"Como quieres que me olvide de tí"

"Como quieres que me olvide de tí"

Hola a las chicas que estan leyendo mi FF!!! Primero que nada quiero pedir disculpas por la infraccion que cometi... :( Gracias por perdonarme...
Bueno acá les traigo mi primer FF, como es el primero es un One-shot, espero que les guste y me den sus opiniones... Chau y GRACIAS :saltarin:

Como quieres que me olvide de ti
El día en que dejé de ser un chico de doce años, fue un día en el que recibí una caricia de una mujer. Nunca me sentí atraído por ella, ni siquiera me fijé, pero me enamoré de ella en aquél mismo instante.
Desde entonces mi felicidad se basó en miradas furtivas, sonrisas esporádicas y conversaciones muy poco usuales. Era tal mi obsesión por ella, que mi rendimiento académico en el tenis bajó en picado. Incluso un día me atreví a regalarle flores.
Pasaba los días sufriendo y gozando del amor que sentía, pero sin embargo, ella pertenecía un mundo muy distinto al que yo pertenecía… básicamente no pertenezco a ningún lugar y su compañía no era la más adecuada para mi, ya que en su día fui agredido por sus amigos.
Aunque intentara disimularlo, la gente sabía que yo sentía algo muy especial por Sakuno. Repentinamente, Sakuno pasaba los días a mi lado, y aún así no conseguía agarrarle confianza, siempre me mostraba tímido con ella.
Un día, jugando tenis en la playa, al finalizar me agarro del brazo y me llevó a un lugar apartado. Me daba la sensación de que me iba a arrancar el brazo.
-Ryoma, hay algo muy importante que debes saber.
-¿Sí?
-Yo, estos días, he pasado todo el tiempo que he podido contigo porque… yo…-cerró los ojos con fuerza- ¡TE QUIERO!
La frase que tanto había anhelado se cumplió. Me hubiera encantado disfrutar de ese momento, pero me quedé sin palabras, sin respiración y casi paralizado. Sakuno se percató, me volvió a agarrar del brazo y me besó. El primer beso de mi vida, se cumplió cómo yo siempre quise.
Mi querida Sakuno no se quedó satisfecha aún. Me abrazó con fuerza y me dijo:
-¿Me amas?
Recuperé la fuerza en la voz y le dije:
-Cómo quieres que me olvide de ti, si cuando cierro los ojos vuelvo a recordarte…
-Esa frase me la inventé yo -dijo con una sonrisa en los labios.
-¿Acaso no es suficiente para demostrarte mi amor?
-Claro que no -y me besó otra vez.
¡Toda esa montaña rusa de sentimientos en cinco minutos! Me pareció increíble.
Pasaron los días, (naturalmente al lado de Sakuno) y pasé de sufrir y ser feliz, a ser feliz únicamente.
Todos los compañeros de la clase se quedaron paralizados cuando vieron la manera de la que mostraba mi amor: la besaba siempre que podía, le hacía varios regalos, le escribía cartas románticas y poesías… se extrañaron de la manera de mostrarme con Sakuno porque aunque esté mal decirlo, ninguno de ellos sabe lo que es amar.
Llegó el invierno, siempre con este ritmo de vida amorosa. Daba la casualidad de que Sakuno los últimos días antes de las navidades, se mostraba triste y distante, lloraba, en ocasiones le veía marcas que me hicieron deducir que se autolesionaba.
Finalmente, cuando reanudamos las clases, me encontraba leyendo en el recreo cuando se acercó Sakuno acompañada de “su tropa”. Sakuno seguía igual de deprimida que siempre y sus amigas se acercaron con una sonrisa maliciosa en los labios.
-¡Eh, tú! Deja de leer la Biblia, y escucha un momento.
-No digo nada porque está Sakuno aquí delante. ¿Que han venido a gritarme?
-Sakuno no está enamorada de ti. Me parece que está así porque no te aguanta. En realidad salió contigo para saber si tu tenias onda con ella.
Yo al principio intenté esconder mi sorpresa, porque a pesar de “la manera de ser” de las amigas de Mónica, casi siempre iban diciendo la verdad, lo que pensaban, etc. Miré a Mónica sorprendido, la cual rehuyó mi mirada y con lágrimas en los ojos, se arrodilló ante mí me abrazó y me dijo:
-Perdóname…
Sentí que todo mi mundo interior se hacía pedazos, que mi alma se resquebraja lenta y dolorosamente, mientras oía reír a “la tropa”. Sakuno se marchó corriendo.
Una semana después de aquello, llené una mochila de pesadas rocas, tomé un taxi y le indiqué al conductor la dirección al puerto más cercano, pero cuando el automóvil se disponía a marchar, me pareció ver a Sakuno corriendo y tomando otro taxi. Llegué al puerto intentando no creerme que había venido para pedirme perdón, así que volví a mi objetivo: suicidarme. Volví la vista atrás un último instante, y efectivamente, Sakuno, con lágrimas en los ojos corría para encontrarse conmigo.
-¡Perdóname! - gritaba.
-Te amo. - dije sonriendo.
Me dejé caer de espaldas y lo último que oí fue el grito de Sakuno rogándome que no desapareciera. Permanecí cerca de dos minutos de sufrimiento antes de perder el conocimiento.
Desperté en un hospital con una máscara de oxigeno ayudándome a sufrir en vez de ayudarme a vivir. Al lado derecho de la cama se encontraba Sakuno, dormía plácidamente, o eso me pareció, en una silla del hospital. Era de noche y mi querida Sakuno no paraba de repetir “perdóname, jamás quise hacerte daño”.
En sus manos había un papel, que alcancé sin moverme de la camilla. En un solo folio y en innumerables líneas, había escrito una y otra vez de varias maneras que se había dado cuenta que ella también me amaba, que se dio cuenta cuando estuvo a punto de perderme, que era lo mejor que le había pasado en la vida… me levanté agarre un lápiz de su estuche y en la otra cara escribí todo lo que sentía por ella, que también había sido lo mejor que me había pasado en la vida…
Durante meses acudí a psicólogos y psiquiatras que llegaron a una misma conclusión: cómo yo he sido siempre un niño maltratado, este último incidente fue una estocada definitiva y que por eso quise suicidarme, pero que no debía tener miedo a vivir.
Cuando regresé al instituto, volvía ver a Sakuno, ya que vamos a la misma clase. Aún tenía marcas en los brazos y la faz y por lo tanto seguí creyendo que se autolesionaba.
Un día, cerca de final de curso, en una excursión que hicimos a la playa, me acerqué a Sakuno. Estaba sola, porque su tristeza empezó a afectar a toda su vida, incluida la vida social.
-Es verdad que lo más bello es lo más singular. - dije. Sakuno sonrió radiante.
-Creía que no volverías a hablarme. - respondió.
-¿Acaso crees que no lo he intentado? Sí. He intentado odiarte y no he podido, porque te amo tanto más que a la vida misma.
-Yo ya me odio. Jamás podré perdonarme a mí misma, y jamás sabré que me impulsó a hacerte lo que te hice.
-¿Cómo quieres que me olvide de ti? Y esta vez es una pregunta-Los dos nos besamos.
Y jamás en mi vida, (en mi corta vida, para ser exactos), he sido tan feliz cómo lo fui en el momento que perdoné a quién no tenía que perdonar. Le jure amor eterno…
FIN... :)

Espero que les alla gustado... Y me gustaria que me dijeran si quisieran que escribiera otro... CHAU