Baldy. En las noches la sede se transforma. De día puedes ver realmente poca gente. La mayoría de la población local somos entrenadores y usamos todo ese tiempo para pulir estrategias, cuidar a nuestros compañeros y, por supuesto, enfrentar el desafío que son los Edificios Batalla, la principal razón para venir aquí, tras la eterna prolongación del Gran Campeonato. Pero cuando el sol se pone todo se vuelve un caos. Proliferan cada día más lugares de comida rápida, pequeños negocios, múltiples bares e incluso esa clase de hoteles. Todo lo que muchos adolescentes y adultos jóvenes parecen necesitar para volverse locos después de un largo día de competir al más alto nivel. Y dentro de esos nuevos lugares, hace poco, bueno, más de medio año, había abierto el bar de Joe. Era de un gringo que ni siquiera se llamaba Joe, sino que robó el nombre de una serie de televisión, pero realmente era un lugar agradable. No era la primera, ni la última vez que venía, y aún así siempre que entraba me parecía reconfortante. Bajo las luces algo tenues de lámparas redondas que colgaban del techo, te recibía en primer lugar la barra con uno de los trabajadores usualmente llenando vasos de cerveza o buscando tragos en la repisa que atiborraba muchas botellas a lo ancho. Era normal que te saludase antes de pasar a la zona de mesas y bancos, que era donde usualmente solía ir con amigos. Pero concretamente hoy tendría otra compañía. Me sudaban las manos cada que revisaba los mensajes que compartimos. Apenas le di la dirección del lugar y le dije que la esperaba, pero solo recordar las interacciones en el Coliseo hacían a mi corazón meter la sexta marcha y querer escapar de mi pecho. Era una sinvergüenza, y la peor parte es que eso me gustaba, pero me ponía tan nervioso que me trababa hasta sentir que me ahogaría ahí mismo. Quizás por eso acabé pidiendo algo antes de que llegase. El alcohol me aflojaba un poco la lengua y unas patatas para compartir seguro amenizaban todo un poco más y podríamos charlar a gusto o... O lo que sea. –H-Hey–Llamé su atención levantándome de la mesa apenas la vi pasar la entrada. Menos mal me vio y se acercó rápido. No pude sino saludarle con una pequeña sonrisa.–. ¿te… fue bien en las rondas siguientes? Tampoco esperé mucho para inclinar el platillo hacia el medio de la mesa junto a los dos tenedores que trajeron enrollados en servilletas. Era para compartir, después de todo. >>Me adelanté un poquito y pedí para ambos, a-aunque no sabía qué querrías para beber, así que solo pedí para mí–Froté mis manos rogando que eso me calmase un poco, incluso se me salió una suave risita.–. Pero ya sabes el trato que tenemos, ¿no? P-Pide lo que quieras. Contenido oculto Amane ole. Enjoy uwu
Emily Hodges Suspiré con pesadez al salir del Coliseo y al poco rato estiré el cuerpo, notando como la tensión acumulada en el edificio se iba liberando gracias al gesto. ¿Cuánto tiempo había estado metida ahí dentro? Por supuesto que disfrutaba de los combates, al fin y al cabo había decidido retomar mi participación en los edificios por eso mismo, pero... bueno, tampoco podía negar que se me había hecho un poco eterno. ¡El Coliseo era duro! Quizás lo retomase con un equipo mejorado en el futuro, ya que había decidido que mi próxima elección sería diferente. Sea como fuere, todo aquello pasó a segundo plano, pues no me había olvidado de que tenía algo todavía más importante entre manos para esa misma noche. Miré la hora en la pokédex tras haberme desperezado y asentí para mí misma, con aire decidido. La verdad es que iba un poco justa de tiempo, pero si me daba algo de prisa... ¡sí! Creía ser capaz de prepararme sin mucho problema. Para ello, sin embargo, debía salir volando hacia casa literalmente en ese mismo instante, así que eso fue lo que hice; por suerte, tenía un buen número de compañeros que estaban a la altura de la tarea. ¿Por qué tenía que volar a casa y no iba al Centro Pokémon que había en la misma Sede? ¡Fácil! Era porque no tenía la ropa adecuada conmigo, obvio. Era cierto que podía haber comprado algo en una ciudad más cercana —ya había tenido que hacerlo para alguna salida nocturna en Gérie, de todos modos—, ¿pero acaso no era un gasto tonto considerando que tenía todo mi armario a disposición? Y, también... bueno, quería la ayuda de Alice para el maquillaje, así como su opinión del conjunto final. Era un poco vergonzoso que mi hermana menor supiera más de ese tipo de cosas que yo, a decir verdad, ¿pero qué se suponía que hiciera? ¡Era difícil preocuparse por la moda cuando estabas salvando el mundo constantemente! Tal y como había estimado, la ayuda de Alice fue imprescindible para elegir la mejor de las opciones en todo. Tras haberme dado una buena ducha caliente, las dos no pusimos manos a la obra con el maquillaje, y me quedé muy satisfecha con el resultado, pues no hizo falta aplicarme una cantidad desmesurada que me pudiera incomodar de alguna manera; era muy sutil, y eso me agradaba. La ropa pasó por algo más de debate, aunque al final pudimos ponernos de acuerdo con uno e los conjuntos, y para terminar me recogí el pelo en una simple coleta alta. Me calcé unas sandalias sencillas y me despedí de Alice con un beso en la frente, antes de volver a emprender vuelto hacia la Sede. Entré al Centro con rapidez, por lo que ni siquiera registré el cartel que habían puesto en la entrada, y dejé todas mis pertenencias en la habitación que me habían asignado al principio del día; mi intención había sido hacer lo mismo con mi equipo, pero por supuesto, aquello fue imposible con Espeon. Le insistí en que no debía preocuparse y le pedí que descansara con el resto, pero no sirvió para nada y acabé llevándola conmigo, aunque sí le dije que no podía salir de su pokéball a menos que yo se lo pidiera. Baldy me había enviado la ubicación exacta del bar, así que no tuve mucha complicación a la hora de encontrarlo; no negaría, sin embargo, que me distraje un poco por el camino con la cantidad de tiendas nuevas que habían abierto en la Sede. El muchacho me lo había dicho, sí, pero verlo en primera persona era una cosa totalmente diferente, ¿eh? Y mi semblante se mantuvo con el mismo aire impresionado cuando me adentré en el bar, pues el establecimiento en cuestión se veía... más bonito de lo que había anticipado, vaya. Saludé con la mano a los camareros que había en la entrada y no mucho después distinguí la figura del entrenador en una de las mesas, por lo que no tardé en acercarme correteando a su posición. —¡Buenas noches, Baldy! —le saludé con una sonrisa animada, antes de bajar la mirada hacia el plato que estaba extendiendo hacia el centro de la mesa—. Perdona, ¿te he hecho esperar mucho? ¡Me he distraído con algunas tiendas por el camino! Un camarero se acercó a nosotros apenas terminé de tomar asiento, me pedí un mojito y volví a fijar mi atención en el muchacho, cogiendo el tenedor de mi lado para probar el plato de patatas que había pedido. >>Llegué a la cuarta ronda, pero me quedaban solo tres pokémon en pie y fue un tres versus tres, así que... —dejé la frase en el aire, encogiéndome un poco de hombros con algo de indiferencia—. ¿Tú qué tal? ¿Aguantaste muchas rondas más? ¡Y por cierto! ¿Qué te has pedido para beber~? Aquello último lo dije con voz algo cantarina, inclinándome apenas sobre la mesa para intentar cotillear el contenido de su copa. Contenido oculto aaaaa qué ilusión, dear god u///u a veeeeeer, en good ol' fashion, adjunto por aquí el outfit de la niña
Balduino Wulff. —¿Ah? eh, no- no. Solo llevo un ratillo esperando y... No te preocupes, d-de verdad. Pensé que todo iría bien. Que fuera una c-cita no implicaba nada per sé, Podía manejar esto sin morirme de nervios. Todo eso se borró apenas la vi tomar asiento frente a mí. Desde un lado a otro del campo de batalla era atractiva. Incluso si los perros de Netto habían hecho un desastre de sus prendas, se veía algo despeinada o tenía algo de seriedad en la mirada por los gritos constantes del lugar, ella simplemente era alguien a quien no podías perder de vista y que se hacía notar con esa personalidad tan extrovertida. Ahora, arreglada, con esos ojos tan lindos y su agradable vocecita... Era imposible. El corazón se me fue a la garganta y no hubo preparación que sirviera para aguantar esto. También me había preparado un poco, claro. Compañeros me dijeron que llevase ropa para echar a perder al coliseo, así que solo me llevé una de esas túnicas largas que usaban muchos expertos en fantasmas. Eran cómodas, baratas y moradas, así que parecía la opción correcta. Aquí, en cambio, primaba algo más casual. Una camisa lila y por abajo una camiseta blanca que se dejaba ver entre los botones abiertos y cuyo borde inferior apenas se tocaba con el inicio de unos jeans grises. Eso estaba bien, creía. También me peiné un poco tras la ducha, además de un toque de perfume p-por si acaso... O-o algo así. —¿H-Hasta la cuarta? Te quedaste a nada de ganar—Lo sentía por ella, aunque no parecíamos estar en la misma sintonía en ese aspecto, extrañamente. Y cuando me tocó responder, solo removí un poco el líquido en mi vaso intentando bajar un poco mi tensión.—¿Ah? ¿Y-Yo? Me quedaba un Pokémon después de perder contra u-una chica agradable y acabé perdiendo el dos contra dos... Así que una ronda menos que tú. Solo espero que los otros edificios sean un poco menos... Difíciles, y sobre todo ruidosos... Siento que tendré pesadillas con Netto y su público... Terminé mi frase con pesar en mis palabras, pero no era tiempo para estar desanimado; Más bien ella no me lo quiso dar. No era sinvergüenza solo en el coliseo, sino aquí también. Normal que los dedos me sudaran cuando ella quiso ver un poco más mi trago, a lo cual simplemente acabé inclinando un poco el café navegado por hielos y coronado por una rodaja de cítrico a la orilla del vaso. Honestamente, solo se veía como un poco de coca cola servida de manera fancy. >>¿Esto? Es solo piscola- U-Una cubata cualquiera, vaya. A veces es un poco fuerte, pero aquí le echan un poquito de limón y eso ayuda... M-Menos mal tú pediste algo más dulce... Así que... ¿S-Sales seguido?
Emily Hodges El chico me confirmó que no llevaba mucho tiempo esperando, y como no tenía ningún motivo para pensar que estaba mintiendo, asumí que me estaba diciendo la verdad. Saberlo me alivió, de todas formas, por lo que me sentí mucho más relajada y pude dedicarle una sonrisa animada poco antes de tomar asiento. Podía ver que el pobre seguía poniéndose bastante nervioso en mi presencia, y si bien había disfrutado de picarlo por eso mismo en el Coliseo, aquella noche había decidido portarme bien para que estuviese cómodo, y así los dos íbamos a poder pasárnoslo bien en la cita. Asentí un par de veces con la cabeza cuando recalcó que me había quedado cerca de ganar, algo distraída. Claro que en el momento me sentí decepcionada, siempre era algo frustrante perder incluso cuando me había hecho a la idea de antemano, pero... ya había pasado todo un día y no ganaba nada estando triste por algo que ya había ocurrido; mucho menos si ese algo podía afectar a esta quedada a la que tantas ganas le había tenido. No era como si no pudiese volver a intentarlo en el futuro, ¿cierto? —He visto muchas cosas a lo largo de mi vida, pero ninguna como Netto, eso te lo puedo asegurar —acoté junto a una risilla ligera, dejando el tenedor sobre el plato tras haber haber comido otro par de patatas—. Los edificios en general son bastante difíciles, ¿no crees? Aunque estoy casi convencida de que solo el Coliseo tiene público y... bueno, a Netto, obviamente. ¿Por qué elegiste participar en él, por cierto? Hay otros que de primeras suenan más tranquilos, diría... La mención de la chica agradable me enterneció la sonrisa, aunque procuré que mi reacción no fuera demasiado evidente. No había que ser ningún genio para hacer los cálculos, ¿verdad? Además, me acordaba a la perfección que él mismo me había revelado que todavía le quedaba un pokémon en pie tras nuestro combate. Como ya había dicho, por el momento tenía intenciones de portarme bien, así que no le dije nada al respecto; eso no significaba que no lo apreciara, por supuesto. >>Oh~ —murmuré tras descubrir lo que era su bebida, algo impresionada por el dato del limón que me había proporcionado, y apenas un segundo después volví a mi asiento, dejando salir una nueva risilla divertida—. En general te diría que no, pero justo ahora eso ha cambiado un poco. Estos últimos meses he estado en Gérie, no sé si conoces la región, pero está justo al lado de Galar. ¡La cuestión! Decidí quedarme unas cuantas semanas más después de que acabara el campeonato, a modo de vacaciones, y ahí fue que pude salir un poco más. Aquí donde me ves, la verdad es que soy un poco aburrida —añadí, en un evidente tono de broma—. ¿Tú vienes a menudo por aquí? ¿O por algún otro bar de la zona? ¡Parecía que conocías bastante bien lo que han abierto!
Balduino Wulff. —Bueno... Eso es más bien una historia algo más complicada... Tuve que tomar un poco más de mi vaso para buscar consuelo en su sabor dulce y a ver si ya podía calmar un poco mi corazón. Mínimo cuando se alejó pude tener un pequeño momento de paz. Y me fui sintiendo más cómodo mientras ella hablaba. Que fuera ella quien llevase la conversación me aliviaba; No era precisamente mi fuerte y me daba menos opciones de avergonzarme. —. B-Bueno, lo del Coliseo... La verdad es que vengo aquí algo seguido con unos amigos. Nos conocimos en la Torre Desafío, e-esa que está en Témpera, ¿la conoces?—Su confirmación me dio paso a seguir, tras pinchar yo mismo unas patatas y limpiar mis labios con una de las servilletas.—. Somos cuatro y a todos nos fue mal en nuestros primeros intentos, así que intentamos uhm... ¿Animar la competición? O algo así—Se me escapó una risita.—. Dejamos al azar el siguiente intento de cada uno y a quien le fuera peor... Se supone que recibirá un castigo... O algo así. N-No es que me apetezca mucho recibirlo, así que creo que tendré que intentar de nuevo mañana. El nerviosismo empezaba a dejarme para que un poquito de happiness subiera a mi cabeza. Sentía como la lengua se me soltaba y otro sorbo y ya finalmente acabé con el primer vaso. Y fue una suerte que el mesero llegase con el de Emily en una caña larga, con varias rodajas de limones dentro y adornado con múltiples hojas de menta, antes de servirlo a su lado. Aproveché el impulso para básicamente pedirle amablemente si podía repetir y así, con una segunda petición, volvimos a quedar solos. Solo me quedé oyéndole, atento. Me encantaba oír desde las hazañas de otros entrenadores y también anécdotas graciosas. De cierta manera me inspiraban a seguir, a buscar tener yo mismo un momento donde pudiera hacer que el resto quedase expectante a mis aventuras o logros. —Gracias—Dije a la mesera antes de que se fuera y entonces seguí con ella.—No había oído de Gérie, pero Galar la conozco, al menos de nombre—Si mal no recordaba, era esa región donde los entrenadores eran prácticamente deportistas adorados por el público. De ahí salían muchos vídeos de Pokétube.—. E-Espera, ¿entonces estabas ahí compitiendo con todos los entrenadores famosos? Eso explicaría lo fuerte que eres. >>Pero uhm... N-No pareces una persona aburrida. Más bien pareces un poquito del tipo que alborota las cosas, y- y es también agradable hablar contigo.. O igual solo era impresión mía. No, no podía ser solo eso.
Emily Hodges Alcé un poco las cejas ante su respuesta, sin poder esconder la curiosidad que la misma me creó, y le presté toda mi atención a medida que me iba revelando la historia. Así que había hecho amigos en la Torre Desafío de Témpera y se imponían castigos para animarse a no perder en su propia competición; oh, eso era algo tan de chicos, qué lindo. Por otro lado... la Torre Desafío, ¿eh? Sentía que hacía siglos desde la última vez que había ido ahí. ¿Y no había sido mi última participación un cooperativo con Mimi? También sentía que hacía mucho que no hablaba con los holders, a decir verdad... —Pues mañana vas a tener que ganar, Baldy, porque voy a estar animándote para ello, ¿vale? —le dije una vez terminó de hablar, suavizando la sonrisa mientras ladeaba un poco la cabeza, y hasta alcé un brazo con el puño cerrado para dedicarle un gesto de ánimo. Sin embargo, mi atención se vio rápidamente distraída a los pocos segundos, cuando el camarero llegó con la bebida que había pedido. Le agradecí por la misma, y en lo que Baldy se pedía una segunda ronda de lo suyo, yo le di un sorbo al mojito gracias a la pajita que traía dentro del vaso. Abrí los ojos con algo de impresión y, al separarme, me tapé la boca con la mano mientras dejaba salir un "mhm" satisfecho. ¡Estaba muy rico! ¡Y era muy refrescante! Podía estar bien orgullosa de mi decisión, ¡vaya que sí! >>No soy tan fuerte, en serio —repliqué con un tono algo más tímido, rascándome apenas la mejilla—. Pero... sí, algo así. Gérie tiene un campeonato como el de Galar, pero es algo más nuevo, y lo divertido es que los líderes de gimnasio de Galar tenían que patrocinar a los participantes. ¡El mío fue Berto! Ahí tuvimos público durante todos los combates aunque... bueno, era mucho más amable que el de Netto, desde luego. El comentario que añadió después no me pasó para nada desapercibido, claro. Removí el líquido de mi copa con la pajita durante un par de segundos y mantuve la vista fija sobre él mientras me inclinaba para dar un nuevo sorbo, sin poder controlar la chispa de diversión que me alcanzó los ojos. Había dicho que me iba a portar bien, y de verdad de la buena que lo había querido, pero... >>¿Estás diciendo que me gusta crear problemas~? —cuestioné, en un tono de voz algo más travieso, y justo después apoyé la mejilla sobre la palma de mi mano—. ¿Y además admites que te gustan las chicas problemáticas? Vaya, vaya...
Balduino Wulff. Llamó mi atención poderosamente cuando me dijo que mañana debería ganar. Claro que tenía intenciones de hacerlo, tenía cierto orgullo y tampoco me apetecía mucho tener que enfrentarme a esos "castigos" que mi grupo proponía. Sin embargo, sus palabras acabaron endulzando la idea. Tener su apoyo era sin duda motivante, y ese puñito tan adorable adornando su sonrisa solo me decían que debía ganar la próxima vez. —E-Entonces—Retomé, mientras ella bebía su trago.—daré... Lo mejor de mí mañana. No había manera de que perdiera si tenía a alguien así animándome. Me sentía con la fuerza para derrocar a ese emperador y su imperio completo y era todo gracias a sus adorables palabras. Incluso sus gestitos me inspiraron para alzar también el pulgar y seguirlo de una sonrisa sincera. De seguro acabaría contándole más tarde cómo me fue. Y entonces siguió contándome más de esa región lejana y del sistema que tenían. La curiosidad me acabó ganando y no tardé en sacar mi teléfono para que una rápida búsqueda diera resultados y... Ahí estaba. Ella era misma en medio de un estadio, con un uniforme deportivo rojo y acompañada de Pokémon que no había visto aquí, uno distinto en cada foto. No tardamos en inclinarnos sobre la mesa mientras yo deslizaba las distintas fotos y compartíamos pequeñas interacciones. —¿Entonces ésta sí eres tú?—Y mientras más pasaban las fotos, empezaban a aparecer otras personas con uniformes semejantes, todo con una estética muy de periódico digital.—¿Y... cómo puedo hacerme fan de esto...? O uhm... Darle á-ánimos a la chica que sale ahí.—Era ella, evidentemente. Sentí como el corazón me iba a estallar tras soltar esa pequeña frase, y el contragolpe de ella lo volvió todo peor. Encima estaba la cercanía que tomamos de repente. Estar nervioso me hizo autoconsciente de como sus hombros estaban desnudos y el blanco escalaba hasta que en su rostro pudiera asomarse el morado en medio de sus cabellera oscura. Y cada vez que esas hebras se movían por sus pequeños ladeos de cabeza me mareaba por el dulce fragante que venía de ella. El alcohol pasó a segundo lugar e incluso tuve que retroceder un poco para no perderme en el momento. Peor aún con sus provocaciones y esa mirada tan... Ugh, tan desvergonzada. No había otra palabra para ella. Y aún así... >>Y... ¿Y cuál es el problema si me... si me gustan así?—Si no la confrontaba... Me iba a dar un infarto de puro bochorno.—Las chicas así son l-lindas. Traté de sonar tan convencido como pude e incluso mantenerle la mirada aunque todo dentro de mí me decía de revisar si el suelo también estaba hecho de suelo en este lugar.
Emily Hodges Mis ánimos parecieron surtir el efecto deseado, pues el muchacho se mostró algo más confiado tras mis palabras, y solo eso fue suficiente para que me sintiera satisfecha con mi aporte. Después seguí hablándole de Gérie, sin llegar a pensar en demasiada profundidad que quizás estuviera aburriéndole con tanta verborrea, y me volví a inclinar sobre la mesa cuando vi que colocaba su móvil entre nosotros, pues distinguí al segundo la figura de mi inicial en una de las fotos. —Oh, Arceus... —gimoteé algo avergonzada, llevándome la mano hacia el rostro para intentar disimular un poco la sorpresa—. Nunca me había dado cuenta de lo realmente pequeña que soy. ¡Mira eso! ¡Si apenas le saco una cabeza a Cindi! Quizás debería haberme pedido un vaso de leche Mu-mu en lugar de esto —bromeé con ligereza, ladeando apenas mi copa para mostrar a lo que me refería. Levanté la cabeza lo suficiente como para mirarlo cuando dijo que quería animarme, sin poder evitar que el semblante se me suavizara del todo por ello, y asentí apenas con la cabeza antes de volver la vista a la pantalla. El foro de mi club de fans seguía siendo uno de los que salían en la primera página de búsquedas, así que no fue muy difícil dar con él y hacer que el chico siguiera las notificaciones del sitio. >>No creo que vaya a estar muy activo ahora que el campeonato ha acabado... pero si alguna vez vuelvo a Gérie, lo primero que haré será buscar tus mensajes de ánimo —le prometí, sin esconder la emoción de mi tono de voz, y no pasó mucho hasta que se me escapó una nueva risilla divertida, pues mi pseudo-acusación le hizo ponerse a la defensiva y era... bueno, bastante adorable—. No hay ningún problema, claro. A mí también me gustan las personas un poco problemáticas~ —contesté, guiñándole el ojo al final. Me comí otro par de patatas con tranquilidad y también le di otro sorbo a mi bebida, antes de decidir mirar a nuestro alrededor con algo de curiosidad. Poco a poco, el lugar parecía estar llenándose cada vez más y los camareros no paraban de moverse de un lado para otro con tal de atender todas las mesas. La verdad, seguía sorprendiéndome un poco que hubieran prosperado tantos comercios en la Sede... >>¿Y tú eres de Galeia? ¿Has visitado otras regiones?
Balduino Wulff. Me invadieron las risas con sus comentarios. Ciertamente era bajita, pero al lado del conejo ese se veía incluso más pequeña. ¿Cuánto debía medir? ¿Metro y cincuenta y pocos? No tardé en tener una bromita en la punta de mi lengua. —Entonces tú añades la parte de "Poké" y Cindi la de "Mon". Pareces entrenadora de bolsillo—Se me escaparon un par de sonrisas por mi propio comentario y el aire escapó por mi nariz en respuesta a los suyos.—. Aquí no creo que vendan de eso. Quizás en McPoké... En el menú infantil. Logré relajarme al fin. Sentí que todo podía fluir a partir de ese punto con mucha más tranquilidad y así empezó a ser. Ella me ayudó a seguir su foro de seguidores y, por alguna razón, también acabaron saliendo los foros de haters que... Creo que mejor no seguir con eso. Y dejé el móvil aparte para seguir charlando con un poco de cercanía, ambos todavía inclinados sobre la mesa. Olvídalo. Con ella era imposible. Responderle solo hizo peor la situación porque su guiñito me dejó atontado. ¡Problemática eres tú y tus palabras bonitas y ojos lindos y... Actitud agradable y lo desvergonzada que eres. ¡Ella era la problemática! ¡No yo! P-Pero... Aún desviando un poco la mirada terminé por mostrar cierta alegría con mis labios. Lo importante era el fondo del mensaje, ¿no? —B-Bueno... S-Si encuentras un club de fans tuyo aquí... Ya sabes quién lo inició. Aprecié entonces que hubiera una pausa. Una pequeña interrupción que hizo el camarero para servir mi segunda copa, de nuevo llena de esa cola alcoholizada con una rodaja adornando y una pajilla que no tardé en beber para buscar calma en la bebida... E-Eso suena a alcohólico, pero es su culpa por ponerme tan nervioso. Ya hasta sentía el pulso en mi arteria temporal de lo rápido que iba. —Aunque aquí... Uhm, no es que prospere mucho el campeonato, ¿verdad?—Justo su pregunta me sirvió para continuar mi punto. Negué con la cabeza antes de seguir hablando.—Yo soy de Almia, ¿la conoces? Está bastante lejos; casi más de un día en avión, acabas con el trasero cuadrado de tanto estar sentado—Solté otra risita mientras picoteaba de las últimas patatas que quedaban.—. Vine hace poquito más de un año para probar esto de ser entrenador. Allá en casa, bueno, son realmente pocos. Ni siquiera hay una liga competitiva, ni gimnasios o torneos. Son principalmente los Rangers los que se encargan de todo, así que... Busqué una región con más interés para mí y ta-dá~ —Abrí mis manos hacia ella, como si fuera un truco de magia. Obviamente no había ni chiste, ni nada ahí.—aquí estoy. >>¿Y... qué hay de ti? ¿También eres foránea o... de aquí?
