Colonos II EL IMPERIO DEL ESTE Y EL ASCENSO DEL PRINCIPE NEGRO

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por joseleg, 13 Noviembre 2011.

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    Colonos II EL IMPERIO DEL ESTE Y EL ASCENSO DEL PRINCIPE NEGRO
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1542
    Colonos II
    EL IMPERIO DEL ESTE Y EL ASCENSO DEL PRINCIPE NEGRO

    Prologo

    Bueno, aunque este podría ser denominado un fanfic al estilo de Gundam, en mis Fanfics jamás tomo la historia original, tan solo elementos y nombres. En este caso voy a continuar con una historia que ya había escrito antes, integrando elementos de estilo gundam, aunque para ser francos lo único que faltaba era el nombre a algún meca y que el rostro sea el rostro de un gundam.

    1

    10 de abril de 2226, es de noche y me encuentro buscando a un hombre. Las calles de la vieja Bogotá se encuentran salpicadas con el agua de una tormenta. No es que fuera un gran problema, en la mayoría de las ciudades del mundo es fácil lidiar con eso si no fuera por la guerra. La destrucción de gran parte de la ciudad hace varios años durante una rebelión en contra de la Confederación de Estados Americanos. Muchos creyeron a un gran príncipe y alzaron en armas, para luego ser traicionados. La verdad no sé cómo los humanos pueden entregar todas sus esperanzas en solo una persona, eso es demasiado poder para un solo hombre aunque sea un rey o un príncipe. Tal vez sea el hecho de que somos primates, y como todos los primates nos organizamos alrededor de un gran líder, así este sea un maldito aunque magnifico bastardo.

    Sin embargo esto no es lo que me trae hasta este lugar, lo que me trae lugar es el reporte de un contacto en el ejército sobre un hombre que puede saber algo acerca de “el”… Mis superiores se encuentran muy nerviosos por lo que sucedió en las fábricas de Protorn Inc, hace unas dos semas, aunque para serles francos esta clase de incidentes se ha estado haciendo cada vez más y más comunes. Tal vez sea el hecho de que las armas de guerra se hacen cada vez más y más poderosas, armas que en manos de pocos bien experimentados pueden desatar el caos y la inestabilidad a naciones enteras. Aunque para ser franco este punto de vista siempre me ha parecido romántico y tonto, las guerras se ganan con soldados, no con héroes.

    Así que aquí estoy, en medio de un barrio de prostitutas y maleantes, lo único que evita que me asesinen es tal vez el hecho de que compré la protección del mafioso del área, aunque su precio sea realmente obsceno solo por una noche, supongo que esta cara de lo que ellos llaman gringo no es muy útil. En frente de mí se encuentra un bar de mala muerte, aunque he de admitir que con el clima en este estado, el aire tibio aunque pútrido del lugar parece un buen incentivo.

    Hey hermanito, este lugar no es para menores de edad – dijo el hombre del bar, un hombre gordo y mal encarado, con un rostro grasiento y lleno de verrugas.

    ¿Te sirve esto como identificación? – pregunté al asqueroso sujeto, la verdad no se porque a los soldados que les va mal en la vida les gusta terminar en antros como este. Entonces lo vi, justo como me lo habían descrito.

    Cantinero, deme otro trago, o como le llames a eso – dijo aquel hombre, su abrigo impedía ver bien sus características, pero el leve destello que vi sobre su mejilla izquierda confirmó mi expectativa, un ojo bionico de segunda generación, bastante útil y sensible, pero con una cosmética pésima, pues hacían ver a los que lo usaban como si fueran androides de algún tipo. Por otro lado eran las mejores prótesis que podías adquirir a bajo precio si no fuera porque su uso prolongado generaba unas feas migrañas. A primera instancia hubiera pasado de él, su pronunciación de este idioma de barbaros se ajustaba perfectamente al acento de alguna región alrededor de esta ciudad, por lo que pasaba por un nativo, bastante extraño pero aun así, lo bastante bueno como para que las personas pasaran de él como otro perdedor más en esta laguna de lodo

    No has pasado en meses Loony, si no pagas, simplemente te quedas seco – contestó el feo cantinero llevándose un pedazo de trapos sucio al hombro mientras que con la otra mano realizaba un movimiento con los dedos, indicando dinero.

    Si pudiera te daría este ojo como empeño – contestó Loony con una sonrisa de sarcasmo, su cabeza estaba gacha mirando a la copa de licor.

    Jefe, yo pago – dije interviniendo en la conversación, me acerqué a la mesa y dejé un fajo de billetes. Si ¡billetes!, es extraño, aunque esta área formalmente pertenecía a la Unión de Estados Americanos su economía aún se basaba en estos insulsos cuadros de papel sucio, supongo que debo agradecerle a la señorita Lara, yo aún creía que en este lugar se usaban al menos las tarjetas de débito, y eso que estas son anticuadas.

    Parece que apareció un niño gringo para salvarte el trasero – dijo el tendero tomando el dinero – ¿no será tu hijo bastardo?, en todo caso dinero es dinero.

    Eres algo joven para ser un asesino… o un agente federal así que asumo que no vienes a matarme o a arrestarme – dijo Loony llevándose un sorbo de licor.

    Eso es el famoso aguardiente – pregunté tratando de evadir el tema por el momento.

    Detesto el aguardiente – dijo Loony – además el aguardiente no es rojo estúpido, esto es ron.

    Cantinero, una botella de ron para los dos – dije

    El cantinero sonrió mientras contaba los billetes, luego se acercó a nosotros, se inclinó debajo de la barra durante unos instantes, parecía que estaba abriendo un candado o algo parecido. Mientras yo pensaba en como aun utilizaban tan primitiva tecnología Loony habló.

    ¿Que desea el príncipe de un viejo soldado como yo? –

    ¿Ya te diste cuenta? – le respondí, en realidad me alegraba el hecho de no tener que dar demasiadas explicaciones en un lugar como este.

    Su alteza desea encontrar a su escudero – le respondí.

    Loony me miró fijamente a los unos, y entonces pude ver su mirada, una mirada llena de tristeza y agotamiento, y aun así la expresión de su rostro expresaba cierta alegría.

    La última vez que esos dos se vieron no pasó nada bueno, ¿de qué le sirve a un príncipe demandar los servicios de un escudero rebelde? –preguntó Loony mientras desviaba su vista nuevamente a la copa.

    Él es poderoso y eso es lo que importa – contesté.

    Entonces Loony se hecho a reír, de manera descontrolada, luego me miró con algo de amargura.

    Yo lo traicioné en las estepas del norte de Mongolia, ¿esperas que yo sepa donde se encuentra? – preguntó el.

    Hace dos semanas hubo un ataque a unas instalaciones de Protorn, y fueron robados algunos planos, el agente responsable de tal acción es esta persona – dije, pasando varias fotos a Loony, que no pudo más que quedarse paralizado como una estatua, su ojo cibernético si hizo pequeño mientras enfocaba con la mayor resolución de la que era capaz, el rostro de una mujer joven de fisonomía oriental, de piel clara y cabello azul.

    No, ¡imposible!, ella debería estar muerta, yo vi esa batalla – dijo Loony – el chico había derrotado a mi exoesqueleto y me eyecte a penas para evitar la muerte, una esquirla de la explosión impactó en mi ojo izquierdo, pero aun así, tuve la fuerza suficiente para arrastrarme y verlo, su máquina, la cabina, la espada del chico atravesó el torso del “Izdubar”.

    ¿Ahora crees que si es posible encontrarlo? – pregunté nuevamente

    “El señor del infierno”, ese fue el nombre que le dieron después de la batalla de Pekín, era gracioso porque cuando interactuabas con él, no parecía ser una mala persona, aunque algo triste y amargado, sus ojos siempre miraban a ninguna parte, aunque cuando se encontraba cerca de aquella chica cambiaba bastante… Si deseas encontrar a Santiago Foster deberás cruzar la mitad del mundo – contestó – y deberás llevarme con tigo.

    Su alteza ya había predicho su petición, bienvenido a bordo del Kirin, Mayor Loony – contesté, su alteza había tenido razón en todo, ahora solo esperaba que pudiéramos encontrar al Señor Infernal antes de que sucediera lo peor, para el reino de Eurasia o para toda Europa.
     
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