Clase 3-2

Tema en 'Secundaria Hanazawa' iniciado por Kaito, 21 Marzo 2020.

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    Kaito

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    Un simple salón de clases. Ubicado en el segundo piso de la secundaria, este salón es donde los estudiantes de tercer año de secundaria (curso 3-2) reciben sus clases durante el día.

    Es un salón modesto, idéntico al resto de los de la escuela. Cuenta con un gran pizarrón y pupitres individuales para todos los estudiantes.

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    Última edición: 22 Marzo 2020
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    Kaito

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    El primer día de clases había comenzado en la Secundaria Hanazawa. En aquel momento, justo cuando sonaba la última campana, era hora de dar comienzo a la primer hora de clases.

    —Bien, bien, clase... silencio —ordenó la profesora con voz ronca. Tenía anteojos cuadrados, cabello castaño (un poco despeinado), y llevaba puesto un traje blanco y negro simple. No parecía muy entusiasmada con el comienzo de clases, a decir verdad—. Para los que no me conocen, mi nombre es Hayasaka, y seré su maestra tutora durante este año escolar. Sólo traten de no darme demasiados problemas, ¿de acuerdo?

    >> Comencemos. ¡Oh, cierto! Tenemos alumnos nuevos. ¡Pasen, preséntense!

    Luego de que diera la órden, la entrada del aula se abrió. Los cuatro alumnos nuevos ingresaron a la clase, uno detrás del otro, y se pararon frente a todos los presentes. Hiroki Usui, Sanji Allende, Akiko Brooks, y Monjiro Kentaro. Luego de que Hayasaka-sensei dio la orden, no quedaba de otra, había que presentarse...

    Chrollo GalladeLucario Yugen No u ¡bienvenidos a la Secundaria Hanazawa!

    Ya podéis pasar a presentarse a sus nuevos compañeros. Recuerden que el año escolar es largo... más les vale tratar de llevarse bien. O por lo menos no traerle muchos problemas a Hayasaka (?) ¡Ya podéis comenzar a rolear! Y por cierto, lo mismo que dije en el otro post...

    PD: Si alguno no llegó a rolear que se despierta en el Velvet Room luego del "sueño", ¡aún puede hacerlo! Pueden rolear allá que se despiertan, y luego aquí que se presentan. Dejaré el tema del Velvet Room abierto por si alguno quiere hacer eso.
    PD2: Si prefieren saltearse ese roleo y directamente rolear su llegada a la escuela y su presentación, pueden saltearse el Velvet Room y seguir directo aquí, no es obligatorio. ¡Como el rolero prefiera! Suerte a todos :)
     
    Última edición: 22 Marzo 2020
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    Monjiro Kentaro

    De camino al instituto, Monjiro reconoce el uniforme del instituto varias veces al ver por las calles de Hanazawa a varios estudiantes. Sus nervios cada vez están aumentando pero actúa con normalidad, con un paso firme y serio. Usando Google Maps logra llegar al Instituto de Secundaria Hanazawa.

    —¡Esto es enorme! —Se sorprende al llegar a la entrada— Según mi padre es el segundo piso entrando por allí a la derecha…

    Una vez dentro del edificio, Monjiro se encuentra entre, una multitud yendo de allí para allá y de allá para acá mientras que él sigue sin saber muy bien las direcciones. Tras llegar al segundo piso, el número de estudiantes que corretean por allí ha descendido considerablemente y se puede pasar por los pasillos con normalidad. Al localizar a un adulto, aparentemente un profesor, Monjiro le detiene con educación y le pregunta.

    —Buenos días señor, ¿podría indicarme dónde está la clase 3-2?

    —Claro, justo está aquí al lado, giras esa esquina a la izquierda y es la segunda puerta a mano derecha.

    —¡Muchas gracias!

    —De nada, mucha suerte.

    Que profesor tan amable —piensa Monjiro mientras sigue sus instrucciones.

    Al llegar a la clase, se asoma por la puerta y, como él quería, apenas hay gente dentro.

    He llegado, misión completada… Vaya, es exactamente como me esperaba que fuera —piensa Monjiro mientras elige su silla—. Me quedaré con ésta que está vacía.

    Monjiro selecciona el pupitre que más le gusta; atrás al fondo, al lado de la ventana por si las clases presenciales son aburridas, poder mirar el cielo, los árboles e incluso los animales.

    —¡Wow! —se le escapa de la boca al ver por la ventana— Que hermosas vistas… Sí, me quedo con este sitio.

    Monjiro coloca sus pertenencias encima de la mesa a lo que llega la profesora Hayasaka por la puerta y lo mira directamente a él.

    — Monjiro Kentaro, ¿cierto? —pregunta la tutora.

    —Así es.

    —Encantada, acompáñame.

    La profesora reúne a los cuatro nuevos alumnos fuera de la clase.

    —Entonces yo os daré paso y os tendréis que presentar, ¿vale? —indica Hayasaka.

    Al cabo de cinco minutos, cuando la campana suena.

    >> ¡Oh, cierto! Tenemos alumnos nuevos. ¡Pasen, preséntense!

    Los cuatro alumnos entran uno detrás de otro.

    Por fin es turno de Monjiro.

    —Hola buenos días, mi nombre es Monjiro Kentaro pero mis amigos me llaman Gonpachiro. Tengo diecisiete años, crecí en Mount Jinba, me gustan muchas cosas pero resaltaré la naturaleza, la tranquilidad, el conocimiento y el manga por encima de otras cosas. Odio que invadan mi espacio personal, las multitudes y el tabaco. Soy una persona callada hasta que entro en confianza… Con esto no quiero decir que me llevaré bien con vosotros…

    Monjiro se detiene, empieza a sudar, no sabe por qué ha dicho eso… Intenta empezar de cero y empezar bien, pero sus problemas de confianza hacia las personas le han vuelto a jugar una mala pasada.

    —Por lo que… Dejadme en paz y todos tan contentos —termina su presentación.

    Sin que nadie se lo indique, Monjiro se dirige hacia la mesa que había elegido antes y se sienta. Se pone a mirar por la ventana.

    Ya odio este instituto… Y ya me tienen que odiar… Gracias papá —piensa con ningún sentimiento, como si de un robot se tratase.
     
    Última edición: 22 Marzo 2020
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    Hiroki Usui

    Le desagradaba profundamente. Todo. El pueblo, el entorno rural, la gente. Tener que asistir a clases, especialmente. Se había quedado afuera en la puerta con las manos en los bolsillos del pantalón dirigiéndole miradas asesinas a todo estudiante que se le quedaba mirando.

    —"Parece un perro"—escuchó decir a una chica, confidencialmente a otra—"Que miedo, ¿no?"

    —"¿Verdad? No lo mires mucho tiempo."

    Hiroki apretó los dientes. ¿Qué sabían ellas de nada? ¿De su vida? ¿De toda la mierda que había tenido que pasar? Chasqueó la lengua y se acomodó contra la pared. Se pasó una mano por el despeinado cabello ceniza y alzó la vista al cielo de la mañana.

    Azul. Pequeñas nubes como copos de algodón se dispersaban de allá a acá. Nunca había podido observar un cielo tan claro. Tan puro. Tan limpio.

    Un bonito día en definitiva.

    Pero otro día de mierda.

    ***

    —Mi nombre es Hiroki Usui, capullos—se presentó con hostilidad ante la clase, hosco, señalándose con su propio pulgar—. Nací y me crié en el barrio de Shibuya en Tokio y eso es todo lo que vais a saber de mí. No me toqueis las pelotas, no tengo paciencia para aguantar estupideces de nadie.

    Y no, no la tenía.

    Ni siquiera se detuvo a observar a sus compañeros, aquellos que se presentaban con él. Porque si lo hubiese hecho, hubiera reconocido perfectamente al tipo molesto del sombrero de su sueño. Ese tipejo extraño tan poco amigo del espacio personal.

    Alzó el rostro en pose chulesca. La incidencia de la luz solar que entraba por la ventana le otorgó a su rostro un escudo de sombras. El ojo derecho dorado, lleno de fiereza y hostilidad, pareció destellar como el de un animal salvaje.

    Helaba la sangre en las venas.

    Hiroki se tronó los puños que crujieron con un sonido sumamente desagradable.

    >>Eso es todo ¿ha quedado claro?

    El silencio fue la respuesta. Nadie fue capaz de comentar nada. Ya fuese paralizados por el miedo del intimidante foráneo o porque decidieron que era mejor callar.

    En cualquier caso... fue la decisión más sabia.
     
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    Sanji Allende

    Salí a la calle con un medio giro, sintiendo el sol en mi rostro, feliz de empezar un nuevo año escolar lleno de objetivos a los que molestar. Era una de las pocas diversiones que tenía de ir a la escuela, la verdad. El día estaba precioso, lo indicado para comenzar una nueva etapa. El hecho de que hubieran tenido que mudarse a un pueblo solo lo hacía más emocionante. Toda una nueva lista de gente que conocer e invadir, y al ser un entorno rural, estaba más que seguro que los rumores correrían más rápido. Ah, que bien la iba a pasar este año.

    Mientras caminaba hacia el instituto, mis auriculares explotaban con música, haciendo que mi cuerpo bailara a medida que me acercaba al instituto. Cerrando los ojos, dejaba de lado toda realidad y de que me encontraba junto a otros estudiantes que se dirigían al mismo destino, y danzaba de forma completamente desvergonzada, seguramente logrando algunas quejas de parte de los cuerpos más cercanos. Saqué mi ukelele y rasgué sus cuerdas al son de la canción en mis oídos, mientras cantaba. Ah, era demasiado bello estar vivo. Y vaya que estaba emocionado por estarlo.

    Obviamente, de camino a la escuela, hice de las mías. Tomé a una chica que se encontraba caminando junto con sus amigas de la mano, y me dispuse a hacerla girar al ritmo de la música, para luego tomarla de la espalda y dejarla caer, mientras seguía cantando y le guiñaba un ojo. Antes de que se diera cuenta, ya me había alejado de allí, buscando a mi próxima presa. Esta resultó ser un joven que paseaba con su novia, agarrados de la mano. Con una sonrisa ladina, me acerqué por detrás, para abrazarlo, en el momento en el que la canción subía con un crescendo, darle un rápido beso en la mejilla, y en su estupefacción, hacerlo girar para que cayera en brazos de su novia. Me alejé de allí rápidamente, antes de que alguno tuviera siquiera la chance de insultarme.

    Lo que hacía a los japoneses presas tan fascinantes es que no estaban acostumbrados a ningún tipo de acercamiento brusco, y le costaba algunos segundos calibrar que había pasado. Eso me daba tiempo de sobra para escabullirme antes de que los problemas pasaran de ser simples insultos a castigos físicos. Pasé una mano por el ala del sombrero, mientras veía como el instituto se erguía, iluminado por el sol.

    ***

    Llegué último al aula, mientras los otros nuevos alumnos se estaban presentando. Abrí la puerta despacio, y en mi rostro se dibujó una sonrisa de oreja a oreja en cuanto vi quienes eran los nuevos. Al parecer, o no había sido un sueño, o todo había sido profético, pues allí se encontraban algunos de los chicos con los que había despertado en el vagón del tren. Sin decir nada, con el ukelele en la espalda, y sacándome los auriculares, me puse al lado de ellos, con una mirada pícara. Mi cabeza giró como una antena captando señal en cuanto escuchó como el pelirrojo expresaba su odio a que invadan su espacio personal. Me froté las manos con anticipación. Este año iba a ser super divertido.

    — ¡Quibo! ¿Cómo están?— saludé en castellano, para luego pasar al japonés.— Me llamo Sanji Allende, pero simplemente me pueden decir Sanji. Como pueden ver, no soy ni siquiera de este país, así que pienso que esta experiencia será super enriquecedora para todos.

    Me saqué el sombrero, haciendo una reverencia teatral, y sonriendo de forma traviesa.

    >> Puede que alguno de ustedes ya me conozcan.— dije, guiñándole un ojo al chico-perro.— Pero para los que no, tengan la total confianza de acercarse y conversar. Porque no tengan ni la menor duda que yo haré lo mismo con ustedes.

    Y con una floritura de manos, me dirigí a un asiento vacío, que daba contra la ventana, y me senté a mis anchas en el mismo, mientras estudiaba a toda la clase. ¿A quién elegiría como mi primera víctima?
     
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    Akiko Brooks

    Tragué saliva cuando me senté en el pupitre. Lo hice sentándome en uno de los más alejados, cercano a la ventana, que pude encontrar. Había... en su mayoría chicos allí. Algunos de ellos con aspectos extraños. Por algún motivo, sin embargo, sentí un pálpito en el corazón cuando me paré a fijarme en ellos, que fue justo cuando se presentaron. Esos... ¿esos tres no estaban en mi sueño? ¿Eran ellos...? N-No, no podía ser. Debía estar confundiéndome.

    Con todo, me distraje tanto pensando en aquello que casi no me percaté de que era de las pocas que faltaban por presentarse. De un sobresalto, me incorporé brevemente, y mi tono de voz trató de alzarse ligeramente. La imagen algo cansada y severa de aquella profesora no me inspiraba confianza, pero... a decir verdad, casi nada me inspiraba confianza.

    —Ehm, sí, h-hola a todos —dije, agachando mi mirada—. Soy Akiko Brooks; llamadme Akiko, o Aki, como queráis. Uhm... soy canadiense por parte de padre y japonesa por parte de madre, pero he vivido toda mi vida en Tokyo. Y, bueno... eso. Nada más. Lo siento —las últimas dos palabras salieron casi por instinto de mi boca, a un tono muy bajo, tanto que casi no se pudo escuchar. Pero, con todo, fui consciente, después de decirlas, de que las dijes.

    ¿Lo siento? ¿Por qué lo sientes, Akiko? No digas estupideces... no empieces a ser la misma estúpida de siempre. Esta vez... esta vez había que encajar.

    Pero, es que... con estos chicos, ¿podré encajar? Hiroki se veía como un chico demasiado agresivo. Me daba un poco de miedo y, honestamente, me asustaba el solo hecho de tener que dirigirle la palabra. El tal Monjiro era... raro, como si estuviese completamente ido y no estuviese, en realidad, en esta sala, como si viviese soñando y hundido en sus pensamientos. A decir verdad, a veces yo era así, también, pero... ese chico me daba unas vibraciones distintas. Y por último, Sanji, uh, demasiado espontáneo, demasiado ruidoso. No estoy segura de si me sentiría cómoda alrededor de alguien como él, con esa estridencia suya.

    ... ¡agh, no seas así, Akiko! No los conoces, no juzgues tanto. N-No tengas miedo de conocerles, anda. No pasa nada, no... bah, a quién quiero engañar. Estaba tan asustada que casi preferiría, ahora mismo, esconderme bajo el pupitre. Odio ser así.
     
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    —Muy bien, todos tomen asiento —indicó Hayasaka-sensei luego de que se completaron las presentaciones—. Ahora, la lista... oh, esperen, cierto. Alguien debería mostrarles alrededor más tarde... ¿algún voluntario?

    Una serie de murmullos nerviosos corrieron por el salón. Un par de chicas, que cuchicheaban entre ellas, se volvieron a ver a Hiroki... y luego voltearon rápidamente con un poco de miedo. Otros dos alumnos miraron a Sanji y apartaron la mirada con temor y nervios... aunque probablemente por razones vastamente diferentes. Nadie parecía dispuesto a ser voluntario, hasta que...

    —Yo puedo hacerlo, sensei —se ofreció un alumno de repente.

    El muchacho que se había ofrecido era alto y tenía un cuerpo atlético y marcado; parecía ser un deportista. Poseía corto cabello de un color castaño oscuro, y ojos color miel. Tenía una bandita adhesiva sobre la nariz, y sus manos estaban envueltas en vendajes blancos. El joven sonrió a los cuatro recién llegados.

    —Ah, excelente Kaji-kun, lo dejo en tus manos entonces —determinó Hayasaka-sensei—. Bien, ahora a tomar lista...

    —Ey... —musitó Kaji, intentando que sólo lo oyeran los cuatro nuevos alumnos—. Si queréis, les puedo mostrar el lugar a la hora del almuerzo. No es obligatorio, claro, pero si no tienen nada mejor que hacer me avisan, ¿sí?
     
    Última edición: 22 Marzo 2020
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    Me encontraba mirando por la ventana, distraído, mientras escuchaba a medias lo que la profesora estaba diciendo. La otra que se había presentado, Akiko, parecía estar sufriendo un colapso nervioso. La observé por el rabillo, mientras la señorita Hayasaka preguntaba quien quería acompañarnos a conocer el instituto. Tal vez sería divertido molestarla un poco, pero lo que no quería era que sufriera un colapso nervioso. Suponía que tenía que acercarme con un poco más de cuidado, aunque seguramente se incomodara ante el más mínimo abrazo. Sonreí. Esto era muy sencillo.

    Al parecer, nadie tenía ganas de acompañarnos. Vaya, ¿tal impresión habíamos causado? Les guiñé un ojo a los alumnos que se habían volteado a verme, y me reí por lo bajo cuando miraron hacia otro lado con nerviosismo. Si mi abuela pudiera verme ahora...

    Aquel pensamiento me arrancó una sonrisa nostálgica, mientras me ocupaba de mirar por la ventana. El paisaje aquí era tan distinto a mi hogar. La verdad que lo extrañaba.

    Menee la cabeza, al mismo tiempo que uno de los alumnos se ofrecía para ser nuestro guía. Lo observé de manera algo aburrida, y le devolví la sonrisa. Parecía alguien bastante interesante. Me incliné hacia él, cuando nos habló.

    — Puedes mostrarme lo que quieras, grandulón.— comenté, guiñándole un ojo y dedicándole una sonrisa traviesa.— Iba a dedicarme a hacerme "amigos" en el descanso, pero no me vendría mal un guía. En especial alguien como tú.
     
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    No lo pude evitar. Cuando reparé en aquel chico, el tal Kaji, quedé boquiabierta. Era un muchacho alto, musculoso, con una sonrisa preciosa, un rostro muy bello... quedé embobada al mirarle desde mi pupitre, y, justo cuando iba a responderle, con timidez, que sí quería acompañarle para conocer el lugar, justo cuando reuní el valor para hablarle a aquel tipo tan esbelto y guapo, que parecía moldeado por los dioses... justo entonces...

    Sanji me robó las palabras y me dejó con ellas en la boca. Retrocedí ligeramente, algo amedrentada. Y, cabeza gacha, susurré:

    —Ehm... a mí también me gustaría conocerte. ¡Q-Quiero decir, conocer-lo, perdón! Este sitio, digo, la escuela y tal. Me encantaría ir contigo... ¡a-a acompañarte por la escuela para conocerla, quiero decir! ¡C-C-Conocer la escuela, claro!

    ... cuando quieras te vas callando, Akiko.
     
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    —Puedes mostrarme lo que quieras, grandulón. Iba a dedicarme a hacerme "amigos" en el descanso, pero no me vendría mal un guía. En especial alguien como tú.

    —Me alegro. Siempre es genial hacer nuevos amigos, ¿verdad? —sonrió con amabilidad el deportista ante las palabras de Sanji. Si había un doble sentido en las palabras del otro muchacho, no pareció darse cuenta—. Oh, creo que no me he presentado, ¿no? Mi nombre es Daisuke Kaji... espero nos llevemos bien todos.

    Luego fue Akiko quien le habló, con mucha más timidez que el atrevido Sanji. Kaji le sonrió a la chica con gentileza, intentando al menos así calmar un poco sus nervios.

    —No hay ningún problema, Brooks-san —replicó Kaji a la muchacha—. Te mostraré la escuela a la hora del almuerzo... ¿han traído bentos? Yo tengo un par extra si alguno no tiene comida...

    Le dijo luego a los otros dos que si necesitaban de un guía también, que le dijeran a la hora del almuerzo. Luego debió guardar silencio, pues Hayasaka-sensei había terminado de pasar lista y comenzaba la lección.

    ******

    Las primeras horas de clase habían sido dos de Inglés, y una de Historia. No habían sido particularmente tediosas, pero todos se alegraron cuando sonó la campana que dio comienzo al horario de almuerzo. Kaji estiró los brazos, aliviado de que terminara la clase.

    —Bien, Allende-kun, Brooks-san; intentaré darles una guía de la escuela ahora... —propuso Daisuke, poniéndose de pie. Sin embargo, se frenó un poco, esperando a ver si Hiroki y Monjiro le decían algo, o si partían por su cuenta...


    Bien, ¡ya habéis llegado a la hora del almuerzo! Ahora sóis libres de explorar si eso quieren...

    Sanji y Akiko ya acordaron acompañar a Daisuke, pero Monjiro y Hiroki aún son libres de ir con el grupo para explorar el lugar, o ir a explorar por su cuenta uno de los lugares que se han abierto. La decisión es suya :)
     
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    Kentaro Monjiro

    Monjiro se ha enamorado de las vistas que se contemplan desde la ventana del instituto, es un panorama completamente nuevo para él, acostumbrado al monte y a sus vistas, Hanazawa le parecía completamente una ciudad. Podría pasar la clase entera únicamente observando cómo siempre había alguien paseando por las calles, en cómo los pájaros se posaban en los tendidos eléctricos o en los árboles del parque del instituto, o incluso en el maravilloso día que hace, a excepción de dos nubes, las cuales podría verlas alejarse lentamente. Sí, Monjiro podría quedarse mirando por la ventana todo el día.


    Mientras la maestra pregunta quién de los presentes se dispone a enseñar a los chicos nuevos el instituto, Monjiro cruza los dedos para que nadie salga voluntario.

    Para su infortunio, eso no fue así.

    —Ey... —dice Kaji, intentando llamar la atención de los nuevos—. Si queréis, les puedo mostrar el lugar a la hora del almuerzo. No es obligatorio, claro, pero si no tienen nada mejor que hacer me avisan, ¿sí?

    Me gustaría decirle que no, pero llamaría la atención de toda la clase el negarle tan buena oferta tan pronto. Mejor se lo digo al terminar la clase —piensa Monjiro.

    Dos de los nuevos aceptan la invitación, esto ha puesto nervioso a Kentaro, sería la primera vez que hacen presión de grupo contra él, aún así tiene claro que prefiere ir a su rollo y dejarse de líos en su primer día.

    —Hey, si necesitas tú también un guía, no dudes en decirmelo a la hora del almuerzo —sugirió Kaji.

    Monjiro se llena de valor para decir que no pero la maestra termina de pasar lista y al notar que Kaji se gira con rapidez para no interrumpir la clase, Monjiro se mantiene en silencio.

    Maldición, era el momento, espero que no me pregunte luego… —piensa Monjiro.


    El chico de delante no paraba de mirar al resto de la clase, cuando alguien hacía contacto con él, este no dudaba en guiñar un ojo, sin duda Monjiro no quiere saber nada de él, por suerte está de espaldas y duda que con su presentación de antes, intente hablar con él.
     
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    Luego de la hora del almuerzo, los alumnos del salón 3-2 regresaron al aula para proceder con las clases de la tarde.

    En esta ocasión, tocaron clases de Historia Moderna. Era un poco aburrido, no se iba a negar, por más moderna que fuese la historia... en especial porque ya habían tenido una hora de historia antes del almuerzo. Hayasaka-sensei habló del ataque terrorista de Tokyo, mencionando todo lo ocurrido con lujo de detalles, e incluso compartió algunas de sus propias teorías, mencionando qué estados podrían verse beneficiados de un ataque así a Japón.

    La clase no parecía avanzar... pero en un instante, algo ocurrió. Algo que sólo cuatro alumnos transferidos parecieron notar. Un sonido bajito, casi inaudible, escapó de la mochila de Hiroki. Casi al mismo tiempo, Akiko notó un ruidito proveniente de su bolso. Lo mismo ocurrió para Monjiro y su mochila. Y también para Sanji y su propia mochila.

    Tick.

    Cada uno abrió, sin mirar al otro, su mochila o bolso de escuela. En el interior, vieron aquel reloj dorado... aquel reloj que debería estar roto. Pero las manecillas se habían movido, y tras observarlo unos segundos volvieron a moverse y a detenerse... ¿qué estaba pasando?

    En ese instante, Hayasaka-sensei alzó la voz y declaró que cualquier alumno que no estuviese mirando al frente y prestando atención tendría un cero automáticamente. Todos hicieron caso, por las dudas. El reloj tendría que esperar. Quizás sería conveniente chequear eso después de clases... preferiblemente en un lugar donde no fueran muchos alumnos, como la Azotea...

    *****

    Un par de horas más tarde, las clases finalizaron con el último toque de la campana. Hayasaka-sensei recogió sus cosas y se marchó del recinto, y poco a poco fueron dejando el salón. Ahora tenéis tiempo libre... ¿qué queréis hacer? ¿Ir a ver el reloj a la Azotea? ¿O buscar otra cosa para hacer?

    GalladeLucario No u Chrollo Yugen ¡nueva misión desbloqueada! Acudid a la Azotea para inspeccionar sus relojes :)
     
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    Monjiro Kentaro

    Tras acabar las dos primeras horas de Inglés, antes de la asignatura de Historia, Monjiro, con cero ganas se levanta de su pupitre y se dirige hacia Kaji para notificarle de que agradece la invitación pero tiene otra cosa que hacer, prefiere ir a la biblioteca.

    Cuando comienza el recreo, pregunta por la biblioteca y tras 5 minutos de estar completamente perdido, por fin llega.

    Biblioteca Time

    El timbre suena y se dirige con rapidez a su aula, ya se conoce el camino Aula 3-2 / Biblioteca. Ahora empieza la clase Historia Moderna, se sienta en su pupitre y hace como que está atendiendo.


    Tick.


    Escucha Monjiro desde, lo que le ha parecido, el interior de su mochila, ayudándolo a no quedarse dormido.

    ¿Soy yo o algo ha sonado proveniente de mi mochila? —supone Monjiro, entre tanto, agarra la mochila, revisa el bolsillo grande, no encuentra nada fuera de lo común, al abrir el bolsillo pequeño se percata que las manecillas se están moviendo— ¡Ya funciona! —piensa con alegría y sorpresa a la vez.

    El reloj vuelve a detenerse y Monjiro cambia la expresión de su cara a decepción. La profesora alza la voz y rápidamente Monjiro deja el reloj en la mochila y se pone a atender.

    Está tan estropeado que funciona y deja de funcionar sin previo aviso… Al no tener que volver directo a casa, me gustaría subir a la azotea a ver como se ve la ciudad desde lo más alto posible, aprovecharé para comerme el bocadillo ahí. Ahí tendré tiempo también de revisar el reloj de bolsillo —Piensa Monjiro mientras mira hacia el frente cual buen estudiante.
     
    Última edición: 23 Marzo 2020
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    MrJake

    MrJake Game Master

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    Akiko Brooks

    Terminamos regresando a la clase, y, una vez más, me senté lo más oculta que pude, lo más escondida y atrás que pude. No quería... que nadie me mirase, que nadie me viese. Prefería ser invisible antes que ser la rara, la tonta, la... la chica de la que todos se reían.

    Por eso, con mirada agachada, aprovechaba cualquier oportunidad en la clase para distraerme mirando el teléfono. El solo hecho de mirar hacia delante y notar cómo algún compañero se volteaba para mirarme... me ponía de los nervios.

    Claro que todo cambió de pronto cuando oí ese sonido.

    Tick. El sonido de un reloj. Pude percatarme de que tenía, en mi bolso, un... ¿reloj? Pero si yo nunca tuve un...

    ... un momento. ¿No es este reloj como el de aquel sueño? ¿Qué hace aquí? ¿E-Estoy alucinando o algo? Nerviosa, pese a la llamada de atención de la profesora, y pese a que mi mirada inquieta se enfocaba en la pizarra, no pude concentrarme nada en la clase. No, porque ahora no solo tenía que preocuparme por mí día a día aquí, ahora... tenía que preocuparme de ese extraño reloj y de lo mucho que parezco estar delirando. ¿Me estaré volviendo loca, acaso?

    ... como fuese, tan pronto como acabase la clase tendría que revisar bien ese reloj. Además, así, con suerte... podría quedar a solas un rato, en la azotea, por ejemplo. Sin nadie que me molestase o me juzgase. Sí, la azotea... parecía un buen sitio.
     
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  15.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Hiroki Usui

    Apoyaba la mejilla sobre la palma de su mano mirado la clase con puro hartazgo en sus facciones. ¿Para qué servía todo eso? ¿Asistir a clases tenían algún sentido real? Desvió la mirada por la ventana. El cielo seguía azul, limpio y claro.

    Qué lástima que él estaba allí encerrado como una rata.

    Hiroki se echó hacia atrás en la silla y estiró el cuello. Crujió. Por culpa de aquellas mocosas no había podido disfrutar del recreo en paz. Había estado rondando los pasillos con las manos en los bolsillos, sin ningún rumbo fijo. No era un edificio muy grande... seguro podía escaparse en cualquier momento. Tampoco había mucha vigilancia.

    En ese instante percibió un extraño sonido. Una especie de tick quedo. Extrañado, tomó su mochila y la abrió desvelando en su interior un pequeño reloj de bolsillo dorado.

    Sus ojos se abrieron de la sorpresa y la impresión. El impacto le heló la sangre en las venas.

    —¿Qué cojones...?—masculló en voz baja.

    Ese reloj era el de su sueño. Lo recordaba con perfecta claridad. En un principio se había rehusado a tomarlo pero al final lo había hecho, porque tenía la impresión de que era algo importante. Y le causaba curiosidad aunque solo era una baratija. Igual podría venderlo si era de oro y sacar un buen pellizco. Un pequeño reloj dorado... el mismo que tenía allí. El mismo que parecía burlarse de él. ¿Qué mierda significaba eso? ¿No había sido un sueño?

    Su nuez de Adán bajó y subió cuando tragó saliva.

    Pero eso era... imposible ¿no? ¿Estaba alucinando acaso? ¿Y el tipo del sombrero era real también? Incrédulo, escéptico, pensando que había perdido completamente la cabeza se echó la mano al rostro y rio. Una risa seca y tosca que duró unos segundos.

    —¿Qué mierda es esto?
     
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  16.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Sanji Allende

    Vaya, esa...no era la reacción que esperaba. Obviamente me había quedado mirando sobre mi hombro para ver el resultado de mis esfuerzos. Esperaba que la chica le saliera humo de las orejas, que me insultara, que se fuera avergonzada a otro lado. Pero no...eso. Parecía como si la muchacha fuera a desmoronarse en una fuente de lágrimas, o le fuera a dar un ataque de ansiedad. Estaba seguro de que en cualquier momento se iba a quedar catatónica, boqueando como un pez. Parecía que todo su mundo se había derrumbado completamente de repente. Bufé. Eso no era divertido.

    Los seguí cuando tocó la campana, para seguir evaluando la situación. No, se había encerrado en su celular. Solté un gruñido de hartazgo, mientras me rascaba la nuca. Dios, ¿tan fácil era desarmar a esa muchacha? Agité la cabeza, decepcionado. Esto no era divertido. ¿Cómo iba a divertirme si de un día para el otro me enteraba que tenía un abandono, o peor, un suicidio bajo mi consciencia? Porque hasta se le habían aguado los ojos, por amor a Cristo. Seguir molestando a esa chica iba a ser como jugar al jenga sobre un bote en un mar embravecido. No estaba para sufrir ese estrés la verdad.

    Me pesaba muchísimo la verdad perder una presa tan fácil, pero no tenía sentido seguir agitando un tanque de agua quebradizo. Así que no quedaba otra que poner a Akiko en mi lista de "Personas extremadamente volátiles, erráticas y frágiles". Intentar agitar ese panal de avispas solo iba a traer problemas.

    Me encontraba repasando mi lista mental cuando noté el tick que había venido de mi mochila. ¿Qué diablos...? No recordaba haber puesto nada que hiciera tick tack allí. Con sorpresa, descubrí el reloj que el tal Igor nos había mostrado en el sueño. Entonces...¿había sido un sueño o no? Escuché una risa seca, que provenía del cachorro gruñón. Al parecer, que hubieran roto la fina tela que separaba sueño y realidad lo había desestabilizado también. Simplemente preferí guardarlo, y le sonreí de manera cansada a la profesora cuando anunció su medida preventiva de poner ceros a los que no prestaban atención. Supongo que luego podría ir a la azotea para ver el cachivache con más atención.
     
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