¡Hola! Hace mucho que no escribía en este lugar. Anteriormente había publicado solo un capítulo de una historia que estuve construyendo y que, por diversas razones jamás concluí así que decidí cerrar la discusión. En esta oportunidad, tengo intenciones de presentar otra historia que si bien aún está en proceso, sí espero poder terminarla, ya que tengo muchísimas ideas. Espero que les guste esta historia, aunque en un comienzo sé que habrán muchas dudas sobre la descripción de los paisajes quizás o de la apariencia de los personajes, o la edad de los personajes, pero si está escrita de esa forma es también en parte para afinar la historia al protagonista. Más adelante espero poder irles revelando los "misterios". Ojalá puedan leerla y comentar, si tienen alguna crítica, sugerencia o apreciación personal, todo será bien recibido :) Saludos y gracias por leer. __________________________________________ Primer Capítulo: “Decisiones” Son pocas las veces en que percibo algo que no sean mis propios pensamientos, de hecho a menudo paso fácilmente la vista sin ver realmente lo que está a mi alrededor, mi psicóloga me dijo entonces que si estaba deprimido, era en parte por ser muy distraído, que debía prestar atención a las cosas hermosas de la vida. Es por esto que he decidido percatarme de las maravillas de un día cotidiano, percibiendo el clima, los aromas de los parques, el sonido del canto de las aves, los colores del atardecer en el cielo, el viento, y por qué no decirlo, he podido de esta forma conocer más también acerca de mí, en el tacto de la brisa con mi cara, al percibir mis mejillas entumecidas, o tocar el pasto húmedo con mis manos, o lo mucho que me agrada ese perfume de la tierra después de una lluvia. Una de las cosas que más disfruto de salir del colegio y caminar a casa es observar mientras camino, el sol a través de las hojas de los árboles. En eso un día me golpeé en la cara con un poste de luz, por muy ridículo que suene, y al llegar a casa observé a través del espejo que me había roto la frente y que muchísima sangre corría por mi cara. Tuve que colocarme un parche que no salió desapercibido por mi madre, la cual llegó minutos después, a eso de las cinco de la tarde, cuando me encontraba tendido sobre el sillón mirando televisión. — ¡¿Qué te ocurrió?! — Exclamó asustada. — Me golpeé con un poste. — Eso es extraño — Dijo acercándose a mí y quitando el parche de mi frente — ¡Cómo te pasó eso, hijo, por Dios! ¿Te empujaron, cómo fue? — Cubrí mi cara nuevamente con el parche y me levanté del sofá. — Iba mirando hacia el cielo mientras caminaba a casa… No sé, no me di cuenta del poste… — ¿Cómo es eso de que ibas mirando el cielo? — Es que intenté hacer lo que la psicóloga me dijo — Respondí intentando ser lo más honesto posible. — ¿Acaso ella te dijo que miraras hacia arriba, pavo? — No… — hice una pausa y añadí — pero me dijo que prestaba poca atención a las cosas positivas, por eso creí que… — Ya, ya, ya — interrumpió — ¿Y eso qué tiene que ver? Mira, tienes un papá y una mamá que te aman, eres un niño bonito, inteligente, al que nunca le ha faltado nada ¿Ya? Yo no entiendo la tontera esa de que te sientes triste, hijo mío ¿Por qué, si tienes de todo? Mira, ¿sabes lo que pasa? Lo que pasa es que estás pasando por una etapa ¿Ya? ¡Eso es todo! Ya vas a ver que pronto se te va a quitar esa cosa y vas a andar como cuando chico, corriendo por ahí feliz. Si cuando niño eras tan alegre, tan sociable, yo no sé en verdad qué te pasó. — Luego de ese monólogo totalmente repetitivo que a diario escuchaba, fue a la cocina y se puso a preparar el almuerzo. Probablemente ella tenía razón, era un malagradecido de la vida que me había tocado, pero aún así ella se equivoca en una cosa. Sé que jamás volveré a ser como ella dijo, como cuando era un niño, porque cuando niño todo mi universo era distinto al de ahora, por eso yo no puedo volver a ser el niño alegre y sociable que ella recordaba como parte esencial de mi personalidad, he abierto los ojos, y lamentablemente una vez que alguien abre los ojos, no los puede volver a cerrar. Cuando era niño no había un límite entre lo mágico y lo real, entre lo empírico y lo metafísico, entre mi universo y el de un libro. Pero después uno crece, y a medida que el tiempo avanza, las experiencias y los consejos acaban con esa magia, con esa forma de interpretar el mundo como si fuese un cuento en primera persona, con un protagonista en base al cual hay todo un mundo alrededor girando. Y descubres entonces que no sólo lo más hermoso es fantasía, sino que no hay protagonista en medio de tu sociedad, y que tan sólo eres un individuo más que gira en torno a ciertas normas ya previamente establecidas, que todo es limitado, y que no existe algún lugar en el que haya simplemente nada. Donde quiera que vayas, aunque no cumplas un rol importante, y nadie te estime por lo que eres, siempre serás algo, que estará pisando un sitio, pues ya todo el universo está nombrado, y tiene como dueño al ser humano. Perteneces a un mundo, a un territorio, a un país, a una ciudad, a una familia, y aunque no te puedas escapar, si te intentas alejar, el peor castigo será la soledad. No me malinterpreten, no intento ser un filósofo existencial (aunque probablemente lo sea), pero desde hace ya algún tiempo me he llevado preguntando qué sentido tiene todo, por qué se espera algo de mí. Viví algún tiempo entre mis sueños, en medio de lo irreal, sin preguntarme más que cuál sería mi siguiente juego, mi siguiente historia. Hice por mucho tiempo lo que se esperaba de mí, fui correcto y estudioso, bastante sociable y alegre, no sé qué me sucedió, pero de pronto pensé que había hecho justamente lo que esperaban mis padres, mis profesores, mis amigos, pero ¿Qué era lo que esperaba yo de mí? Entonces me sentí asustado, realmente preocupado, pues descubrí que simplemente, yo ya no me conocía, pero… ¿Hacía falta conocer algo en mí? ¿Era alguien que debía descubrirse, o debía acaso inventarme? ¿Tenía realmente alguna identidad? Lo único que yo sabía entonces, era que no quería seguir siendo lo que no era, porque ya no estaba siendo feliz con esa sencillez, ya no estaba sonriendo como hacía tiempo atrás. Fue entonces cuando lo decidí: Jamás volverían a tomar decisiones por mí, desde ahora en adelante yo me haría cargo de mi existencia... Continuará...