One-shot de Pokémon - [Concurso Miss Fey] Jugando con Fey.

[Concurso Miss Fey] Jugando con Fey.

JUGANDO CON FEY​

Hoy es el último día de clase, que aburrido. No entiendo qué hacemos aquí cuando ya no tenemos nada que hacer. Para fastidiar más las cosas, la profesora que tenemos en esta escasa media hora que nos falta para poder marcharnos, es una pesada, la odio, a ella y su asignatura; música. Después de unos minutos de estar dibujando en mi libreta, por fin suena la sirena que anuncia nuestro inicio de vacaciones de verano, genial, yo odio el verano. ¿Por qué? Por que no hay absolutamente nada que hacer. Casi prefiero estar en el instituto, casi... No estoy tan desesperada.

Lo que más odio es la salida del edifico, todo el mundo gritando y corriendo por todos lados. ¡Qué molestos! Como sino pudieran caminar tranquilamente, después de todo, es un día normal de clases, aunque sea el último. En cuanto a mi, estoy satisfecha con mis resultados de este año, siempre me he dedicado de lleno a los estudios, sin problemas. Luego de alejarme lo suficiente, al fin encuentro algo de paz por las calles de mi pueblo, y debo decir, que odio los pueblos. A pesar del ruido, me encantan las grandes ciudades, algún día iré a vivir a una.

Llegué a mi casa rápidamente. Como de costumbre, no había nadie. Vivo con mi abuela, en cuanto a mis padres, simplemente no están. Nada más soltar mi pesada mochila me dio hambre, por lo que fui a picar algo a la nevera, no obstante, no había nada que pudiese comer que me apeteciera en ese momento, casi deseaba que mi abuela regresara pronto de su paseo de todos los días para que me hiciera de comer... pero no. En ese momento me sentía bien aquí sola, no necesitaba compañía y estaba segura que tampoco me iba a morir de hambre.

De pronto alguien llama a la puerta. ¿Quién puede ser? Ahora que pensaba acostarme un rato... ¡que se vaya al diablo! Me tumbé en el sofá para intentar dormir, poco me importaba quien estuviese llamando. No obstante, insistieron. No tuve más remedio -y con todo el coraje del mundo- que levantarme a abrir. Nada más hacerlo, una cosa azul saltó desde abajo hasta mis brazos, ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando ya lo tenía encima de mí.

- ¿Verdad que es muy cariñoso? -Decía la voz de mi abuela en la puerta.

Yo miré a esa cosa azul, la cual sujetaba con mis brazos. Me estaba mirando con unos ojos que intentaban ser tiernos. De pronto, algo hizo que se me revolviera el estómago, sentí que la sangre huía de mi cara y sentí la necesidad de soltar un grito estremecedor.

- ¡Fuera de aquí! -Escupí lanzando al Pokémon lejos de mi, obviamente hacia el exterior de la casa, por desgracia para mi, y suerte para él, cayó en el césped blandito.

- ¡Fey! -Me recriminó- ¿Cómo se te ocurre hacerle eso al pobre Riolu? -Me dijo mientras iba en ayuda del pequeño.

- ¿Cómo se te ocurre a ti traer a un Pokémon a mi casa? ¡Los odio! ¡Y lo sabes! -grité muy enfadada.

- En realidad son dos...

-¡¿Qué?! -entonces vi, justo detrás de ella, asustado por supuesto por mi causa, -cosa que me agradó- un pequeño -y diabólico a mi parecer- Growlithe lloriqueando.- ¡No quiero estas cosas en mi casa!

- Pues me temo que vas a tener que cuidarlos por unos días jovencita. -La miré perpleja- Mi hermana Lucy se ha puesto enferma, no tiene a nadie que la cuide y por lo tanto iré a la ciudad para estar con ella. Ya eres bastante mayor y responsable para quedarte sola, además estás de vacaciones.

- ¡Pues llévatelos contigo! -exigí.

Ignorando lo último que acababa de decir, entró en la casa seguida de esas dos cosas a las que tanto había odiado siempre, no me preguntéis por qué, simplemente no las aguantaba. No las quería en mi casa, en cuanto la abuela se marchara irían a la calle.

Sin perder tiempo, empezó a hacer la maleta, ¿es que pensaba irse de inmediato? Perfecto, cuanto antes se fuera antes me desharía de ellos. No iba a permitir que pisaran mi suelo muchos minutos más. La abuela salió inmediatamente de la casa no sin antes dejarme dichas unas cuantas recomendaciones para que no ocurriese nada y también me dio el número de teléfono de su hermana por si pasaba algo.

Vaya que sí iba a pasar. ¡Oh abuela esos Pokémon se escaparon y no pude evitarlo! La escusa perfecta. Dos besos, un abrazo y la abuela se había marchado ya hacia la parada del autobús. Esperaría un rato, por si a esas cosas les daba por ir a buscarla allí. Por ello, lo primero que hice fue coger una escoba. Ellos, asustados, corrieron hacia la dirección que yo había planeado y entraron de lleno en el trastero, acto seguido cerré la puerta con llave, de ahí no saldrían. Me tumbé en el sofá nuevamente. Estaba cansada, ni siquiera me di cuenta del momento en que me quedé profundamente dormida.

Cuando me desperté, resulta que había estado así durante casi dos horas. Aun adormilada en el sofá, oí mucho ruido, y un alboroto. Me incorporé rápidamente y fui directa al foco del sonido. ¡Eran esos Pokémon! De algún modo que desconocía habían salido del trastero y ahora estaban en la cocina, rompiendo platos y jugando con los cubiertos. Al verme, se quedaron quietos y comenzó una lucha de miradas. Obviamente, yo ganaba por años luz, porque si hubiese podido matarlos así, lo habría hecho.

Esos pequeños diablos salieron corriendo de la cocina y no pude detenerlos. Los perseguí muy enfadada, ahora estaban correteando por todo el salón, ¡Y rompiendo todos los marcos de fotos a su paso! Tenía que echarlos de mi casa, ¡pero ya! Me dirigí primero hacía el Growlithe, era más pequeño y supuse que más fácil de coger. El cachorro empezó a dar saltitos para esquivarme, hasta que accidentalmente chocó contra una de las patas de la mesa ¡Oh, no! Uno de los jarrones que estaban arriba de ésta comenzó a tambalearse y amenazaba con caer justo encima del Pokémon.

- ¡Cuidado! -Sin ser consciente de mis actos me abalancé y empujé al Pokémon, cayendo yo irremediablemente en el suelo bocabajo. Y para mi desgracia, el pesado jarrón cayó sobre mi cabeza rompiéndose en muchos pedazos. No recuerdo que pasó justo después, porque perdí en conocimiento.

Nuevamente abrí los ojos y acto seguidos me llevé las manos a la cabeza ¡qué dolor! Sentía una punzada enorme en el cráneo y recordé qué había sucedido. Tenía suerte de que no me hubiera abierto la cabeza. Me levanté despacio, maldiciéndolo todo. Ya se había hecho de noche y la casa estaba en penumbra, ¿dónde estaban esos pequeñajos?

Caminé silenciosamente por la casa a oscuras, cuando quise subir el interruptor descubrí que las luces no tenían intención de encenderse. Genial, todo se complicaba, cuando la abuela regresara iba a tener que escucharme. Subí al piso de arriba una vez me cercioré de que no se encontraban abajo. Menos mal que haber vivido allí durante toda mi vida ayudaba a que no me estrellara contra algo. Al entrar a mi habitación, vi moverse una sombra, seguro que eran ellos.

- Venid pequeños, se ha ido la luz. Es mejor que nos quedemos todos juntos hasta que vuelva -intenté ganármelos a base de puras cursilerías.

No obstante no funcionó, pude notar como corrió a mi lado y salía de la habitación. Y nuevamente me vi persiguiéndolo. ¿Dónde estaba ahora? Entonces escuché gritar a ese Growlithe, y de dolor. Parecía que… ¡Las escaleras! Ese Pokémon acababa de caerse por ahí en mitad de la oscuridad. Casi deseé que se hubiese hecho daño. Bueno, una patita rota me ahorraría tener que seguir corriendo. Caminé hasta las escaleras rápido y miré hacia abajo. Podía ver un bulto pequeño al final de ellas.

De repente, escuché unos pasos detrás de mi. Volví mi rostro rápidamente para ver como Riolu se abalanzaba sobre mí. Del impulso que llevaba, irremediablemente perdí el equilibrio. Entonces me vi cayendo por las escaleras velozmente. Sentía cada punzada de dolor, cada magulladura, incluso pude notar como el hueso de mi brazo derecho se desencajaba. Los gritos que formulaba mi garganta no competían con el dolor que estaba sufriendo en tan solo unos segundos.

Ni me di cuenta de que había llegado hasta abajo. El dolor recorría todo mi cuerpo, a duras penas mantenía mis ojos abiertos. Por mi rostro brotaba unos hilos de sangre que manchaban el suelo. Fue entonces cuando vino la luz. Al principio me deslumbró, cuando a los pocos segundos me acostumbré. Pude ver a los dos Pokémon delante de mi. Growlithe lloriqueaba un poco, mientras que Riolu tocaba las palmas juguetonamente. Sólo eran bebés... Mi vista se nubló poco a poco, hasta que ya no pude abrir más mis ojos.

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Autoras: Yunah y Melody