Ubicado en: Planta Baja Un simple salón de clases. Ubicado en la planta baja, este salón es donde los estudiantes de primer año de secundaria (curso 1-2) reciben sus clases durante el día. Es un salón modesto, idéntico al resto de los de la escuela. Cuenta con un gran pizarrón y pupitres individuales para todos los estudiantes. Contenido oculto
El primer día de clases había comenzado en la Secundaria Hanazawa. En aquel momento, justo cuando sonaba la última campana, era hora de dar comienzo a la primer hora de clases. —Buenos días, alumnos —saludó con cordialidad su profesor, un hombre grande de unos 55 años. Tenía un porte amigable y gentil; parecía ser un sensei confiable—. Mi nombre es Fukushima, y seré su maestro tutor este año. >> Comencemos la orden del día dándole la bienvenida a un nuevo alumno. Como la mayoría sabrá, tenemos una alumna nueva, transferida desde Tokyo. Dénle una cálida bienvenida, muchachos. La puerta se abrió y por ella ingresó una jovencita de largo cabello castaño claro. Nagi Watanabe se encontraba ahora frente a sus nuevos compañeros de clase, en su nueva escuela... Contenido oculto Mori ¡bienvenida a la Secundaria Hanazawa! Preséntate a tus nuevos compañeros ;)
Nagi Watanabe Se sentía un poco extraña, desde que salió de su casa sentía que algo no cuadraba, pero no sabía el que, a esas alturas su rostro ya se notaba amargado a causa del sueño, pues por algún motivo no había logrado dormir muy bien ¿Pero, por qué? Trataba y trataba de hacer memoria y no lo podía recordar, y en eso estaba hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por su nuevo profesor. Tragó saliva, no podía evitar estar un poco nerviosa, empezó a caminar y ubicandoce frente al pizarrón para presentarse, solo logrando ver una cara desconocida tras otra, una ligera tristeza le recorrió la sonrisa que hizo por reflejo, las pocas amistades que había hecho ya no estarían ese año con ella, y eso era algo que en verdad le apenaba, pero había que ser fuerte, por lo menos hasta encontrar un momento a solas en su hogar. —Soy Watanabe Negi, del distrito Ikebukuro, Tokyo, estoy a su cuidado. —dijo con un tono de voz bastante serio, terminando con una reverencia por poco de 90 grados por los nervios que sentia, se volvió a incorporar, mirando al profesor a la espera de alguna orden, como ir a sentarse o algo.
Fukushima-sensei asintió ante la correcta presentación de la alumna transferida. Observó el aula ante él, y a los alumnos que intercambiaban comentarios en inaudibles susurros por lo bajo. Luego, tras localizar un asiento vacío, se volvió hacia la chica. —Bien, Watanabe-san. Hay un asiento vacío al fondo junto a Takagawa-san. Por favor toma asiento —dijo, y una vez que la chica se sentó procedió a hablar a toda la clase—. Muy bien, comencemos pasando lista. Nagi tomó asiento al fondo de la clase, en la fila del medio. A su lado, se encontraba sentada la tal Takagawa. Era una muchacha de estatura promedio, con cabello corto de un tono rosa pálido y brillantes ojos color ámbar. Llevaba un bonito broche con forma de gatito en el cabello. Estaba cruzada de brazos, pero le dirigió una sonrisa divertida en cuanto la chica cruzó miradas con ella. —Ey, nueva —saludó la chica en un susurro, mientras el sensei tomaba lista de los presentes—. Mi nombre es Yuki Takagawa. Puedo mostrarte la escuela más tarde, si quieres... no tienes nada que hacer a la hora del almuerzo, ¿verdad?
Nagi Watanabe —Con permiso—dijo Watanabe mientras acataba la orden de sentarse al lado de esa tal Takagawa. Dejo su bolso al lado de su pupitre y estaba por sacar sus cuadernos cuando alguien le hablo, una tal Takagawa le susurraba si querían pasar el recreo juntas. Ahhh, esos ojos brillantes y el cabello con un corte tan perfecto y de un rosa que destacaba entre las varias cabezas hipnotizantes le hizo compararla con alguna chica de anime, de esas lindas con carisma, alguien bastante agradable de admirar. —No. — Pero ella no quería saber de nadie por ahora, lo único que quería era ir a buscar algún lugar para dormir en el recreo. — Gracias —agregó percatandose de lo tosca que había sido. Y es que tenía dos buenos motivos, uno, siempre le ponía nerviosa hablar con gente extravagante o muy linda, era una tontería, pero así era, estaba acostumbrada a hacer una pared invisible entre ella y la gente que destaca, su única excepción fue Natsumi y así quería mantenerlo por ahora. —No te lo tomes personal, pero quiero un tiempo a solas — Aparte, desde que despertó sentía que había olvidado algo importante, aparte de sentirse igual de agotada que cuando durmió. ¿Qué era eso que tanto le molestaba haber olvidado? Pensó, pensó, mirando el cuaderno sobre su mesa con una intensidad no adecuada para el objeto, y sin darse cuenta ya no estaba prestando atención a clases, a alguien no le iba gustar tal noticia. ¡Eso era! ¡Un sueño! Abrió la boca ante la sorprenza de recordarlo, para luego sonreír para sí misma. Un sueño raro, muy raro como de los pocos que tenía ¡Pero como siempre no recordaba nada! Hizo un esfuerzo en recordar dejando escapar un pequeño gruñido. ¡Lo había recordado! Un guacamayo había secuestrado a un grupo de animales del zoológico, quien sabe con que plan malévolo, y decía cosas muy raras ¿Por qué le enseñan a hablar a esos animales? Después por eso andaban por ahí diciendo cosas espeluznantes, era un guacamayo muy feo, y ante el estrés un perro se puso rabioso y a ladrar como loco... ¿Y después? ¡Ah, si! Un zorro con cara de pillo andaba mosqueando al guacamayo para después decirle astutas palabras al perro como buen ente del engaño, y este se puso aún más espeluznante y casi le da un mordisco con esos filosos colmillos. No recuerda mucho más, tal vez por ahí un conejo tembloroso, o un perezoso que nunca vio despertar... Todo tan confuso... Al final era mejor olvidar esos sueños tan raros.
—Agh, fui rechazada. ¡Mi pobre corazón! —replicó Yuki. Se llevó una mano al pecho e hizo una moción de como si le doliera, para luego soltar una risita leve—. Je, es broma. No hay problema, descuida; estar en una secundaria nueva puede ser abrumador. Tómate tu tiempo. >> Pero si te arrepientes, puedes encontrarme en la Azotea durante la hora del almuerzo. Nunca hay nadie ahí a esa hora, por eso es perfecto, ¿sabes? ¡Y ese es el consejo del día de Yuki-chan! —Yuki-chan, intentamos dar una clase por aquí... ¿te molestaría prestar atención? —suspiró el sensei luego de que a la chica se le escapara en voz alta lo último. —Oops, lo siento, Fukushima-sensei —rió la muchacha, poniéndose de pie rápidamente y dando una rápida reverencia a modo de disculpa. Luego se sentó y comenzó a jugar con el bolígrafo en su mano.
Nagi Watanabe Watanabe dejó soltar un par de carcajadas ante la exageración de la chica, después de algo de tiempo para acostumbrarse al ambiente no le importaría acercarse a ella para hablar un rato. Pero tuvo que admitir que se asustó en cuanto el profesor llamó la atención, ahora más despejada que antes se digno a mínimo poner la fecha en su cuaderno.
La clase prosiguió sin problemas, y los primeros períodos de clase pasaron lentamente. Las primeras horas fueron de Matemáticas... la asignatura favorita de todos, por supuesto... Todos los alumnos suspiraron de alivio por dentro cuando la campana anunciando la hora del almuerzo finalmente sonó. Había sido una larga hora de cálculos y fórmulas; ciertamente unas agotadoras primeras horas en la Secundaria Hanazawa. Yuki Takagawa se puso de pie de su asiento y estiró sus brazos en el aire. —¡Por fin! —exclamó la chica con energía—. Bien, Watanabe-chan, si cambias de opinión... ¡ya sabes donde encontrarme! ¡Bye-bye! Y sin esperar respuesta, la muchacha tomó su almuerzo y se apresuró a salir del salón, probablemente en dirección a la azotea como había dicho. ¿Debía ir con ella? ¿O debía ir a otro lugar por su cuenta? Por lo menos por el momento, parecía que era libre de tomar la acción que deseara... Contenido oculto Mori tú ya has llegado al período del almuerzo. Puedes pasar tiempo en cualquiera de los lugares que ya fueron abiertos, ya sea la Cafetería, la Biblioteca, o en la Azotea con Yuki. ¡Explora a gusto! :)
—¡Okey! Adios~ — Se despidió Watanabe con un gesto de mano. Tenía muchas opciones, dormir en la sala, ir a la biblioteca, pero en realidad ya le estaba entrando hambre, así que primero sacaría el bento de su bolso y buscaría un buen lugar para comer ¿Habría una zona de pastos verdes dentro del colegio? —¿Qué diablos? —murmulló mientras miraba dentro de su bolso al no encontrarlo tan solo con el tacto, empezó a sacar los cuadernos un poco desesperada, quedando dentro tan solo un reloj, lo quedó mirando impactada. —¡Ahhh! ¡No de nuevo! —exclamó guardando todos los cuadernos nuevamente en el bolso, ignorando completamente el aparato, pues por algún motivo pensó que se le habría quedado a su madre ahí dentro ¡¿Pero es que acaso era estúpida?! Ya llevaba más de un mes teniendo que prepararse su propio almuerzo y había olvidado por completo cuando su mamá le dijo ayer por la noche que desde ahora en adelante el bento también tendría que preparárselo para sí misma, pero, pero ¿Cómo le iba a prestar atención? ¡Justo estaba en el capitulo donde el prota por fin confesaba sus sentimientos a la villana! ¿Quién se preocuparía del bento en esos momentos que te quedan dos capítulos para terminar tu anime favorito? Mascullando cosas incomprensibles y con un rostro claramente enfadado dejó sus cosas bien guardadas en el bolso al lado de su pupitre, disponiéndose a ir a la cafetería, por último podría comprar algo ahí, esa era su mejor plan, inconsciente de que ni billetera había llevado. Definitivamente, salir a prisas de la casa nunca sería bueno.
Los alumnos de primero regresaron al salón de clases luego del almuerzo, y una vez que llegó el profesor procedieron las clases de la tarde. En esta ocasión, tocaron clases de Historia Moderna. Era un poco aburrido, no se iba a negar, por más moderna que fuese la historia. El profesor habló de lo que fue llamada la "nueva catástrofe del siglo", el ataque terrorista a Tokyo... estuvo como una hora hablando de eso sin parar, deteniéndose hasta en los más mínimos detalles, y a los alumnos les fue inevitable dispersarse un poco por ello. La clase no parecía avanzar... pero en un instante, algo ocurrió que sólo Nagi pareció notar. Un sonido muy bajito, casi inaudible, escapó de su mochila. Tick. Abrió su mochila allí, intentando vislumbrar su contenido... y comprobó que las manecillas del reloj dorado se habían movido. ¿Pero no se suponía que estaba roto ese aparato? —¿Watanabe-san? ¿Está prestando atención? —soltó repentinamente el profesor, poniendo su atención en ella. Sorprendida, Nagi guardó su mochila. El reloj tendría que esperar. Quizás sería conveniente chequear eso después de clases... preferiblemente en un lugar donde no fueran muchos alumnos, como la Azotea... ***** Un par de horas más tarde, las clases finalizaron con el último toque de la campana. Fukushima-sensei recogió sus cosas y se despidió de sus alumnos, y poco a poco fueron dejando el salón. Ahora tenías tiempo libre... ¿qué debía hacer? ¿Debía ir a ver el reloj a la Azotea? ¿O buscar otra cosa para hacer? Contenido oculto Mori ¡obtienes nueva misión! Ve a la Azotea a inspeccionar el reloj dorado :)
Nagi Watanabe A pesar de la reprimenda del profesor por andar viendo su bolso en clases Nagi no pudo evitar pocos minutos después quedar totalmente inmersa en los brazos de Morfeo, eso hasta que la campana y junto al ruido del salón la hicieron despertar sobresaltada. "¿Ya está? ¿Tan rápido acabaron las clases?" Bostezaba desperesezándose mientras miraba a todos lados, los alumnos se estaban yendo de a poco, unos con notable más prisas que otros ¿Dónde estaría Takagawa? Por lo menos Watanabe no la veía por ningún lado, aparte, tenía que revisar aquel extraño reloj que de la nada empezó a hacer ruidos, que molesto aparato, ni siquiera sabía de donde salió y mucho menos sabía usar un reloj de ese tipo si con suerte aprendió a ver la hora en un reloj analógico, imposible le sería en uno con tantas manecillas aquí y allá. De todas formas decidió ir a la azotea a comprobar si por algún motivo Takagawa se encontraba allá, y se paso podían llegar a revisar el reloj en la azotea, donde nadie interrumpa.
