One-shot de Pokémon - Con un puñal en el pecho

Con un puñal en el pecho

Hola a todos, les dejo una historia que escribí. No sé si debería llamarse One-Shot, pues me salió un poco corto, pero igual espero que lo disfruten.

Con un puñal en el pecho​

La soledad asola las oscuras calles de Pueblo Paleta, las sombras se deslizan por ellas hasta cierta casa, donde un joven entrenador no puede dormir esa noche de penumbras. Está tendido en su cama, mirando hacia un punto inexistente. Sin poder conseguir el propósito de la noche, decide levantarse, y dar una vuelta por su silenciosa casa.​

Sus pensamientos vaguean por momentos, intentando recordar el por qué dejó de viajar hace un mes y volvió a su casa. Caminó por su casa como un fantasma, no encendió luz alguna, prefería estar en las tinieblas de la noche, al llegar al salón lo recordó todo, el por qué había abandonado su sueño y de quién era la culpa. No quería recordarlo, pero su mente no quiso escucharle.​

Todo pasó durante su viaje para convertirse en maestro Pokémon, a su viaje se le unió Brock, un gran amigo con otro gran sueño, ser el mejor criador, y vaya sí lo conseguiría. Pero también se le unió una chica, fue esa chica, "toda la culpa es suya", era lo que se repetía una y otra vez. Pero no, la culpa no era de esa hermosa joven, ella no podía saber de los sentimientos de su compañero de viaje, pues él nunca se los había revelado.​

Al principio la veía como una amiga más, una chica que perseguía sus sueños como cualquier otra persona. Pero pronto empezó a verla con otros ojos, no como amiga sino como mujer, que es lo que era, una chica preciosa con un gran futuro por delante. Nunca pensó que acabaría enamorándose de ella, pero pasó. Todos los días la veía jugar con sus Pokémon, la oía reir, y él mismo se alegraba, le veía triste y no dudaba en acompañarla y consolarla.​

Tantas veces intentó decírselo, tantas veces quiso declararse, sin embargo, cada vez que trataba hablar de ello, la palabras se esfumaban, no podía, simplemente le era imposible. Miles de preguntas se le venían a la cabeza en esos momentos, ¿y sí no siente lo mismo? ¿Y sí lo estropeo todo? No quiero perder su amistad por esto que estoy sintiendo hacia ella.​

De modo que se limitó a amarla lejos, con un nudo en la garganta cada vez que ella le hablaba. Pensó que era lo mejor, no obstante, a partir de esa decisión un gran vacío empezó a crecer en su interior, no podía aguantar, ya aguantó bastante, tenía que decirlo aunque rompiera su amistad con ella en el intento. Estaba dispuesto a arriesgarlo todo en el camino por conquistarla.​

Y lo hubiera hecho, de no ser por alguien, en su camino hacia la liga, se toparon con un chico, joven de la misma edad que su amada. Ese chico puso sus ojos en ella desde el principio. No se lo iba a permitir, hizo todo lo posible por alejarla de él, sin embargo, aquel joven se cruzaba en el camino del grupo continuamente.​

Sabía que tenía que hacer algo rápido o ese chico lo fastidiaría todo, intentó hablar con ella, pero nunca tuvo una oportunidad de estar a solas con la joven. Se estaba volviendo loco, "tengo que decírselo", esa frase era una tortura en su cabeza. Dejó de concentrarse en los combates, ya no le importaban sólo ella le importaba, por lo que empezó a perder una batalla tras otra, eso le ponía furioso.​

Empezó a perder los nervios con facilidad, todos a su alrededor lo notaron. Cada vez que intentaban hablar con él, éste explotaba, empezaba a gritar hecho una furia, nadie le entendía. Y él no quería que le entendieran, sólo deseaba estar con ella. Pero, a partir de ese comportamiento, la joven se fue alejando de él por miedo, una vez estuvo a punto de golpear a Brock porque éste le preguntó que le pasaba.​

Entonces sucedió lo que tanto temía, estando de paso por una ciudad, famosa por sus jardines, aquel joven apareció de nuevo en su vida y sobretodo en la de ella. Quiso hablar con ella a solas, intentó evitarlo pero ella no se dejó influenciar, y se marchó con aquel chico, con quien había entablado una buena amistad. Sin embargo no era amistad lo que el joven quería. ​

Por ello, estando ya a solas le dijo algo que la sorprendió mucho. Volvió después de un rato con sus compañeros de viaje, que se encontraban en el Centro Pokémon de la ciudad. Cuando la vió llegar, con esa gran sonrisa en su rostro lo supo, había sucedido, se le había declarado, y ella aceptó, aceptó sin pensárselo. No pudo soportarlo, ella hablaba de ello, muy feliz, mientras que él se sentía el más desgraciado.​

Corrío, salió huyendo del Centro Pokémon, tenía un objetivo, y empezó buscarlo por toda la ciudad. Pikachu le seguía desconcertado, intentaba detenerlo, porque si alguien se había dado cuenta de su problema, ese había sido Pikachu. Pero sus esfuerzos fueron en vano, pues acabó encontrándole en uno los parques de la ciudad.​

En cuánto lo vio, la furia se apoderó de su cuerpo, no siendo dueño de sus actos, se avalanzó sobre él sin entablar palabra alguna, y sin más le dio un puñetazo en la cara que lo tumbó en el suelo. Mirándolo desde arriba, comenzó a decirle muchas cosas, pero él desde su posición, sólo se limitó a escuchar. Una vez se hubo callado, se levantó del suelo, ahora le tocaba hablar a él, y le dijo toda la verdad del asunto.​

"Desde el primer momento me enamoré de ella, pero no soy estúpido, me dí cuenta enseguida que estabas interesado por ella, por eso me alejé. Pero pasaba el tiempo y tú no hacías nada, qué te creías, que me quedaría de brazos cruzados. Tuviste tu oportunidad y no la aprovechaste, así que ahora no vengas diciendo que te la robé, ella nunca te ha pertenecido y lo sabes".​

Esas palabras se clavaron en el pecho del joven de cabellos azabache, todo era verdad, había tenido muchas oportunidades, y las había desperdiciado todas. Bajó la cabeza, de forma que su gorra no dejaba ver sus ojos, ahora llenos de lágrimas, volvió a correr, y se alejó de allí lo más rápido que pudo, por el camino se cruzó con ella, estaba preocupada por el modo en el que su amigo había salido corriendo, pero no la escuchó y corrió aun más, tenía que salir de allí.​

Salió de la ciudad sin decirle nada a sus amigos, no quería ver a nadie, él único que estaba a su lado en ese momento era Pikachu, que siempre estaría a su lado. No sabía a donde ir, sólo se le ocurrió un lugar, su casa, sí, esa era una buena solución, volvería a casa y allí pensaría bien lo que iba a hacer a partir de ahora.​

Una vez hubo llegado, no quiso dar explicaciones a su madre, la cual estaba realmente preocupada, había recibido la llamada de Brock, avisándole de la desaparición de su hijo. Éste se encerró en su cuarto, no quería ver a nadie incluso dejó a Pikachu y sus demás Pokémon's fuera de la habitación.​

Volvía a sufrir, había recordado lo que en un mes había estado intentando evitar, pero ya no podía más, el vacío que una vez sintió volvía a existir. Se encontraba ahora en la cocina de su casa, en mitad de la oscuridad. Después de haber recordado todo, su vista se había posado en la mesa, o más en un objeto que había sobre la misma.​

Un objeto punzante relucía en medio de la oscuridad, gracias a la escasa luz de la luna, que entraba por la ventana. Sus pensamientos se volcaron hacia el objeto, ¿había solución para su sufrimiento? "Claro que lo hay, acercate a mí joven", una voz resonó en su cabeza, sin embargo allí no había nadie. La voz estaba en su cabeza, miró el objeto y se acercó a él como hipnotizado por aquellas palabras, que le prometían una solución.​

Cogió el objeto de plata, casi le pareció que brillaba más, "hazlo, sabes que no hay otro modo de huir de tu sufrimiento", otra vez la voz que resonaba en su cabeza, tenía razón, no había otro modo, ¿para que seguir sufriendo? Quería acabar con todo ahí y ahora, "¡Hazlo!". La voz le gritó desesperada, no pudo más, levantó el cuchillo con ambas manos, para acto seguido clavárselo en el pecho con todas sus fuerzas.​

Un silencio aun mayor inundó la casa, poco a poco, se empezó a escuchar un leve sonido que lo rompía. Parecía como si pequeñas gotas cayeran al suelo, y así era, sin embargo no eran gotas de agua, las gotas teñían el suelo de un color que, sino fuera por la oscuridad del lugar, se sabría que era un color vivo. El joven no hizo ningún ruido, notó como las piernas le fallaban y acabó arrodillándose.​

Apenas podía respirar, notaba como su boca se llenaba de sangre, al igual que el suelo. Miles de imágenes se le cruzaron por la mente en esos momentos, imágenes de sus amigos y de su viaje, pero, sobre todo de ella, la chica que jamás tuvo y tendrá, recordó su sonrisa, era lo último que quería recordar antes de irse para un lugar, donde nunca más la recordaría.​

De repente dejó de respirar, la vista se le nubló, ya no podía mantenerse y finalmente acabó derrumbándose en el suelo. Su sufrimiento pronto acabaría, como le había prometido aquella voz. Y ella esa chica que nunca tuvo, cuando se enterara de su muerte, y del por qué lo hizo, entonces le tocaría a ella sufrir, porque llevaría la muerte de Ash Ketchump en su conciencia.​

Fin ​

Espero que les haya gustado.​