Confianza

Tan frío, tan solo…

A veces no sabía por qué iba a la escuela, ¿había una razón necesariamente? Había asignaturas que no me agradaban, no conocía a muchas personas, era como estar solo, no me molestaba tampoco, la mayoría de las personas en la escuela me parecen absurdas y superficiales.

Excepto ella.

Con una sonrisa cálida…

Tenía muchos amigos, me gusta hablar y pasar mucho tiempo con ellos, solíamos ir a Karaokes, parque de diversiones, a veces a pijamadas con las chicas, aunque al fin y al cabo nunca tenía una relación tan estrecha como lo era una amistad, podía divertirme con ellos, sí, pero no había conexión al 100%.

A pesar de ello no me desanimaba, tenía una buena vida, me gustaba estudiar y defender a los débiles de los bravucones, mis amigas me decían que era poco delicada ¿pero qué importaba eso? Nunca fui capaz de encontrarme a la hora de hacer algo, no, en definitiva pensar las cosas dos veces antes de hacerla no era lo mío.

Los chicos de la escuela eran muy conversadores, pero notaba que querían coquetear conmigo o con mis amigas, eso me resultaba realmente aburrido.

¿Realmente piensan que me interesa ese tipo de cosas? Pienso que aun soy muy joven como para pensar en eso. Por ende, ningún chico llamaba mi atención.

Ninguno, menos él.

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—Son bonitas las Sakura, ¿no?

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Ambos se encontraban de pie, uno al frente del otro, alrededor de las flores de cerezo. Un chico apenado por creer que había sido descubierto observando a la chica, quien esperaba una respuesta por lo preguntado.

—S-sí… —respondió el chico mientras miraba el suelo.

—Lo sabía, estabas aquí porque no podía evitar detenerte para observarlas —le dijo la chica con una sonrisa, él la miró ¿de verdad no había sido descubierto observándola a ella?— Por fin me miras a la cara —le dijo triunfante— ¿Cuál es tu nombre?

—Angel… —respondió con una voz tímida, sentía que su lengua se enredaba, es decir: ¡La chica que quería conocer le estaba hablando! Hablar con personas no era su fuerte, mucho menos ahora que se trataba de ella, los nervios lo traicionaban.

—Mucho gusto Angel, soy Nuria —se presentó la chica, ella entendía por completo que el chico era bastante tímido como para no sacar conversación, y eso no era problema para ella— ¿Te parece si vamos juntos a la escuela? Ya falta poco —le ofreció.

—Está bien —afirmó Angel pensado en que quizá, sólo quizá, hoy era su día de suerte.

En todo el recorrido hacia la escuela, Nuria no paraba de hablar, para Angel era la primera vez que trataba tanta conversación con alguien, no le desagradaba en lo absoluto, estaba conociendo puntos y características de la chica había llamado su atención desde que comenzó la secundaria el año pasado.

—En definitiva la primavera es mi estación favorita; ¿cuál es la tuya? —esta había sido la quitan pregunta al chico en todo el recorrido.

—Mmm, yo diría que me gusta el otoño —respondió con calma.

—¡Pero si es totalmente diferente a la mía! —exclamó Nuria- Mientras a mí me gusta ver florecer a los árboles, a ti te gusta ver como la hojas caen de ellos —mencionó mientras iban llegando a la escuela— Ah, no te ofendas, no me parece nada malo, en realidad es muy interesante —le dijo con una sonrisa, Angel asintió con una sonrisa— Deberías sonreír más, te queda mejor —admitió la chica, aquéllas palabras habían hecho avergonzar un poco a Angel provocando que Nuria riera un poco al ver la expresión del chico— Aquí nos separamos, volveremos a hablar ¿verdad?

—Sí —le respondió Angel sonriendo, ella se despidió y entró a su salón.

Angel también entró a su respectivo salón, se sentía diferente ese día, con más entusiasmo, sentía que había avanzado aunque sea un poco en la conversación que tuvo con la recién conocida, Nuria. Se sentía con más confianza en sí mismo.

Nuria también sentía cierta emoción por haber conocido a Angel, tenía el deseo de poder llegar a ser más cercanos con el paso del tiempo.