El soldado hincó la rodilla sobre la seca tierra, mientras lágrimas sobresalían en su rostro. Frente al joven, cientos de cuerpos sin vida yacían desaliñados. El muchacho alzó la mirada y contempló con rabia aquella masacre. Resignado, recogió su rifle mientras una llovizna comenzaba a caer copiosamente. El joven soldado recordó las palabras de su abuelo, ya fallecido. ... — Estamos en guerra. — Murmuró aquel día su abuelo, ya en las últimas. — Cuando esta acabe, podrás ser bueno y piadoso, pero este no es el momento. Recuerda que ganar una batalla no te garantiza ganar la guerra. ... Aquel guerrero cerró los ojos y apretó los dientes. El recuerdo de su abuelo fue tal que creyó escucharlo en ese momento. Él sabía que no estaba allí, pero lo sentía junto el a cada paso que daba. ... — Haz lo necesario para vivir, porque es más preciado ver un amanecer que una puesta de sol. Sigue tú instinto y no te quedes agazapado ante los problemas. Sé libre, y solucionalos a tú antojo. — Le decía con seriedad el anciano. — Entiendo que todo esto es duro, pero, ¿acaso nos iban a dar la vida tan fácilmente? ... Entonces lo supo. Su abuelo le pedía que a pesar de todo el caos que le rodease, no perdiese la esperanza, ni la fe. Que no perdiese su civilización.
Los militares son duros, estemos en guerra o no, ¿cuántos seríamos capaces de arrancar la vida de otra persona? Observar la matanza, que entre esos cuerpos seguro están sus compañeros, sus amigos, las personas con las que durante años compartió. Y su abuelo le dejó la mejor enseñanza que pudo, a pesar de todo siguen siendo personas. Siguen estando vivos. Y deben aferrarse a ello. Qué lindo *-* Comentarios v.2