Como siempre debió ser.

Tema en 'Relatos' iniciado por KBMaster, 20 Enero 2016.

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    KBMaster

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    Aries
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    Escritor
    Título:
    Como siempre debió ser.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3400
    Que tal gente, un gusto volver a leerlos pero bueno, hoy traigo un viejo trabajo, de aquellos días de mis inicios como escritor, tal vez no es lo mejor en romance pero espero que les guste; sin mas aquí:

    Estaba frente a ella, la brisa rozó mi cara y al levantar la vista observé su semblante serio… Siempre pone esa cara cuando ve mi rostro después de cada pelea; sé que en estos momentos debe sentir mucho odio y no la culpo, después de todo estoy solo con ella en un balcón de la iglesia... Se ve hermosa vestida de novia; con su pelo castaño suelto, su piel blanca como la luna, sus hermosos y delicados labios pintados de color carmesí.

    — ¿Qué haces aquí? — Su rostro serio me parece muy lindo. — Creí que te había dicho que no me buscaras. —Su tono gélido, siempre que me habla con él siento como si miles de agujas penetraran mi corazón; pero no pienso demostrarle que me duele.

    —Solo quería saludarte. —Intento ser lo más neutral que puedo, me recargo en el barandal del balcón, mirando a la playa; eso me trae tantos recuerdos. — Siempre quisiste una boda en la playa, ¿no es así? —rio un poco. — La boda de tus sueños; que mejor que tener al inmenso mar como testigo del amor que se tienen dos personas. — mis ojos arden un poco, supongo que es por los golpes de hace poco, ja, a quien quiero engañar, me duele saber el hecho de que pronto le pertenecerá a alguien que no soy yo, bajo la mirada.

    —Alejandro… — Se acercaba a paso lento mientras la escuchaba con claridad. — ¿Por qué ahora? ¿Por qué siempre apareces justo en el momento menos oportuno? — Seguía acercándose con pasó tranquilo, pero su voz se quebraba con cada paso. — ¿Por qué justo cuando creía que jamás regresarías? ¡¿Por qué no puedes dejarme ser feliz?!

    Al escuchar su voz levantó la mirada, sus ojos cafés están muy cristalinos mientras derraman lágrimas.

    — ¡¿Por qué siempre que estoy a punto de olvidarte, apareces como si nada?! — Estamos cara a cara, puedo oler su dulce perfume; es el que usaba siempre que salíamos. — ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!

    Comienza a golpear mi pecho mientras llora, no la detengo, me merezco esto y más; ya que… fui yo quien la abandonó hace tres años.


    En ese entonces, yo era el campeón nacional de los pesos pluma; ya estaba peleando para poder tener una oportunidad por el campeonato del mundo; ella estudiaba diseño, nos frecuentábamos mucho.

    Siempre que podía la visitaba, por lo regular después de cada pelea; aún recuerdo la primera vez que me vio lastimado, tenía el ojo morado, y creo que una gasa que cubría una cortada que me habían hecho.

    —¡Alejandro! — rápidamente se acercó a mí, mientras me hacía un montón de preguntas; ya saben las que toda “novia” preocupada haría; me tomó de la mano, me llevó a la sala de su casa donde empezó a “curar” mi ojo.

    Cuando le explique que había peleado por primera vez como profesional, se calmó.

    — ¿Qué voy a hacer contigo? —Dijo en un suspiro, mientras sostenía un trozó de bistec sobre mi ojo.

    — Pues…— en un movimiento veloz, la jalé de los hombros asiendo que ella cayera encima de mí; nuestros labios estaban a pocos centímetros de tocarse.

    —Un beso no estaría nada mal… — Ella se puso roja.

    — E… e…está bien. — Ella se arcó lento con los ojos cerrados; fue un beso cortó, pero el mejor de mi vida.

    — Jaja que fácil fue eso…— Dije mientras la abrazaba por la cintura.

    — ¡Cállate! — Dijo aún más roja.

    Los años pasaron, solo nos quedaba menos de un año para que se graduara, pero mi carrera de boxeador no progresaba, por más que intentaba no lo lograba pero entonces un viejo conocido apareció, ofreciendo a mi entrenador la oportunidad de que sus peleadores empezáramos a pelear internacionalmente pero para ello teníamos que viajar a Estados Unidos; Violeta se opuso, desde hace mucho quería que me retirará del boxeo por que en cada pelea quedaba muy mal; pero soló la ignoré, estaba obsesionado con “el mundo” así que me fui, sin despedirme, sin decirle ni una sola palabra…


    — Los siento…— Era lo único que podía decirle.

    Eso solo la hizo enojar aún más.

    — ¿Lo sientes…? — Me miró con ojos llorosos, pero la furia podía notarse. — ¡Después de todos estos años sin saber de ti, sin una llamada, un mensaje, una carta… dices que lo sientes!

    Lo que vino a continuación está de más explicarlo… Me abofeteo.

    — ¡No tienes idea de lo que sufrí! — Comenzó a elevar la voz más y más. — ¡Cada día esperando a que llamaras! ¡Cada mañana esperando a que volvieras! y Cada noche… lloraba… porque me dolía que yo no te importará

    Eso me hizo enojar.

    — ¡¿Que no me importas?! — Ahora era yo el que levantaba la voz. — ¡Sé que lo que hice estuvo mal! ¡Sé que dejarte así fue lo peor que pude hacer en mi vida! Pero…

    Volví a mirar abajo.

    — Lo único que pensaba era regresar… — reí con ironía una vez más. — Creo empecé a sentirme así cuando subí al taxi… —Sentía como las lágrimas comenzaban a salir.

    Ella me tomó del rostro, podía sentir la agradable sensación de su suave piel contra la mía, me obligó a mirarla.

    — Entonces… ¿Por qué no volvías? — su voz era más suave; era un poco gracioso, el maquillaje ya se le había corrido.

    Posé mi mano sobre la suya,

    —No podía…— Su rostro expreso sorpresa.

    — ¿Qué?

    Soltó su mano de mi agarre.

    — Simplemente no podía…— le di la espalda para que no notara mis lágrimas. — Creía que me odiabas… No tenía el valor para llamarte; no sabía que escribirte…— Me arme de valor y la miré a los ojos. — Tenía miedo…

    Su rostro reflejaba odio, podía ver en sus ojos una diminuta pisca de compasión; Proseguí con mi explicación.

    — Tenía miedo a que me dijeras que me habías olvidado. — El corazón me dolía con solo pensar eso. — Tenía miedo a que dijeras que me habías olvidado, que no te buscara, que alguien más había ocupado mi lugar; pero veo que… Tenía razón… ahora mírate…— La tomé de una mano haciendo que girara para así pudiera apreciarla desde todos los ángulos. — Te vez hermosa vestida de novia, debo admitir que estoy celoso del afortunado…

    Nos miramos, nuestros ojos están hinchados; en ese momento sentía como todo alrededor desaparecía, un montón de recuerdos invadieron mi cabeza, no pude soportarlo más, así que la besé con toda la pasión que tenía retenida desde hace tres años, No quería dejarla.

    Al principio opuso un poco de resistencia, pero pronto dejo de forcejear y comenzó a corresponderme; liberamos todos los sentimientos que no nos habíamos expresado, duramos así minutos que parecían horas. Hasta que ella se separó de mí.

    — Alejandro, no podemos hacer esto…— Dio un paso hacia atrás. — Estoy a punto de casarme…

    En un movimiento la tome de los hombros; ella evitó mi mirada.

    — Violeta… Mírame.

    —Yo… No puedo.

    — Violeta. —La tomé de la barbilla con delicadeza y la obligue a verme. — Violeta mírame y dime que ya no me amas; dime que me has olvidado, que estas dispuesta a compartir tu vida con aquel hombre, solo dilo y yo desaparece de tu vida para siempre.

    Ella no dijo nada; intentaba decir algo pero no podía; en eso alguien entró, ambos volteamos a ver de quien se trataba, era la madre de Violeta; supongo que ya era hora de que la novia apareciera.

    — Vamos Violeta, no hagas esperar más a…— En cuanto me vio su rostro era de total sorpresa.

    —Al… Alejandro…— Su expresión era como si hubiese visto a un fantasma. — ¿Q-Que haces aquí?

    Intento disimular, aparentando que nada pasó.

    — Hola señora. — Me alejé de Violeta, sentí como acariciaba mi mano.

    —Solo vine a dar mis felicitaciones a la novia… — Me dirigí a la puerta, antes de salir le di un último vistazo a Violeta. — Fue un gusto volverla a ver señora, perdón por no traer regalo pero solo vine de pasó, adiós.

    — No hay problema Alejandro, nos vemos. — fue lo único que me dijo la madre de Violeta.

    Salí sin voltear, sin detenerme, no me importaba que me reconocieran mis viejos amigos solo seguía caminando, crucé la puerta de la iglesia, camine por la acera; no tenía ningún rumbo o lugar al que dirigirme; en algún lugar de mi corazón quería que ella apareciera detrás de mí, que dijera que quería quedarse conmigo para siempre y huir lejos de aquí donde nadie más nos encontrara.

    — ¡Haaa! leer tantas historias de amor me esta afectando. — Seguí caminado toda la tarde, hasta que oscureció; mis pies me llevaron hasta un muelle, sí que las estrellas se veían hermosas en el cielo; me senté en una banca cercana para admirarlas. — “Me pregunto si en estos momentos esta penando en mi”

    Una pequeña risa de ironía salió de mi boca; no creo, supongo que en este momento debe estar celebrando, pasando la escena de hace unas horas como un trago amargo.

    Sí que me duele admitirlo, pero estoy feliz por ella, sé que no es tonta y que ha encontrado a un buen hombre que la cuidara bien, sé que está apunto de disfrutar de una nueva etapa en su vida… sé que tarde o temprano… me olvidara.

    No lo soporto más y comienzo a llorar; dejó salir todo lo que tengo en mi sistema.


    La noche pasó en menos de un parpadeo, no dormí en toda la noche solo me la pasé recordando los momentos que pasé junto a ella; sí que ha estado junto a mi desde que recuerdo; desde que mi padre y mi madre murieron, ella fue la única de todos mis amigos que se preocupó por mi bien estar, y la única que me sacaba una sonrisa… Pero no podía pasármela lamentando, tenía que continuar, yo la amaría el resto de mi vida aunque ella no sintiera lo mismo por mí.

    — Ya no sirve de nada lamentase, de seguro el viejo me esta buscando. — Me puse de pie; sé que es va a ser muy difícil poder superarla pero no puedo dejarme caer, me duele pero eso sanara algún día como dicen: “El tiempo lo cura todo”

    — Mejor llamo a Manuel debe estar hecho una furia. — De una manera u otra me consuela saber que tengo una familia que me espera, ellos podrán ayudarme.

    Busco mi celular por todos lados pero no lo encuentro, creo que lo tiré por alguna parte mientras caminaba; a veces incluso yo me sorprendo de lo idiota que llego a ser, primero Violeta y ahora mi teléfono.

    — Haa, mejor busco un taxi o Tania se va a preocupar por que su “hemanito” no aparece.

    Justo cuando me doy la vuelta, veo algo que me deja boquiabierto… no, no, no mi mente debe estarme jugando una broma, solo necesito una buena siesta.

    — Alejandro… — Su voz es tan parecida… pero no creo que sea real, digo si me buscara no creo que aun estaría vestida de novia, despeinada, nada parecido a lo que vi ayer.

    Solo ignoré lo que decía, es la manera simbólica de decirle adiós, así que seguí avanzando; entonces sentí un tremendo golpe en la cabeza.


    — ¡Cuantas veces te he dicho que no me ignores! — Solo la pude mirar a los ojos. — ¡Así es como me agradeces después de estarte buscando toda la noche!

    Así que no era una ilusión; ignoré el dolor.

    — Vi-Violeta ¿Qué haces aquí? — Me acerco para mirarla y cerciorarme de que de verdad no era una ilusión. — No se supone que ahora deberías estar con tu… marido

    Solo se limitó a suspirar.

    — Alejandro… no me casé. — Lo dijo sonriendo, eso me dejo aún más sorprendido.

    — ¡¿Qué?!

    Ella puso su mano sobre mi mejilla.

    — Después de que te fuiste… mi madre charlo conmigo, por un buen rato. — Me llevó a la banca donde estuve sentado. — me contó muchas cosas, entre ellas como mis abuelos se “casaron”… Sabías que mi abuela es italiana y mi abuelo español, ambos estuvieron en una situación similar a la nuestra, pero al final decidieron fugarse a otro país…

    Ella jugaba con su mano, nerviosa.

    — En ese momento me di cuenta… — hizo una pausa para tomar valor.

    — Te diste cuenta de…

    — De que te amo…— Me miró, sus ojos estaban cristalinos. — De que no puedo imaginar una vida en la que tu no estas, donde todos los días me lamente de haberte dejado ir y piense como hubiera sido mi vida contigo. — Baja su mano hasta encontrarse con la mía. — No quiero que me dejes, quiero compartir el resto de mi vida contigo, no me importa lo que digan de mí, solo quiero estar contigo.

    Mi corazón se aceleró; ¿Sera verdad lo que dice?, aun la miró, sus ojos tienen ese brillo lleno de sinceridad, es esa mirada… Por la cual me volví boxeador, para protegerla… Un recuerdo de hace tanto se hace presente.


    Cuando era niño jugaba todos los días en un parque cercano a casa, la gran diferencia entre los otros niños y yo, era que la mayoría del tiempo intentaba llamar la atención de una niña que recién se había mudado; ella era muy tímida por eso no hablaba con nadie, todos los demás niños la tachaban de rara pero yo no; no me gustaba verla sola, creo que el mejor día de mi vida fue cuando por fin pude hablar con ella.

    — ¡Oye! — Dije desesperado, ya me había dado por vencido intente todas las cosas que papá me había enseñado y ninguna había funcionado. — ¡No sé qué te pasa, pero no puedes pasártela así siempre! — Me acerque mucho a su cara, ella se puso un poco roja. — ¡Así que dime que te pasa! ¡¿Por qué no quieres jugar conmigo?!

    Estaba que echaba humo… Sí que odiaba a las personas con esa actitud; pero de la nada ella se puso a llorar; todos los niños se nos quedaron viendo, me puse muy nervioso pero entonces escuche las primeras palabras que salieron de su boca con esa dulce e inocente voz.

    — ¿Po-porque tenías que gritarme? — En ese momento todo se desvaneció. — Y-yo solo… quiero un amigo.

    Mis esfuerzos habían dado frutos.

    — Pues no llores más…— Tome su mano. — Porque yo seré tu amigo.

    Desde ese día todo el tiempo me la pasaba con Violeta; jugábamos a todo lo que ella quería, pero los demás niños nos molestaban, al principio eran burlas comunes, pero un día algo que cambio mi vida pasó.

    Jugábamos a las escondidas, a Violeta le tocaba buscarme…

    — Listo o no, aquí voy. —Me buscaba por todos lados.

    Entonces tres chicos, un poco mayores, aparecieron y comenzaron a molestar a Violeta, al principio con palabras, pero entonces mientras ella retrocedía por el miedo uno de ellos le puso el pie provocando que callera; supongo que por el miedo ella gritó.

    — ¡Alejandro! — Pude escucharlo desde mi escondite, que no era muy lejos de ahí, así que a toda prisa fui a buscarla.

    — ¡Cállate! — Justo cuando llegué, vi como uno de ellos la golpeaba en la mejilla, provocando que ella llorara aún más.

    Así que sin pensármelo dos veces me lancé en contra del que la había golpeado, a pesar de que mi padre era boxeador yo nunca me había interesado por pelear, así terminaron dándome una paliza, se fueron muy satisfechos, yo me quede en el suelo; estaba llorando por la impotencia de no haber podido defender a mi amiga.

    Violeta se me acerco preocupada, me dolió aún más el ver su mejilla toda hinchada.

    —Al ¿Estas bien? — Se sentó junto a mí. — Lo siento…

    Deje de llorar.

    — No te disculpes Violetita. — me sequé las lágrimas, y la abrasé con todas mis fuerzas. — Te prometo que seré más fuerte y te protegeré de ellos para que no te vuelvan a lastimar.

    Llegando a casa le pedí a papá que me entrenara, inventando la excusa de querer ser un gran boxeador, desde ese día me prometí a no volver a dejar que nadie lastimara a Violeta.


    Al recordar todo eso no pude evitar abrazarla con todas mis fuerzas esta vez no me contuve comenzando a llorar.

    — Violetita… lo siento. — Ella entendió el mensaje, solo se limitó a acariciar mi nuca. — No cumplí mi promesa, te dije que no volvería a dejar que te lastimaran pero eso fue lo que hice, te dejé sola.

    —Solo por mi estúpida ambición nunca consideré que te sentirías sola… Sí que soy un estúpido, si estoy en el boxeo es por ti, por querer ser más fuerte para protegerte para que nunca tuvieras miedo.


    — Lo sé Al, pero también fue mi culpa. — Ella también empezaba a llorar. — Fui una desconsiderada al no apoyarte en tus sueños, como buena novia mi trabajo era servirte de “bastón” para que cumplieras tus sueños, no para que los dejaras… Después de todo es la única conexión que te queda con tu padre. — Mientras aún seguimos abrazados, nos miramos a los ojos.

    —No te merezco, eres demasiado buena para un idiota como yo. — No quiero soltarla, ella es la cosa más importante en mi vida.

    — Por supuesto. — Ríe un poco. — Pero si no estoy contigo, quien se hará cargo de que no cometas más idioteces. — Me dio un beso corto en los labios.

    — Ese ha sido el mejor beso de todos. — Me pongo de pie, le ofrezco mi mano, ella la toma, comenzamos a caminar. — Manuel va a estar muy contento de volverte a ver, siempre me molestaba con, “Debes apurarte en convertirte en campeón, si no mi cuñada se va a cansar de esperarte”

    — Y tenía mucha razón. — Entonces se detuvo de repente. — Espera… eso quiere decir que tu…

    — Si, me volví campeón la semana pasada…— me rasqué la nuca con nerviosismo.

    — Quien lo diría, mi “esposo” es el campeón mundial.

    — ¿Esposo? — Dije confundido. — Pero si no nos hemos casado…

    — Y quien dice que es necesario casarse, para mí con que tú estés conmigo será más que suficiente. — Seguíamos caminando, una que otra persona se nos quedaba viendo, lo más probable es que sea porque Violeta esta vestida de novia y porque algunos otros me reconocían.

    Hablábamos de lo que había pasado durante tres años; ella me contó que cuando me fui un viejo “rival” se casó y ahora tiene familia con una vieja amiga llamada Laura; también que ella trabaja como diseñadora una de las empresas más importantes del país y que la persona con la que estuvo a punto de casarse era el hijo del dueño.

    — ¿Pero eso no hará que pierdas tu empleo?

    — No me importa, de todos modos era un patán, solo se la pasaba alardeando de sí mismo.

    Ambos reímos por ese comentario.

    Yo le conté todo lo que había vivido en Estados Unidos; Mis peleas, cuando Tania y Manuel fueron padres, sí que hubo problemas para eso, el hospital más cercanos estaba a dos horas fue una verdadera carrera contra reloj.

    — Ósea ¿que ya tenemos un sobrino? — Dijo con los ojos muy abiertos. — Aww ya quiero conocerlo.

    — Conocerla… — La corregí. — Jesica es una niña muy linda.

    Eso la puso aún más emocionada.

    También hablamos de lo mucho que sufrimos por la ausencia del otro, el hecho de que casi se casa con alguien más por obligación que por amor, de lo frustrado que me sentía porque ella no estuviera presente en mis peleas.

    — Eso ya no importa. — Me dijo tomándome de las dos manos. —Ya no vale la pena llorar por cosas así, lo importante es que superaremos esto juntos y que a partir de ahora seremos felices.

    Me dio la más dulce de sus sonrisas.

    — Tienes razón… De ahora en adelante seremos felices, pero antes que todo. — En un movimiento la cargo como si estuviéramos recién casados.

    — Alejandro ¿Qué haces? — Dijo riendo.

    — Pues como dijiste que ya estábamos casados, decidí cargar a la novia.

    Comencé a caminar hacia nuestra nueva vida; una vida llena de felicidad, tristeza o amargura pero siempre unidos, nada nos iba a separar. Estaríamos ahí el uno para el otro, como siempre debió ser…

    Bueno gracias por haber pasado por aquí, bueno espero sus opiniones, nos vemos; BYE.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Pluma de
    Escritora
    Eso de presentarse el día de la boda de su amada, a quien abandonó años atrás, pues mira que sí le funcionó. Me gustó ese viaje mental al pasado, pues así se pudo comprender un poco más de la historia de estos enamorados que casi se pierden el uno al otro. El perdón cuando hay amor puede hacer que el final termine feliz, como sucedió aquí. Violeta tomó la decisión correcta, pues vivir en una unión con alguien que no se quiere tanto como el amor pasado, puede traer mucha infelicidad.

    Saludos.
     
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