Coimetrofobia

Tema en 'Relatos' iniciado por Yoruichi, 19 Mayo 2009.

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    Yoruichi

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    Coimetrofobia
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    Coimetrofobia

    Coimetrofobia

    El joven bajaba cautelosamente por la embarrada cuesta, deseoso de llegar a su casa y sentarse a cenar con su familia, que debía de preguntarse por qué tardaba tanto en llegar. Aquel había sido un día especialmente ajetreado en el hotel; había llegado una excursión de ancianos y lo habían llenado, por lo que no paraban de trabajar, si no en la cocina, en las habitaciones y si no en recepción… Por aquel motivo había dejado su puesto de trabajo casi dos horas después de la cuenta y se le había hecho de noche. Para colmo llovía y debía andar con cuidado ya que a las afueras de la ciudad, el camino que lo llevaba a su casa, casi pasando por el cementerio, no estaba asfaltado.

    Su casa se encontraba a apenas un kilómetro de la ciudad. Era una vivienda muy amplia y alegre, en una zona tranquila. El hogar ideal, se decía siempre, de no ser por su cercanía al cementerio, algo que siempre lo había inquietado. No sabía exactamente por qué, pero siempre había sentido miedo cuando pasaba al lado del cartel que rezaba “Cementerio”, junto al cual había una señal de desvío. Evitaba mirar hacia el estrecho camino rodeado de pinos. Le producía una sensación de desasosiego inexplicable, como si aquellos árboles fueran a cerrarle el paso y obligarle a dirigirse al campo santo… Para evitar fijarse en ello, pues, muchas veces tarareaba o incluso cantaba al pasar por allí.

    Pero aquella ocasión era distinta. Era totalmente de noche y el camino apenas estaba iluminado por una farola cada cuarenta metros. Sólo se veía alguna que otra luz a lo lejos, procedente de casas como la suya o, tras él, numerosas luces de la ciudad, que empequeñecían y perdían brillo a cada paso que daba. Encima la lluvia iba acompañada por una niebla que se espesaba por momentos, aunque aún podía localizar la luz de las farolas. De todos modos, se dijo, tenía una linterna bastante potente, no corría el riesgo de equivocarse de camino e ir al cementerio.

    Estaba ya cerca del cartel, según sus cálculos. Efectivamente, a los dos minutos vio el estropeado letrero con su indicación… Solo que ésta estaba en el suelo. Alguien la había arrancado de cuajo y había escrito sobre ella. Con el corazón en un puño miró fijamente la señal, medio oculta entre la hierba y sin poder evitarlo dirigió la vista al camino que llevaba al lugar de reposo de los muertos, una senda pobremente iluminada cuyo final no alcanzaba a distinguir.

    Entonces recordó una ocasión, cuando tenía diez años, en que unos compañeros de clase habían ido con él al cementerio de noche para acabar dejándolo solo. Eso fue cuando aún vivía en la ciudad, hacía casi otros diez años, pero nunca olvidaría aquella sensación de pánico que lo inundó y le impidió pensar en otra cosa que no fuera huir de allí lo más rápido que pudiera, la misma sensación que ahora comenzaba a sentir y que tanto temía. Era un pánico irracional que le nublaba la mente y le hacía sentirse completamente indefenso, impidiéndole pensar con claridad, que era precisamente lo que necesitaba en situaciones como aquella.

    Siempre se había preguntado si aquel miedo venía a raíz de esa noche. Lo lógico era que así fuese, razonaba, pero le daba la sensación de que lo acontecido aquella noche no había sido nada más que la demostración de algo que siempre había llevado consigo. Intentando controlar el miedo que poco a poco se apoderaba de él, se obligó a seguir avanzando. Movió una pierna, después la otra… Después de seis años yendo a pie a la misma casa podría encontrarla hasta con los ojos vendados, por lo que se dirigió acertadamente al camino de la izquierda, sobrepasó el letrero y se animó a si mismo a continuar adelante. Segundos después había recuperado el dominio de sus actos y caminaba con algo más de seguridad, ahora cuesta arriba.

    Minutos después comenzó a jadear por el esfuerzo, por lo que creyó conveniente aminorar la marcha, ya que se había alejado del camino que iba al cementerio. El temor aún lo acechaba y lo acuciaba a correr, pero en su fuero interno sabía que ello era una soberana tontería. Nadie lo perseguía, ni vivo ni muerto y estaba cada vez más lejos del cementerio, cuya iluminación no alcanzaría a ver hasta que llegara a su casa, dada su localización. Entonces, ¿por qué no dejaba de recordar la entrada del cementerio, la capilla y las primeras tumbas con sus respectivas lápidas? Esas imágenes no lo dejaban tranquilo, lo perseguían… Y el muchacho hacía lo imposible por apartarlas de su mente, obligándose a pensar en cosas alegres como las vacaciones que la semana siguiente tomaría y dedicaría a visitar a sus primos que vivían en un pueblo al lado de la playa…

    Sin embargo, cualquier detalle, como el sonido del mar o la risa de su prima de doce años acababan tornándose oscuros y terribles, por lo que debía pensar en otras cosas no tan alegres como el trabajo, el fin del verano, la universidad, etc. Llevaba varios suspiros cuando le pareció oír a alguien tras él. Más que inquieto giró la cabeza pero no vio a nadie. Esto lo perturbó enormemente y su mente voló de nuevo a las anchas rocas que formaban las paredes de dos metros del cementerio. Pensó en la tontería que había sido el construirlas. Por un lado porque si alguien se proponía acceder a él no tenía más que conseguir una escalera y por el otro porque…

    Un escalofrío lo recorrió al darse cuenta del vuelco que habían tomado sus pensamientos. Se sintió estúpido por pensar en semejantes idioteces, pero también se sintió desvalido, desprotegido y desamparado. Tragó saliva con dificultad, pues notaba un nudo en la garganta y aguzó el oído. Había comprobado que intentar pensar en otras cosas no servía, por lo que decidió estar atento de cualquier sonido que le pareciese extraño. Por suerte no oyó nada más en los diez minutos de recorrido que quedaban y el alivio comenzó a inundarlo cuando vio a lo lejos luz en su casa.

    Sin embargo aún le quedaba un último susto que soportar aquella noche. Espantado observó cómo de repente la luz titiló hasta desaparecer completamente. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Echó a correr en dirección a la vivienda antes de pararse a pensárselo dos veces. Salió a un llano despejado y el viento lo golpeó duramente, pero él siguió, intentando por todos los medios no mirar a su derecha, donde a casi dos kilómetros de distancia algunas farolas brillaban intensamente iluminando la fachada del cementerio y algunos puntos en concreto de éste.

    En cuanto llegó a la puerta se restablecieron la luz de la entrada y de varias habitaciones, iluminándolas y dotando a la casa de la seguridad que hacía rato que no sentía. Con las manos medio temblándole sacó las llaves del bolsillo del chubasquero y metió la adecuada en la puerta. La giró y empujó. Ansioso, cerró tras él lo más rápido que pudo y se dirigió a la cocina, donde su madre se encontraba repartiendo la cena en cinco platos. Al verle, sonrió y sacó uno más.

    -¿Por qué has tardado tanto? Íbamos a cenar sin ti. Anda, ve a decirle a tu padre que has llegado, empezábamos a preocuparnos y encima se ha ido la luz...

    El joven fue a saludar a su padre y sus abuelos, que ahora que lo habían oído habían encendido el televisor y buscaban algún programa interesante. Después se dirigió al baño para dejar el impermeable en la bañera y desde la ventana observó las luces del único sitio que le inspiraba temor. Recordó el pánico sentido minutos atrás y se preguntó si siempre le pasaría igual o si por el contrario algún día lograría dejar de lado aquella fobia. Apesadumbrado, llamó a su hermano para que bajara a cenar.


    Historia que mandé al concurso de relatos de fobias.
     
  2.  
    Quelconque

    Quelconque Usuario popular

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    Re: Coimetrofobia

    Plasmaste lo que cualquier haría cuando se encuentra con su peor miedo: correr despavorido hacia la seguridad.
    Me gustó la narración en general, te pone en contexto, pero sobre todo me encantó el contraste con el final: todo normal, como si nada pasara para los demás cuando él estuvo hecho un manojo de nervios y luego se reestablece pensando en cómo podrá actuar la siguiente ocasión.

    Dato curioso: Después de la wikipedia, eres el tercero que aparece en una búsqueda de google xD

    Saludos.
     
  3.  
    Yoruichi

    Yoruichi Usuario común

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    Re: Coimetrofobia

    Jajaja, me voy a hacer famosa xD

    Gracias por comentar ;D
     

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