicial.

    ―¡Solo ajusta un poco más aquella tuerca!

    Giusseppe sabía lo que hacía, desde pequeño había ayudado a cambiar neumáticos, y él mismo lo había hecho varias veces ya (por ello manejar hasta le molestaba, era un imán para las tachuelas), hizo ademan de volver a apretar la dichosa tuerca. Una vez hecho eso subieron al auto y arrancaron.

    Y por encima del suave ronroneo del motor Verónica habló:

    ―Papá, Víctor sabía hacerlo, no es retrasado mental ―reclamó, molesta.

    ―Vero, tu padre no insinuó eso en ningún momento ―defendió Paula a su marido.

    La menor refunfuñó.

    ―No hace falta que lo diga expresamente. Lo siento Gio ―se dirigió al final al joven, que solo miraba a la ventana, no quería inmiscuirse en esa clase de problemas.

    ―¿Uh? No es ningún problema Mu. Realmente les agradezco el dejarme venir con ustedes ―se dirigió a los padres con una sonrisa―. No debe ser sencillo, después de todo dónde nos conocimos y demás… ¡auch!

    Sobó su costado, la chica le había propinado un codazo en la costilla, ¿qué le pasaba a esa mujer y sus cambios de humor? Aunque era probable que la molestia con su padre la estuviese pagando con él, era un tanto lógico, en el caso de Müller obviamente.

    El viaje a la cabaña se dio sin problemas. Estos se dispusieron a empezar cuando llegaron.

    ―Bienvenidos de nuevo. ¿Cómo estás Verónica?

    Girolla estuvo a punto de reírse a carcajadas con la cara de la chica, era de verdadero asco, tal y cómo miraba la comida de la cafetería del instituto. No entendía qué había de malo en ese chico de cabellera rubia que la saludaba mientras tomaba su mano y la besaba…Oh, así que esa era su molestia.

    ―Pensamos que sería bueno para ti este fin de semana tener a algún conocido de tu edad.

    Víctor ahora quería una explicación, ¿un ex acaso?

    ―Todo bien Jules ―respondió con una frialdad que hasta a él se le heló la sangre, hasta que se sintió ser jalado por un brazo―. Y este es Giusseppe, mi lindo novio italiano ―la chica le besó la mejilla mientras el otro fruncía el ceño…Víctor se quedó de piedra.

    No solo él, el padre de la chica, bueno, sintió que era asesinado de mil maneras diferentes. Era poco decir que un escalofrío le recorrió. Siendo ya tarde en la noche todos se fueron a dormir, y al lindo novio italiano lo dejaron en incómodo colchón junto con el dichoso Jules, era poco decir que no pegó ojo en la noche. ¡El chico roncaba como el diablo!

    ―Prefiero oír cadenas a esto ―terció Víctor para sí mismo mientras se arropaba completamente.

    ***

    Sentía que era movido, pero sus ojos pesaban como lingotes de oro, no podía levantarlos, estaba muy agotado en la noche se la pasó en la sala como un ermitaño haciendo zapping por la televisión, el sueño se le había esfumado, pero ahora lo tenía repotenciado, sin embargo lo movían y picoteaban.

    Sabía quien era.

    ―Verónica, déjame dormir ―murmuró con fastidio, sacó de la sábana su mano, buscando la de la chica y la apresó a su lado, con sus piernas y un brazo, acurrucándose para dormir.

    ―¡Víctor! ―exclamó enrojecida mientras se movía frenéticamente por ser soltada. ¿Qué tenía en la cabeza el inglés, aire?

    ―¿Se pondrán con esas con tus padres cerca?

    Giusseppe abrió un ojo con sueño, ¿padres de ella?, ¿y quién era ese tipo?

    ―¡Diablos! ―exclamó al recordar todo.

    Soltó a la chica como si esta quemara, y Jules les miró alzando una ceja, ¿no que eran novios? Se fue de allí restándole importancia, pero la escena y la situación no le agradaba.

    ―¡Lánzame más duro a la pared que no me dolió! ―gritó enfurecida la alemana, mirándolo con el ceño fruncido.

    Girolla se le acercó y sobó su espalda, disculpándose por su reacción, y recordándole muy claramente que todo lo bizarro de la situación era culpa de ella, esta enmudeció, y se fue de la habitación.

    En todo el desayuno no le dirigió la palabra, mientras que él gustoso ayudaba a la madre de la chica a prepararlo, por que ella, al parecer, no iba a mover ni un dedo. Luego del desayuno cada quien tomó su camino, el se quedó para fregar los trastes.

    ―¿Cómo es allá en el Instituto? ―preguntó de repente la señora Paula, tomándolo por sorpresa―. Es decir, ¿tan malo es? Nosotros accedimos a mandarla por que creímos era lo mejor, pero ahora a penas nos habla, y yo no sé si haya sido lo correcto ―la mujer había soltado el vaso que secaba y estrujaba con aprehensión el paño en sus manos.

    Giusseppe dejó lo que hacía, e hizo que la mujer se sentara en la mesa, se sentó al lado de ella y tomó con delicadeza sus manos.

    ―Bueno, entiendo el punto de Verónica. Todos allí nos hemos sentido traicionados, y quizás su aptitud sea más por lo cercana que era a ustedes. Envidio eso en cierta medida ―sonrió un poco, para transmitirle confianza.

    ―Pero yo no te veo afectado por el Instituto, es decir, yo no…―se calló abruptamente, no sabía tratar el tema con tacto.

    ―Descuide Señora Paula ―sonrió sinceramente―. Está bien cuidada, se lo prometo, y quizás el método fue abrupto, pero notará de a poco que ella es feliz. Con decirle que yo soy feliz de haberla conocido ―se sinceró.

    La señora quizás entendería el asunto románticamente, pero él no mentía. Agradecía el haber conocido a Verónica, quizás las circunstancias no eran para nada normales, pero estaba seguro que en una situación normal él no habría entablado amistad con la chica. Su carrera estaba despegando, y admitía que el ir a Heartfeels le había hecho madurar, a costa de acciones inmaduras e infantiles irónicamente.

    ―He tratado de hablar con ella, pero se niega, me mira feo…

    ―Oh, el mejor atributo de Verónica es poder mirar feo y congelarte en el sitio, es un encanto que seguro heredó de su padre. ―Ambos rieron suavemente―. Yo hablaré con ella, este fin de semana terminará bien, se lo prometo.

    ―Gracias Víctor, y de saber que tu vendrías, bueno, Jules no estaría aquí.

    ―Entiendo sus intenciones, y el chico no es ningún problema a menos que se trate de dormir en la misma habitación que él ―rió.

    Terminó de lavar los trastes mientras la madre de la joven los secaba. Fue a cepillarse los dientes y a colocarse un traje de baño, la idea que tenía era arriesgada, pero de ultimo recurso ciertamente. Se armó de valor y salió a la parte trasera de la cabaña, donde había un lago. Vio a la chica sentada en la orilla, con una camisa gris ligera puesta, y arrojaba piedras al lago.

    ―¡Mu! Deja esa cara ―le pellizcó una mejilla suavemente―. Hay un lago, hace calor, no está Rulf ni esa asquerosa comida, nos merecemos un chapuzón querida mía. ―Lo último era claramente una queja hacia ella por su fabulosa idea de noviazgo para alejar al rubio chico de ella.

    ―No molestes que no estoy de ánimo ―espetó palmeando su mano lejos de ella.

    ―Y mi trabajo es siempre ponerte de ánimos. ―Se sentó a su lado y pasó un brazo por sus hombros, dejando descansar la cabeza de él en la de la chica―. No gruñas tanto con tus padres, lo hicieron por que te quiere ―acuñó seriamente.

    La chica sacó su brazo de encima de ella con violencia y se levantó rápidamente, encarándolo.

    ―¡Si me quisieran no me hubiesen alejado de ellos así de fácil!, ¡me mandaron a un jodido manicomio Víctor, sin hablarlo conmigo! ―espetó enrojecida.

    ―Baja el tono Vero, que estás molesta contigo, con más nadie.

    ―¡Claro, y ahora tu eres pupilo de la follable Jane Tucker! ¡Pues déjate de gilipolleces que tus padres fueron igual de lindos contigo Víctor, y no estás con ellos ahora! ―encaró esta, mirándolo con los ojos llorosos de la rabia.

    ―Dije que bajaras el tono Verónica ―advirtió mientras se levantaba. Esa chica lo ponía de un humor no propio de él.

    ―¡Me vale un…Hey, suéltame!

    Antes de que la chica pudiese patalear siguiera se encontraba sumergida en el agua helada del lago. A penas salió escupiendo agua iba a ir contra el chico que ya se había metido al agua, pero este rápidamente la tomó por la espalda y cruzó sus brazos frente a ella, tomándola.

    ―Pareces una mona con rabia, y eso Mu, no es nada femenino.

    ―¡Al carajo lo femenino Giusseppe!

    ―¡Calla y escucha mujer, o te sumerjo en el agua! ―Y algo en la voz del chico le hizo creer en sus palabras, por que no berreó más―. La relación con mis padres dejó de existir cuando yo cumplí dieciocho, y tu aquí estás, encabronada por una bobería, que cuando tienes en donde estar cuando podemos salir, tienes a tu familia contigo y no te tildan de loca o un peligro a la sociedad, cosa que viendo como te pones ciertamente lo eres.

    >> No digo, ni diré nunca que tus padres actuaron bien, pero tratan de redimirse. Tú eres las que los conoce, no yo. Pero me atreveré a decir que te malcriaron demasiado. Con el Instituto es que yo terminé de madurar, contigo y tus arranques, viendo lo divertido, pero tú debes ver las cosas más fríamente. No odies a tus padres, que ellos no te odian. Háblales, sino serán tres extraños que no se hablan pero luego lloran por no hablarse.

    La chica dejó de moverse, y sollozaba un poco. Cuando Víctor sintió que no era una amenaza para él la soltó, esta se volteó y lo abrazo mientras depositaba un beso en su mejilla, seguido de un “gracias”, enseguida la alemana salió del agua y tomó una toalla, enrollándose en ella y yendo directo a la cabaña.

    Debía hablar con sus padres.



    El inglés dejó escapar un suspiro, compararía a Verónica con un gato, el agua era una especie de sedante o algo así.


    El resto del fin de semana fue ameno, y luego de otro juicio expres, el martes estaban de nuevo en Heartfeels, con las energías repuestas, y de buenos ánimos.

    ―¡Abre Víctor! Te traigo desayuno.

    Debía admitir que esa semana la chica había estado realmente atenta con él, como esas cosas, pero, ¡eran las seis de la mañana, por un demonio!

    ―Vero, deja de desper…asfg ―y es que no pudo terminar la frase por estar tragando agua en cuanto abrió la puerta.

    ―¡Para que no me vuelvas a arrojar aun lago querido!

    ―Eres una odiosa vengativa Müller ―bramó en su contra mientras la alzaba debajo de las axilas y a la vez le hacía cosquillas.
     
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